29 febrero 2012

Una pequeña colaboración con Save the Children

Me contactaron desde Save the Children para pedirme que colaborase en la edición de un libro de fotografías, “Luces en la sombra“, con un pequeño mensaje apoyando una foto en uno de los capítulos.

Mi texto fue el siguiente:

La tecnología es un ecualizador: actúa como una plataforma capaz de reducir desigualdades, de hacer surgir oportunidades donde aparentemente no las había. Que los niños abran los ojos al mundo a través de la tecnología puede tener un valor elevadísimo, la perfecta metáfora del enseñar a pescar frente al dar peces. En un mundo hiperconectado, el aislamiento digital es peor que el ostracismo.”

Tienes más información sobre la iniciativa en la nota de prensa o en la página, y puedes también colaborar comprando el libro en Bubok en formato papel o electrónico.

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Pinterest como metáfora de un mundo enfermo

Hace un par de semanas, al hilo de un artículo de El País en el que me citaban hablando de Pinterest, dos de mis comentaristas comentaron un artículo que habían visto en ReadWriteWeb, How you could get sued for using Pinterest, al que no di la más mínima importancia. Había hablado sobre Pinterest en varias ocasiones anteriores, pero este tema era la primera vez que surgía.

Durante estas últimas dos semanas, he visto el tema mencionado más veces: desde abogados que analizan el tema y proponen listas de cambios necesarios hasta el desarrollo de herramientas de opt-out para evitar que los contenidos de una página puedan ser enviados a Pinterest, y he podido comprobar, tras frotarme los ojos varias veces,  que la cosa iba aparentemente en serio.

Para mí, esto no es más que una prueba más de hasta qué punto el copyright y los derechos de autor han conseguido llevarnos a vivir en un mundo disfuncional y completamente enfermo. Que una persona pueda de alguna mandera estar cometiendo un delito porque tras ver algo en una página web, utilice un botón integrado en su navegador para guardarlo y compartirlo en una especie de “tablón de corcho digital” me parece tan sumamente alucinante que, sencillamente, me asquea. Me hace sentir asco de quienes pueden tener una visión tan limitada, tan utilitarista, tan restrictiva, tan enfermiza… tan asquerosa. Un pin en Pinterest es un “he visto esto, me gusta y lo comparto para que otros, a su vez, lo puedan ver”. ¿Qué hay de malo en ello? Reproduces una imagen en un sitio especialmente diseñado para ello, y envías tráfico al sitio original que lo publicó. ¿Dónde está el problema? ¿Qué mundo paranoico-leguleyo hemos construido para que, ante una herramienta como Pinterest, todo lo que algunos piensan es en posibles violaciones de copyright?

La información en la red es libre. Nada ni nadie puede impedir que cuando ves una imagen en un sitio en la red hagas una copia de ella. Si el sitio se empeña en bloquear patéticamente el funcionamiento de la opción “Copiar”, podrás hacer mil cosas, incluyendo la captura de pantalla, para poder guardarla. ¿Compartirla? Compartirla es como un vínculo: he visto esto, si lo queréis ver vosotros, haced clic. ¿Por qué razón iba a querer alguien usar una ilustración, pero restringir tan drásticamente el uso de la misma que hasta impida que sea referenciada? ¡Te están pagando con su atención! ¿A qué clase de enfermo se le ocurre, viendo el tráfico que le genera una entrada en Pinterest, pensar en denunciar al que subió la ilustración ahí? ¡Atención, deténganlo, que le ha dado al botoncito! Simplemente alucinante.

Sí, de acuerdo, Pinterest se puede utilizar de otras maneras, y la lógica aplica como ha aplicado siempre. Si alguien se va a una exposición, toma fotos de los cuadros, y los expone en su Pinterest sin enlace ni atribución alguna, podría ser que, excepcionalmente, estuviese llevando a cabo un mal uso de la herramienta. O no. Pero ante el uso más habitual y generalizado de Pinterest, pensar automáticamente en violaciones de copyright, en peticiones de retirada de contenidos y en exclusión de repeat offenders me parece lisa y llanamente PARANOICO, con mayúsculas. Los problemas de Pinterest con el copyright son una perfecta metáfora de un mundo enfermo, una prueba clara de hasta qué punto el abuso del copyright y los derechos de autor han conseguido probar su inadaptación al mundo digital, la imperiosa necesidad de su reforma drástica, y su capacidad para, si no lo detenemos, convertir el mundo en que vivimos en una auténtica MIERDA.

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28 febrero 2012

La acción de Hacktivistas contra la ley Sinde-Wert, en la prensa francesa

La página francesa OWNI.fr se hace eco en su artículo Hacktivisme contre le Hadopi espagnole de la acción de auto-incriminación iniciada por Hacktivistas en contra de la ley Sinde-Wert, Wertdeenlaces.net, que comentamos anteriormente aquí y aquí. En el artículo cita algunas de mis declaraciones a Público.

La lista de páginas adheridas ya a la propuesta de Hacktivistas asciende ya a doscientas cinco.

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Sobre vidas digitales y gomas de borrar

El camping de Los Alfaques pierde su batalla contra Google y vuelve a traer al escenario la idea del derecho al olvido, ejercitado como una hipotética “goma de borrar digital”: lo que el propietario del camping pretendía era que Google dejase de mostrar las imágenes   de la tragedia que ocurrió en Los Alfaques en 1978, porque las consideraba perjudiciales para su establecimiento.

Efectivamente, que aparezcan fotografías de cuerpos calcinados no parece lo más adecuado cuando intentas encontrar un lugar tranquilo donde pasar tus vacaciones. Pero la tragedia ocurrió, murieron más de doscientas personas, y eso no lo cambia nadie. Pedir que Google se arme de goma de borrar y elimine de sus resultados las fotos o las noticias correspondientes porque no constituyen un buen marketing para tu establecimiento me parece sencillamente alucinante. Penalizar a quien indexa la información porque no te gusta como la indexa es algo que carece de toda lógica. Y en ese sentido, que la demanda se haya resuelto diciendo que los resultados provienen de un algoritmo de Google, Inc. y que, por tanto, el demandante debe dirigirse a la empresa en los Estados Unidos y no a su filial española, me parece completamente absurdo. Lo que no es, no es, ni aquí ni en los Estados Unidos.

Las hemerotecas no olvidan. Nadie en su sano juicio se dedicaría a ir pidiendo a los periódicos que eliminasen una noticia determinada porque después se demostró que no era real, caso que ni siquiera tiene nada que ver con el que nos ocupa. Rectificarla, sí. Eliminarla, no. ¿Ir por el mundo arrancando páginas de diarios en las hemerotecas porque la noticia que se publicó “no conviene” a su protagonista? ¿De verdad estamos discutiendo eso con un mínimo de seriedad? En el mundo digital, las hemerotecas están al alcance de un clic de ratón. Pero las cosas deben funcionar igual: el derecho al olvido no puede implicar reescribir la historia, ni lo que se publicó en un momento determinado. Si tienes un camping donde hace muchos años hubo un accidente horrible, podrás considerar cambiar tu nombre comercial, pero no intentar que lo que ocurrió desaparezca de la memoria colectiva o se haga de alguna manera menos visible. Ocurrió, y ya está. Lo contrario es como el infantil pensamiento de pretender apretar el botón Undo después de haber tenido un accidente.

