10 febrero 2012

?Vigilados?, mi columna de Expansión

Mi columna de Expansión de esta semana se titula “Vigilados“, y es una adaptación al formato papel de esta entrada de hace unos días, “¿Es viable una sociedad con sus ciudadanos bajo vigilancia permanente?”

A continuación, el texto completo de la columna:

 

Vigilados

En Canadá, un ciudadano nacido en Marruecos es detenido mientras recoge a su hijo en el colegio. La policía irrumpe en su casa y la registra de arriba a abajo, y un grupo de compañeros de trabajo que viajaban a los Estados Unidos son retenidos en la frontera. ¿Por qué? Por haberles enviado un inocente SMS en el que les animaba a "reventar a la competencia".

En Los Ángeles, dos turistas británicos son detenidos y encerrados durante doce horas, y finalmente deportados. ¿Su pecado? Haber intercambiado mensajes en Twitter en los que hablaban de la juerga que estaban planeando, en los que decían que iban a "destruir América" y a "desenterrar a Marilyn Monroe".

Desde septiembre de 2001, algunos gobiernos decidieron redefinir algunos de los que se suponían derechos fundamentales de los individuos, en aras de preservar una supuesta seguridad. Vivimos en un mundo en el que nuestros razonables deseos de seguridad, entretenimiento y confort están siendo manipulados con el fin de que aceptemos voluntariamente un estado de excepción permanente, que condiciona nuestras libertades a la vigilancia a la que nos someten proveedores de acceso a internet, aplicaciones de correo electrónico, mensajería instantánea, buscadores o teléfonos.

¿Paranoia? En absoluto. Paso a paso, en función del interés de gobiernos y de industrias como la del entretenimiento, estamos empezando a ver como natural el vivir en un estado de auténtica libertad vigilada. La manipulación llega a tal punto que hay personas que, al conocer este tipo de prácticas, las califican como razonables, "porque ellos no tienen nada que esconder".

Vigilando a todos los ciudadanos no se impiden las actuaciones de "los malos": simplemente se les anima a utilizar sistemas de comunicación más sofisticados. En un estado democrático, la tecnología debe servir para que los ciudadanos controlen a los poderes públicos, no al revés. Como bien decía Benjamin Franklin, "aquellos que sacrifican libertad por seguridad no merecen tener ninguna de las dos."

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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