31 agosto 2012

Convirtiendo el vídeo en contenido indexable

Cuenta Engadget que Google ha registrado una patente para reconocer y etiquetar objetos en vídeos comparándolos con una base de datos de atributos vectoriales como color, forma, textura y movimiento.

La idea, aparentemente, es ayudar al usuario a completar de manera automática el etiquetado de los vídeos en el momento de su subida al sitio. Pero unida a otros registros anteriores para acciones sobre vídeo, como el reconocimiento facial, el de melodías o la identificación de contenidos mediante ContentID, y combinadas con el material de trabajo que suponen las más de setenta y dos horas de vídeo que se suben cada minuto a YouTube, la tecnología puede convertirse en la mayor y más actualizada base de datos del mundo para alimentar los resultados de un motor de búsqueda. Si añadimos la transcripción automática de sonido a texto, que lleva tiempo funcionando con un nivel razonable en función de la calidad de la grabación y la dicción, estaríamos hablando de una gigantesca imagen del mundo en movimiento y en tiempo prácticamente real construida por usuarios de todo tipo, e indexada de manera automática para poder buscar cualquier cosa con los modificadores y filtros oportunos. Se me ocurren así como infinitas posibilidades para algo así, y algunas con importantes consecuencias.

Esto es mucho más de lo que algunos imaginaban cuando Google adquirió YouTube en octubre de 2006



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30 agosto 2012

El síndrome del mal innovador, artículo en La Rioja

El diario La Rioja cita y comenta en “El síndrome del mal innovador” (ver en pdf) un artículo que escribí hace unos días al hilo del veredicto del caso Apple vs. Samsung, y que titulé con la frase “El valor de la innovación no está en evitar que te copien, sino en conseguir que todos te quieran copiar“.

El artículo original tuvo un eco relativamente elevado en redes sociales: más de 850 retweets, 400 compartidos en Facebook, unas 200 en Google+, e infinidad de referencias y comentarios, lo que indica que la idea resuena de una manera bastante clara: la innovación no debe llevarse a cabo con el objetivo de patentarla para evitar el acceso de otros. Los innovadores obsesionados con obtener la patente para sus ideas son casi siempre malos innovadores, porque centrarse en blindar la idea y en vivir de ella el mayor tiempo posible es un pensamiento que distrae de la verdadera labor de innovación. Centrarte en obtener algo que todos quieran copiar es una actitud mucho más adecuada y propia del innovador.

Las patentes deben enfocarse como un mecanismo puramente defensivo: aún viviendo como vivimos bajo un sistema de patentes profundamente absurdo, inadaptado a su tiempo, objeto de innumerables abusos y que necesita a todas luces una reforma profunda, las ideas deben patentarse con una actitud fundamentalmente defensiva: no sería lógico que alguien, por inacción nuestra, patentase una idea nuestra y consiguiese impedir nuestro acceso a ella o cobrarnos royalties por algo que ideamos originalmente nosotros. En este sentido, el sistema de patentes ha conseguido convertirse en algo tan alambicado y absurdo que hace que sea necesario asesorarse bien con personas con elevado nivel de especialización, y que de hecho llega a convertirse en una barrera de entrada: para muchas empresas pequeñas o medianas, patentar una idea o un diseño a nivel mundial conlleva unos requisitos económicos prácticamente inabarcables, y en el mundo actual, todas las ideas están a un clic de distancia y pueden ser copiadas desde aquel país en donde no pudiste obtener la patente correspondiente.

Visto así, la idea no es “patentar férreamente y vivir de mi creación”, sino patentar defensivamente y seguir desarrollando, seguir innovando, entendiendo que el hecho de que otros manifiesten interés por tus ideas o diseños no es más que una consecuencia del hecho de que sean buenos e interesantes. No se trata de considerar un fin cumplido por el hecho de haber conseguido una patente, sino de verlo como una etapa en un proceso de innovación que va más allá y en el que el innovador, por el hecho de haber sido el primero, lleva una ventaja que debe enfocarse en sostener. Ventajas de escala en la investigación, de conocimiento acumulado, de reputación, de imagen, de percepción en el mercado, etc.