El derecho al olvido conecta con nuestros temores digitales más primarios. Pensamos en los muertos que podemos o que podríamos tener en el armario, en lo que un día dijimos, en lo que alguien dijo de nosotros… hacemos nuestro ego-search, y pensamos en lo bueno que sería poder tomar una goma de borrar y eliminar los resultados que salen en el tercer, octavo y noveno lugar. El problema es que el mundo no funciona, no funcionó y no funcionará así. Ni antes podías arrancar la página de todos los periódicos del mundo, ni ahora puedes eliminar lo que sale en la pantalla. Ni deberías poder, por mucho que te lo parezca en según que casos. Se empieza por la noticia que resultó ser difamatoria, se sigue por las interpretaciones de un titular, y se termina con “en esa foto no salgo bien”, “esos pantalones acampanados ya no se llevan” o “no me interesa la imagen que ese tema proyecta sobre mí o mi negocio”. Es un camino demasiado peligroso. La sociedad digital tiene sus reglas, son para todos, y son como son.

Que los motores de búsqueda pongan la información – toda la información – al alcance de nuestros dedos tiene innumerables consecuencias positivas, pero también alguna negativa. Ponernos a cazar fantasmas y a pensar en la posibilidad de eliminar esto, aquello o lo de más allá por las razones que sean es entrar en un juego que, simplemente, no tiene ningún sentido. Sinceramente, dudo que nos gustase vivir en un mundo en el que las personas y las empresas pueden dedicarse a ir borrando su pasado porque no les gusta o no les deja en buen lugar.

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27 febrero 2012

Las estadísticas de Facebook, pronto en tiempo real

TechCrunch confirma que Facebook está trabajando en un desarrollo de sus Facebook Insights, las estadísticas disponibles para los propietarios de páginas (no de perfiles personales), en tiempo real. La noticia parece sumamente razonable: el tiempo real se ha convertido en la nueva “niña bonita” de la analítica, la prestación que todos quieren tener y ofrecer a sus usuarios.

Hace tiempo, una de las escasas formas que tenía en mis clases para ofrecer estadísticas en tiempo real, muy adecuadas para una explicación académica sobre su relevancia, era mediante un sistema de seguimiento de huella llamado Reinvigorate, que ofrecía un monitor en el que los alumnos podían verse aparecer cuando entraban en la página y que, además, mostraba los nombres de aquellos que habían comentado anteriormente. Cuando Reinvigorate dejó de funcionar, pasé a utilizar la recién estrenada función Real-time de Google Analytics, lanzada el pasado septiembre y aún en beta, que se ha convertido en una de las formas en las que mido muchos de los eventos en mi página de manera habitual.

En el caso de Facebook, el caso resultaba paradójico: teniendo como efectivamente tiene una información absolutamente detallada de la mayoría de sus usuarios (“puede que en internet nadie sepa que eres un perro… pero en Facebook lo saben porque tú mismo les has dicho nombre, raza, pelaje, fecha de nacimiento, y hasta cuánto te gusta olisquear el culo de otros perros”) capaz de proporcionar una información sociodemográfica interesantísima a los propietarios de las páginas, sus Facebook Insights mantenían un retraso habitual de un día, que en ocasiones llegaba a ser de tres o más. ¿Cómo plantear una gestión razonable de la información analítica en una red social caracterizada porque las cosas pierden toda su frescura en cuestión de tres horas, si únicamente puedes acceder a información con más de tres días de antigüedad? Realmente, el funcionamiento de las estadísticas de Facebook dejaba a aquellos interesados en aplicar una minima inteligencia al tema en la situación de auténticos médicos forenses.

Todo indica que Facebook estaría ahora en disposición de intentar solucionar este desfase. De cara a su negocio, el tema resulta fundamental: para muchos directivos de marketing, pensar en términos de “qué demográficos quiero que visualicen mi publicidad” puede resultar incluso más natural que hacerlo en modo “qué palabras clave tienen que buscar aquellos que quiero que vean mis anuncios”, pero ello se asienta en una adecuada combinación de herramientas analíticas que permitan una supervisión lo más completa posible. Pasar de la situación de la publicidad convencional, donde únicamente sabías cuántos ejemplares de un periódico o de una revista se habían distribuido o cuántas personas decía un panel de audímetros que estaban delante de la televisión, a un escenario en el que se puede ver en tiempo real cuántas personas están leyendo algo, cómo reaccionan, si compran o no compran, si leen o no leen, y una importantísima cantidad de variables significativas más exige una importantísima reeducación y formación de los profesionales del marketing. Una reeducación que, en muchas empresas, acarrea ya un retraso de muchos, muchos años.

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?Everything is a remix?, obra completa

Vía Boing Boing veo que la parte que me faltaba por ver de Everything is a remix, del cineasta neoyorquino Kirby Ferguson, salió hace ya un cierto tiempo y no me había dado cuenta. Como las tres anteriores, disponibles en la misma página, es verdaderamente digna de ser vista. Pura lógica aplicada al mundo de la propiedad intelectual. La obra son algo más de diez minutos (como en las anteriores, los minutos finales son un mensaje del autor), todavía sin subtítulos. Las tres anteriores sí los tienen disponibles. Si no las habías visto y vas a hacerlo, recuerda esperar siempre al final de los créditos.

 

 

El nuevo proyecto que Ferguson tiene ahora en Kickstarter también tiene suena muy recomendable: se titula This is not a conspiracy theory“, y habla de cómo hemos llegado a ser lo que ahora somos políticamente.

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26 febrero 2012

El campo, la tecnología y el hiperlocal: el caso de BrightFarms

Llevo un cierto tiempo monitorizando una empresa, BrightFarms, a su CEO, Paul Lightfoot, y sus principios del tipo ultra-local y smart-farming, y un artículo suyo en GigaOM titulado How a new business model could revolutionize fresh food me ha llevado a elaborar un poco el tema.

La cuestión tiene su envergadura: el desarrollo de la agricultura fue el factor fundamental que levó al hombre a abandonar el nomadismo, y puede considerarse, por tanto, una de las bases fundamentales de nuestra civilización. Los progresos en agricultura han sido enormes a lo largo de los siglos, multiplicando la productividad por factores inimaginables y logrando enormes avances en selección, tratamiento, resistencia, contro de plagas, etc. Y sin embargo, todo ese progreso nos ha llevado a un sistema tremendamente ineficiente en la distribución y en el uso de recursos: a pesar de tener la agricultura más productiva de todos los tiempos, vivimos en un sistema que se dedica a mover vegetales por el mundo generando una desmesurada huella de carbono e introduciendo increíbles retrasos entre el momento en que el producto es recogido e ingerido, a la vez que provocando un desplazamiento de los márgenes de la cadena de valor desde el que verdaderamente genera el valor, el agricultor, hacia una cadena de intermediarios.

