28 febrero 2011

Modelos sostenibles para la creatividad en la era digital

Tras cuatro meses de trabajo, el FCForum publica hoy una Declaración y un Manual sobre modelos sostenibles para la creatividad en la era digital, dos documentos que apoyo con mi adhesión de manera entusiasta y que representan una interesantísima base sobre la que tratar modelos para el desarrollo de la cultura que ya funcionan o que podrían perfectamente funcionar de manera operativa. Una demostración práctica de que aunque determinados empresarios y políticos se empeñen en sostener ideas apocalípticas y en sostener lo insostenible, existen múltiples alternativas para el desarrollo de la cultura en un entorno digital, y que puede además llevarse a cabo mediante sistemas que no generen injusticias ni recortes de derechos fundamentales. Que puede crearse cultura y vivir de la creación cultural sin insultar a los usuarios, sin perseguirlos, sin buscar el miedo, sin negociar turbias prebendas con los políticos de turno.

Esto es lo que los políticos, lobbies y multinacionales del copyright no quieren que veas escrito en un papel. Los modelos cuya existencia se niegan a aceptar, los que descalificarán cien veces, los que no encajan con su distorsionada visión de la realidad.

El FCForum es una plataforma internacional impulsada por La-EX.net (antes EXGAE), que reúne cada año a organizaciones clave y voces activas en el ámbito de la cultura libre para crear y coordinar un marco global de acción. El texto que se publica hoy es el resultado del encuentro de 150 organizaciones en octubre de 2010. Editado por La-EX, YProductions y Mayo Fuster Morell, aporta un análisis de cada sector y la descripción detallada de los nuevos modelos operantes y posibles, y defiende que el modelo actual de copyright es contraproducente, y la reconversión del sector cultural es inevitable y necesaria: hay que acabar con los monopolios creados por algunas entidades y corporaciones para su propio beneficio, en muchos casos con la complicidad activa del gobierno. Compartir e intercambiar ideas tiene una importancia central en la cultura, y debemos ampliar los esfuerzos institucionales para apoyarlo. Es necesario e importante que la gente (en un sentido mucho más amplio del que se ha considerado hasta ahora) sea compensada socialmente por su valioso esfuerzo creativo. Además alerta de que el acuerdo del que se habla en los pasillos de ministerios y telecos para ampliar el canon digital a la propia conexión a internet es absolutamente inaceptable en las condiciones actuales y será rechazado por la sociedad civil.

El documento, que sigue recogiendo adhesiones, se publica firmado por más de cuarenta organizaciones y especialistas nacionales e internacionales tales como EFF, P2P Foundation, La Quadrature du Net, Consumers International, Red SOStenible, Ricardo Galli, el abogado Carlos Almeida, Creative Commons España y Alemania y muchos otros, entre los que me incluyo. Invitamos a la ciudadanía, a los y las reformadoras políticas y a las instituciones a seguir la discusión sobre nuevos modelos sostenibles para la creatividad en un espacio de debate online que ha sido creado expresamente.

Si te interesa participar escribe a: info@fcforum.net . Y recuerda: no es que no existan modelos de negocio para la cultura… lo que no existe es voluntad para encontrarlos. No te creas cuentos de viejas e historias apocalípticas, y no des tu apoyo a quienes han dado la espalda a los ciudadanos y al desarrollo de modelos alternativos para intentar sostener lo insostenible. Recuerda: #nolesvotes.
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27 febrero 2011

¿Justicia ciega? Los tribunales en la era de la web social

Una muy buena entrada en GigaOM, How social media is pushing the limits of legal ethics, me recuerda algunos temas sobre los que ya escribí anteriormente acerca de la delicada e interesantísima interfaz entre justicia y tecnología, o más concretamente, sobre cómo la función de impartir justicia puede adaptarse a los tiempos de la web social. Un tema sin duda caliente sobre el que deberían ir documentándose jueces, fiscales y abogados, porque resulta evidente que sus consecuencias ya están aquí. En Estados Unidos, la American Bar Association ya desarrolló el pasado día 22 de febrero una jornada titulada Public understanding of the Courts in the age of new media dedicada a discutir el tratamiento de estos asuntos.

¿Cómo manejar, por ejemplo, lo que ocurre en un jurado cuando un número creciente de sus miembros recurren a un uso de redes sociales como Twitter o Facebook, que para ellos resulta absolutamente cotidiano e inocente? Según la teoría, los participantes en un jurado deben abstenerse de discutir con nadie los detalles del caso, consultar fuentes externas o hacer investigación independiente de ningún tipo. ¿Qué hacer si una persona seleccionada para un jurado lo comenta en redes sociales, convirtiéndose por tanto en influenciable? ¿O manifiesta puntos de vista, sesgos u opiniones que afectan a su capacidad de actuación como miembro de dicho jurado? ¿Y si recibe información a través de dichas redes sociales que puede afectar al veredicto y la pone en conocimiento de otros miembros del jurado? ¿Es viable aislar completamente a todo jurado y desposeerlos de todos sus dispositivos de comunicación para evitar todo contacto con el exterior?

Pero la cosa va bastante más allá: démosle la vuelta. ¿Y si un abogado excluye a miembros de un jurado basándose en la información que sobre éstos ha conseguido recabar usando medios sociales? ¿Si puntos de vista expuestos en tu perfil de Facebook o comentarios hechos en tu Twitter hacen que seas excluído, o al revés, incluído, o incluso utilizado para determinar una estrategia de defensa o ataque determinadas? ¿Puede convertirse el tamaño del gráfico social de un abogado o fiscal en una ventaja comparativa frente a un oponente que no tenga tal acceso? Si eres un abogado o fiscal muy popular, o con muchos amigos, puedes llegar a ver detalles de la vida, posición y opinión de posibles miembros de un jurado y utilizarlos para determinar un jurado más propicio o durante el desarrollo del juicio, simplemente porque son “amigos de un amigo”… ¿Hasta qué punto puede llevarse este tema en un mundo caracterizado por una transparencia y pérdida de privacidad cada vez mayores?

¿Y la actividad en redes sociales? ¿Puede el acceso de un abogado o fiscal a un checkin de Foursquare, a un update de Twitter o a un comentario en tu muro de Facebook determinar el desarrollo de un juicio? Obviamente, su uso como parte de una investigación, con los permisos y garantías judiciales adecuadas, está convenientemente regulado, pero ¿y si se desarrolla de manera unilateral y basándose en factores derivados de la asimetría de la participación de los letrados en dichas redes sociales? ¿Y los jueces? ¿Pueden estar en una red social y tener como amigos o “amigos de amigos” a abogados o fiscales que participen en casos que están juzgando? ¿Qué pasa con esa comunicación si de alguna manera toca aspectos que puedan influir en el caso objeto de juicio, o expone sesgos que puedan ser utilizados como parte de una estrategia?

En el fondo, nada diferente de lo que lleva tiempo ocurriendo con otros medios y modos de comunicación: ¿puede un programa de televisión, aprovechando su popularidad e influencia, convertirse en un factor fundamental a la hora de obtener una confesión de un testigo en un juicio? ¿Cómo debe tratarse dicha información? Obviamente, en este punto, muchísimas más preguntas que respuestas. Pero muchas de esas posibles respuestas se adivinan interesantes, y demandan discusión y doctrina, antes de que las consecuencias de un uso potencialmente indebido de estos factores haga que nos cuestionemos si la venda que tapa los ojos de la Justicia continúa convenientemente puesta en su lugar…

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Más sobre la batalla de las apps

Más factores interesantes a considerar en esa “batalla de las apps” tan determinante en la competencia del segmento smartphone, y sobre la que he escrito ya algunas entradas: la amigabilidad de los procedimientos y herramientas de programación.

Llego a este impresionante testimonio de Jamie Murai, You win, RIM! (an open letter to RIM’s Developer Relations), que sin duda explica muchas de las cosas que se esconden detrás del escaso desarrollo de la tienda de aplicaciones de RIM (poco más de veinte mil apps) frente a la de Apple (más de trescientas mil) y la de Android (más de ciento cincuenta mil): a pesar de ser Jamie un canadiense residente en Waterloo, que considera a RIM casi una parte del orgullo nacional, la empresa en la que trabajan muchos de sus amigos y la que financia la universidad local, ha terminado rindiéndose a la evidencia: desarrollar para RIM es un dolor de cabeza. La carta es sumamente interesante para quienes se hayan planteado la posibilidad de desarrollar aplicaciones para la compañía y quieran evitarse sorpresas. Seguro que todas las plataformas tienen sus historias de terror (si las conocéis o las habéis vivido, por favor, añadirlas en los comentarios). Pero ésta me ha parecido especialmente bien descrita.

Una persona con experiencia que ya había desarrollado anteriormente apps para iPhone y iPad y que ha estado en contacto con el programa de desarrollo de apps para Android, detalla un proceso insoportablemente lleno de burocracia, en el que le piden sus datos de manera repetitiva, tiene que pagar más del doble que en Apple o Android para registrarse ($200 frente a los $99 de Apple y los $25 de Google, algo difícil o imposible de explicar siendo RIM el competidor menos fuerte y que debería tener más interés en atraer a programadores), leer términos y condiciones increíblemente largos, y enfrentarse a instalaciones de herramientas llenas de problemas, poco amigables, y sumamente complejas.