Las patentes, para los abogados especializados, que tendrán que determinar el grado necesario de protección que resulta óptimo obtener para una idea o diseño sin que ello se convierta en el foco de nuestra labor. No se trata de no patentar, porque el sistema es suficientemente perverso como para aprovecharse de aquel que no patenta, aunque sea completamente obvio e inequívoco que el origen de la idea le pertenece. Las patentes pueden determinar flujos de ingresos futuros durante un tiempo, y es razonable que así sea: forma parte del premio que obtiene quien innovó. Pero no convertirse, por ser excesivamente genéricas u obvias, en frenos a la innovación del resto de la industria. El innovador no debe convertirse en un estrangulador del progreso o en alguien que es visto como tal, porque eso va en contra de la propia personalidad innovadora. El sistema de patentes a día de hoy, lejos de incentivar la innovación, supone un freno a la misma: empresas poseedoras de carteras de patentes genéricas que pueden esgrimir de manera disuasoria contra cualquiera que tenga la osadía de invadir su terreno, o patent trolls cuyo único mérito es haber acudido antes que otros a la oficina de patentes para inscribir una idea genérica en la que no habían invertido absolutamente nada más que la preparación necesaria para saber como pervertir el sistema. Eso no es proteger ni incentivar la innovación, eso es otra cosa, con efectos sumamente negativos y opuestos a su propósito inicial. Un triste “impuesto a la innovación” y, sobre todo, un sistema perverso que debe ser desmontado y reformulado por el bien de todos.



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Rojadirecta gana, el gobierno de los Estados Unidos pierde

En febrero de 2011, el gobierno de los Estados Unidos incautó los dominios rojadirecta.org y rojadirecta.com, propiedad de la empresa española Puerto 80, que tras múltiples juicios en España había conseguido dejar claro que sus actividades eran perfectamente conformes con la legislación española. En su momento hablamos de esa operación como de un terrible precedente en la consagración de una especie de “justicia universal” a la medida de las compañías norteamericanas, compañías que utilizaban a su gobierno como una policía con jurisdicción sobre cualquier país del mundo: los dominios incautados correspondían a una compañía extranjera, y solo el hecho de que el sistema de asignación de nombres de dominio estuviese radicado en los Estados Unidos hacía posible una incautación que desafiaba toda la lógica de aplicación de las leyes en un contexto internacional.

Ayer, dieciocho meses después de la incautación y tras una larguísima batalla legal emprendida por la empresa española y en la que probó de manera clara y patente la injusticia cometida, el gobierno de los Estados Unidos ha decidido abandonar el caso, lo que lógicamente conllevará, en poco tiempo, la devolución de los dominios a su legítimo propietario.

Al final, la justicia paree prevalecer: vincular a contenidos no es un delito, embeberlos en una página web tampoco, y las empresas de contenidos no tienen derecho a abusar de la ley con el fin de proteger sus ventanas de explotación geográficas en un mundo en el que dichas ventanas son simplemente inviables. Sin embargo, una empresa situada más allá de las fronteras de los Estados Unidos ha visto como ese gobierno se incautaba de sus dominios de manera claramente ilegal, cómo los mantenía bajo su control durante dieciocho meses causándole un evidente prejuicio (Rojadirecta continuó sus actividades en el dominio Rojadirecta.me, pero vio su posición en buscadores notablemente erosionada y sufrió un sensible descenso de su tráfico), y cómo, tras una larga y sin duda carísima batalla legal, simplemente renuncia a seguir con el caso, sin hacer el menor ademán de reparar daño alguno (y con muy pocas posibilidades para la empresa de obtenerlo). El “policía universal” ha perdido, pero sigue pudiendo actuar aparentemente a su antojo en jurisdicciones que no le corresponden, secuestrar lo que le venga en gana de manera claramente abusiva, y terminar por irse de rositas.

A ver si algunos se hacen mirar sus creencias: el copyright no es una licencia para matar, ni para ir por el mundo ejerciendo de policía cuando no tienes derecho a ello. Y sobre todo, entendámoslo de una vez: es el copyright el que tiene que adaptarse al nuevo escenario, no al revés.