Paul Lightfoot participó en TED Manhattan el pasado febrero, y vale la pena echar un ojo a su presentación o a los vídeos de la compañía en Vimeo: un planteamiento de granjas de cultivo hidropónico centradas en la eficiencia, capaces de generar una eficiencia sin precedentes, pero de dar lugar además a un desarrollo hiperlocal, a frutas y hortalizas cultivadas a pocos kilómetros del lugar donde vivimos, o incluso asociados a los centros de distribución. Alguno de sus proyectos, como la instalación de invernaderos encima de los supermercados diseñados para producir más de doscientas toneladas de verduras y hortalizas con el trabajo de unas diez personas y virtualmente sin coste de transporte, han recibido recientemente cierta atención mediática.

Posiblemente sea España, en el poniente almeriense, el país en el que se haya desarrollado de una manera más clara el concepto de agricultura hipereficiente bajo plástico. Un desarrollo tecnológico que tiene ya mucha historia, que abastece a una buena parte de Europa, y que, sin embargo, ejemplifica muchos de los problemas delineados por esta corriente: largas cadenas logísticas y reparto poco deseable de los márgenes. Mejorar la logística no va a ayudar al progreso ni a la resolución de estos problemas. Y de ahí un concepto, el de hiperlocal aplicado a la agricultura, que está empezando a dar que hablar en los Estados Unidos, cuando una buena parte de la base tecnológica de su eficiencia se está generando aquí, en el mar del plástico de Almería, con mejoras incrementales en círculos virtuosos que llevan teniendo lugar muchos años.

¿Alguien va a intentar poner este tipo de tendencias en valor a este lado del charco?

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25 febrero 2012

Seth Godin: sobre la música, lo perfecto y lo imposible

Una de esas entradas en las que Seth Godin lo borda: “lo perfecto y lo imposible“. Traduzco y añado énfasis:

 

El negocio de la música era “perfecto”: radios, discográficas, revista Rolling Stone, fiesta de graduación, acceso limitado a los estudios de grabación, naturaleza reemplazable del LP, baby boomers… todo se unió para dar lugar a un negocio que parecía perfecto, que podía durar por los siglos de los siglos…

La revolución digital destruyó este “negocio perfecto”, al tiempo que dio lugar a lo que era aparentemente imposible: fácil acceso al mercado para nuevos músicos, una gramola cósmica con toda la música grabada en la historia, la música como conector social…

Si estás enamorado de lo perfecto, prepárate para verlo desaparecer. Si eres capaz de soñar con lo imposible, piensa que ahora tal vez pueda ocurrir.

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Entrevista en Lógica Aplastante

Isabel Ginés y Carlos Gonga, de la revista digital Lógica Aplastante, me pidieron esta entrevista en la que hablamos de múltiples temas en torno a internet, las redes sociales, los blogs, la popularidad, etc.

Un fragmento:

…la red plantea un entorno cada vez más importante al que no podemos sustraernos, y que no supone una sustitución, sino un complemento de nuestra vida fuera de la red. Mientras las personas crean tonterías como que “usar más las redes sociales hace que se tomen menos cafés con los amigos” o que “estar en internet hace que no salga a la calle”, no iremos a ningún sitio. La red es como todo: tiene cosas buenas o malas según cómo y para qué la uses. ¿Nos plantearíamos si la calle supone beneficios o perjuicios? La idea resulta simplemente ridícula: la calle está ahí, y bajamos a ella para hacer nuestra vida. La red es igual.

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24 febrero 2012

La conferencia del Congreso Madrid Excelente, en vídeo

 

La organización del Congreso Madrid Excelente ha publicado en su canal de YouTube las conferencias en vídeo, así que aquí está la mía, titulada “Profesionales y marca propia”. También he subido la presentación a Slideshare.

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?500 millones de twitteros?, en Expansión

Mi columna de esta semana en Expansión se titula “500 millones de twitteros” (pdf), en un intento de dar cuenta de la dimensión de Twitter para un público, el del diario económico, que en muchos casos sigue considerando ese tipo de noticias como propias de algún tipo de universo paralelo.

A continuación, el texto completo de la columna:

 

Quinientos millones de twitteros

Con toda la prudencia que supone hacer estimaciones sobre la popularidad de una empresa que nunca proporciona cifras oficiales, varias fuentes afirmas que, en función de sus cálculos, Twitter superó los quinientos millones de usuarios esta semana. Un número impresionante si tenemos en cuenta que la empresa tiene escasamente cinco años de vida, y que su origen fue una especie de "accidente": una compañía que la desarrolló para poder coordinar el trabajo de un grupo de programadores que tenían hábitos especialmente anárquicos.

Al principio, Twitter se convirtió en una herramienta muy propia del mundo geek y tecnófilo: popularizada en la conferencia SXSW en Austin, Texas, a la que acude habitualmente una nutrida representación de bloggers, Twitter comenzó su difusión asociada a los lectores de blogs y a personas ya familiarizadas con el mundo de la web. Sin embargo, la progresiva entrada de personajes conocidos, de empresas, de políticos o de la mismísima Casa Blanca fueron dando a Twitter carta de naturaleza como la red en la que se refleja prácticamente toda la actividad humana.

Sucesos como el terremoto de Mexico DF en 2007 o el amerizaje del avión de US Airways en el río Hudson se convirtieron en hitos que situaban a Twitter como el auténtico pulso de la actualidad. Mientras, las empresas empezaron a sacarle partido como canal de ventas (Dell comenzó a vender ordenadores en marzo de 2007) o de servicio al cliente (Comcast fue pionera en marzo de 2008, hoy infinidad de empresas, como Movistar o Iberia, lo usan para hablar con sus usuarios). Mientras, Twitter se ha convertido incluso en el escenario de revueltas como la iraní o revoluciones como la primavera árabe, o en el escenario del debate político en medio mundo.

Todo a golpe de mensajes de ciento cuarenta caracteres. El mundo se mueve a ritmo de Twitter. Quinientos millones de usuarios son muchos usuarios. ¿Estás? ¿O sigues sin enterarte?

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23 febrero 2012

Twitter alcanza los quinientos millones de usuarios

 

Si los cálculos y estimaciones son correctos, Twitter ha alcanzado hoy los quinientos millones de usuarios en todo el mundo, una cifra impresionante para un servicio de poco más de cinco años. Así que, aprovechando algunos recursos que he encontrado por ahí, entre otros esta recopilación de Mashable y este fantástico gráfico de Raak en el que puedes ver cuándo entraste tú en Twitter, me he organizado este gráfico superponiendo los que, en mi opinión, han sido eventos importantes en la historia de Twitter.

Seguro que faltan muchos y que habrá personas que tendrán diferentes opiniones sobre lo que ha sido importante y lo que no en la breve historia de esta red social – el primer tweet de Jack Dorsey es de finales de marzo de 2006 – pero simplemente he pretendido plantear eso, mi selección sometida a mi propia historia dentro de Twitter y mis sesgos personales, los temas que me parece que tuvieron cierto impacto en la forma en la que hoy entendemos Twitter. Por favor, añadid los hitos que a vosotros os parecieron importantes en los comentarios, para así complementar el gráfico con vuestras opiniones.

A continuación, algunas pistas de por qué esos eventos me parecieron dignos de ser resaltados:

 

Indudablemente, podríamos destacar muchas otras cosas o considerar menos relevantes las aquí reseñadas. Pero el hecho es que, a través de historias como estas y muchas más (hoy se envía una media de ciento cuarenta millones de tweets al día), Twitter ha llegado a convertirse en lo que hoy es: el sexto sentido social, la capa que nos comunica y a través de la cual nos informamos y cotilleamos en tiempo real, el escenario de la actualidad, y hasta el escaparate de la acción política.