¿La explicación? La cultura de plataforma no ha llegado a calar aún en la compañía. Persiste la que había cuando RIM era “la vedette del cabarette”, cuando los programadores hacían cola para solicitar permiso para desarrollar herramientas, cuando las licencias de las herramientas de desarrollo se podían cobrar carísimas, cuando no había que competir porque en su segmento era líder absoluto, cuando no se vivía en la economía de la abundancia, sino en la economía de la escasez. Un entorno al que sus competidores, Apple primero y Android después, han dado completamente la vuelta. Unos tiempos que no volverán. Y unas pilas que está costando ponerse.

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26 febrero 2011

Fe de erratas de ?Todo va a cambiar? en Cinco Días

A la izquierda, la fe de erratas que Cinco Días publicará con respecto a la edición de mi libro, “Todo va a cambiar“, al que por error atribuyeron el mismo tipo de licencia de copyright estricto que tenía el resto de los libros de la colección “Los mejores libros del management 2.0“. En realidad, el libro lleva una licencia Creative Commons Reconocimiento NoComercial Compartir Igual 3.0 España.

La línea roja es cosa mía. El error no tiene más importancia que la que tiene: es eso, un simple error derivado de seguir una costumbre implantada durante muchos años, esa que dice que “los libros tienen copyright”. Ni más ni menos que las resistencias y molestias derivadas de hacer las cosas de forma diferente.

Si tenéis esa edición, ya sabéis: la información que aparece en la cuarta página, esa que “prohibe rigurosamente la reproducción” y amenaza con “sanciones”, es un error, y podéis hacer caso omiso de la misma. Mi agradecimiento a mi editor por todas las gestiones necesarias para subsanar el error, y a Cinco Días por la rectificación del mismo. El libro se entregará con el periódico en Cataluña, Andalucía, Galicia y Baleares el próximo día 26 de marzo (con el mismo error por formar parte de la misma tirada de impresión). Si alguien quiso conseguirlo en el quiosco el pasado día 29 de enero y no pudo, o se queda sin él el próximo día 26 de marzo, puede solicitarlo en el teléfono 902 99 65 05.

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25 febrero 2011

Probando el Cr-48

Ayer tuve la oportunidad de probar durante un rato el Cr-48, el prototipo de portátil con Chrome OS que Google envió para su evaluación a un grupo de usuarios entre los que se encontraba un amigo y coautor mío. Su participación en el grupo de evaluación es completamente casual, al azar: simplemente rellenó el formulario de solicitud de Google, y recibió el portátil por mensajero al cabo de unos días, sin más. He subido tres fotos del equipo a Flickr.

Un portátil negro, sin ningún tipo de marca, identificación, logotipo o etiqueta, con estética que recuerda al MacBook negro de policarbonato de Apple tanto en la forma como en el diseño del teclado y del trackpad. El teclado tiene algunas novedades: carece de tecla CapsLock (sí, esa que probablemente has querido arrancar en numerosas ocasiones), y tampoco tiene teclas de función, sustituidas por tareas como el cambio entre ventanas, avance o retroceso del navegador, recarga de página, etc. El trackpad funciona prácticamente igual que el último de Apple: sin botones, con gesto de dos dedos para scroll vertical, aunque sin uso de gestos adicionales como el ampliar/encoger, etc.

La sensación es perfectamente amigable. El encendido al abrir la tapa del portátil es prácticamente instantáneo. Arrancas, y te ofrece la posibilidad de autenticarte con alguna de las sesiones preexistentes, o bien crear la tuya. La creación de la tuya activa inmediatamente la cámara para que te hagas una foto que identifique la sesión, te pide tu usuario y contraseña de Google, y abre el navegador, en el que, si eres usuario de Chrome como es mi caso, tienes ya automáticamente en pantalla tu acceso a tus favoritos, tus barras de herramientas con tus teclas, tus nombres de usuario en las páginas que frecuentas, etc. Sensación de “es tu portátil”, aunque sea el de un amigo. Si utilizas además recursos en la red como Google Bookmarks, Reader, Docs, Dropbox, etc., compruebas que tienes prácticamente todo lo que necesitas en tu mano en una máquina que casi acabas de tocar por primera vez. Supongo que a alguien con menos tradición de uso de algunas de estas herramientas la experiencia le resultará algo más compleja: en mi caso, fue verdaderamente como una seda.

Algo decepcionante la integración de la conectividad: esperaba una solución más agresiva, en la que directamente saltase la conexión GPRS o 3G en cuanto no estuviese disponible la WiFi, y que pasase a almacenamiento local (Gears) si se quedaba sin conexión. En un portátil con este planteamiento, quiero quitarme de la cabeza el tema de la coonectividad todo lo posible. Imagino que esto está en el horizonte, pero en este desarrollo que probé no estaba integrado en absoluto: he tenido instalaciones de Gears que manejaban este tipo de situaciones de interrupción de la conectividad de manera más elegante que este portátil, y la sensación de encontrarte un mensaje de “no tienes conexión (y por tanto fastídiate hasta que la vuelvas a tener)” es precisamente uno de los enemigos contra los que Google tiene que luchar.

En cualquier caso, experiencia interesante ver la integración del tema en una máquina física, el diseño de interfaz, los experimentos y un cierto avance del tipo de máquinas que estoy seguro estaremos utilizando muchos en no demasiado tiempo.

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Ecosistema app, en mi columna de Expansión

Mi columna de Expansión de esta semana se titula “Ecosistema app” (ver en pdf), e intenta dar algunas claves de la que para mí es seguramente la variable competitiva más importante en el segmento smartphone – y posiblemente en alguno más.

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24 febrero 2011

Grabando de la radio

Algunos seguro que recordáis aquella época en la que nos apostábamos con el dedo preparado en la tecla Rec del radiocassette para pillar en la radio el momento justo en que se anunciaba nuestra canción favorita y el pesado del locutor de turno dejaba de pisarla. ¿Pasaba algo? Además de aquella estúpida campaña de Home taping is killing music que a España prácticamente ni llegó, no tenías ni el más mínimo problema, ni remordimiento, ni sensación de estar haciendo nada malo… obviamente, porque no estabas haciendo nada malo.

Ahora, en pleno 2011, Michael Robertson, la persona que ya irritó poderosamente a la industria de la música en 1997 con el lanzamiento de MP3.com y en 2007 con MP3Tunes.com, lanza un nuevo servicio, de nombre DAR.fm (Digital Audio Recorder), con la idea de hacer lo mismo que hacíamos con el radiocassette, pero en digital. La noticia la he leído en GigaOM y en Business Week, y es de una lógica aplastante: con más de diez mil radios solo en los Estados Unidos emitiendo música digital en la red a todas horas, conseguir la música que quieres es tan sencillo como pedir a una aplicación que escuche y grabe en un espacio destinado a tal efecto en la nube.

La radio tiene el problema de que si no estás escuchándola justo en el momento adecuado, te pierdes lo que querías escuchar. Lógica aplastante: grábala. Y hazlo en un espacio personal en la red al que puedas acceder desde donde quieras, desde cualquier dispositivo con conexión. Grabaciones para uso estrictamente personal, como los cassettes de antes, obtenidas de la radio. Tiene un identificador de canciones individuales en una grabación, una aplicación que te permite descargarlas a cualquier dispositivo, y hasta un recomendador que, según escuchas canciones de tu repositorio, te ofrece otras parecidas. ¿Modelo de negocio? El lógico: almacenamiento. Dos GB gratuitos para empezar, y si quieres más, servicio premium. ¿Algún problema?

Por supuesto, para una industria de la música que se niega a aceptar que ya no vive en la era de la escasez sino en la era de la abundancia ilimitada, el invento de Robertson supone un problema. De hecho, supone el enésimo hueco por el que ven escurrirse su insostenible y absurdo modelo de negocio. ¿Batalla legal? Posiblemente, pero en eso, Robertson tiene también su experiencia, sus cicatrices y sus batallas ganadas, y parece complicado que un juez impida que hagas algo que tiene un precedente tan sumamente arraigado como el hacer grabaciones personales… Afrontémoslo: el modelo hace aguas por todas partes. ¿Nos dejamos de estupideces y planteamos su obviamente necesaria reconversión?

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23 febrero 2011

Hablando sobre el 23F, en LaInformación

Borja Ventura me pidió un párrafo para LaInformación.com con mis recuerdos quinceañeros sobre el intento de golpe del 23 de Febrero de 1981, del que se cumplen hoy treinta años, y lo ha publicado junto con otros testimonios similares bajo el título “Así vivieron el 23-F Llamazares, Michel, Matías Prats, Julio Alonso…

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22 febrero 2011

Esta guerra la deciden los programadores

La semana pasada, dediqué una entrada y una columna en prensa a hablar de la reciente alianza entre Nokia y Microsoft, en la que hablaba de un ecosistema de terminales móviles que se había configurado fundamentalmente alrededor de dos plataformas, una perteneciente a un solo fabricante, Apple, y la otra conformada en torno a un sistema operativo de Google, Android, pero integrada por un grupo numeroso de empresas como HTC, LG, Motorola, Samsung y muchos más. En mi análisis, dejaba de lado a un competidor, RIM, que fabrica precisamente los dispositivos que he llevado mayoritariamente en el bolsillo los últimos años, y con quien me unen muy buenas relaciones. Pero obviamente, no lo hacía por casualidad.

