Era simplemente cuestión de tiempo y de lógica que los conceptos de cámara y móvil se mezclasen, intentando aprovechar lo mejor de cada mundo. Nikon incluye por primera vez en su línea Coolpix un modelo, la S800c, con sistema operativo Android, y posibilidad por tanto de instalar en ella aplicaciones como Instagram o muchas otras.
La apuesta se espera que suponga un estímulo definitivo para la fusión de ambos conceptos, y un aviso para competidores en este mercado: desde hace tiempo, las cámaras más populares en servicios de fotografía como Flickr son cámaras de teléfonos móviles, concretamente el iPhone 4S y el iPhone 4, a pesar de sus evidentes limitaciones de óptica y funciones frente a dispositivos pensados específicamente para hacer fotografías.
La razón, aparte de la evidente ubicuidad del teléfono móvil en nuestro bolsillo, está en las capacidades que el software del teléfono brinda al proceso fotográfico, plasmado en las aplicaciones con las que podemos tomar decisiones antes o después de tomar la fotografía, y en la capacidad de compartirla, que dota a la fotografía de una función social en la que ésta encaja de manera perfecta. ¿Qué me llama la atención en la decisión de Nikon? Que en este sentido, las opciones para la compañía si quería tanto funciones de comunicación social como acceso a aplicaciones, eran nulas: o Android, o Android. El auge de las apps condenó al olvido cualquier tentación de seguir desarrollando plataformas propias.
En mi caso, he podido presenciar perfectamente la gradualidad del proceso: me gusta la fotografía, y desde hace muchos años, lo normal es que en todo momento lleve una cámara en el bolsillo, además de salir con la cámara grande cuando específicamente voy a hacer fotografías. He pasado por la Nikon S6 y por las Canon S90 y S100, adecuadas por sus dimensiones para llevarlas habitualmente encima. Pero dado que obviamente también llevo encima un móvil, en mi caso un Android, he podido ver cómo progresivamente incrementaba la cantidad de fotografías que tomaba con éste mediante aplicaciones como PicPlz o, en cuanto estuvo disponible para Android, Instagram. De hecho, empezaba a notar como algunos días dejaba la cámara en casa porque “total, ya llevo el móvil”, o cómo en algunas ocasiones, llevando la cámara encima, optaba por la cámara del móvil, a pesar de sus evidentes limitaciones, porque ello me permitía aplicarle algún filtro o compartir el resultado de manera inmediata. En algunos casos, he llegado al punto de hacer la foto con la cámara con una óptica en condiciones y pasar posteriormente la tarjeta microSD al teléfono, para poder usar éste para procesarla y compartirla (las aplicaciones como Instagram y similares tienen un efecto curioso: uno acaba “viendo” mentalmente fotografías e imaginándolas directamente con un filtro determinado). Pero estaba claro: la convergencia entre dispositivos era cuestión de tiempo, y de hecho ya se había apuntado en algunos conceptos.
Según lo que he podido ver del dispositivo, la limitación principal sigue siendo la carencia de una ranura para poner en ella una tarjeta SIM telefónica duplicada (aunque el hecho de que las operadoras pretendan cobrar una tarifa mensual por el simple hecho de disfrutar de un duplicado de tu tarjeta suponga obviamente un desincentivo), lo que obligaría a estar en un entorno con conectividad WiFi o a crear una WiFi con el teléfono si se quiere compartir la fotografía de manera inmediata. Pero el proceso de convergencia es evidente, y la apuesta de Nikon no viene más que a marcar el comienzo de una carrera en este sentido.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.