Un escenario que hoy ha llegado, que se dice pronto, al medio billón de usuarios.

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22 febrero 2012

Entrevista en Executive Excellence

Aldara Barrientos me hizo una entrevista larga el pasado día 8 de febrero nada más bajarme del escenario en el Congreso Madrid Excelente, y la ha publicado hoy en Executive Excellence, revista que se distribuye conjuntamente con el diario económico Cinco Días, bajo el título “La innovación cuestiona la estabilidad de todo” (pdf).

Son unas cuatro páginas de entrevista en las que hablamos de múltiples cuestiones: la marca personal y la presencia en la web social (había sido el tema de mi conferencia), los derechos de propiedad intelectual (al hilo de una cita del embajador Alan Solomont), la educación, la innovación y el emprendimiento.

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Hablando sobre la campaña de Hacktivistas, en Público

María González, de Público, me envió un correo para hacerme algunas preguntas acerca de la operación puesta en marcha por hacktivistas contra la ley Sinde-Wert, y hoy me cita en su artículo “Hacktivistas llama a autoinculparse contra la ley Sinde-Wert“.

A continuación, el intercambio completo de preguntas y respuestas que cruzamos:

P. Me gustaría saber si crees que la iniciativa va a tener éxito, ya que el 1 de marzo está muy cerca y el miedo puede jugar un papel importante a la hora de decidir qué hacer. ¿Crees que el Gobierno se va a pronunciar en contra de esta web o va a hacer oídos sordos a la iniciativa?

R. Si la Comisión ignora la denuncia de un autor, estaría poniendo claramente en evidencia que esta ley no trata en ningún caso de defender a los autores, sino de poder censurar y cerrar páginas sin tener a “esos molestos jueces” por medio. La iniciativa es un auténtico hacking de la ley: genera una conducta claramente vulneradora en un número elevado de páginas, mientras lleva a cabo la denuncia por parte de un derechohabiente implicado en la acción, el propietario de la obra vinculada. Por un lado, estás poniendo en marcha un mecanismo de tipo “Fuenteovejuna” que puede llegar a implicar, si todo va bien, a unos cuantos cientos de páginas, casos que la Comisión tendría que estudiar. Por otro, hablamos de páginas cuya actividad principal, en general, no es la conducta tipificada como vulneradora, sino que se limitan a una acción coyuntural, y que llegado el momento hipotético de una comunicación se negarán a eliminar el enlace, para así evitar un reconocimiento implícito de culpabilidad.

Es una manera clara de poner de manifiesto los clarísimos y evidentes problemas de una ley que se salta todos los principios básicos de tutela judicial efectiva y de separación de poderes, razones por las cuáles se ha encontrado en todo momento con los ciudadanos de frente y ha sido recurrida ante el Tribunal Supremo por la Asociación de Internautas, por la Asociación Española de la Economía Digital (adigital), y por la Red de Empresas de internet (REi). Es, simplemente, una aberración jurídica, y además, inoportuna: plantear esa ley por supuestas “presiones del gobierno de los Estados Unidos” cuando la Casa Blanca afirma que no considera adecuado un paquete legislativo similar en su país (SOPA/PIPA) debido a los posibles efectos nocivos que podría tener para el desarrollo de internet es completamente incoherente y absurdo.
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21 febrero 2012

Y ya son nueve años por aquí?

Dice el calendario que hoy se cumplen nueve años desde que empecé a escribir en esta página. Una dedicación que, tras una primera temporada de pruebas, se convirtió en una manera de hacer mejor mi trabajo, de sistematizar el trabajo de mantenerme al día en todo lo relacionado con el escenario tecnológico, y fundamentalmente, de aprender.

De aprender de todos vosotros. De los que pasáis por aquí todos los días y dejáis vuestra opinión en los comentarios, de los que citáis y vinculáis desde otras páginas, de los que comentáis en redes como Twitter, Facebook, Google+, LinkedIn, Tuenti, Bitácoras.com o Menéame, de los que compartís y pulsáis todos esos botones sociales que aparecen debajo de cada entrada, o de los paracaidistas que aterrizáis aquí a través de un buscador.

Gracias a todos por estar ahí. Desde febrero de 2004 he escrito en esta página como mínimo una entrada al día, en muchas ocasiones más de una. Con sol, lluvia o nieve, sábados, domingos, vacaciones o festivos. Entradas de todo tipo, siempre relacionadas con la tecnología y sus efectos sobre las personas, las empresas o la sociedad. Por temporadas, unas más predominantes que otras, más centradas en la tecnología, más en las personas, más en las empresas, o más en un compromiso social o político del que nunca he intentado esconderme. Reflejando lo que pasa por mi cabeza, que para eso es y sigue siendo un blog personal.

Entradas originales o reseñas de publicaciones en otros medios, que son leídas habitualmente por entre diez y quince mil personas en la página, unos diez mil más que interaccionan con el feed de unos cincuenta mil suscritos al mismo, cinco mil que las reciben por correo electrónico, ciento cincuenta mil followers de Twitter, veinticinco mil de Facebook, ciento veinte mil en Google+… por supuesto que no todos leen todo, pero es mucha más difusión de la que jamás pensé que tendría como profesor. Una difusión que intento que me ayude a hacer mejor mi trabajo, a entender mejor los tiempos que vivimos, y sobre todo, como compromiso autoasumido, a compartir todo lo que pueda, a inspirar reflexiones e ideas, y a intentar devolver al entorno una parte lo mayor posible de lo que ese entorno me ofrece todos los días.

Como cada año por estas fechas, muchas gracias.

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Esta página es una web de enlaces

Esta página se une a la iniciativa de Hacktivistas denominada Wertdeenlaces.net: Se ha elegido una obra con copyright de un socio de la SGAE, se ha enlazado su obra sin su permiso, y se accede a ser denunciado por el creador ante la comisión del ministerio de cultura encargada sin proceso judicial de tramitar las denuncias de la llamada Ley Sinde-Wert.

A partir del 1 de marzo (día en que entra en vigor la ley), el autor presentará una denuncia a la comisión incluyendo a todas las páginas que hayamos enlazado su obra. Tienes más detalles y explicaciones sobre la acción en las preguntas frecuentes de la página.

A continuación, el enlace:

labioswert Bájame

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20 febrero 2012

Megaupload: un mes después? ¿qué?

Hoy se cumple exactamente un mes desde que, en una operación rocambolesca y peliculera con coordinación internacional, el FBI anunció aquel “duro golpe contra la piratería”: el cierre de Megaupload.

Un mes después, resulta lógico y razonable plantearse cuáles han sido los resultados. En primer lugar, el más obvio, evidente y claramente anticipado: el tráfico, simplemente, se ha desplazado a otras páginas o  se ha redirigido hacia protocolos P2P, que experimenta un apreciable incremento. Se calcula que Megaupload era responsable de entre el 2% y el 3% del consumo de ancho de banda del total de la red y de entre el 30% y el 40% del tráfico de descarga de archivos, pero tras la caída de los dos primeros días, esos consumos se han regenerado completamente. No había que ser ningún genio para predecir ese efecto hace exactamente un mes.

