30 agosto 2010

¿Quiebra del sistema? Nada más lejos de la realidad?

Las declaraciones del Consejero Delegado de Telefonica, Julio Linares, en la primera sesión del XXIV Encuentro de las Telecomunicaciones celebrado hoy hablan de un futuro muy negro para el negocio de las operadoras, hasta el punto de amenazar con una “quiebra del sistema”. Según el directivo de la compañía, resulta imposible encontrar la rentabilidad en un momento en que las necesidades de conectividad de los usuarios se multiplican a gran velocidad merced al crecimiento registrado por redes sociales, blogs y aplicaciones de todo tipo.

Respeto enormemente a Julio Linares, al que considero uno de los directivos de la compañía con más visión estratégica y conocimiento del entorno. Sin embargo, estas declaraciones están completamente fuera de lugar. En una empresa, que las necesidades de los clientes de utilizar tus servicios crezcan de manera desmesurada nunca es una mala noticia, más bien todo lo contrario. Las empresas de telecomunicaciones venden un servicio, y en los tiempos que vivimos, la demanda de ese servicio crece a gran velocidad: que lo haga es, además, una fantástica noticia para todos, porque demuestra que estamos evolucionando hacia una sociedad más moderna, más democrática, más abierta y más interconectada. La evolución de la tecnología, además, favorece el incremento constante de capacidad de las infraestructuras, en una progresión imparable. En estas condiciones, si ante un crecimiento previsto de la demanda elevado, las empresas que proporcionan ese servicio se ponen la venda y gritan socorro, es que algo va mal, muy mal en la forma en la que estas compañías están siendo gestionadas.

Las empresas de telecomunicaciones están muy, muy lejos de llegar a una quiebra del sistema. Todo lo contrario: la rentabilidad de sus operaciones es excepcionalmente elevada, como demuestran sus resultados año tras año y las opiniones de los analistas. Nada, absolutamente nada presagia una “quiebra del sistema”, más bien todo lo contrario. Financieramente, a las empresas de telecomunicaciones en general y a Telefonica en particular les va de maravilla. Pretender, a estas alturas, amenazar con la “quiebra del sistema” es una irresponsabilidad y una falacia, con propósito intimidatorio y casi diría de chantaje: “dejadme hacer lo que quiero y elevar todavía más mi rentabilidad, o si no, os vais a enterar…”

No, las cosas no son así. Para gestionar su negocio, las empresas de telecomunicaciones pueden hacer muchas cosas, salvo amenazar las características que definen a esa sociedad cada vez más moderna, más democrática, más abierta y más interconectada. Las empresas de telecomunicaciones son eso, empresas de telecomunicaciones. Transmiten cosas de un lugar a otro a través de una infraestructura, que además conviene recordar que en muchos casos, como es el de nuestro país, proviene originalmente de un monopolio y fue sufragada con los impuestos de todos los españoles. Las empresas de telecomunicaciones tienen una gran cantidad de opciones para su gestión dentro de lo que el mercado y el regulador les permite: el optar por ofrecer tarifas planas a sus clientes, por ejemplo, fue algo que decidieron libremente, con el fin de provocar precisamente ese desarrollo del mercado del que ahora aparentemente se quejan. Las tarifas planas provocaron un patente incremento en la popularización de muchos servicios y son obviamente la preferencia de los clientes, pero nada impide a las empresas de telecomunicaciones dejar de ofrecerlas, o recortar sus condiciones, siempre que el mercado y el regulador lo permitan. Las tarifas planas no tienen nada, repito, NADA que ver con la neutralidad de la red. Siempre que la red no haga distinciones en función de la procedencia, tipo, protocolo o contenido de los bits que transporta, el hacer que un cliente tenga todo incluido en su tarifa o solo hasta unos límites determinados es una decisión meramente comercial, que en nada afecta a la neutralidad de la red. Si un operador quiere cambiar las condiciones en las que ofrece sus servicios y, por ejemplo, cobrar más a quien más consume, puede hacerlo perfectamente: tendrá que lidiar con las consecuencias que ello conlleve dentro de un mercado competitivo, deberá evitar la colusión de precios y ofertas con otros competidores so pena de sanciones y, eso sí, no podrá meter sus narices en lo que se transmite por sus cables. Eso es todo.

A día de hoy, hablar de “quiebra del sistema” no es más que una manera de presionar a los poderes públicos para presuntamente obtener una legislación más propicia a la ruptura de la norma fundamental de Internet, la neutralidad de la red. Y eso es un gran, enorme y rotundo NO: lo es ya en Chile, lo será si todo funciona como debe funcionar en la Unión Europea, y lo es – y previsiblemente lo seguirá siendo – en los Estados Unidos, pese a quien pese. La red ha sido neutral desde su creación y definición, y la única diferencia ahora es que, precisamente para protegerla de la voracidad de las operadoras, debemos regular el que lo siga siendo. Más allá de eso, se puede perfectamente gestionar una red neutral siendo rentable y sin llevar al sistema a la quiebra, salvo que, simplemente, se sea brutalmente ineficiente gestionando. En cuyo caso, deberían quebrar por incompetentes y dejar sitio libre para que llegue el siguiente competidor.