La evolución de las cuotas de mercado de cada plataforma están disponibles públicamente. Por supuesto que RIM no es un fabricante que deba ser ignorado: aunque descendente, aún ostenta una cuota muy importante (14.4%; frente a un 16% de Apple, 30.6% de Nokia y 32.9% de Android), y ha demostrado un gran dinamismo a la hora de activar segmentos de población que nadie suponía afines a su mercado natural, segmentos que podrían darle una buena proyección de futuro si consiguiese fidelizarlos adecuadamente (suponiendo que la fidelidad sea un atributo válido en este mercado). Sin embargo, mi impresión, refrendada por la evolución descendente de la cuota de mercado en los últimos trimestres, es que esta guerra no la deciden precisamente los usuarios, los fabricantes de dispositivos o las operadoras, sino los programadores de aplicaciones.

Me explico: para mí, usuario fiel de dispositivos de RIM desde hace años, su hardware tiene difícil discusión. Nunca me he sentido tan cómodo con un terminal como con una BlackBerry, y eso que he dado oportunidades serias a muchos otros. El teclado físico es para mí algo casi sacrosanto, jamás he conseguido la misma productividad con un teclado virtual, y el sistema operativo, con sus sucesivas mejoras, es perfectamente comparable en prestaciones a otros, teniendo en cuenta lo que demandamos de un sistema operativo en un terminal móvil. ¿Dónde está, por tanto, la diferencia, y lo que se aproxima a tentarme a cambiar de terminal a pesar de estar enormemente acostumbrado a los de RIM? La respuesta es muy clara: las aplicaciones. Cada vez me encuentro un número mayor de aplicaciones que únicamente desarrollan versión para BlackBerry App World tras un largo tiempo de disponibilidad en la App Store de Apple o en el Android Market, o directamente no lo hacen. Cada vez me ocurre más a menudo querer utilizar una app que un amigo me enseña en su iPhone o Android, y que simplemente no sea una opción posible para mí en mi BlackBerry.

El dimensionamiento de las distintas tiendas de aplicaciones, convertidas ya en piedra angular de la competencia entre plataformas, habla por sí mismo: frente a las más de trescientas mil apps para iPhone o las sesenta mil para iPad disponibles en la App Store de Apple, Android exhibe más de ciento cincuenta mil, mientras la BlackBerry App World supera escasamente las veinte mil. Mientras Apple, como pionera del concepto, muestra un crecimiento a estas alturas un crecimiento ya estabilizado (1% en iPhone, 10% en iPad), el Android Market exhibe un 18%, y BlackBerry un 10%. Un competidor destaca especialmente: aunque debamos tomar el número con precaución por partir de una base numéricamente pequeña, Microsoft WP7 supera a todos con un crecimiento del 30%, buena muestra de las intenciones de Redmond y de hasta qué punto ha entendido la importancia del asunto. Los porcentajes de gratuito frente a pago tampoco ayudan especialmente a la hora de incentivar la prueba en la BlackBerry App World: menos de una cuarta parte de las apps disponibles son gratuitas.

La guerra no se juega en el hardware ni en el sistema operativo, no se juega en las partes que el fabricante puede controlar directamente. La guerra se juega en las aplicaciones, en obtener el favor de los programadores, en conseguir que sea una buena propuesta de valor desarrollar para tu plataforma. Eso compone un escenario completamente distinto al que estábamos acostumbrados a medir. Y uno en el que, decididamente, el mercado a día de hoy conforma, como decía en mis dos artículos anteriores, un claro duopolio. Que RIM o que Microsoft sean capaces de situarse como competidores y alternativas a Apple o Android es algo deseable y que determinaría un escenario más plural, de mayor presión competitiva, de más innovación y mejor tanto para usuarios como para programadores. Pero a día de hoy… simplemente no están ahí.

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21 febrero 2011

La evolución profesional del community manager

En países en los que la web social ha tomado ya un desarrollo importante, en los que han visto que su uso determina en muchos casos el consumo de los productos muy por encima de lo que lo hacen los viejos mecanismos como la publicidad en periódicos o en televisión, muchas empresas incorporaron community managers como forma de desarrollar prácticas en ese sentido: monitorizar, intervenir cuando se estima oportuno, apagar fuegos, gestionar contactos, comunicar, promocionar, gestionar excepciones, responder… Ante compañías no preparadas para una bidireccionalidad extrema, el community manager supone una manera de adaptación al entorno, para muchos superficial, pero sin duda interesante.

Los movimientos de los community managers son seguidos con atención. Mientras algunas compañías buscan un perfil de soltura en el manejo de la web social sin preocuparse demasiado de aspectos como la experiencia en la industria o el desarrollo de carrera, otros – los menos todavía – reconocen en el community manager un papel de cierta “evangelización” en la compañía, alguien destinado a transmitir a diferentes niveles de la empresa la importancia de un entorno que funciona de maneras muy diferentes a como lo había hecho tradicionalmente. Y es en este sentido donde empiezan a verse movimientos curiosos, no tanto entre compañías, como dentro de la misma.

¿Cuáles son las áreas que pueden beneficiarse de una manera más directa de un expertise desarrollado en la gestión de comunidades? Si tienes un profesional con experiencia en escuchar al cliente y precisa, como toda persona que aspira a crecer en una empresa, de un plan de carrera… ¿a qué departamentos le propondrías moverse? La lógica aconseja fundamentalmente tres:

  • Servicio al cliente: sin duda, un encaje muy lógico e intuitivo. El servicio al cliente se enfrenta a su mayor reto desde que las empresas empezaron a adoptar esta función. Los nuevos medios de comunicación suponen relaciones de mucha mayor complejidad, menores posibilidades de sistematización, y enorme extensión a lo largo de la cadena de valor, con análisis de riesgos mucho más complicados que pueden poner en juego la reputación de toda una compañía. Las habilidades de los directivos de servicio al cliente tradicionales – diseño, dimensionamiento y explotación de call o contact-centers, etc. ya no se corresponden con lo que la compañía precisa en este nuevo entorno. Desarrollar profesionalmente al community manager hacia este departamento supone sin duda un encaje muy razonable.
  • Comunicación: algo más atrevido, pero igualmente razonable. Las habilidades de un directivo del área de comunicación también han cambiado enormemente en los últimos diez años: de tener como activo principal una agenda con los nombres de los periodistas y los influenciadores más visibles en su industria, se encuentran de repente moviéndose en un terreno que les resulta completamente desconocido, en el que prácticamente cualquiera con una presencia en la web puede resultar una baza importante o un riesgo a la hora de comunicar cualquier cosa, positiva o negativa. Ese es, precisamente, el entorno que los community managers conocen bien, una habilidad desarrollada con la experiencia que las empresas pueden querer aprovechar.
  • Marketing: decididamente, la opción más atrevida. Tras adquirir experiencia escuchando al cliente, plantear un paso a marketing implica el tantas veces comentado ideal del paso de un mundo producto-céntrico a uno cliente-céntrico. El marketing tradicional debe cambiar, debe manejarse con soltura en los nuevos canales en lugar de simplemente “jugar a estar en Facebook” o en la red de turno sin criterio de ningún tipo, y debe entender al cliente que está al otro lado, con el que se plantean ahora estrategias completamente distintas asumiendo la bidireccionalidad del canal. Un reto importante, al que la experiencia del community manager podría aportar habilidades fundamentales.

Por supuesto, existe la alternativa de formar a los profesionales de esas áreas, algo que en muchos casos, según la adaptabilidad del profesional, puede dar buenos resultados. Pero el community management, en los entornos con más experiencia en este sentido (que aún son pocos), parece empezar a configurarse en cierto modo como una especie de boot camp por el que pasar a futuros profesionales de otras áreas como dinamica de cambio organizacional, como forma de planificar una adaptación al entorno actual en el que las empresas deben forzosamente desarrollar su labor. Para el community management, sin duda, una perspectiva interesante.

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Ocho años de blog

Vaya, pues así, en un momentito, dice el calendario que se me han pasado ocho años de blog. Ocho años de actualización permanente, de integración enormemente satisfactoria del blogging en la vida y el día a día de un profesor.

En ocho años han cambiado obviamente muchas cosas y muchas dimensiones. Pero aquí seguimos. Para mí, el blog sigue siendo ese punto central de mi ecosistema informativo que me lleva a leer mucho todos los días para actualizarlo, que me hace estar al día, y que me regala comentarios y visiones para enriquecer los puntos de vista que posteriormente cuento en mis clases y conferencias.