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29 agosto 2012

Cambiando los conceptos sobre el teléfono móvil

En el año 2013, la mitad de todos los teléfonos móviles del mundo serán smartphones, lo que supone un adelanto de alrededor de dos años sobre las previsiones inicialmente establecidas de difusión del smartphone como tecnología. En países como India, el uso de ancho de banda en movilidad excede notablemente el uso desde líneas fijas. ¿Nos hemos planteado, como usuarios finales, el efecto que esto va a tener sobre los conceptos que manejamos en torno a la telefonía móvil?

La elección de terminal ha estado tradicionalmente condicionada por factores que van desde los subsidios y ofertas ofrecidos por la empresa de telecomunicaciones, hasta cuestiones como la imagen o la moda. ¿Estamos preparados para enfrentarnos a un mundo en el que la elección de teléfono móvil conllevará compromisos de una importancia similar a la que anteriormente tenía la elección de un ordenador? La elección de un terminal libre frente a uno subvencionado, por ejemplo, ofrece posibilidades tales como el intercambio de tarjetas SIM en función de cuestiones como viajes al extranjero o uso coyuntural de tarifas más adecuadas en función de pautas de consumo, mientras que otras cuestiones como la disponibilidad o no de teclado físico determinan factores como la ergonomía del usuario, o la elección de un sistema operativo determinado puede condicionar la disponibilidad o no de determinadas aplicaciones que nos puedan parecer interesantes, que se adapten a nuestros intereses, o que nos permitan, por ejemplo, utilizar el móvil como instrumento de pago.

Hasta no hace demasiado tiempo, el smartphone no representaba una elección demasiado consciente ni importante: salvo usuarios avanzados, la gran mayoría de las personas elegían el que representaba una mejor oportunidad promocional, el que se vinculaba a un contrato que permitía reducir su precio, o el que más les recomendaban en una tienda. Sin embargo, todo indica que nos dirigimos hacia un mercado en el que la elección del terminal va a hacerse de una manera cada vez más consciente, y va a determinar en gran medida las opciones disponibles y el tipo de usuario que queremos o podemos ser. Para muchos usuarios, hace mucho tiempo que la función de “hablar por teléfono” quedó minimizada con respecto a otras que se realizan en el terminal, dando como resultado patrones en los que predomina el uso en la mano frente al uso pegado a la oreja. Ahora, ademas, nos aproximamos a un momento en el que tomar la opción de un terminal determinado estará cada vez más en función de factores más personales y sofisticados. De un mercado condicionado por factores exógenos, a uno mucho más consciente: un cambio de prioridades y conceptos que creo que va a tener muchas consecuencias.



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28 agosto 2012

Wireless Sensor Tags, conectando objetos a la red

Todavía son algo más grandes de lo que deberían, pero me parece interesante lo que ofrecen: las Wireless Sensor Tags son sensores de medio centímetro de lado por siete milímetros de grosor, unidos si quieres a una cinta velcro para que los pegues donde quieras y, a partir de ese momento y durante el tiempo que dure su batería (entre tres meses en la opción de aviso inmediato y tres años en la de aviso en minutos, según la frecuencia de muestreo), te informe en tu smartphone, en tu ordenador, por correo electrónico o a través de Twitter acerca de su desplazamiento, posición o temperatura.

Me parece el típico producto susceptible de generar todo un ecosistema de usos, ideas, aplicaciones y posibilidades. Por el momento, las ideas son relativamente obvias del tipo “pégalo a un objeto de esos que habitualmente pierdes, como el mando a distancia de la tele, y ponlo a emitir pitidos en cualquier momento para encontrarlo”; “avísame cuando una puerta se abra o cierre” (tiene un modo especial para puertas), “dime si se me descongela la nevera” y aplicaciones similares, pero seguro que irán apareciendo más posibilidades a medida que los usuarios empiecen a pensar sobre ello. Son esas primeras visiones de eso que se ha dado en llamar  la “internet de las cosas“, aplicadas a un entorno doméstico (dentro de un rango aproximado de sesenta metros alrededor de la base).