Pero el no servir para nada no es el único “logro” de la operación del FBI: además, se ha dado lugar a una gran incertidumbre sobre los modelos basados en el cloud computing, un impacto significativo sobre el futuro de la innovación en la red, y se ha perjudicado a un elevado número de clientes que utilizaban Megaupload para almacenar archivos de todo tipo, lo que ha originado demandas tanto en los Estados Unidos como en España. Las especulativas y fáciles frases que hablaban de un uso exclusivamente destinado a la infracción de los derechos de autor chocan con la realidad de decenas de miles de usuarios que pagaban la cuota de Megaupload posiblemente con el fin de realizar descargas, pero que, ya que ello les proporcionaba acceso a un casi ilimitado espacio de almacenamiento, lo utilizaban para muchos otros archivos de todo tipo.

Pero, sobre todo, ¿estamos hablando de un caso claro, de un “paseo judicial” para las autoridades estadounidenses? Sin ánimo de defender a Megaupload, que ya cuenta con abogados para ello, no son pocas las voces de juristas expertos que empiezan a afirmar que el caso confunde de manera tendenciosa la jurisdicción civil con la penal o que existen importantes problemas con la formulación de los cargos acusatorios. Lo que parecía una lista terrible de cargos es calificado por tres reputados juristas como

All three professors emphasized that an indictment may include claims that are misleading, taken out of context, or even flat inaccurate. And they noted that not all the allegations in the indictment may even make it before a jury.

Como comentamos en su momento, la evolución del tema empieza a indicar que la fulminante actuación del FBI se debió más a la amenaza que suponía la aparición de un modelo de negocio competidor, legal y eficiente que ofrecía a los artistas un acceso directo al mercado, o al desafío que había supuesto el vídeo que Universal intentó retirar de la red en reiteradas ocasiones mediante peticiones ilegítimas. O, simplemente, una maniobra de compensación, una maniobra de políticos corruptos: “dado que la gente protesta por SOPA y PIPA, las quitamos de en medio, pero a cambio os entregamos la cabeza de Kim Dotcom puesta en una bandeja”.

Lo más patente del caso Megaupload sigue siendo exactamente lo mismo que hace un mes: cómo hacían para conseguir tener tantos usuarios de pago, mientras la industria del entretenimiento se dedica a quejarse amargamente de que los clientes no quieren pagar y pretenden el “todo gratis”. Un mes después de la operación contra Megaupload, la taquilla de los cines y las ventas de música siguen igual, las descargas mantienen su ritmo, se han revitalizado tanto el P2P como otras páginas de descargas, algunos usuarios están mucho más enfadados, y los males de la industria siguen estando en el mismo sitio. De hecho, algunos llaman a acabar con la industria del entretenimiento como un deber de ciudadanos responsables.

No sé si alguno seguirá celebrándolo con cerveza, pero me da que muchos motivos, realmente, no tiene para ello. ¿Quieren seguir cerrando páginas y jugando al gato y al ratón? ¿Quieren denunciar a Google? Adelante, seguiremos en la misma dinámica. ¿Cuántas páginas de descarga tienen que cerrar hasta darse cuenta de que se trata de un caso de demanda insatisfecha? Al final, la pregunta es la misma de siempre, la misma que se hace Peter Sunde: ¿por qué dejamos que industrias inadaptadas dicten los términos de nuestra democracia?

Ah, y por cierto… se prepara un Marzo Negro.

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Growl y la gestión de ecosistemas satélites

El anuncio de la nueva versión del sistema operativo de Apple, Mountain Lion, ha sentado como un jarro de agua fría a los desarrolladores de Growl, el sistema de notificaciones más popular e implantado en OS X. Un programa de código abierto que, tras años de popularidad y aceptación por parte de los usuarios y de la comunidad de programadores de aplicaciones, se encuentra con que Apple decide crear su propio sistema de notificaciones integrado con todas las aplicaciones que provengan de la Mac App Store, una integración que presuntamente relegará Growl a un papel completamente secundario.

La reacción de Growl deja claro que no abandonan la batalla, pero la realidad suele ser terca: cuando una funcionalidad se ofrece dentro de un paquete (la llamada estrategia de bundling), las alternativas externas suelen pasar a un plano muy marginal y terminar por desaparecer. Growl es una de las aplicaciones de pago más populares en el top de la Mac App Store, pero ¿podrá mantener dicha posición cuando el propio sistema operativo ofrezca una funcionalidad muy similar? Ejemplos de la estrategia de bundling abundan en el mundo del software: Microsoft la practicó con éxito durante muchos años, pero también la hemos visto más recientemente en el caso de Twitter, que bien mediante adquisición o bien mediante desarrollo propio va incorporando todas aquellas funcionalidades e ideas que surgen en la comunidad de satélites que rodea a la aplicación.

Movimientos como este nos llevan a plantearnos las especificidades de la relación entre una aplicación y su comunidad satélite de desarrollo. Tener una comunidad de desarrollo vibrante y activa es algo que suele aparecer correlacionado con el éxito. Pero como en tantas ocasiones en la ciencia, de una correlación no puede deducirse una causalidad, de manera que no se puede saber “si gallina o huevo”, si ese éxito viene generado por las funcionalidades adicionales que dicha comunidad trae consigo, o bien si el desarrollo de la comunidad está en realidad desencadenado por la atracción que genera el éxito arrollador de una aplicación. Lo que sí parece claro es que las relaciones entre el protagonista principal y la comunidad que lo rodea pueden aportar mucho, pero no son para nada un espacio tranquilo: si una aplicación generada alrededor de la principal tiene éxito, lo habitual es que se vea o bien adquirida – que puede no ser un mal desenlace – o bien considerada una propuesta interesante que la aplicación principal adopta o copia descaradamente, relegando al proponente original a un uso marginal.

No son pocos los casos en los que aplicaciones desarrolladas externamente se convierten en alternativas mejores que las oficiales: el éxito del reproductor de vídeo VLC, que acaba de presentar su muy recomendable nueva versión 2.0, o el del sistema de acceso rápido Quicksilver que suele ser de las primeras aplicaciones que instalo en todas mis máquinas, plantean funcionalidades que son o bien mejores que las de sus alternativas oficiales, o simplemente no existen y cubren un interesante hueco en el sistema principal, pero que están sujetas a una dinámica competitiva sin duda compleja. Para el usuario, este tipo de aplicaciones plantean alternativas muchas veces interesantes a las decisiones de la marca principal, que no siempre tienen por qué ser consideradas óptimas. Por un lado, la comunidad satélite juega un importante papel en el aporte de ideas y en la popularidad de la plataforma principal, jugando un papel muy del tipo open innovation. Por otro, si ésta reacciona de manera muy agresiva incorporando dichas ideas sin reconocer de alguna manera dichos aportes, el incentivo a dichos desarrollos se reduce claramente.