Gracias a todos. Por esos comentarios, que siguen siendo lo mejor del blog. Por esos vínculos. Por esos aportes, por esas críticas a veces severas pero casi siempre educadas, por esa retroalimentación permanente, por convertir en muchos casos esas visitas en una costumbre. El año empieza con temas importantes, con un predominio elevado de los temas sociopolíticos sobre los estrictamente tecnológicos, con una atención mayor al impacto de la tecnología en la sociedad que sobre las otras dos capas que habitualmente estudio, las personas y las empresas. La tecnología sigue siendo un importante factor de cambio en la forma en que vivimos las personas y en la manera en que compiten las empresas, pero últimamente, el impacto más llamativo lo estamos viendo en la forma en que se organiza nuestra sociedad. Estamos viendo cambios muy importantes, muchos de los cuales van directos a los libros de historia. Y en todos los casos, es un verdadero lujazo discutirlos con vosotros. Me niego a perderme esas discusiones. Pero no os preocupéis… ya se equilibrará la cosa. Siempre lo hace.

De nuevo, un año más, gracias por estar ahí.

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20 febrero 2011

Sentido social

Los autores de “Sentido social“, Javier Curtichs, Mauro Fuentes, Yolanda García y Antonio Toca, tuvieron a bien pedirme que escribiese un prólogo para un libro que me pareció muy oportuno en su temática y además, con el valor fundamental de estar profundamente inspirado en la práctica.

A continuación, el texto completo del prólogo:

Pocos cambios en la historia de la comunicación humana están destinados a tener tanto impacto como el advenimiento de la llamada “web social”. Fruto de una afortunada combinación de factores tecnológicos y sociológicos, la web social supone un cambio fundamental, casi a modo de tormenta perfecta, en la manera en la que los distintos agentes sociales se comunican. A poco contacto que tengas con la web social, te darás cuenta rápidamente de una cosa: el cambio es tan radical, que si tuviste la oportunidad de estudiar un grado en Comunicación o de desarrollar una carrera profesional relacionada con ese tema antes de 2003 y pretendes seguir dedicándote a lo mismo después de ese año, estás prácticamente obligado a volver a estudiar o adquirir esa experiencia profesional de nuevo.

Las transformaciones vividas en la web en la primera década del siglo XXI han generado un nuevo entorno. En enero de 1999, Evan Williams y Meg Hourihan fundaron Pyra Labs, la compañía que, en agosto de ese mismo año, puso Blogger a disposición de los usuarios. El relativo éxito de la compañía con su lanzamiento quedó completamente desdibujado cuando cuatro años después, en febrero de 2003, Google adquirió Pyra Labs y provocó la explosión del fenómeno blog, haciendo que millones de usuarios se iniciasen en algo que hasta ese momento había estado reservado a aquellos privilegiados con conocimientos de programación: la publicación en la web. Los blogs convertían la tarea de publicar en la web en algo al alcance de todo el mundo, sin necesidad de saber manejar HTML o gestionar un proveedor de hosting.

Sin duda, los blogs jugaron un papel fundamental a la hora de hacer que millones de personas cambiasen la actitud habitual que tenían cuando estaban delante de una pantalla: pasar de absorber contenidos de forma unidireccional a crearlos uno mismo y enviarlos seguidamente a la red con un simple clic en el botón “Publicar” fue algo que cambió para siempre la fisonomía de la red, convirtiéndola en un entorno radicalmente distinto al que habíamos empezado a conocer durante la segunda mitad de la última década del siglo anterior. De la noche a la mañana, la red se pobló de todo tipo de opiniones, comentarios, textos mejor o peor escritos, fotografías… algunos lo denominaron “la venganza de los amateurs”: cualquier persona con capacidad para hablar de un tema determinado, simplemente porque sentía pasión por él y eso le llevaba a aprender y documentarse, podía poner sus escritos al mismo nivel que los antes denominados “profesionales”. La motivación pasional, por encima de la económica. Y entremezclado, todo tipo de contenido, con o sin valor, con o sin trascendencia, ríos de contenido para audiencias que, en muchos casos, no iban más allá de un puñado de personas. Para los incapaces de trascender más allá de la realidad física, aquello era la peor de las pesadillas: tanto contenido haría imposible extraer nada relevante de la web. La tozuda realidad demostró rápidamente la falsedad de esos miedos. En la web social, los contenidos relevantes para cada uno de nosotros afloraban con toda facilidad mediante el simple uso de un motor de búsqueda convertido en señal de los tiempos, Google, que aplicaba precisamente a la búsqueda una base social, un razonamiento aparentemente circular: la de considerar que algo era relevante cuando otros lo vinculaban desde sus páginas porque pensaban que era relevante.

La irrupción de los blogs no fue en absoluto un fenómeno aislado. En 2002, Jonathan Abrams y Cris Emmanuel crearon Friendster, y dieron lugar a la explosión de un fenómeno que continuó con empresas como MySpace, Orkut, Facebook y muchas más. Las barreras de entrada volvían a caer: si crear un blog estaba al alcance de todo el mundo, mantenerlo vivo se demostraba como una tarea más compleja. Las redes sociales hacían mucho más sencilla la creación de contenido y la definición de audiencias: una persona se sentaba ante la pantalla, y compartía aspectos de su vida con aquellos con los que decidía crear vínculos de relación. La red comenzaba a absorber una porción cada vez más relevante de nuestras relaciones sociales, pero de una manera no sustitutiva, sino complementaria: quienes más relaciones mantenían a través de la red eran, de manera no sorprendente, quienes más sociables eran y más amigos tenían en su vida fuera de la red.

En 2004, Stewart Butterfield, Caterina Fake y Jason Classon fundaron Ludicorp y lanzaron Flickr, una página para subir fotografías y compartirlas en el contexto de una red social en la que los usuarios podían definir grupos como familia, amigos, conocidos o resto del mundo. Antes de Flickr, subir fotografías a la red era algo incómodo y farragoso. Tras Flickr y sus cientos de imitadores, se convirtió en un evento habitual: a día de hoy, lo normal es ya que el destino de las fotografías nada más ser tomadas sea “vivir” en la red.

En febrero de 2005, tres antiguos empleados de PayPal, Chad Hurley, Steve Chen y Jawed Karim, crearon YouTube, y provocaron el mismo fenómeno para otro contenido que estaba alcanzando una relevancia cada vez mayor: el vídeo. El estratosférico crecimiento de YouTube convirtió la web en el mayor repositorio conocido de todo tipo de contenidos de vídeo: un formato que tradicionalmente había ido siempre desde las productoras hacia los espectadores, cambiaba también el sentido de su circulación.

En julio de 2006, Evan Williams repetía como innovador participando junto con Jack Dorsey y Biz Stone en el desarrollo y lanzamiento de Twitter. Twitter representaba la caída definitiva de las barreras de entrada: desde cualquier dispositivo con conexión a la red, cualquier persona podía publicar cualquier cosa de manera inmediata, con un límite de ciento cuarenta caracteres. En pocos meses de uso, Twitter se convirtió en el verdadero pulso de la actualidad: todo lo que podía suceder en cualquier sitio aparecía en el timeline de alguien que estaba allí, mezclado con infinidad de pensamientos intrascendentes, conversaciones semiprivadas, comentarios, chistes… la verdadera expresión de la idea de un planeta hiperconectado en tiempo real.

Los párrafos anteriores reflejan únicamente algunos de los ejemplos, probablemente los más relevantes, en la evolución tecnológica que ha ido dando forma a la irrupción de eso que hemos dado en llamar “la web social”. Paralelamente a la llegada de esas nuevas herramientas, de esa permanente mejora del ancho de banda y de esa reducción del precio del espacio de almacenamiento, la sociedad ha ido adaptándose al nuevo escenario con una evolución de los usos y costumbres, de la sociología del uso. Las personas han ido “perdiendo el miedo” a la red: hace pocos años, la idea de publicar resultaba intimidatoria, y la persona media carecía prácticamente de menciones en Internet. A día de hoy, alguien cuyo nombre no aparezca en una búsqueda en Google seguramente sea porque ha pasado la última década escondido en lo más hondo de una cueva, y el adolescente medio pasa más tiempo en la red que en el teléfono o en la calle.

Internet se ha convertido en el lugar habitual donde un número creciente de personas acuden para encontrar todo tipo de información o para producirla ellos mismos. Para felicitar a un amigo por su cumpleaños, para ver fotos de una fiesta o de un viaje para reducir la incertidumbre sobre un destino turístico o sobre una posible compra, para tomar decisiones… cada día, la red juega un papel más importante en nuestras vidas. Pero la red, además, ha cambiado. Se ha convertido en el vehículo de expresión social más relevante, más bidireccional y más democrático que el hombre ha sido capaz de desarrollar a lo largo de cientos de años de evolución. Un entorno que está cambiando la forma en que las personas, las empresas y hasta las instituciones se comunican. Que tras redefinir cosas tan relevantes en nuestras vidas como las relaciones sociales o la publicidad, se dispone ahora a redefinir incluso la forma de hacer política o la mismísima expresión de la democracia. Decididamente, las reglas que gobiernan la interacción social en un mundo completamente bidireccional no son las mismas que lo hacían en uno unidireccional: la red representa el fin de las limitaciones tecnológicas que restringían los canales de comunicación y los forzaban a ser unidireccionales, y eso lo cambia todo: desde las normas de educación hasta la forma en que nos informamos y comunicamos.