Cada sensor cuesta quince dólares, y la base inalámbrica a la que se conectan hasta 255 de ellos, la Ethernet Tag Manager, $69. El producto, tras haber sido analizado en un vídeo de Wired, está completamente agotado ahora mismo, y no comenzarán nuevos envíos hasta finales de septiembre. Además, aún no tienen la certificación necesaria para venderlos en Europa, por lo que se limitan a tomar pedidos.

Un breve vídeo demostrativo:

 

 



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27 agosto 2012

Aprendiendo sobre viralidad

Revisando noticias del verano (me es más fácil hacer repasos periódicos desde que son visuales en el tablón de Pinterest que dedico a mis lecturas tecnológicas), me ha parecido que había mucho que aprender en este artículo escrito por la compañía de diseño sueca Day4, How we screwed (almost) the whole Apple community, en el que detallan cómo pusieron en marcha el bulo en el que picaron, dándolo por confirmado, una gran cantidad de medios. No tanto por el bulo en sí, no especialmente original, como por la manera en que aprovechan determinados recursos para transmitir el mensaje y convertir algo que se han inventado en una “verdad absoluta” para muchos. La metáforas de la velocidad, la inmediatez, la intoxicación informativa, la falta de pensamiento crítico y el disparar desde la cintura, llevadas a su máxima expresión. Todo por un poco de tráfico.

Viralidad, tráfico y conversiones: sin duda términos cuya interpretación adecuada resulta fundamental aprender a manejar. Y si quieres el complemento adecuado e igualmente reciente para balancear ese artículo, lo es para mí este otro, Three things I learned when my site's traffic increased 25,000% in one day, en el que el dibujante Lars Martinson describe cómo una oleada de más de cincuenta mil visitas a su página generadas fundamentalmente desde Reddit redundó en un misérrimo balance de veintitrés libros vendidos en total. En ese sentido, es interesante ver la interpretación de Seth Godin, autor de Unleashing the ideavirus, el libro considerado por muchos como la auténtica biblia del marketing viral: no se trata de crear tráfico, sino de generar relaciones, personas que quieran volver a saber de ti. ¿Muerte del marketing? No, claro que no. Pero sí la caída de toda una generación de directivos que se perdieron en su interpretación.



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26 agosto 2012

El valor de la innovación no está en evitar que te copien, sino en conseguir que todos te quieran copiar

Innovar no consiste en blindar lo que haces mediante oscuridad, secretos y patentes para que a otros les sea mucho más difícil seguir por el camino que tú has abierto. No consiste en castigar y multar al que te copia. Porque el que te copia, por definición, va por detrás de ti.

Innovar consiste en crear cosas nuevas con la mentalidad de aprovechar la ventaja del pionero que obtendrás con ellos durante un tiempo corto y limitado, sabiendo que cuando los que te quieran copiar lo hayan conseguido, tú ya estarás en el siguiente paso de la innovación, y ellos solo serán eso: copias. Innovar es contribuir al progreso, no dificultarlo. Ser innovador no es tener una idea y buscar vivir de ella en el futuro, sino tener una actitud que te permita tener esas ideas constantemente. Innovar no es un momento, es un continuo. Es una mentalidad, un estado de ánimo, un reto constante, no un acomodarse porque “total, ya lo tenemos patentado“. Se innova en las compañías, no en los juzgados. Si tienes que pedir a los juzgados que protejan tu innovación, es que ya no eres realmente innovador. Decir que la victoria de de ayer es “una cuestión de valores” implica, desgraciadamente, que has perdido esos valores. Al final del camino, puede incluso que Samsung haya sido la ganadora de todo esto.

Si innovas y lo haces bien, todos te copiarán, y tú serás el que innova entre muchos que copian. El valor de la innovación no está en evitar que te copien, sino en conseguir que todos te quieran copiar.



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25 agosto 2012

Apple vs. Samsung: ¿bueno para quién?

Las nueve personas encargadas de formular un veredicto en el caso Apple vs. Samsung por infracción de patentes lo hicieron de manera sorprendentemente rápida, dada la complejidad del caso, y sobre todo, contundente, proporcionando a la empresa de la manzana una épica victoria, que coincide con el aniversario de la retirada de Jobs como CEO de la compañía, y que ha dado lugar a una apreciación de su ya de por sí elevadísimo valor en bolsa para alcanzar su valor más alto de todos los tiempos.