Estamos muy lejos de una supuesta “quiebra” del sistema, una supuesta “quiebra” que está siendo utilizada como “el coco”, como ese “hombre del saco” que un día va a venir y se nos va a llevar a todos. Mientras las empresas de telecomunicaciones hablan de “quiebra del sistema” a los políticos, su rentabilidad lleva años yendo al alza, y no tiene visos creíbles para, en un entorno de incremento de la demanda, cambiar su tendencia. Menos cuentos de viejas, menos intentar arrimar el ascua a su sardina, y más gestión eficiente y competitividad, por favor.

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29 agosto 2010

Conducción y tecnología

Seguramente no llegará a ser una aplicación popular – la necesidad de calibrarlo cuidadosamente cada vez que se monta en el vehículo restringe su uso a quienes tienen un iPhone 3GS ocioso que utilizar de manera dedicada – pero es muy posible que estemos viendo el futuro cercano de los dispositivos electrónicos aplicados a la conducción de vehículos: una aplicación de realidad aumentada para iPhone, ImaGinyze Augmented Driving, que por $2.99 permite montar el iPhone en el parabrisas e interpreta los objetos que tiene ante sí, señalando los carriles, los obstáculos, los automóviles que tenemos delante, las distancias de seguridad en función de la velocidad a la que circulamos, etc.

No la he probado, y desconozco detalles tan importantes como la fiabilidad de la interpretación o el balance entre aporte de información y posibilidad de distracción del conductor, pero estoy seguro de que estamos viendo tecnologías que se irán incorporando progresivamente a la conducción. Los head-up displays (HUD) que permiten recibir información sin necesidad de apartar la mirada, nacieron en la aviación militar, pero están siendo progresivamente adaptados para su uso en todo tipo de vehículos. Y la instrumentación necesaria para obtener dicha información, así como su conexión con la mecánica del vehículo, se ofrece ya montada en automóviles de alta gama, como el año pasado comentaba Martín Varsavsky en su experiencia con un Mercedes S 5L 450HP 4WD de los dedicados al transporte de asistentes al DLD en Munich (Mercedes es patrocinador oficial del DLD).

Por el momento, la aplicación parece ir poco más allá de proporcionar una visión que corrobora la apreciación del conductor y ajusta sus percepciones – estimar la distancia de seguridad es obviamente una cuestión de práctica, y nuestra estimación puede no ser ajustada según las circunstancias – pero tengo mis dudas acerca de, por ejemplo, su utilidad cuando realmente sería interesante, como en situaciones de visibilidad reducida (condiciones meteorológicas adversas, iluminación escasa, etc.) dado que el dispositivo utilizado para captar la imagen es simplemente la cámara del iPhone (combinada, lógicamente, con tecnologías como el GPS o el acelerómetro). Pero tengo claro que la tendencia es hacia dotar a los automóviles de “sentidos” que exceden las capacidades de la percepción humana (radar, cámaras de diversos rangos, etc.) y que, debido a sus implicaciones de cara a la seguridad, podremos ver este tipo de tecnologías en nuestros vehículos más pronto que tarde.

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28 agosto 2010

Jailbreaking: una batalla que no conviene luchar

Buen artículo en GigaOM, Why Apple should end its fight against iPhone jailbreaking, en torno al tema de la aparente paranoia de Apple contra los usos no autorizados de sus terminales. Sin duda, Apple es una empresa con vocación prácticamente dictatorial y dirigida por un completo control freak, y en el tema del jailbreaking podría estar llevando – o al menos, transmitiendo – una estrategia claramente equivocada.

Es importante tener en cuenta que el jailbreaking, en primer lugar, no es más que una reacción del mercado ante el excesivo control ejercido por Apple. Entre la libertad total para que el usuario instale lo que quiera, que plantea obviamente problemas de seguridad y de otros tipos, y el control rígido y absoluto rayano en la paranoia que deja a los usuarios con ganas de probar muchas cosas que no pueden tener disponibles en su plataforma, existen diversas gamas de grises. Y Apple, en este sentido, lleva en el pecado incluida su penitencia.

Por otro lado, es evidente que, como en muchos otros casos similares, hablamos de una batalla imposible de ganar: ante la inteligencia distribuida de muchos programadores y la visibilidad que ofrece ser quien consigue un procedimiento que libere el terminal o reviente la enésima versión de la protección, toda barrera tiene una duración muy limitada. Pero además, en este caso, como en tantos otros, el jailbreaking tiene efectos positivos, pues permite una flexibilización en el uso del dispositivo que puede hacerlo atractivo a un segmento de clientes que de otra manera no optarían por el mismo.