Twitter se ha beneficiado en repetidas ocasiones de propuestas de funcionalidades originadas en su comunidad satélite, y aún hoy algunas aplicaciones externas manejan Twitter mejor que el propio cliente oficial, pero ¿es sostenible a medio o largo plazo una relación así? ¿Interesa a la marca favorecer el desarrollo de un ecosistema satélite de aplicaciones mediante APIs y una actitud abierta, o se puede simplemente utilizar como coto de caza para buenas ideas que son incorporadas a la funcionalidad principal? Cada día más, formar parte de este tipo de comunidades satélite se plantea como una actividad de riesgo que cualquier día termina o bien con la lotería de una oferta de adquisición (en la que además existe poca capacidad de negociación porque es difícil o imposible decir que no), o bien con un movimiento del jugador principal que, en un solo anuncio, te relega al olvido. Una gestión de innovación cada día más compleja, con muchos elementos en juego, y que las empresas deben plantearse cómo manejar.

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19 febrero 2012

Los gobiernos y las etapas del control en la red

La viñeta de hoy de Rob Cottingham en su Signal to Noise al hilo del descerebrado político canadiense que dijo eso de “si no estáis a favor de la monitorización gubernamental, estáis a favor de la pornografía infantil” me lleva a tratar el muy preocupante tema de la interacción entre los gobiernos y la red, y las diferentes etapas en el control que estos pretenden ejercer. Esta entrada está inspirada, en parte, por el libro que estoy leyendo ahora mismo, Access controlled: the shaping of power, rights and rule in cyberspace, sumamente recomendable.

Utilizando como arma el miedo al terrorismo, a la pornografía infantil y a las infracciones a la p ropiedad intelectual, los gobiernos están progresivamente tomando un papel más activo en la red, hasta el punto de que todo indica que la próxima generación de usuarios verá la libertad que un día tuvimos como un período excepcional de la historia.

Cuando hablamos de control gubernamental sobre la red, tendemos a considerar como paradigma el caso de China. La censura “a la china”, sin embargo, representa únicamente el primer estadio, el más primario, de dicho control. Se ejerce mediante un cortafuegos controlado por una lista de direcciones IP, servidores, palabras clave y dominios que son introducidos en puntos estratégicos, típicamente en nodos de comunicaciones internacionales de entrada al país o en los proveedores de acceso, y que deniegan las peticiones de información de los ciudadanos que viven en una jurisdicción determinada.

¿Problemas? En primer lugar, se trata de un método obvio y patente, y que pone a los gobiernos en una lista negra de aparentes regímenes autocráticos o “enemigos de la libertad” (relativamente, porque en realidad muchos políticos occidentales y de democracias teóricamente consolidadas estarían encantados de poder hacer algo así). En segundo, resulta relativamente fácil de traspasar mediante métodos ampliamente disponibles (Tor, Psiphon, etc.), de manera que, en realidad, su poder se basa en un mecanismo social: es más el miedo a que sepas que te pueden estar controlando que la posibilidad real de que te controlen, el llamado “efecto panóptico“. Y en tercer lugar, su aplicación genera un entorno con costes económicos y sociales por desincentivos al comercio y al turismo.

El segundo estadio de la censura en internet consiste en el desarrollo de un entorno legal y normativo que permite al Estado, bien por sí mismo o mediante el recurso a terceras partes privadas, denegar el acceso a determinados recursos cuando lo estime oportuno, minimizando además la posibilidad de ser considerado responsable. Este segundo estadio se compone de una parte abierta y una oculta: en la parte abierta, se establecen mecanismos de protección que van mucho más allá de los existentes fuera de la red y que suelen referirse a cuestiones como el libelo, la difamación, la alarma social, el peligro para los jóvenes, el daño a los derechos de autor o el peligro para la estabilidad del estado, mecanismos que pueden ser ejercitados en cualquier momento mediante criterios variables. En la parte oculta, hablamos de gobiernos que establecen mecanismos, bien desde el propio gobierno o mediante el recurso a redes de delincuencia, para poder evitar el acceso a un recurso determinado en períodos clave mediante ataques de diversos tipos, desde tirar el sitio aprovechando una vulnerabilidad hasta el DDoS. Ejemplos de este tipo de actividades son sucesos como los acaecidos en Kirguistán en 2005 (que dieron lugar a la llamada “revolución de los tulipanes“), en Bielorrusia contra sitios favorables a la oposición en los períodos preelectorales de 2006 y 2008, en Estonia en 2007, o en la crisis entre Rusia y Georgia en 2008. Típicamente, se convierten en episodios de difícil seguimiento, achacables a problemas técnicos puntuales que “casualmente” suceden en momentos estratégicos, o a la labor de “hackers patrióticos”.

La tercera generación de controles gubernamentales o tercer estadio de la censura tiene lugar mediante una aproximación mucho más sofisticada: en lugar de evitar el acceso a determinados recursos, se compite con ellos o se intoxica mediante contrainformación con el fin de desmoralizar y desacreditar a oponentes y a sus seguidores tanto dentro como fuera de la nación. Este tipo de controles utilizan redes de monitorización y herramientas de data-mining sofisticadas para identificar los nodos, y construyen estructuras laxamente dependientes del gobierno, a modo de las “brigadas internet” en Irán o las conocidas como “partido de los 50 centavos” en China (así llamado en función de lo que se cree que se les paga por cada entrada) que llevan a cabo agresivos ataques coordinados en forma de oleadas de comentarios favorables al gobierno, como pudimos ver en las elecciones del año 2009 en Irán o en los juegos olímpicos del 2008 celebrados en Beijing.

Estamos viendo cómo cuestiones que habríamos considerado completamente inaceptables y fuera de toda discusión hace no demasiados años, empiezan a aparecer dentro de la agenda ya no de países sometidos a regímenes totalitarios, sino en democracias teóricamente consolidadas como Canadá, Australia, Estados Unidos, Francia o, con la entrada en vigor de la ley Sinde-Wert, en España: legitimar la monitorización, el control y la vigilancia de la red por parte del gobierno mediante excusas como la seguridad, la pornografía infantil o la defensa de los derechos de autor supone procedimientos que tienen poco que ver con sus teóricos fines – ni los terroristas, ni los pederastas ni los que descargan obras sometidas a derechos de autor son detenidos por estos procedimientos – y sí mucho que ver con el desarrollo de un sistema de censura y control que sea progresivamente aceptado por los ciudadanos. Cosas a las que, decididamente, nos tenemos que oponer con toda la fuerza disponible. Cuando oigas hablar de propuestas de leyes de ese tipo, no evoques únicamente a “sospechosos habituales” como China, Irán o Corea del Norte… los enemigos están mucho, mucho más cerca.

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18 febrero 2012

El enésimo ?Ooops!!? de Google y el lamentable estado de la privacidad en la red

El Wall Street Journal revela, en su artículo titulado Google’s iPhone tracking(si no tienes acceso puedes leer los detalles en esta entrada del blog del mismo medio, How Google tracked Safari users) cómo Google utilizó un procedimiento para saltarse la restricción a cookies de terceros en Safari, y poder hacer tracking de usuarios de dicho navegador con su publicidad.

Explicado de manera sencilla, lo que Google ha hecho es, ante la limitación de Safari a cookies de tercera parte (las que ponen al usuario para poder administrarle anuncios cuando visita otros sitios diferentes del que se la instaló), usar un procedimiento similar al que se utiliza para permitir el botón +1 para conseguir situar esas cookies, y seguir administrando anuncios en base a ese tracking. El procedimiento es tan elaborado como hacer creer al navegador que el usuario está enviando un formulario asociado a un anuncio determinado (en realidad un formulario invisible al usuario y completamente vacío), comportamiento ante el cual el navegador permite la inserción de una cookie.