El veredicto da la razón a Apple en seis de sus siete argumentos, obliga a Samsung a pagar una compensación de más de mil millones de dólares – entre la mitad y un tercio de la que Apple originalmente solicitaba – y deniega a la compañía coreana todas sus pretensiones de pagos recíprocos. Para Samsung, decididamente un desastre. Aún así, el importe, aunque obviamente elevado, no supone un terrible problema para una compañía que obtuvo beneficios del cuádruple de esa cantidad tan solo en el segundo trimestre del presente año. La guerra, además, continuará con más batallas: las apelaciones de Samsung, por un lado, y las peticiones de retirada de productos y daños adicionales de Apple, por el otro. El próximo episodio, el día 20 de septiembre.

Una victoria que, sin duda y como se esperaba, tiene el potencial para cambiar toda una industria. Primero, porque consagra las posibilidades de una manera de competir, en base a la posesión de patentes, que puede resultar en una espiral armamentística peligrosísima, que restrinja gravemente las posibilidades de innovación futuras. Para una empresa que pretenda innovar en este segmento, las barreras de entrada acaban de elevarse hasta el infinito. Para quienes se han blindado en este sentido, como Google o Microsoft, las consecuencias podrán ser algo menores: básicamente, porque siguen la misma estrategia, la de dotarse de paquetes de patentes que puedan intercambiar y protegerse mediante los acuerdos oportunos. El panorama de la telefonía móvil es ya de por sí completamente absurdo, con compañías que ganan dinero por asustar a otras con sus patentes pero sin vender realmente nada, mientras otras venden pero solo ganan de manera indirecta, y un reparto de poder e influencia cada día más enrevesado. Desgraciadamente, el preludio de una competencia mucho menos sana, más compleja, y con menores beneficios para el consumidor.

¿Copió Samsung a Apple? Sin duda. Samsung y todos los demás. Resulta completamente evidente para cualquiera que tras el anuncio del iPhone el 9 de enero de 2007, todos los terminales iniciaron una loca carrera por parecerse a él. Realmente, no era eso lo que se juzgaba. Lo que se determinaba, en realidad, eran los términos de negociación que unos y otros podrán poner encima de la mesa en el futuro. En juego estaban los importes que unos tendrán que pagar a otros por utilizar un factor forma determinado, una metáfora, un procedimiento, un nombre… todo un complejo entramado que pretenderá regular la competencia en unos términos sin duda nocivos para quienes deberían darle sentido: los consumidores. La respuesta de Samsung tras escuchar el veredicto es básicamente la interpretación correcta: no debe interpretarse como una victoria de Apple, sino como una derrota de los consumidores y de la competencia.

Sí, Samsung copió a Apple, como lo hicieron todos. Pero del resultado de este juicio no va a salir ningún tipo de incentivo para la innovación en el futuro, y sí más bien todo lo contrario. No, el resultado del caso Apple vs. Samsung no va a obligar a las compañías en liza a ser más innovadoras y a dejar de parecerse tanto entre sí: los diseños rompedores no aparecen porque haya leyes en ese sentido, sino como fruto del trabajo y la inspiración. Lo único que podemos esperar del resultado de este juicio es una competencia más alambicada, más artificial, y en la que la relevancia de la verdadera innovación dejará paso a la importancia de los factores legales, del quién-tiene-patentado-qué, de los acuerdos de no agresión, de las alianzas y del compadreo. Competencia decidida en los despachos en lugar de en donde debe realmente decidirse, en el mercado. Mala cosa.



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24 agosto 2012

¿Realmente funcionan las interfaces de voz?

A estas alturas, contamos o deberíamos contar ya con una experiencia considerable en el uso de interfaces de voz. Sin embargo, ¿conoces a alguna persona que realmente las utilice de manera habitual o les extraiga un valor más allá de la mera anécdota, salvando usos especializados importantes como la accesibilidad (que obviamente ya de por sí podrían justificar el esfuerzo empleado en su desarrollo)? ¿O hablamos de accesorios que, en un uso cotidiano, acaban por resultar inútiles o incluso molestos para el usuario medio?

