25 octubre 2012

La ley, la tecnología y los semáforos en rojo

Una vez más, un ejemplo de cómo la tecnología y la ley interactúan constantemente en sus límites: veo en Techdirt como una persona inventa, desarrolla y pone en el mercado un dispositivo llamado noPhoto, que sitúa a ambos lados de la matrícula de un coche dos potentes flashes de xenon que se iluminan automáticamente al detectar el flash de una cámara y provocan la sobreexposición de la placa haciendo que la foto tomada no pueda ser utilizada con propósitos de identificación (ver vídeo).

El obvio propósito es evitar las multas automáticas por rebasar semáforos en rojo, consideradas por muchos más como una forma de financiar al ayuntamiento correspondiente, una auténtica máquina de hacer dinero, que como una manera de intentar mejorar la seguridad, y que cuentan con numerosos casos de abusos documentados y denunciados e incluso con estudios que demuestran que, en realidad, su uso incrementa el número de accidentes.

El dispositivo va algo más allá de la simple anécdota. Aunque obviamente podría ser utilizado para pasar con total impunidad semáforos en rojo sin temor a sanciones, la forma en la que propone su modo de funcionamiento bordea muy claramente la ley, que en la mayoría de las legislaciones prohibe específicamente el oscurecimiento de las placas de matrícula pero nada dice contra su iluminación durante una fracción de segundo limitada únicamente al momento de ser fotografiada.

La discusión subyacente tiene que ver con los derechos de los ciudadanos: ante una multa, la persona pierde prácticamente todo derecho a la defensa una vez que un dispositivo automatizado, la cámara, “decide” que es culpable, y la defensa en caso de posible error, fallo de calibrado, o simple uso fraudulento para incrementar la recaudación resulta prácticamente imposible. Por no citar las evidentes implicaciones para la privacidad de circular en ciudades completamente plagadas de cámaras y del posible uso que se haga de las fotos obtenidas por las mismas.

Pasarse un semáforo en rojo es malo y potencialmente peligroso. Pero una cosa es intentar prevenir que los conductores se salten semáforos para mejorar su seguridad, y otra utilizar la tecnología para convertir ese hecho en una máquina de recaudar dinero que instala cámaras no en los lugares más peligrosos sino en los más rentables, y que puede provocar además la sobrerreacción de conductores preocupados por la posible multa. El exceso de velocidad puede ser peligroso, pero instalar radares no en los lugares peligrosos sino en aquellos donde es más fácil “cazar” a los conductores que aceleran de más no tiene mucho que ver con velar por la seguridad de los ciudadanos, sino con un uso torticero de la tecnología. Y como hemos visto muchas veces, lo que la tecnología da, la tecnología quita.

No, no me dedico a abogar por la libertad de los ciudadanos para saltarse semáforos en rojo, ni a protestar por las multas. No se trata de hacer ese análisis simplista, sino de reflexionar sobre la interfaz entre las personas, sus derechos, la ley, la tecnología, o la vigilancia del vigilante. Es más que posible que el dispositivo en cuestión termine siendo prohibido, o que posiblemente su comercialización diese lugar a una sensación de impunidad que pudiese generar más accidentes, pero la reflexión que genera el desarrollo tecnológico no deja de ser interesante.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

0 comentarios:

Publicar un comentario

ATENCIÓN: Google ha metido en Blogger un sistema antispam automático que clasifica como spam casi lo que le da la gana y que no se puede desactivar.

Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.