La explicación oficial proporcionada por Google achaca lo sucedido a un supuesto error técnico, que representaría otro “Oops” más en la historia de Google (la empresa ya recurrió a los errores técnicos para explicar la captura de información sobre WiFis domésticas por parte de los coches de Google Street View), en lo que supone otra vuelta de tuerca más en la credibilidad de una empresa a la que se supone un cierto nivel a la hora de controlar esos supuestos “errores”.

Pero el asunto, sobre todo, pone de manifiesto el lamentable estado de la privacidad en la red, como bien comenta John Battelle: ¿por qué Safari rompe la norma habitual con respecto al tratamiento de las cookies en el resto de navegadores, y decide bloquear unilateralmente las cookies de tercera parte? No, no es por el bien de sus usuarios y por defender su privacidad, sino por poder considerar a esos usuarios como suyos y ser ella, Apple, la que administre dicha privacidad. La intención de Apple no es ni más ni menos que redefinir los estándares de la web para crear “su” web, una en la que Apple pone las reglas y administra en exclusiva la privacidad del usuario. Que Google (y otros) se salten esa norma para poder seguir operando como lo hacían antes de la misma no es más que una demostración de hasta qué punto los usuarios hemos dejado de ser eso, usuarios, y hemos pasado a ser producto. Mal por Google, aunque después de todo no intentaba nada más que trabajar con Safari de la misma manera que lo hace con el resto de navegadores, pero mal también por parte de Apple, que claramente pretende monopolizar la navegación del usuario para su beneficio.

La publicidad administrada mediante seguimiento al usuario no tiene por qué ser una mala cosa: muchos usuarios prefieren que los anuncios que ven en la web tengan que ver con sus intereses, expresados en visitas anteriores a otros sitios, en lugar de ser administrados completamente a ciegas. Gracias a eso, entre otras cosas, se pueden mantener muchos sitios manteniendo un planteamiento de gratuidad al usuario. El problema no es desarrollar un sistema para hacer esto, sino hacerlo de manera aparentemente opaca al usuario, cuando una dinámica de transparencia total podría posiblemente acabar redundando en un producto mejor.

El problema entre Google y Apple revela hasta qué punto los usuarios nos estamos convirtiendo en mercancía, en protagonistas de oscuras pugnas entre grandes compañías por ver quién maneja nuestra privacidad, e invita a romper la baraja, a hacer opt-out de todo, y a instalarse herramientas que protejan lo que otros se niegan a proteger. A dia de hoy, el usuario es el último en enterarse de lo que se cuece en torno a él. Esperemos que, con el tiempo, vayamos evolucionando hacia una web más transparente y más razonable.

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Hablando sobre Pinterest, en El País

Begoña Gómez, de El País, me llamó para preguntarme acerca de Pinterest, y hoy publica sus impresiones en un artículo titulado “Pinterest, más que el nuevo capricho digital“.

Desde que empecé a hablar de Pinterest, estoy viendo una importante velocidad de difusión en España, una aparición progresiva en mis estadísticas de tráfico, y un uso que cada vez tiene más sentido para mí. Mantengo regularmente el tablón dedicado a las entradas del blog, el de mis lecturas tecnológicas, y el de los libros que leo. Por cierto, las invitaciones solicitadas a Pinterest a través de su lista de espera suelen tramitarse bastante más lentamente que las directas desde otro miembro de la red, que parecen ser ilimitadas en número y ser cursadas de manera inmediata o casi inmediata. Si quieres probar Pinterest, pídele la invitación a un amigo (o a mí mismo), pero no olvides indicar tu correo electrónico.

Sigo viendo importantes diferencias en perfiles en función de género, aunque me limito a observaciones puntuales no cuantificadas: veo que las mujeres, por lo general, se incorporan mucho más rápido a un uso rutinario, y suelen tener un número superior de tablones en uso. Al tiempo, veo cada vez más evidencias de interés comercial: su modelo de negocio, las formas en las que las marcas pueden sacarle partido, cómo se convierte en uno de los principales orígenes de tráfico para sitios comerciales, o cómo se le incluye en el concepto de “new new commerce” como “el gran escaparate“.

Seguiremos explorando.

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17 febrero 2012

Justicia suprema, mi columna en Expansión

Mi columna de esta semana en Expansión se titula “Justicia suprema“. Pretende dar cuenta de las tres denuncias ante el Tribunal Supremo que la ley Sinde-Wert ha recibido ya: la de la Asociación de Internautas, la de Red de Empresas de internet (REi) y la de la Asociación Española de la Economía Digital (adigital), y dejar claro que hablamos de asociaciones serias y genuinamente preocupadas por los gravísimos condicionantes e incertidumbre que la ley Sinde-Wert impone al desarrollo de la economía digital, que no solo redundarán en situaciones de abuso y profundamente negativas para quienes desarrollamos nuestra actividad en la red, sino que además lo hace sin servir a cambio de nada (o incluso para empeorar la situación).

Que una industria corrupta y desfasada condicione el desarrollo económico de todo internet es algo que carece de todo sentido común. Que se proporcione a esa industria una herramienta a medida para eliminar de la red o tratar de impedir el acceso a aquellas páginas que le resulten molestas es algo que, sencillamente, da escalofríos. Todos los casos de promulgación de leyes y listas destinadas a impedir el acceso a contenidos en la red han servido históricamente para que se produjeran abusos, además de no servir para nada. La ley Sinde-Wert no va a ser una excepción, porque su propia formulación comienza con un abuso: el de retirar a los jueces de donde los jueces son estrictamente necesarios. Esperemos que el Tribunal Supremo ponga algo de sentido común en todo esto.

 

A continuación, el texto completo de la columna:

 

Justicia suprema

Tres son ya los recursos en contra de la ley Sinde-Wert presentados ante el Tribunal Supremo: uno de la Asociación de Internautas, otro de la Asociación Española de la Economía Digital (adigital), y un tercero de la Red de Empresas de internet (REi). Tres importantes asociaciones que reclaman que se defienda a los usuarios y a un tejido empresarial crucial en la generación de valor y en el futuro de la economía española, de los excesos planteados por una industria del entretenimiento corrupta y por unos políticos ignorantes e irresponsables.

Tres asociaciones que piden al Tribunal Supremo una cosa: que la justicia funcione como debe funcionar. Todo juez razonable que vea el esperpento que supone la ley Sinde-Wert debería temblar en su silla viendo el papel de impresentable florero que le reserva: figurín decorativo, mera disculpa para, ante las obvias acusaciones de falta de tutela judicial efectiva, poder exclamar eso de "que sí, que hay juez". Mentira. Simplemente mentira. Lo que hay es esperpento.

La industria del entretenimiento emplea más de veinte millones de dólares al año en sobornar políticos, y es además quien genera el supuesto problema de las descargas al estrangular descaradamente la oferta: mientras muchos desearíamos pagar por contenidos, la industria no solo se niega a ofrecérnoslos en condiciones razonables, sino que además bloquea las iniciativas que lo intentan.