La voz parece, a priori, una posibilidad muy interesante para interactuar con un dispositivo en numerosas circunstancias. Sin embargo, más allá de la teoría, no parece que el desarrollo de este tipo de interfaces de voz esté consiguiendo acumular evidencias en el sentido de una adopción realmente útil o generalizada, más allá de las colecciones de anécdotas y chistes.

Siri, el asistente inteligente basado en voz de Apple, fue lanzado hace ya suficiente tiempo como para acumular ya una cierta experiencia. Y aunque no soy usuario de iPhone, no veo a ninguno de mis amigos que sí lo son utilizando Siri de una manera habitual. Sí me evoca, en cambio, el molesto “What can I help you with?” resultante de agarrar el iPhone de manera incorrecta oprimiendo el botón, del mismo modo que me había ocurrido antes en infinidad de ocasiones con el botón lateral que generaba aquel ”Diga un comando…” en las BlackBerry. En Android, he utilizado el asistente de voz en algunas ocasiones para buscar una dirección mientras conduzco, y seguramente no debería hacerlo, porque generalmente terminaba por distraerme casi tanto como intentar teclearlo. ¿Se han convertido los interfaces de voz, como especula este artículo de TechCrunch, en una función tan molesta como aqel insufrible Clippy del Office, que terminó por eliminarse en el año 2001? ¿Hablamos de un problema de falta de adopción condicionada por un desarrollo todavía muy incipiente, o simplemente no hay ventajas reales en el uso de la voz como método de interacción con dispositivos?

¿Opiniones? ¿Experiencias?



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23 agosto 2012

URLs personalizadas en Google+

Este es el mensaje con el que Google te notifica que tienes una URL reservada y preaprobada con tu nombre dentro de Google+. Aunque te da opción a cambiarla, en mi caso he optado por mantener la que me sugerían, con el nombre completo en lugar del nick, edans, que utilizo en algunos otros servicios. ¿La razón? Que me da la impresión de que esto puede acabar teniendo muchas consecuencias de cara a mi identidad digital, y en ese caso, prefiero que ésta se corresponda con mi nombre completo.

Como ya he comentado en bastantes ocasiones, a mí Google+ me funciona fantásticamente bien y no me da en absoluto la impresión de ser una red vacía o muerta, por mucho que digan sesudos estudios al respecto. Obviamente puede ser mi caso particular y el encaje entre el tipo de información que suelo publicar y el usuario medio de Google+, pero a estas alturas se trata de la red en la que decididamente tengo más seguidores (365.000 y subiendo alrededor de unos mil por día), en la que obtengo más retroalimentación en forma de comentarios, y la tercera que más contribuye en número de visitas en mis estadísticas tras Facebook y Twitter (algunos días ya he llegado a ver en el resumen a Google+ como primer referente de tráfico). Si unimos a esto la obvia propuesta de valor que Google+ está ofreciendo a sus usuarios, que proviene del efecto de la presencia en la red sobre los resultados de búsqueda, tengo perfectamente claro que por mucho que digan los estudios, pienso seguir invirtiendo en mi presencia en esta red.

Además, es preciso tener en cuenta lo que fue mi diagnóstico desde un primer momento: independientemente de lo complicado que Google lo pueda tener para competir con las redes existentes, hablamos de una apuesta de tal magnitud de cara al futuro de la compañía, que parece muy complejo pensar que Google la vaya a abandonar como hizo con otros proyectos. Y de hecho, el crecimiento en número de usuarios de Google+ sigue excediendo en mucho la de otras redes en sus inicios, incluso descontando el efecto generado por el hecho de crear perfiles automáticamente en la red para todos aquellos que solicitan cualquier servicio de Google como una cuenta de Gmail.

De cara a las empresas, la cosa puede acabar siendo todavía más crítica. Si tu empresa no tiene página en Google+ y, en breve, URL personalizada, es que alguien en el departamento correspondiente no está haciendo sus deberes. Si crees que Google+ acabará siendo una red relevante, por eso. Y si no… por si acaso.



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Mezclando la cámara y el móvil

Era simplemente cuestión de tiempo y de lógica que los conceptos de cámara y móvil se mezclasen, intentando aprovechar lo mejor de cada mundo. Nikon incluye por primera vez en su línea Coolpix un modelo, la S800c, con sistema operativo Android, y posibilidad por tanto de instalar en ella aplicaciones como Instagram o muchas otras.