Un cierto nivel de lucha contra el jailbreaking resulta a todas luces necesario: en primer lugar, porque los procedimientos empleados, que suelen comunicarse profusamente, señalan vulnerabilidades que pueden ser explotadas para otros usos potencialmente peligrosos; y en segundo, porque es fundamental para la compañía proporcionar un adecuado nivel de protección a su ecosistema de desarrolladores de aplicaciones. Para éstos, el entorno ideal es uno con un adecuado nivel de control, que impida usos irregulares. Pero de ahí a perseguir a los usuarios y desactivar sus terminales, como se ha pretendido implicar que la empresa pretende, va un mundo.

De hecho, es bastante posible que la patente solicitada por la compañía para dotarse de un kill switch capaz de desactivar un terminal remotamente cuando es usado de forma irregular haya sido ampliamente malinterpretada, y que la compañía no pretenda en ningún caso hacer tal cosa – tras la sentencia que declara legal el jailbreaking, desactivar el dispositivo de un usuario “rebelde” podría traer consecuencias graves para la compañía – sino simplemente complementar procedimientos defensivos para el usuario en caso de robo del dispositivo, como existen desde el principio de los tiempos en plataformas como BlackBerry.

Sin duda, es un equilibrio complejo, tanto en su desarrollo, como en su comunicación. Pero ante una compañía que no comunica nada por vías regulares y con la que es preciso aplicar prácticamente artes adivinatorias, todo se reduce a la interpretación y a la especulación.

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27 agosto 2010

¿Es posible el diálogo político en la red?

Ayer estuve investigando, a raíz de un comentario de un lector coruñés (gracias, Roberto), sobre las venturas y desventuras del alcalde de la ciudad, Javier Losada, dentro de la web social. Vaya por delante que no pretendo en ningún caso en esta entrada significarme a favor o en contra de un alcalde cuya gestión desconozco en detalle, sino hablar de una cuestión más de fondo de la que este caso es solo un botón de muestra: ¿es posible el diálogo político en la red?

Las circunstancias específicas del caso pueden leerse en medios como La Opinión Coruña, Xornal de Galicia o El País: el alcalde se ha convertido en blanco de la ira de las asociaciones antitaurinas por su aparente defensa de una fiesta a la que habitualmente acude, y por un criterio de reducción de gastos que le llevaban a, por ejemplo, suspender un festival de rock mientras mantenía el cartel de la feria taurina (tampoco tengo ningún interés en entrar en la discusión sobre si toros sí o toros no en esta entrada). El alcalde es, además, un ferviente usuario de la web social: tiene blog, página en Facebook, canal en YouTube, galería en Picasa y Twitter, y aunque desconozco si los actualiza personalmente, al menos mantiene en ellos un tono muy directo y personal. Ante tal circunstancia, los defensores del abolicionismo taurino han tomado literalmente por asalto las páginas que el alcalde utiliza para comunicarse con la ciudadanía, y responden de manera cansina y persistente a toda actividad en las mismas con constantes mensajes de reproche, impidiendo todo viso de comunicación o diálogo.

La primera premisa es clara: en realidad, no estamos preguntándonos si es posible el diálogo político en la red, sino haciéndonos una pregunta más de fondo que alude a la falta de madurez de la democracia: si realmente es posible el diálogo político (y basta con escuchar las noticias, asomarse a la prensa o leer crónicas parlamentarias para comprobar que, tristemente, la respuesta es no). Pero más allá de este tema, ¿dónde surge el problema específico de la red? El diálogo en la red es posible, como podemos comprobar en muchas páginas bien administradas – ésta, modestamente, entre ellas – pero exige precisamente eso, una cuidadosa gestión de la participación. En una página, a partir de determinado nivel de visibilidad, es imprescindible eliminar trolls babeantes, obsesos que llevan la contraria a todo lo que se expone, argumentos ad hominem, insultos, amenazas, off topics que aprovechan la mínima para llevar el tema a su tejado, spam variado o astroturfing que pretende simular reacciones masivas ocultándose tras varias identidades de manera más o menos sofisticada. Descuidar la gestión de estos temas en función de una presunta libertad mal entendida implica dificultar la comunicación, enrarecer el ambiente, desincentivar la participación más valiosa y terminar favoreciendo la llamada “teoría de las ventanas rotas“, del que hemos hablado ya en otras ocasiones.

Visto así, el problema se reduciría a una buena gestión de la participación en estos foros, a un buen community management. Sin embargo, ¿donde surge el problema? Pues que si ya resulta polémica la gestión de comunidades en una página de temática ordinaria, cuando tocamos la política, la cosa se complica mucho más aún. En política, todos los temas anteriormente citados se elevan a la máxima potencia: los trolls no solo son habituales, sino prácticamente constantes. Es bien sabido que el astroturfing (incluso coordinado desde alternativas políticas contrarias), los insultos, los argumentos ad hominem o los off topics se vuelven moneda habitual. Pero sobre todo, surge una prevención adicional: ¿puede un político aplicar las acciones normales de gestión de comunidad que aplicaría en una página dedicada a otra temática? Cualquiera puede borrar un comentario de un troll, un insulto, un off topic o un ataque de astroturfing: eliminarlo, o incluso, si persiste en su actitud, bloquear al infractor de la política de participación.