El mejor comentario que puedo hacer de este libro que ahora empiezas es que está escrito por personas que llevan años explorando ese mundo caracterizado por los cambios que hemos recorrido anteriormente. Por quienes han dedicado tiempo y esfuerzo a estudiar esos cambios, y la manera en la que redefinen muchas de nuestras actividades. Por quienes aconsejan a terceros sobre cómo adaptarse a esos cambios, cómo intentar seguir siendo relevantes en una sociedad cuya capa de interacción se ha redefinido completamente.

En ese sentido, el libro proporciona lo que en muchas ocasiones proporciona un buen consultor: una manera de moverse más rápidamente por la curva de experiencia. Nadie aprende de la experiencia ajena, pero al menos, puede conseguir que las situaciones, cuando se produzcan, no le resulten completamente inesperadas, porque haya podido adiestrar anteriormente a su sentido común, no siempre el más común de los sentidos. Aunque lo pueda parecer en algunos momentos de su lectura, este libro no contiene recetas, porque dar recetas resulta ineficiente en el entorno social: nada es completamente previsible en un entorno en el que todos los participantes interactúan de maneras completamente inesperadas y caóticas, haciendo uso de algo tan impredecible como la naturaleza humana. La web social carece de recetas de la misma manera en que lo hacen las relaciones sentimentales: no siempre las mismas palabras, dichas en el mismo orden y en una situación similar van a producir los mismos resultados, aunque en ocasiones nos pudiese apetecer que así fuera. Pero el contexto es importante, y este libro proporciona una gran dosis precisamente de eso: de contexto.

En ese contexto, poner la pieza que falta – su actividad, su negocio, sus relaciones o incluso a sí mismo – es cosa suya.

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19 febrero 2011

Contestando a un artículo de Lucía Etxebarria que sale mañana

Me pasan sin maquetar un artículo de Lucía Etxebarria titulado “Doce cosas que no sabes sobre la ley Sinde“ que sale mañana en un Magazine que se distribuye con veinticinco diarios españoles. Sí, mañana. Pero está TAN sumamente lleno de falacias y de manipulación, que resulta extraordinariamente sencillo de criticar, así que lo voy a hacer hoy. Todo sea que después no lo haya escrito ella, como ya ha ocurrido en otras ocasiones. Una pena que yo no tenga el alcance que tiene ese magazine. Pero me voy a dar el gusto de rebatir el artículo de la señora Etxebarria siguiendo su mismo formato de lista de doce puntos:

  1. La SGAE tiene casi cien mil socios. Efectivamente. De ellos, tan solo un 10% tiene derecho al voto, solo unos trescientos pueden presentarse a las elecciones, y una cantidad todavía menor concentra el reparto del dinero obtenido por conceptos como derechos de autor o canon digital (fuente: Breve introducción histórica de la SGAE, cómo funciona y porqué – LaEX). Además, parece ser que la SGAE “se olvidó” de repartir a los autores nada menos que 480 millones de euros (fuente: La SGAE y sus socios ‘olvidan’ repartir a los autores 480 millones de euros - El Economista). Siga usted defendiendo a la SGAE, Doña Lucía, que empezamos bien.
  2. El canon digital ha sido declarado ilegal por la Unión Europea. A pesar de eso, ha continuado cobrándose, y no parece que exista una voluntad demasiado clara de devolver lo que fue cobrado de manera injusta. Que usted esté o no esté de acuerdo es completamente irrelevante, Doña Lucía. Ya sabe: “el canon se paga y ya está, a quien no le guste que se aguante“.
  3. El Ministerio de Cultura está dirigido por una persona que las entidades de gestión de derechos de autor colocaron ahí, que proviene de una entidad de gestión (presidenta de ALMA, Autores Literarios de Medios Audiovisuales, entre 1999 y 2001, y miembro de la junta directiva de DAMA, Derechos de Autor de Medios Audiovisuales, 1999-2004) , y que defiende a muerte los intereses de las entidades de gestión. De hecho, la Audiencia Nacional ha admitido a trámite un recurso contra la imparcialidad de la ministra. De hecho, es el ministerio de Cultura el que está maquinando para plantear un canon más elevado y aplicado a más artículos, y que está diseñando un sistema intencionadamente farragoso para reclamar la devolución, para evitar que ésta tenga lugar. ¿La SGAE y el ministerio de Cultura no son la misma cosa? No me haga reír, Doña Lucía, no me haga reír, que solo estamos en el tercero de sus doce puntos.
  4. La ley Sinde no hace distinciones con respecto a las páginas que puede cerrar. Ninguno. Puede cerrar absolutamente cualquier página, y además sin intervención judicial en el fondo del asunto. Doña Lucía, que usted se crea que solo afecta a “paginas que insertan publicidad para ofrecer gratuitamente los contenidos intelectuales de otra gente” solo da una idea de su capacidad intelectual y sus conocimientos de derecho, no del espíritu de la ley. Y que pretenda engañar a los lectores con eso da idea de cómo de malintencionada y manipuladora puede usted llegar a ser.
  5. Por supuesto que podremos seguir descargando archivos cuando entre en vigor la ley. Faltaría más. ¿De verdad pretende vendernos eso como algún tipo de “privilegio”? En “Francia, en Estados Unidos, en Inglaterra y en casi toda Europa” también se los pueden descargar. No ha habido ninguna medida basada en el miedo que haya provocado un descenso de las descargas o del uso de P2P. Solo el desarrollo de alternativas funciona, ese que la ley Sinde hace más difícil porque genera un entorno de incertidumbre que dificulta el desarrollo de negocios en la red.
  6. Que “compositores, músicos, directores, guionistas y escritores de este pais” no sean ricos, sino que “más bien malvivan” no es algo en absoluto achacable ni a la red ni a sus usuarios, sino más bien a unas sociedades de gestión que no reparten adecuadamente o que actúan en régimen de dañino monopolio. De hecho, las creaciones de esos “compositores, músicos, directores, guionistas y escritores de este pais” no se descargan en la red. Ojalá el problema de esos “compositores, músicos, directores, guionistas y escritores de este pais” fuese que sus obras fuesen líderes en las listas de descargas… entonces sí que vivirían mucho mejor.
  7. Eso de que “los internautas son millonarios” y que “facturan barbaridades de dinero” solo se lo creen mentes inocentes como la suya. Además, esas páginas se dedican a organizar enlaces, no a hospedar obras: si añaden valor al usuario sin vulnerar las leyes (y enlazar, hasta que entre en vigor la liberticida ley Sinde, es legal), es razonable que los usuarios se lo remuneren viendo su publicidad y haciendo clic sobre ella. Pero sobre todo: si los negocios que usted menciona fuesen tan fastuosos a la hora de generar publicidad, alma de cántaro, la industria lo tendría muy claro… ¡solo tendría que montar páginas similares para generar esos “fastuosos recursos” ellos mismos!
  8. ¿Entrar en las tiendas de los operadores y robar? ¿Y en casa ajenas? Vaya, menos mal que los ladrones éramos supuestamente nosotros… Doña Lucía, está usted perdiendo los papeles. Esto va cada vez peor.
  9. La ley Sinde va contra los intereses de los creadores (aumenta la brecha, el enfrentamiento y la crispación) y solo protege a las entidades de gestión y los intermediarios de la creación cultural, a los que ofrece una “justicia a su medida” completamente injustificada.
  10. Le repito: la ley Sinde permite cerrar cualquier página que una comisión administrativa decida cerrar. Solo tiene que recurrir a un juez para que admita el procedimiento de identificación de su propietario (algo que no tiene nada que ver con los hechos evaluados) y a otro juez para que afirme que no hay afectación de derechos fundamentales en el cierre (algo que tampoco tiene que ver con los hechos evaluados). La ley Sinde puede prohibirme silbar por la calle con que un juez autorice mi identificación como autor de los silbidos, y otro diga que silbar no constituye un derecho fundamental.
  11. Por supuesto que existe un debate entre propiedad intelectual y libertad. Desde el momento en que una ley no sirve para evitar las descargas pero sí para cerrar páginas sin intervención de un juez ni tutela judicial efectiva. Esa ley que defiende, Doña Lucía, es la que utilizarían en China o en Irán para cerrar páginas. ¿Por qué no se va usted a vivir a esos países? Seguro que estaría más a gusto con ese concepto de “libertad”.
  12. Ah, ya… que somos cuatro gatos. ¿Dónde había oído yo eso? Pues mire usted, aquí van más de un cuarto de millón de gatos. ¿Los oye maullar? No se preocupe. Ya los oirá.
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Sin tu voto, no son nada. No les votes.