La apuesta se espera que suponga un estímulo definitivo para la fusión de  ambos conceptos, y un aviso para competidores en este mercado: desde hace tiempo, las cámaras más populares en servicios de fotografía como Flickr son cámaras de teléfonos móviles, concretamente el iPhone 4S y el iPhone 4, a pesar de sus evidentes limitaciones de óptica y funciones frente a dispositivos pensados específicamente para hacer fotografías.

La razón, aparte de la evidente ubicuidad del teléfono móvil en nuestro bolsillo, está en las capacidades que el software del teléfono brinda al proceso fotográfico, plasmado en las aplicaciones con las que podemos tomar decisiones antes o después de tomar la fotografía, y en la capacidad de compartirla, que dota a la fotografía de una función social en la que ésta encaja de manera perfecta. ¿Qué me llama la atención  en la decisión de Nikon? Que en este sentido, las opciones para la compañía si quería tanto funciones de comunicación social como acceso a aplicaciones, eran nulas: o Android, o Android. El auge de las apps condenó al olvido cualquier tentación de seguir desarrollando plataformas propias.

En mi caso, he podido presenciar perfectamente la gradualidad del proceso: me gusta la fotografía, y desde hace muchos años, lo normal es que en todo momento lleve una cámara en el bolsillo, además de salir con la cámara grande cuando específicamente voy a hacer fotografías. He pasado por la Nikon S6 y por las Canon S90 y S100, adecuadas por sus dimensiones para llevarlas habitualmente encima. Pero dado que obviamente también llevo encima un móvil, en mi caso un Android, he podido ver cómo progresivamente incrementaba la cantidad de fotografías que tomaba con éste mediante aplicaciones como PicPlz o, en cuanto estuvo disponible para Android, Instagram. De hecho, empezaba a notar como algunos días dejaba la cámara en casa porque “total, ya llevo el móvil”, o cómo en algunas ocasiones, llevando la cámara encima, optaba por la cámara del móvil, a pesar de sus evidentes limitaciones, porque ello me permitía aplicarle algún filtro o compartir el resultado de manera inmediata. En algunos casos, he llegado al punto de hacer la foto con la cámara con una óptica en condiciones y pasar posteriormente la tarjeta microSD al teléfono, para poder usar éste para procesarla y compartirla (las aplicaciones como Instagram y similares tienen un efecto curioso: uno acaba “viendo” mentalmente fotografías e imaginándolas directamente con un filtro determinado). Pero estaba claro: la convergencia entre dispositivos era cuestión de tiempo, y de hecho ya se había apuntado en algunos conceptos.

Según lo que he podido ver del dispositivo, la limitación principal sigue siendo la carencia de una ranura para poner en ella una tarjeta SIM telefónica duplicada (aunque el hecho de que las operadoras pretendan cobrar una tarifa mensual por el simple hecho de disfrutar de un duplicado de tu tarjeta suponga obviamente un desincentivo), lo que obligaría a estar en un entorno con conectividad WiFi o a crear una WiFi con el teléfono si se quiere compartir la fotografía de manera inmediata. Pero el proceso de convergencia es evidente, y la apuesta de Nikon no viene más que a marcar el comienzo de una carrera en este sentido.



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22 agosto 2012

La muerte del marketing

Que sí, que estamos hartos de ver artículos que matan y entierran cosas. Que vale, que el titular es sensacionalista y maximalista y que en realidad debería especificar que se refiere al marketing tradicional, no a la totalidad del marketing. Que ya, que estamos hartos de ver cómo se entierran cosas mientras las empresas tradicionales siguen tercamente empecinadas en mantenerlas vivas. Lo que quieras.