Pero ¿qué implica llevar a cabo esas acciones en el ejercicio de la función pública? ¿Puede un político borrar el comentario de un posible elector, o bloquear completamente su participación en un foro determinado? La respuesta, sin duda, es compleja. Bloquear a un ciudadano es algo que, dentro de las reglas del juego democrático, decididamente “no suena bien”. Suena a “ostracismo digital”, a exclusión, a no respuesta a demandas que se asumen genuinas independientemente de la actitud mostrada. El político que aplique gestión de comunidad, será sin duda objeto de duras críticas y podrá llegar a sufrir un importante desgaste. Sin embargo, no hacerlo implica renunciar al diálogo y a la comunicación política en la red. En otros países, en democracias que yo me aventuraría a considerar más maduras que la nuestra, la respuesta también dista mucho de estar consolidada, aunque sí se han dado pasos claros como la eliminación del llamado hate speech, todo aquello que conlleve insultos graves, amenazas, racismo, discriminación, machismo o, en general, todo aquello que implica abiertamente una actitud contraria a la ley y a la convivencia.

¿Mi opinión, por supuesto completamente discutible? La red alberga a un buen número de personas incapaces de mantener en ella una actitud digna y que permita la participación madura. El comentarista bloqueado no iba a ser en ningún caso un votante, y merece claramente el ostracismo digital como consecuencia de su actitud. El que atenta contra la democracia no es el que aplica gestión de la comunidad, siempre que no convierta dicha gestión en el ejercicio de la censura, sino el que impide la comunicación llenando el foro de insultos, off topics o basura en general. En el juego democrático está el derecho de manifestación, pero no el de manifestarse violentamente o el de impedir la convivencia. En muchos sentidos, hablamos de hacer lo mismo en Internet. Y el desarrollo de una actitud clara en ese sentido es indispensable para el desarrollo de actitudes maduras y responsables que faciliten la entrada del juego democrático en lo que será su soporte más importante en el futuro: la red.

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26 agosto 2010

Lo que hay que hacer para evitar la estupidez

La industria discográfica y el obsoleto sistema de derechos de autor no para de demostrar su incapacidad para adaptarse a los tiempos que vivimos, y la más que evidente necesidad de una reforma radical.

Hace poco, los amantes del jazz nos encontrábamos con una de esas noticias deprimentes y absurdas que dejan patente la estupidez humana: una enorme colección de grabaciones de jazz de los años ‘30 en posesión del National Jazz Museum, la Savory Collection, queda enterrada en medio de un proceso legal que impide ponerlas a disposición del público, ante la imposibilidad de localizar a los herederos de los derechos de autor y de identificar los contratos que, en aquella época, no recogían la posibilidad de la grabación y distribución de copias.

Otro ejemplo: la Electronic Frontier Foundation (EFF) da cuenta de una deliciosa iniciativa de Musopen para recaudar en torno a once mil dólares necesarios para contratar a una buena orquesta y producir grabaciones libres de derechos de obras de Beethoven, Brahms, Sibelius y Tchaikovsky, cuyos derechos de autor expiraron obviamente hace tiempo, pero no así los de las grabaciones que circulan actualmente. Que existan innumerables grabaciones disponibles de elevada calidad pero sea preciso volver a grabarlas para que una música compuesta hace tantos años sea finalmente libre es una prueba más de hasta qué punto el sistema de derechos de autor actúa como un permanente grillete sobre la creación cultural.

Pero claro, qué se puede esperar de una industria que no duda en afirmar, siguiendo sus cifras, que un sitio como The Pirate Bay ha generado daños económicos por valor de cuarenta y seis veces el dinero que existe sobre la faz de la tierra… cuando oigas cifras provenientes de la industria, ya sabes lo que tienes que pensar.

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25 agosto 2010

Wikileaks no es bueno ni malo? simplemente es

Acabo de terminar una entrevista telefónica con una radio española para hablar de Wikileaks, al hilo de la anunciada publicación de la segunda entrega de los documentos sobre la guerra sucia en Afghanistán, y el discurrir del tema sigue, como comentábamos en una entrada anterior, evocando poderosamente lecciones que ya aprendimos en su momento – todos no, solo algunos – en situaciones similares en Internet: ¿se puede “luchar” contra Wikileaks? No, en la medida en que esa lucha no es contra un individuo ni contra una empresa, sino contra la naturleza misma de Internet. ¿Es Wikileaks bueno o malo? Ninguna de las dos cosas, simplemente es.

Los recientes acontecimientos apuntan a una lucha larga contra Wikileaks y su fundador, Julian Assange, sin reparar en que, en realidad, no se lucha contra ellos específicamente, sino contra la capacidad de Internet de reconstruirlos. Insistiendo tozudamente en cuestiones como el “dar ejemplo”, el “castigar para disuadir intentos similares” o el “se lo pensarán antes de hacer otra cosa parecida”, que han demostrado que nunca funcionan debido a las características de la red y de la misma naturaleza humana. Mientras Internet sea Internet – y no olvidemos que existe una corriente de opinión, mucho más peligrosa, que opina que para evitar este tipo de cosas lo que debemos hacer es eliminar Internet y despojarlo de su característica como red neutral – siempre habrá personas con iniciativas similares, puertos seguros en los que cobijarlas, protocolos con los que esconderlas o distribuirlas, y usuarios dispuestos a apoyarlas económicamente.