Que en España se apruebe un engendro como la ley Sinde-Wert mientras la Casa Blanca afirma que una ley similar, SOPA, debe ser detenida porque es perniciosa para el futuro de la red resulta un contrasentido absurdo. Que se proteja a los intermediarios causantes del problema en lugar de a los verdaderos creadores también lo es. La ley Sinde-Wert es un atentado a los derechos fundamentales y un palo en las ruedas del desarrollo de la sociedad red. Por justicia, esperemos que el Tribunal Supremo detenga la ley Sinde-Wert.

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16 febrero 2012

?Consent of the networked?, un libro fundamental

Me hice con Consent of the networked, el último libro de Rebecca MacKinnon, en cuando lo vi disponible, y me lo he devorado en cuestión de pocos días: habiendo escuchado a Rebecca en alguna conferencia y conociendo su trabajo en el Berkman Center for Internet and Society y en Global Voices Online, suponía que el libro iba a estar muy bien, pero ha superado todas mis expectativas.

Rebecca pasó varios años en China como periodista de la CNN, es una muy autorizada observadora de la evolución de la red, y se ha documentado con muchísimo rigor para entender los recientes acontecimientos en la primavera árabe y en países como Irán o los propios Estados Unidos, dando lugar a una obra fundamental para entender y valorar lo que realmente nos jugamos los ciudadanos en todo esto.

El libro parte de la base evidente de que el poder corrompe y predispone a intentar retenerlo, y que la democracia, que se suponía debía ser un otorgamiento de poder ejercido con el consentimiento de los gobernados, responde cada día más a los intereses de actores a los que no votamos y a los que aparentemente no podemos reclamar nada: lobbies, grupos de interés y extremistas de diversa índole. Internet, contrariamente a lo que afirman las utopías, no cambia la naturaleza humana, y por tanto, desde que se inició su popularización, estamos viviendo el permanente balance entre su valor como herramienta de participación y expresión ciudadana y el constante intento del poder por ponerlo bajo su control.

La revisión histórica que Rebecca lleva a cabo del uso de la red en países como China, Irán, Túnez o Egipto está fantásticamente bien documentada , llena de detalles y es, sobre todo, profundamente reveladora. Pero el análisis que lleva a cabo posteriormente de cómo los Estados Unidos y otras democracias teóricamente maduras están utilizando como excusa los deseos de los ciudadanos de seguridad, entretenimiento o confort material para someterlos a un control cada vez mayor y a una renuncia progresiva a sus libertades es profundamente sobrecogedor. Las compañías que ofrecen servicios en la red se convierten en determinantes de nuestras libertades, mediante acuerdos de usuario que firmamos sin leerlos y que dan forma al espacio en el que nos movemos, un espacio que los gobiernos intentan controlar para beneficiar intereses que no tienen nada que ver con los de los propios ciudadanos. Mientras en el mudo físico tenemos referencias para entender cómo funcionan los mecanismos del poder y hemos desarrollado a lo largo de muchos años consensos que funcionan mejor o peor, en la red estos mecanismos están siendo desarrollados de facto mediante procesos muchas veces perversos. En la red, cada día más, hay actores que determinan nuestras libertades y que actúan al margen de todo consentimiento y control.

Un libro fundamental para entender lo que verdaderamente nos jugamos con la preservación de las libertades en la red, su enorme influencia en el futuro modelo de sociedad y la responsabilidad de todos a la hora de mantener una actitud activista en este sentido.

El futuro de las libertades en la era internet depende de las acciones de todos los que en este planeta creamos, utilizamos y regulamos la tecnología. Depende de si somos capaces de defender nuestros derechos en el espacio digital que ahora habitamos de la misma manera en que nuestros antepasados lucharon por sus derechos en un espacio físico que una vez fue controlado por soberanos y señores que reclamaban tener un supuesto derecho divino a gobernar como les viniese en gana.

(…)

Tenemos la responsabilidad de pedir cuentas a los que abusan del poder digital, a los que facilitan sus abusos y a los que colaboran con ellos. Si no lo hacemos, cuando nos levantemos una mañana y nos encontremos con que nuestras libertades se han erosionado hasta el punto de resultarnos irreconocibles, seremos los únicos a los que podremos echar la culpa.

 

Un libro de verdad recomendable, de esos que terminas y te apetece enviar a unas cuantas personas, y que se va directo a mis recomendaciones para algunos de mis cursos. Acabo de ver en un tweet de Roger Domingo que Deusto lo editará pronto en castellano. Me parece una muy buena elección y una fantástica noticia.

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15 febrero 2012

Ignorar la evidencia, insistir en el error o la industria como enemiga de sí misma

Un estudio académico utilizando análisis de series temporales demuestra que las descargas de películas no tienen impacto en las cifras de taquilla de las mismas en el mercado doméstico, y que lo que en realidad sí perjudica a los beneficios es prolongar el período de no disponibilidad de las películas en mercados extranjeros. Es decir, que en realidad, las pérdidas que se producen no vienen del hecho de que exista una tecnología que permita la descarga de películas, sino de la insistencia de las empresas cinematográficas en mantener unas ventanas de explotación geográfica que no tienen ningún sentido en un mundo globalizado.

El estudio, titulado Reel piracy: the effect of online film piracy on international box office sales, es obra de Brett Danaher y Joel Waldfogel, y prueba claramente sobre una base de tres años y seiscientas setenta y ocho películas que no existe correlación alguna entre la pérdida de ventas y la adopción de tecnologías de descarga, y que, sin embargo, sí existe erosión de taquilla en aquellos mercados en los que el estreno tiene lugar con más retraso. Es decir, que los responsables del daño económico son, en realidad, los propios estudios, por persistir en una política de ventanas de explotación geográfica que incentiva el que los clientes tengan que recurrir a la descarga para solucionar una demanda insatisfecha. No es el único estudio que demuestra que la industria es la mayor enemiga de sí misma: en realidad, puede demostrarse que podrían obtener ganancias netamente superiores eliminando tambien las ventanas de explotación por formato.

Mientras la industria insiste en su error y en hacerse daño a sí misma mientras insulta y criminaliza a sus clientes, los políticos van, se creen esas mentiras, e intentan “protegerla”. ¿Que qué? ¿De qué sirve perseguir a los clientes, cuando lo que hay que hacer es proteger a la industria de sí misma? Ojo, no hablamos de opinión: hablamos de un estudio riguroso, de ciencia, de hard facts: las descargas no perjudica a la recaudación de taquilla, digan lo que digan esos estudios manipulados que imputan erróneamente a cada descarga el valor de una supuesta venta perdida y que acaban diciendo auténticas barbaridades y reclamando más pérdidas que todo el dinero del mundo puesto en fila.

¿Sabe inglés el ministro Wert? ¿Es capaz de leer y entender este paper? ¿O prefiere ignorar la evidencia? ¿Se da cuenta de que su persistencia en el error y en los lugares comunes no probados científicamente no hace más que empeorar las cosas? El “problema” de las descargas, en primer lugar, no es tal, y en segundo, se arregla obligando a los intermediarios a abandonar la idea de “economía de la escasez”, su política de racionar la disponibilidad o, directamente, de estrangular las alternativas de consumo. Mientras se insista en proteger al intermediario en lugar de a los verdaderos creadores, seguiremos respondiendo con leyes inútiles y equivocadas.

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