Tienes unos tres meses para pensarlo. Para decidir a qué partido que no sea PP, PSOE o CiU vas a votar. Si tienes dudas sobre la iniciativa, Mario ha hecho un buen trabajo respondiendo algunas de ellas en esta entrada. Si quieres saber cómo surgió, Ricardo Galli lo cuenta en esta otra. Y si quieres saber más o necesitas recursos, banners para tu página, folletos, quieres colaborar con ideas o de alguna otra forma, pásate por el wiki de #Nolesvotes, que gracias al trabajo colectivo es cada vez más completo.

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18 febrero 2011

¿Nokiasoft?, columna en Expansión

Mi columna en Expansión de hoy se titula “¿Nokiasoft?”, y es la versión corta y adaptada a formato papel de la entrada que escribí ayer sobre el mismo tema, el acuerdo cerrado por Nokia y Microsoft según el cual los terminales de la primera llevarán exclusivamente el sistema operativo de la segunda. Llevaba un tiempo queriendo escribir sobre ello, lo había pospuesto por la actualidad de otros temas, y finalmente me puse con ello para Expansión: la versión corta me supo a poco, y la extendí en la entrada de ayer.

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17 febrero 2011

Sobre Nokia y Microsoft

Hace ya unos meses, a poco de su lanzamiento, tuve la oportunidad de probar el Windows Phone 7 en un LG E900, y francamente, me gustó. Me pareció un muy buen sistema operativo, que “fluía” de manera muy agradable en la navegación, y que mejoraba enormemente lo que Microsoft había hecho hasta el momento en ese ámbito. Mi impresión fue que Microsoft había estado hasta entonces intentando remedar en un terminal la experiencia del ordenador, con todas sus limitaciones, y que sin embargo esta vez habían hecho algo de verdad original, diseñado para la máquina que lo ejecutaba, y desarrollado con una altísima calidad.

El problema, claro, era de posicionamiento: en un mercado dominado ya de manera clara por dos plataformas, Android y Apple, la llegada de una tercera era algo complejo. Incluso contando con un buen sistema operativo tienes realmente solo una de las piezas necesarias. Tras algunas experiencias con el terminal y tras comprobar lo parco de una oferta de aplicaciones que constituye a día de hoy la llave de la experiencia y de la oferta de funcionalidad para el usuario, lo dejé, con cierta impresión de que, a pesar de tener un muy buen producto, Microsoft lo iba a tener enormemente difícil en este mercado.

De Nokia, poco nuevo puedo contar que no haya dicho recientemente. Un competidor desenfocado, que pierde además su liderazgo en el segmento más estratégico frente a Android, con inversiones importantes en desarrollos que no acaban de salir, y aquejado por todos los problemas cruelmente puestos de manifiesto por Stephen Elop, su presidente entrante procedente de Microsoft. Su trayectoria era marcadamente descendente, su capacidad de ejecución estaba muy puesta en duda, y sus posibilidades de reinventarse parecían escasas, a pesar de ese apasionante pasado que se estudia en todas las escuelas de negocios.

¿Cómo plantear el acuerdo entre estos dos gigantes? Para Microsoft, el resultado del acuerdo parece positivo: de tener un sistema operativo bueno pero tan solo un porcentaje limitado de la atención de fabricantes como LG, Samsung o HTC, y algo mayor de un fabricante poco posicionado en este segmento como Dell, pasa a tener la atención indivisa y privilegiada de un líder – venido a menos, pero líder – con importantísima experiencia en diseño, fabricación, distribución y negociación con carriers. La jugada para Microsoft es tan sumamente buena, que de hecho tendrá que tener cuidado para evitar que esas privilegiadas relaciones con Nokia no lleven a una desviación de la atención que recibe de LG , Samsung y HTC, que podrían sesgar más aún sus ya de por sí sesgadas – por efecto del mercado – prioridades hacia Android. Algunos, con cierta sorna, han insinuado que Stephen Elop es un “topo” lanzado desde Redmond para conseguir de facto comprar Nokia al precio de cero dólares. O de algunos millones, pero muy por debajo de su valoración real.

¿Y para Nokia? Indudablemente, para Nokia la jugada supone un enfoque estratégico por la vía de la cirugía. Pero de la cirugía de principios del siglo pasado: lo que duele, se amputa. Para un líder como Nokia, admitir que todo lo que huela a una parte tan importante y definitoria del software como el sistema operativo va a venir dado por una empresa externa, es algo muy duro. Si además viene acompañado de despidos y recortes, más aún. Si supone una renuncia a una deriva hacia el software de código abierto que muchos en la compañía veían con buenos ojos, todavía peor. Nokia va a perder muchos de sus mejores ingenieros de desarrollo, y va a tirar por la borda muchos años y mucho esfuerzo de inversión en sus propios desarrollos. Pero no hay problema. En las escuelas de negocios se llama a eso “costes hundidos“: las inversiones realizadas antes del momento de la toma de la decisión son irrelevantes para ésta. Ya. Entendido, matemáticamente irrefutable. Pero duele que no veas: en el bolsillo y en el orgullo.

Para los desarrolladores, la noticia parece buena. La suma de Nokia y Microsoft sigue siendo profundamente deficitaria en cuanto a plataforma, y eso se consigue atrayendo a desarrolladores. Pero para eso, hay que poner cosas encima de la mesa, sobre todo si no eres la vedette del mercado. Estoy con Christian Lindholm, que no en vano trabajó diez años en Nokia y creó cosas como el interfaz NaviKey y el de la serie 60: la alianza va a ser buena para los desarrolladores, porque significará sin duda oportunidades y condiciones interesantes que ambas empresas tendrán que utilizar para atraerlos.

¿Y para los usuarios? Aquí lo fundamental es el dinamismo del mercado. Un mercado en duopolio genera habitualmente menos innovación que uno en el que hay más plataformas en juego. Tres es mejor que dos. Microsoft era ya casi un participante olvidado, Nokia era uno en clara recesión. No sé, como dice Vic Gundotra, de Google, son dos pavos que juntos no hacen un águila: en un segmento como éste, nada garantiza el éxito. Pero seguramente tengan más posibilidades juntos que separados.

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16 febrero 2011

Nolesvotes como movimiento ciudadano

La iniciativa Nolesvotes.com surgió como una idea sencilla: dado que los políticos de los tres principales partidos del arco parlamentario, PP, PSOE y CiU, habían decidido ignorar los deseos e intereses de los ciudadanos, ignorémoslos nosotros a ellos en donde más les duele: en el voto.

En un breve plazo, los partidos empezarán a bombardearnos con mensajes persistentes hasta la saciedad para solicitarnos nuestro voto. Este será nuestro momento, el de demostrarles que la jugada del apoyo a la ley Sinde no les ha salido gratis. Nolesvotes no es una campaña a favor de ningún partido, sino precisamente lo contrario: una campaña para hacer que los ciudadanos sean conscientes del poder de su voto y de porqué no deben entregarlo a partidos que posteriormente lo utilizan en contra de sus deseos e intereses. Un llamamiento a dotar a la política de sentido, en lugar de ser algo limitado a una cita con las urnas cada cuatro años. Los tres partidos implicados en la aprobación de la ley Sinde son el PP, el PSOE y CiU: veamos cuántas personas podemos movilizar para que no les voten, para que dirijan su voto hacia otras alternativas. Apalanquemos el poder de las redes sociales: usemos Facebook. Usemos Tuenti. Vamos a mover esto.

El planteamiento de la iniciativa no es en modo alguno anónimo, simplemente no personalista. Las personas que han redactado el texto son perfectamente conocidas y no hemos negado nuestra participación en ningún momento. Simplemente, queremos dejar claro que no es una iniciativa de ningún partido, plataforma, agrupación o lobby, sino un intento de recoger un sentimiento que muchos tienen y que nos pareció positivo plasmar. En la redacción del texto inicial de planteamiento han trabajado empresarios, profesores, abogados y personas que consideran la red una parte importante en sus vidas. No hay ningún interés tras la iniciativa más que el hacer que los ciudadanos dejen de votar a quienes han decidido actuar en contra de sus intereses, prostituir éstos para obtener prebendas o directamente decidir que iban a representar a los intereses de las industrias que explotan la propiedad intelectual. Esta iniciativa no te va a decir qué debes votar, sino a qué partidos NO debes votar. No es una campaña, es precisamente lo contrario: a medida que avance la campaña electoral y los partidos mayoritarios se desgañiten pidiendo tu voto, esta página te irá recordando las razones por las que no les debes votar.

Los blogs, las redes sociales y Twitter representan las actuaciones y el sentir de una cantidad cada vez mayor de usuarios. Lo que los políticos están haciendo es blindarse contra esto, calificar el movimiento como algo protagonizado por cuatro gatos ruidosos, y evitar prestarles atención, porque cuestiona el mismísimo modelo de unos partidos políticos enfermos y no democráticos, y de una democracia española enferma, convertida en una partitocracia bipartidista, que busca reducir las opciones del ciudadano, tildar todo lo que no sean ellos de “voto inútil”, y perpetuarse en el poder. Es el momento de plantear un modelo diferente y de demostrar a los partidos que no se puede legislar sin los ciudadanos ni de espaldas a sus intereses, como claramente han hecho en el caso de la ley Sinde.