El problema estriba en querer “perseguir” a Wikileaks con los mecanismos que antes de Internet permitían perseguir iniciativas similares. Antes de Internet, si un medio publicaba algo que no convenía, se podía secuestrar la publicación y se le podía, incluso, retirar la licencia, cerrar administrativamente o encarcelar a sus responsables. Antes de Internet, si alguien accedía a una información y pensaba que esa información, por alguna razón, debía ser sometida al escrutinio público, su capacidad de hacerlo era limitada: las personas no contaban con los medios necesarios para publicar nada, ni mucho menos con la infraestructura adecuada para filtrar información con ciertas garantías de seguridad personal, de comprobación de hechos o de protección de sus fuentes.

La información era esencialmente asimétrica, y el hecho de haber vivido durante siglos en esas condiciones ha alimentado toda una casta de dirigentes que opinan que “hay información que nunca debe ser revelada”, que “el fin justifica los medios” o que “todo vale para según qué”. Afortunadamente, el mismo poder va, lenta y torpemente, poniendo barreras a ese tipo de cuestiones: leyes como como la Freedom of Information Act o la Mandatory Declassification Review, obtenidas tras años de lucha democrática, intentan garantizar que, con las debidas precauciones la información acabará estando disponible para su público escrutinio. Sin embargo, se trata de controles claramente insuficientes y que ni siquiera existen en todos los países: en regímenes corruptos, ni siquiera esa mínima transparencia resulta viable.

¿Es bueno o malo Wikileaks? Juicios de valor hay tantos como personas y como culos: todos tenemos uno. Dependiendo de en qué lado estés y cómo te afecte lo revelado, podrás ver Wikileaks como la mayor de las amenazas o como una necesaria garantía de transparencia. Pretender juzgarlo es, simplemente, una pérdida de tiempo: si Wikileaks cae, si Julian Assange es detenido, o si Bradley Manning recibe una sentencia “ejemplarizante” por haber filtrado unos documentos determinados, poco importa y poco va  afectar a la futura evolución de los acontecimientos. Si no es Wikileaks, se llamará de otra manera, y si no son Julian Assange o Bradley Manning, serán otras personas. Lo importante es que en la era de Internet, mientras la existencia de la neutralidad de la red permita que Internet siga siendo Internet (Wikileaks sería inviable en un mundo sin neutralidad de la red), quienes gobiernan y quienes manejan información tendrán que hacerlo a sabiendas de que ésta siempre tendrá alguna posibilidad de alcanzar la luz pública, y ellos la eventualidad de tener que responder de sus actos ante la justicia. Puedes llamarlo como quieras. Pero yo, decididamente, prefiero un mundo con Wikileaks a uno sin él, y mientras Internet siga siendo Internet, seguiremos teniendo Wikileaks.

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24 agosto 2010

The internet of things, un vídeo de IBM

Este vídeo de IBM fue publicado el pasado marzo, y resume algunas de las bases introductorias de eso que se ha dado en llamar “internet de las cosas“, una red en la que el número de dispositivos conectados crece considerablemente y abarca objetos de toda naturaleza, desde la pura domótica a las utilidades, los servicios públicos, y sensores de todo tipo.

Lo he encontrado en esta interesante entrada de ReadWriteWeb dedicada al tema, Three sensor data platforms to watch, en el que hay información también sobre iniciativas en el mismo sentido de HP Labs (producción masiva de sensores capaces de recoger y transmitir datos de vibración, inclinación, rotación, navegación, sonido, flujos de aire, luz, temperatura, parámetros biológicos o químicos, humedad, presión o localización) y de Pachube, una plataforma abierta para el etiquetado y la integración de datos en la que cualquiera puede registrar y usar feeds de cualquier tipo de sensor, y que tiene una web que merece sin duda un vistazo más detallado.

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23 agosto 2010

Miso: comparte lo que ves en cine y televisión

Creada por Bazaar Labs, una startup radicada en el Pier 38 de San Francisco, llega Miso (http://gomiso.com), una aplicación que evoca enormemente el uso de Foursquare, pero destinada en este caso a compartir las series de televisión, películas o el contenido audiovisual en general que estamos viendo.

El esquema es enormemente sencillo, como cabía esperar: un proceso de alta simple con comprobación de correo electrónico, tecleas el contenido que estás viendo en una caja de búsqueda, y la aplicación te ofrece opciones. Si lo que estás viendo no está en la base de datos, puedes darlo de alta tú mismo. Una vez seleccionado el contenido, puedes añadir un mensaje breve y compartirlo, bien únicamente con quienes te sigan en Miso, o bien enviarlo a Facebook o a Twitter si previamente has vinculado esas aplicaciones con Miso mediante OAuth. A medida que vas incrementando tu actividad en Miso, o en conjunción con determinadas series o eventos, vas obteniendo badges. Añade clientes móviles para iPhone y Android por eso de que muchas veces cuando ves cosas no tienes delante un ordenador, y todo listo.

