26 enero 2013

Apple, la innovación y la apertura

Ana P. Alarcos, de La Información, me llamó para hablar sobre los resultados de Apple y sobre los curiosos efectos negativos de su comunicación: una compañía que anuncia haber obtenido unos resultados que muy pocas son capaces de obtener, pero que obtiene al comunicarlos una impresionante caída en bolsa.

Ana publicó ayer su artículo titulado “A esto llaman crisis en la mejor empresa del mundo: Apple puede subir un 47% en bolsa“, en el que cita comentarios míos acerca de la vara de medir empleada por los analistas con una empresa en la que los resultados y las mejoras incrementales, por impresionantes que sean, no valen de nada: lo único que funciona es la reinvención de conceptos, como si ésta fuese algo que pudiese llevarse a cabo todos los días según se levanta uno por la mañana.

Apple obtiene resultados increíbles siguiendo una metodología ya bien conocida y comprobada: toma un concepto ya desarrollado por terceros, muchas veces incluso considerado ya como agotado, y lo reinventa bajo una nueva óptica. Así lo hizo con el ordenador personal: antes de Apple, el concepto de ordenador personal como tal no existía. El ordenador era algo que únicamente las empresas tenían interés en poseer, que tenía un precio elevadísimo que lo alejaba del usuario individual, y que solo tenía cabida, además de en el mercado corporativo, en un microsegmento de hobbystas identificado con perfiles del tipo del Homebrew Computing Club. Tras reinventar el concepto y acercarlo al mercado del usuario final, Apple obtuvo un fantástico resultado explotando el segmento que ella misma había creado, y ese éxito perduró hasta que otra empresa, IBM, lanzó su IBM PC y abrió su diseño para que cualquier otro fabricante pudiese desarrollar aparatos similares siguiendo ese esquema. El resto es historia.

El siguiente gran éxito de Apple no llega hasta muchos años después, con el lanzamiento del Ipod. Reproductores MP3 los había a cientos, y el iPod no era el mejor de ellos en muchos sentidos. Pero reinventando el concepto bajo una nueva óptica fue capaz de crearse a sí misma un segmento tan exitoso, que al poco tiempo de ser lanzado ya había provocado que todos los reproductores MP3 quisiesen parecerse a un iPod. Un éxito que dio lugar al inicio de una recuperación, y que se reeditó de nuevo con el iPhone: había miles de diseños de teléfonos móviles, el concepto estaba explorado presuntamente hasta la saciedad por muchísimos fabricantes, pero Apple lo reinventó radicalmente y fue capaz de dar lugar a uno de los productos más exitosos de todos los tiempos. Y por supuesto, de llenar sus arcas de cash con unas reglas de negocio y unas estructuras de márgenes completamente diferentes a los de la competencia. El impacto del iPhone fue enorme: prácticamente todos los fabricantes intentaron poner en el mercado sus “iPhone-killers”, todos los terminales querían “ser un iPhone cuando fueran mayores”. La deriva en diseño, esquemática y funcionalidad marcada por el iPhone fue la que dio lugar al concepto de smartphone que hoy llevamos en nuestros bolsillos.

El iPad es un caso similar: el tablet estaba no solo inventado, sino ya incluso considerado agotado. Nunca había logrado establecerse como una opción más que minoritaria. Pero la reinvención del tablet por parte de Apple ha sido capaz de batir todos los récords, de crear una categoría exitosa donde antes no había prácticamente nada, y de proponer y popularizar enormemente un esquema de uso que antes no existía. Gracias a eso, el iPad es hoy un producto estrella en la cartera de Apple, millones de usuarios lo utilizan todos los días para relacionarse con la información, y existen un montón de dispositivos que intentan competir con él.

Lo curioso, lo verdaderamente fascinante para mí, surge cuando estudiamos no el arranque de estos productos, sino su caída. De acuerdo, no se puede hablar todavía de la caída del iPhone como tal: el producto sigue siendo tan exitoso, que solo los resultados económicos de sus ventas, $30.660 millones, exceden los $21.460 millones de facturación de todo Microsoft, por establecer una comparación. Pero el iPhone ya no es el terminal más exitoso del mercado: los terminales basados en Android lo han superado por mucho. ¿Se aprecia la repetición del esquema? De nuevo una empresa, en este caso Google jugando el papel de IBM, lanza un modelo abierto a cualquier fabricante que lo quiera utilizar, y el resultado de este movimiento es algo que, basado en la apertura, es capaz de superar en resultados al producto de Apple. Un producto de Apple en cuyo éxito la apertura jugaba un papel no poco importante: la App Store puede considerarse un ecosistema relativamente abierto (férreamente supervisado, sí, pero obviamente abierto a las contribuciones de terceros), pero que no ha sido suficiente para competir con la pujanza de otro en el que la apertura juega a favor de las reglas de mercado y del estímulo de la competencia. Muchos fabricantes compitiendo en base a un cimiento común, el de Android, acaban superando a uno solo que compite por sí mismo. Una “repetición de la jugada” con respecto a lo sucedido en el PC que no deja de resultar enormemente significativa. ¿Puede Apple aprender algo de todo esto?

Ahora, los resultados futuros de Apple dependen de nuevas reinvenciones de conceptos, de nuevos desarrollos de segmentos que la compañía pueda explotar casi en exclusiva hasta que vuelvan a ser atacados por propuestas más abiertas que la suya. Puede ocurrir con la televisión, aunque no es un ecosistema fácil debido a las múltiples dependencias de terceros, o podrá ocurrir con cualquier otra categoría en la que Apple ponga sus ojos, pero decididamente, no es algo que resulte fácil de hacer. Que el éxito de una compañía dependa más de su capacidad para la reinvención que de sus actuaciones a la hora de explotar con sus operaciones esos mercados que ella misma ha creado es una limitación importantísima, y que la compañía de hoy la dirija precisamente el que fue su Director de Operaciones de ayer no deja de ser significativo. No, no creo que hoy en día podamos hablar de una crisis en Apple… ojalá todas las crisis fuesen como esa. Pero decididamente, en su historia hay muchas conclusiones a extraer y mucho, muchísimo de lo que aprender.



(Enlace a la entrada original - Licencia)

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