Esto no es una campaña de ningún partido, ni nada que se le quiera parecer. Hemos vivido ya algunas de las llamadas grassroots campaigns: pues bien, esta es una grassroots anti-campaign. No te pedimos que hagas campaña para pedir el voto a un determinado partido, sino que la hagas para evitar que se vote a PP, PSOE y CiU. Que las próximas elecciones sean municipales no tiene importancia: lo importante es dar a PP, PSOE y CiU una oportunidad de constatar los votos perdidos, de ver cuántos gatos había realmente en la red. Internautas no… ciudadanos. Y muchos. Lo que se plantea es un “qué NO debes hacer con tu voto”, y es muy claro: no se lo entregues a quienes te traicionan, te venden y atacan tus libertades fundamentales para favorecer a lobbies empresariales. No te creas la falacia del “voto útil”. Tu voto es tuyo y nadie te va a decir qué debes hacer con él, pero cuando PP, PSOE y CiU vengan a pedírtelo insistentemente dentro de noventa y cuatro días, recuérdales que su voto afirmativo a la ley Sinde fue el punto de ruptura, y que no les vas a votar. No solo no les votes: haz además campaña para que otros, tus amigos, conocidos, familiares, etc. tampoco lo hagan. Hay opciones que se han opuesto a la ley Sinde y que manifiestan una postura razonable con respecto a las libertades en la red a todo lo largo del espectro político: que haya pluralidad en la representación parlamentaria en lugar de un oligopolio envenenado es bueno para todos, y que PP, PSOE y CiU comprueben que no se puede ignorar a la red de la manera en que lo han hecho, también. No te vamos a decir a quién debes votar, eso es cosa tuya: el voto es libre. No hay ninguna “jugada escondida”, ninguna propuesta que surge de la nada, ningún “tapado”. Seríamos incapaces de ponernos de acuerdo en a quién debemos votar. Esa, de hecho, no es la discusión. Pero sí te decimos que no votes ni a PP, ni a PSOE, ni a CiU.

Si quieres más datos y más operativos, Javier de la Cueva también ha escrito sobre el tema. Otros participantes en la iniciativa lo harán próximamente. En la página de Nolesvotes.com, el contador de visitantes únicos refleja por el momento más de ciento setenta y cinco mil personas: no todas decidirán hacer caso a la iniciativa, pero sí esperamos una difusión lo más amplia posible para que quien efectivamente decida no votar a PP, PSOE o CiU entienda que forma parte de un movimiento organizado, de un voto de castigo, de una iniciativa amplia destinada a dar más sentido a la democracia en la que vivimos. O mejor, a la democracia en la que queremos vivir. Puedes pensar en no votar a PP, PSOE y CiU por muchos motivos: la ley Sinde solo ha sido una gota más, que para muchos, ha colmado el vaso. Las razones para intentar cambiar la política que tenemos son abundantes, y te vendrán a la cabeza con que simplemente prestes atención a una sesión parlamentaria: te dará auténtica vergüenza constatar en qué se ha convertido la política nacional. Vamos a mover esto, y a demostrar a los políticos que nos han ignorado dónde tienen que poner al ciudadano en su jerarquía de intereses a partir de ahora.

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Hablando sobre la ley Sinde en El Faro de Ceuta y Melilla

Beatriz García Blasco me entrevistó para el semanal que se publica con los periódicos El Faro de Ceuta y El Faro de Melilla acerca de las perspectivas sobre la ley Sinde que estaba en aquel momento a unos días de ser aprobada. Ahora, con la ley ya aprobada, me reafirmo en lo que comentaba entonces: no va a servir para nada más que para ahondar en el problema, generar más brecha entre la industria cultural y su público, y prolongar una situación que no beneficia a absolutamente nadie. La entrevista se titula precisamente así, “En la práctica la ley Sinde no va a servir para nada“.

En torno a los agujeros que plantea la ley Sinde y los problemas derivados de su aplicación, me ha gustado bastante este artículo en Intelligence & Capital News titulado “Sinde le empieza a ver los 'agujeros negros' y las líneas rojas a su ley, un viaje a ninguna parte“. Largo, pero vale la pena leerlo para hacerse una imagen completa del nivel de estupidez y chapucerismo político por el que hemos pasado hasta llegar hasta aquí.

Y recuerda: nolesvotes.

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14 febrero 2011

TVE y la cobertura de la gala de los Goya

La cobertura que TVE llevó a cabo ayer de la gala de los premios Goya debería desencadenar el cese fulgurante de algún responsable de la misma hoy. No ocurrirá, pero es lo que en un país mínimamente democrático debería suceder.

Pongamos las cosas en contexto: pienso, con total sinceridad, que TVE cuenta con grandes profesionales. Que seguramente en pocos sitios me he sentido mejor tratado y con mayor profesionalidad. Que la cobertura de todo lo relacionado con la ley Sinde en la web de TVE ha sido seguramente de las mejores y más completas que hemos podido tener. Y sin embargo, que ayer, en la retransmisión de la gala que se ofreció por televisión, existieron fallos clamorosos no achacables en modo alguno a descuidos, y que fueron llevados a cabo con una evidente voluntad política.

Estuve en el exterior del Teatro Real. El ambiente allí era completamente inequívoco, y ha quedado reflejado en numerosos documentos gráficos, en fotografías, en vídeos y en grabaciones de sonido. Sin embargo, la cobertura de TVE no mostró prácticamente nada de eso. Se concentró en mostrar “los vestiditos”, en hacer tomas en dirección al interior que escamoteaban a los espectadores lo que estaba ocurriendo fuera, en utilizar sonido del interior en el que el estruendo exterior podía ser confundido con gritos neutros o sin intencionalidad, e incluso en falsear lo que se estaba viviendo con frases como “numerosos espectadores han acudido para ver a sus actores favoritos”. No, TVE, no. Nadie allí estaba buscando el autógrafo o la foto de su ídolo. Nadie. Lo que había era una concentración bastante numerosa – lo que el sitio daba realmente de sí – de personas que protestaban pacífica pero enérgicamente contra un estamento, el del cine, que consideran una parodia de sí mismo, un estamento de privilegiados que viven del dinero público y desprecian a su público, al que insultan gravemente cada vez que tienen oportunidad. De la quema se salvaba Álex de la Iglesia, vitoreado cada vez que salía o aparecía en la pantalla exterior. Los demás, recibieron improperios, silbidos y gritos de “fuera, fuera” (e incluso algún huevazo que por supuesto no representaba en modo alguno el espíritu y la actitud de los allí congregados, que llegaron a gritar en contra de dicha acción), y no se detuvieron en la alfombra roja hasta llegar al interior del teatro. Momento que TVE aprovechaba, eso sí, para mostrar “lo monísimos que iban”, sin hacer mención alguna a lo que ocurría fuera.

Lo de ayer fue una manipulación en toda regla. Un clarísimo engaño al espectador realizado en la cadena de televisión pública, en la que pagamos todos. Una actitud intolerable que habla por sí misma, y que demanda el cese de quien tomó la decisión de llevarla a cabo. Para TVE, lo importante no es lo que realmente pasó – que saben ampliamente documentado en la red – sino lo que decidieron mostraqr al ciudadano medio, al que no se mete en la red ni busca la verdad. Lo importante es el cuento de hadas y los vestiditos, la fachada que oculta una realidad podrida.

Si estuviste allí, cuenta lo que viste. Si eres un trabajador de TVE – realizadores, cámaras, montadores, etc.) y puedes dar datos de las órdenes que recibiste allí, cuéntalo desde el anonimato. Aparentemente, TVE ha caído en la más absoluta esquizofrenia: mientras las personas relacionadas con la web pululaban por el exterior twitteando, subiendo fotografías y hablando de lo que allí se estaba viviendo, la pantalla de la televisión mostraba imágenes de un bello cuento de hadas y, como mucho, pasaba rápidamente la cámara por los laterales de la alfombra roja cuando no quedaba más remedio. O se entretenía con tomas del helicóptero que sobrevolaba la escena, para evitar detenerse en las máscaras y en los ciudadanos que gritaban. La llegada de la ministra Ángeles González-Sinde, documentada en vídeo por un comentarista habitual de esta página, pareció en TVE algo tranquilo y sosegado, como un dictador que descendiese de su avión en una república bananera entre los vítores de sus acólitos.

Simplemente, una vergüenza. La televisión pública, al nivel de las que, en dictaduras por todos conocidas, ocultan y falsean la información que llega al ciudadano medio. Un auténtico NO-DO de los de antes. Una basura. ¿Quién, en último término, dio la orden de hacer algo así? Que se sepa la verdad.

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La entrada de Ángeles González-Sinde en la gala de los Goya

Así fue la entrada de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en la gala de los Goya. No verás estas imágenes en televisión, que se limitó a decir que “había mucha gente congregada alrededor de la alfombra roja para ver a sus actores favoritos”.