Nada nuevo bajo el sol, simplemente una aplicación similar a lo que ya conocemos, pero verticalizada hacia otro tipo de actividad con un indudable componente social. Cuando vemos una serie, una película o un evento, la inclinación a comentarla con nuestros amigos resulta algo completamente natural, y Miso aspira a acomodar ese hábito. Sin embargo, al tiempo que se convierte en vehículo para los comentarios y la actividad de los usuarios, sirve de manera obvia otro tipo de propósitos enfocándola hacia la visión agregada de dicha actividad: puedo, lógicamente, irme a Miso para ver qué series están viendo mis amigos o aquellas personas de cuyo gusto me fío, o ver detalles acerca de la popularidad de un contenido determinado, bien desde la perspectiva de usuario o bien desde la del profesional de la televisión o de otros ámbitos relacionados. En cierto sentido, Miso refleja la idea de la televisión 2.0: poco importa cómo he obtenido el contenido que estoy viendo, lo importante es que lo estoy viendo y, po tanto, lo puedo comentar con mis amigos. Una fuente de datos interesante de cara a medir esos hábitos que los audímetros hace mucho tiempo que dejaron de ser capaces de medir.

¿Futuro? Imposible saberlo. Parece complicado que Miso alcance una difusión mayoritaria más allá de los usuarios habituales de redes sociales y aquellos que gustamos de ir probando todo lo que sale – ámbito en el que acaba de aparecer con bastante empuje inicial – pero en caso de popularizarse, podría jugar un papel importante como referente en ese escenario definido por los contenidos disponibles a golpe de clic. Por otro lado, nada impide a redes sociales generalistas como Facebook operar de la misma manera que lo han hecho en el caso de la geolocalización: pulsar la demanda observando la popularización de otras aplicaciones, y lanzar posteriormente su propio desarrollo en ese sentido teniendo a favor las externalidades de red. Por el momento, iremos probando la experiencia (si quieres seguir la página de alguien con mucho más criterio que yo en esos temas, puedes suscribirte a la de chicadelatele, obviamente quien me enseñó la aplicación :-)

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22 agosto 2010

En La Voz de Galicia, hablando de neutralidad de la red

Olalla Sánchez, de La Voz de Galicia, me llamó por teléfono para hablar de la importancia de la neutralidad de la red y de algunos de los tópicos habitualmente relacionados con la misma, como esas confusiones maliciosamente esparcidas de que la neutralidad consiste en que “todos vayamos a la misma velocidad” o que todo tenga que ser “gratis total”. Hoy publica este artículo, titulado “La neutralidad de la red, a debate“, en portada del suplemento Innova.

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21 agosto 2010

Intel, McAfee y la internet de las cosas

La reciente adquisición de McAfee por parte de Intel tiene una lectura muy interesante cuando vemos las notas de prensa que se han publicado sobre ella, y es la derivación del tema hacia la inminente popularización de ese concepto del que llevamos tanto tiempo oyendo hablar: la llamada “internet de las cosas“.

McAfee es una empresa que me evoca recuerdos de los orígenes de la red, muy anteriores a la popularización de Internet: el fichero que más habitualmente nos bajábamos de las BBS a principios de los ‘90 eran las primeras versiones de su antivirus, al principio Viruscan, después la combinación Scan y Clean… eran programas fundamentales en una escuela de negocios con laboratorios dados a la circulación promiscua de ficheros entre cientos de alumnos. Y John McAfee ya estaba allí. Cierto es que los virus no eran entonces lo que son ahora, han pasado de meras travesuras de programador aburrido a ser toda una industria dedicada a la delincuencia organizada, que el escenario de la seguridad ha cambiado enormemente, y que han aparecido otras compañías con propuestas muy vanguardistas e interesantes. Pero McAfee estaba allí entonces, y seguía estando ahora.

De Intel, poco se puede contar. Una empresa que ha crecido a un ritmo de doble dígito y con una incesante actividad de adquisiciones. Mantener esos márgenes de crecimiento está llevando a muchas empresas tradicionalmente de hardware a adquirir compañías de software, como es el caso. Pero las perspectivas de Intel son las que son: que sus procesadores estén presentes en cada vez más dispositivos, que van mucho más allá del concepto de ordenador, desafiando nuestra imaginación: automóviles, monitores clínicos, electrodomésticos de todo tipo, alarmas, ganado, mascotas… prácticamente cualquier cosa que se nos pueda pasar por la imaginación. Ante un escenario como ese, las posibilidades de cara a la seguridad se vuelven mucho más complejas, y requieren de nuevos desarrollos coordinados, capaces de generar soluciones de seguridad que alcancen todos esos nuevos escenarios donde nos disponemos a poner procesadores, inteligencia. Un virus en tu sistema de alumbrado doméstico puede martirizarte durante un rato, pero uno en un sistema de control aéreo puede desencadenar un accidente con cientos de víctimas.