Pero el artículo de Bill Lee, Marketing is dead, está publicado en Harvard Business Review, que no deja de tener una fuerte influencia en el pensamiento directivo, me parece una lectura corta y muy recomendable para cualquiera que tenga que ver con el área de marketing, y hace un trabajo muy digno a la hora de enumerar y documentar las tres razones por las que considera que el marketing tradicional ha muerto, razones que hemos explorado en muchos artículos aquí:

  1. Porque los consumidores ya no hacen ni caso, no prestan atención, no se ven influenciados por el marketing tradicional, y sus decisiones de compra se originan y consolidan a través de otros medios: amigos, conocidos, influenciadores, blogs, comentarios, redes sociales, Twitter, etc.
  2. Porque los CEOs han perdido la fe en los directores de marketing, consideran que no tienen credibilidad ni capacidad para generar crecimiento, están hartos de que les pidan dinero sin explicarles de qué manera va a incrementar la cifra de negocio, y están cansados de ver métricas de brand equity que no tienen ningún tipo de correlación con otras métricas de negocio cognoscibles.
  3. Porque no solo es que no funcione, es que además no tiene sentido: ¿que diablos hacemos poniendo a un montón de personas que no provienen del lado de los compradores y cuyos intereses no están alineados con los de éstos, a diseñar estrategias para convencer a los compradores de que nos entreguen su dinero?

¿Cómo se arregla este desastre? Según el artículo, con cuatro pilares fundamentales: volviendo al marketing de comunidad, entendiendo los mecanismos de la influencia, ayudando en la construcción de capital social, e implicando a los propios clientes en la comunicación. Cuatro mecanismos “de toda la vida” que han pasado a un estatus de mayor influencia gracias a la irrupción de internet, de las redes sociales y de los nuevos modelos comunicativos, pero que muchas empresas entienden como “hay que estar en las redes sociales”.

No, no hay que estar en la web social de cualquier manera, ni aplicando los mismos mecanismos que aplicabas antes de que existiese, ni dedicándote a engañar o a mantener la misma patética dialéctica que mantenías con los clientes en los medios tradicionales unidireccionales. Así solo tirarás el dinero y harás el ridículo. Lo de la web social es otra cosa. A ver si leyéndolo en Harvard Business Review vamos enterándonos.



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21 agosto 2012

Duck, el cazador de anuncios

A través de un tweet de Eduardo Cano me llega información sobre Duck. Duck es una aplicación gratuita creada por Lorem Solutions para Android e iOS que te avisa cuando la cadena que estás viendo sale de pausa publicitaria, para que puedas dedicar el tiempo que dura la pausa a otras cosas sin miedo a perderte el reinicio del programa. Tan sencillo como instalar en tu teléfono una aplicación gratuita: en cuando pita o vibra, vuelves a ponerte delante de la tele o a cambiar de canal. Según la página de la aplicación, en este momento puedes utilizar Duck con Antena 3, Cuatro, Tele5, La Sexta, La 7, Neox, Nova, La Sexta 3, Nitro, Factoría de Ficción (FDF), Divinity y Energy, pero se irán añadiendo nuevos canales paulatinamente.

El balance que la publicidad crea entre emisor y receptor es bien conocido: el emisor interrumpe los contenidos que está emitiendo con pausas publicitarias que, convenientemente cobradas a los anunciantes, le permiten financiar la emisión. El receptor está dispuesto a soportar una cantidad razonable de pausas a cambio de disfrutar del contenido de manera gratuita. Si se altera este balance, la ecuación cambia. Si las pausas publicitarias se convierten en interminables, si te gritan, si molestan, si se sincronizan entre canales para evitar el zapping o si recurren a otras tácticas destinadas a molestar al receptor más de lo debido, el receptor intenta defenderse. Y una vez creada la demanda para ello, la tecnología, como no, se pone a su servicio.

Si todo el esquema de la televisión comercial está basado en esos axiomas, todo indica que el sistema está en crisis, y que lo que le queda es espera a que dicha crisis termine de evidenciarse. El simpático pato que te ayuda a saltarte la publicidad es solo una prueba anecdótica más. Los esquemas que soportaban la eficiencia de la publicidad de interrupción están cayendo poco a poco: hoy existen mejores medios y maneras de comunicar con la demanda que dedicarte a interrumpir lo que quiere ver con mensajes que no quiere ver y que sencillamente soporta porque financian el contenido. Si quieres seguir basando tu comunicación en la interrupción, es cosa tuya. Pero yo iría investigando otras maneras mejores.



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