Una hipocresía tan grande y tan de país de cuarta división como esos políticos en un lado o en el otro que alaban el impresionante discurso de Álex de la Iglesia, pero luego son los que proponen la ley Sinde o los que la hacen posible con sus votos. Una ley que genera más distancia entre el cine y sus espectadores y que precisamente hizo que ese Álex al que de manera tan hipócrita alaban dimitiese como presidente de la Academia. Buscar el populismo barato y el “nosotros estamos con Internet”, cuando han hecho posible la ley más liberticida, más absurda y más contraria a los intereses de la red que hemos visto pasar en este país. Espero que muchos actores, productores y gente del cine hayan podido reflexionar a su paso por esa alfombra roja rodeada de máscaras de Anonymous, al escuchar los improperios y los gritos del que se supone debería ser su público. Ese público que perdieron a base de insultarlo, de menospreciarlo, de intentar acorralarlo con leyes absurdas. Actitudes como la de Álex de la Iglesia son las que podrían ayudar al cine y a la cultura española, y no esa ley Sinde que una serie de políticos hipócritas nos han colocado y que solo genera más enfrentamiento, más censura, más basura, más veneno.

La ley Sinde esta consiguiendo retratar fantásticamente bien este país en el que vivimos, con una clase política que no defiende a los ciudadanos y que decididamente no nos merecemos. Nos toman por imbéciles. Son incoherentes. No les votes.

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13 febrero 2011

Nintendo y el hacker: lecciones aprendidas

El reciente caso de hacking denunciado por Nintendo en España invita a un análisis. No porque el caso sea especialmente grave o complejo, sino porque demuestra los problemas que las compañías tienen cuando se enfrentan a un fenómeno cada día más frecuente: el de personas que descubren y reportan errores en páginas o servicios que generan problemas de seguridad.

En la mayor parte de los casos de descubrimiento de vulnerabilidades, quien las descubre sigue una ética claramente marcada. Una ética que las compañías deben conocer y, sobre todo, aprender a reconocer. Suelen notificar la vulnerabilidad a la compañía, dejar un plazo para su resolución, y solo si son ignorados, hacerla pública o notificar a las autoridades, y generalmente solo esperan a cambio un agradecimiento. Saber diferenciar entre quien únicamente quiere avisar a la compañía para evitar un daño mayor y quien pretende explotar la vulnerabilidad para obtener algo a cambio puede ahorrar, en muchos casos, problemas que pueden llegar a tener cierta importancia en términos económicos y de imagen.

En el caso que nos ocupa, perfectamente documentado por una de las partes a través del conocido foro ElOtroLado.net, todo apunta a un tema del primer tipo. Una persona descubre una vulnerabilidad en una página de Nintendo. Para probar su punto, entra y hace una copia de la base de datos de usuarios. Contacta a la compañía, notifica la vulnerabilidad, y se encuentra casi inmediatamente con un caso abierto en el juzgado, una nota de prensa que lo acusa de protagonizar un intento de extorsión, y una visita a Comisaría. Quien descubre la vulnerabilidad no tiene el perfil de un delincuente ni nada parecido. Puede ser poco adecuado en las formas, pero considerarlo de alguna manera un “mafioso” o un “extorsionador” resulta poco creíble, y enviarlo directamente a Comisaría, algo desproporcionado. Algo a lo que posiblemente contribuyan tonterías que habitualmente se ven en los medios, como esta reciente portada del XL Semanal, revista dominical de enorme difusión, y otros medios irresponsables que cuando hablan de hackers los pintan habitualmente como sujetos malencarados, enmascarados o de mirada sombría. Por favor, un poco de rigor: aunque la verdad nos estropee un buen titular, los hackers son personas perfectamente normales, que simplemente tienen algo más de curiosidad que el resto. Y que además, por lo general, hacen avanzar el mundo.

Quien se pone en contacto con Nintendo es, simplemente, una persona que encuentra algo que la compañía había resuelto mal. Un fallo que puede ocurrir – hasta el mejor escribano echa a veces un borrón – pero que no debería. Un caso claro de revisiones no pasadas cuya existencia se debe única y exclusivamente a un error de la compañía. Quien lo descubre no usa “técnicas de hacking“, a no ser que entendamos como “técnicas de hacking” algo tan sumamente básico como sustituir “www” por “admin” y pulsar Intro sin poner usuario ni contraseña. Por favor, eso se me puede ocurrir hasta a mí, y mis habilidades técnicas son sumamente limitadas. Saber diferenciar a una persona razonable y con intenciones sanas de un delincuente que pretende causar un daño a la compañía o extorsionarla es algo que puede ahorrarnos muchos problemas en todos los ámbitos de la vida, y en la gestión empresarial también es así. Conviene revisar la secuencia de mensajes intercambiados entre la persona que descubre la vulnerabilidad y Nintendo para hacerse una idea clara en este sentido y entender los errores cometidos y la secuencia de acontecimientos.

¿La actuación de la empresa? También hay que entenderla. Se enfrenta a un más que probable escarnio público, a una posible multa de elevada cuantía y, según la imaginación que le echen, a una posible extorsión. Por eso, la otra parte tampoco está exenta de culpas. Cuando se encuentra uno en una situación como ésta, contactar a la compañía es algo que debe entenderse como un acto de buena intención. Se podría simplemente poner el asunto en conocimiento de la Agencia Española de Protección de Datos y dejar que hagan su trabajo. Si se decide contactar a la empresa es para evitar un impacto económico innecesario. Pero en ese caso, hay que tener en cuenta que se está “haciendo un favor”, y por tanto, adoptar una actitud clara e inequívoca en este sentido, un tono adecuado, dado que existe la posibilidad de que se confundan tus intenciones. Es importantísimo tener en cuenta que si la comunicación se realiza mediante correo electrónico, no existe empatía ni signos externos que indiquen la actitud de la persona que está al otro lado, y que lo que se escribe puede resultar, a los ojos de quien se siente amenazado, patentemente equívoco. En este caso, el tono de los correos es innecesariamente arrogante, y uno de los párrafos del correo es peligrosamente equívoco:

“Por todo ello, le propongo iniciar una vía de negociación dialogante por la cual lleguemos a un acuerdo que nos evite esfuerzos legales innecesarios tanto a la empresa que usted dirige como a mí personalmente.”

Innecesario y equívoco, un error que puede incluso llegar a justificar la actuación de Nintendo. Hablar de “negociación” invita a suponer “extorsión”, e incluso a pensar que en algún momento pasó por la cabeza de esta persona, aún sin ser un delincuente, la posibilidad de aprovecharse del tema. En realidad, la persona que está al otro lado es muy posible que persiga únicamente algo de notoriedad o simplemente un agradecimiento, pero decididamente, lo ha expresado mal: buscar un agradecimiento no es una “vía de negociación dialogante”, sino simplemente un aviso del tipo “ya que te he notificado un problema que podía haber tenido consecuencias, al menos dame las gracias”. El problema, por tanto, surge cuando la compañía encuentra justificado pensar que esa persona buscaba más, probablemente algo económico: ¿”negociar” un “agradecimiento” con plazos? Eso, desde el punto de vista de la ética hacker, es inadmisible. Y da pie a que Nintendo te denuncie con (casi) toda la razón del mundo y que todo lo que era “positivo” acabe enterrado por una simple cuestión de formas. Si la persona ha ahorrado a la compañía un problema y un quebranto económico, compensar con un agradecimiento, una visita a la compañía o incluso en especie puede ser una práctica adecuada y razonable. Si, por el contrario, se comprueba fehacientemente una reclamación económica, el juzgado es la única solución posible. La compañía no puede bajo ningún concepto mostrar una voluntad negociadora: lo que está en juego son los datos de los usuarios. Por eso, ante una actitud equívoca, puede entenderse que la compañía decida poner el asunto inmediatamente en manos de las autoridades. De ahí al tono alarmista y amarillo, innecesariamente “adornado”, de la nota de prensa que la compañía cuenta a los medios, va un trecho. Posiblemente la compañía podría haber aclarado las intenciones de la persona y dejado clara su nula disposición a negociar en una respuesta mesurada que hubiese atajado el problema, pero decidió no hacerlo y proceder por la vía de la denuncia.

Al final, el resultado es malo para todos. Una persona que seguramente dista mucho de ser un delincuente pasa a tener registrados unos antecedentes penales, y una compañía que cometió un error afronta una multa y un problema de imagen que seguramente pudo haberse ahorrado. Lo normal es que quien contacta a una compañía porque ha encontrado un problema de seguridad se limite a eso, a informar del mismo. Es FUNDAMENTAL, en ese caso, prestarle atención y proporcionarle tanto una interlocución adecuada, como una inmediata resolución del problema. Es una crisis, que debe ser gestionada como tal. Si lo ignoramos, lo despreciamos o lo consideramos “un bicho raro”, la persona, tras dar un tiempo prudencial a la compañía para que reaccione, hará público el problema, o directamente lo pondrá en conocimiento de las autoridades. Para una compañía, contar con una actitud positiva de la comunidad hacker puede ser una baza muy interesante. Y viceversa: atacar a dicha comunidad de manera vana o injustificada puede poner a la compañía en el disparadero para que sufra más ataques.

En este caso, por tanto, errores en ambas partes. Y para quienes en algún momento puedan encontrarse en situaciones parecidas, un montón de lecciones que aprender.

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