Con una Intel preparándose para lo que hasta ahora estimábamos como un escenario futurista de novela de Philip K. Dick, es el momento de empezar a pensar en la evolución de nuestras actividades, tanto personales como empresariales, en un mundo definido por esa “Internet de las cosas”. Cisco evalúa el número actual de dispositivos interconectados en treinta y cinco mil millones, alrededor de cinco por cada ser humano, y habla de alrededor de un billón de dispositivos con potencial de ser conectados a la red, con un crecimiento estratosférico de cara al futuro. Esta adquisición apuesta dinero del de verdad en ese escenario, y nos lleva a plantearnos que muy posiblemente, determinadas predicciones de futuro ya no estén tan situadas en el futuro novelado: están ya prácticamente aquí.

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Columna sobre Facebook Places, en Público

Miguel Ángel Criado me pidió una columna breve para Público tocando algunos aspectos sobre Facebook Places, para complementar su artículo titulado “Usted está aquí“. La columna se titula “Lo geográfico se incorpora a la red“.

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19 agosto 2010

La geolocalización se hace mayor de edad: Facebook Places

Tras el anuncio oficial de Facebook Places ayer, y teniendo en cuenta que la aplicación solo está disponible por el momento en Estados Unidos y que por tanto no he tenido la oportunidad de probarla, todo parece indicar que nos disponemos a alcanzar el estado de madurez en las aplicaciones de geolocalización.

Hasta el momento, la escena había estado dominada por un competidor principal, Foursquare, y algunos otros contendientes como Gowalla o Brightkite. Que Facebook, tras ocho meses de desarrollo, lance Places con el supuesto apoyo de los dos principales competidores, y con un logotipo que muestra precisamente un cuatro dentro de un cuadrado no hace más que acentuar las dudas del fundador de Foursquare, Dennis Crowley, acerca del futuro desarrollo de la competencia en este entorno: ¿qué escenario veremos dentro de unos meses? ¿Seguirán Foursquare y Gowalla con su crecimiento actual, o habrán cedido terreno ante la pujanza de Facebook y su enorme volumen de usuarios?

A la vista del escenario, las dudas de Crowley parecen tener todo el sentido del mundo. Generalmente, se considera que un servicio que alcanza un nivel de adopción razonable puede tener una buena oportunidad de mantenerse como líder ante la entrada de un tercero si consigue apalancarse en factores que refuercen su efecto red. Foursquare saltó a la fama y multiplicó su nivel de adopción hace ya más de medio año, pero en ese tiempo, a pesar de que la adopción aparente es elevada si te mueves dentro de los círculos de aquellos que gustan de probar este tipo de servicios, lo cierto es que no ha logrado penetrar especialmente otros segmentos más generalistas: para empezar a utilizar Foursquare hay que entenderlo y verle el sentido primero, contar con un smartphone y utilizarlo como tal, y tener una red de amigos que también lo utilicen y le den sentido. El consenso general marcado por analistas como Forrester es que por el momento, las redes sociales basadas en la geolocalización (location-based social networks, o LBSN), a pesar de haber seducido a un grupo numeroso de usuarios con un buen nivel de influencia y visibilidad en la web en general, están todavía lejos de una adopción masiva que compense el que los negocios en general inviertan grandes cantidades en publicidad en esa área.

La entrada de Facebook en este área puede claramente marcar una diferencia, a la vez que significar el declive de las empresas que originalmente desarrollaron el mercado: resulta poco realista plantear un escenario en el que los usuarios hagan check-in en más de una red a la vez, y el volumen – y por tanto, el efecto red – está claramente del lado de Facebook. La ventaja de Foursquare está claramente en dos factores: el contar ya con una red establecida, y el factor lúdico, mucho más importante y menos frívolo de lo que parece. En el momento en que se plantea una migración a otro servicio, prescindir de tu red en Foursquare, tener que volver a organizarla en Facebook, y sobre todo, perder tus mayorships y tus badges puede suponer un problema a la hora de llevarse a ese numeroso grupo de early adopters, de influenciadores que ayudaron al desarrollo del mercado. Pero ¿son realmente necesarios esos influenciadores? Y por otro lado, dada la “magnanimidad” de Facebook al plantear un servicio abierto para Foursquare y Gowalla, ¿no significa ésto precisamente lo contrario? Ahora, si eres usuario de estos servicios, puedes reducirlos a una vía de entrada de datos a Facebook Places, y seguir usándolos una temporada hasta que te des cuenta de que ya has alimentado suficientemente tu perfil en Facebook Places, y que en realidad tu red también está allí incluso más grande y mejor desarrollada. Mi impresión en este sentido es que la supuesta apertura de Facebook con respecto a Foursquare y Gowalla no es ni más ni menos que un regalo envenenado, y que el futuro para éstas podría tener muy mal color.

Por otro lado, Facebook Places parece construido con un claro propósito de implicar al anunciante: la conexión entre Places y las páginas de Facebook tiene toda la lógica del mundo para las empresas, y la posibilidad de anunciar no solo su presencia en forma de páginas sino también sus localizaciones en Places, unido a las capacidades de segmentación de la red, aporta interesantes posibilidades y genera un vínculo muy deseado entre lo virtual y lo físico. En ese sentido, Facebook arranca ya con desarrollos sólidos y perspectivas de un muy importante crecimiento donde Foursquare simplemente estaba empezando a hacer algunos experimentos. La competencia en este sentido, a pesar de ser Facebook el recién llegado y Foursquare el supuestamente establecido, aparece más bien desigual.

Veremos la evolución del tema, pero todo indica que Facebook puede ser el mejor posicionado para convertir en de verdad populares los servicios de geolocalización asociados a redes sociales tanto a nivel de público general como a nivel de empresas o anunciantes. Por supuesto, no faltan en este sentido las precauciones: la American Civil Liberties Union (ACLU) ya ha lanzado advertencias sobre el nuevo servicio de Facebook y cómo puede afectar a la privacidad de los usuarios: está por ver cómo algunas de las prestaciones incorporadas en Places, tales como la posibilidad de etiquetar a personas de tu red en sitios o la de definir sitios como tuyos, funcionarán cuando la red empiece a crecer, y cómo de rápido reaccionará Facebook ante las quejas o reclamaciones de los usuarios. Como en todo, hablamos de un proceso de interacción, que tardará cierto tiempo en sedimentarse. Por el momento, si quieres saber a qué atenerte e ir haciéndote tu composición de lugar a la espera de que Facebook Places llegue a más países además de los Estados Unidos, te recomiendo la Field Guide que ha publicado Mashable, muy clara en este sentido.

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17 agosto 2010

Delta: Facebook como punto de venta

Delta lanza una iniciativa de venta de billetes directamente en Facebook, y empieza a dejar claro el verdadero potencial de la red social: un lugar capaz de albergar adecuadamente una actividad tan importante y de tan elevado potencial como el comercio electrónico.

Las reservas de vuelos y hoteles han sido, desde hace tiempo, uno de los sectores fundamentales en el desarrollo del comercio electrónico: su carácter de producto bit, fácilmente gestionable y con un gran aporte de valor derivado de la introducción de procesos de búsqueda eficientes han determinado que un porcentaje muy significativo de dichas reservas se gestionen ahora en la web. Sin duda, la web es, a día de hoy, la mayor de las agencias de viaje, y la actividad genera a su alrededor un mapa amplio y complejo de intermediarios, comisiones y referidos en función de quién lleva al cliente hasta el punto donde finalmente introduce sus datos de facturación.

Delta es la primera aerolínea que desarrolla un proceso completo de venta dentro de Facebook, mediante una aplicación propia. Hasta el momento, solo EasyJet se había aventurado a ofrecer billetes dentro de la red social, pero el proceso de reserva llevaba a los usuarios a una página diferente fuera de dicha red.

El potencial de Facebook para alojar este tipo de actividades es evidente: además de proporcionar un entorno social para una actividad que en muchos casos posee ese componente social por naturaleza (reservas de grupo, personas que consideran un destino al verlo en otras personas de su red, etc.), podemos pensar en todo tipo de factores, desde la sensación de control que el usuario posee dentro de la red social hasta incluso medios o procesos de pago internos que eviten la introducción de datos en cada transacción, siguiendo el modelo que conocimos en redes como CompuServe en la primera mitad de los ‘90. Para las redes sociales, pasar de ser el medio que más crece en publicidad a convertirse además en actores importantes en entornos transaccionales es una cuestión de capital importancia, que define completamente su dimensión como fenómeno económico y social. Sin duda, la iniciativa de Delta no va a ser única: en breve empezaremos a ver un amplio número de empresas ofreciendo sus productos dentro de redes sociales – las empresas van allá donde están sus clientes – y, seguramente, a las redes sociales ofreciendo mecanismos para acomodar el desarrollo de esta actividad.

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Hablando de redes sociales, en El Diario Montañés

Ander Carazo, de El Diario Montañés, me llamó hace unos días para hablar de las redes sociales desde el punto de vista de negocio. Hablamos de algunos casos, nos extendimos algo más por su actualidad en el caso de Tuenti, y ayer reseñó alguno de los comentarios en este artículo titulado “El negocio de las redes sociales“. Participan también Ícaro Moyano, Juan Varela y Félix Brezo

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16 agosto 2010

Entrevista en Código 84, la revista de AECOC

José Luis Mérida me hizo una entrevista larga para Código 84, la revista de la Asociación Española de Codificación Comercial (AECOC), que ha titulado como “ya no hablamos de long tail, hablamos de individualización” (pdf). AECOC es una de las mayores asociaciones empresariales de nuestro país, y su revista tiene una gran llegada a las empresas de productos de gran consumo y de distribución.

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15 agosto 2010

¿Startups o grandes corporaciones?

Uno de los mejores artículos que he leído en TechCrunch últimamente, Startups or behemoths: which are we going to bet on? se plantea hasta qué punto el crecimiento y el desarrollo económico proviene de las grandes corporaciones empresariales o del tejido de pequeñas startups.

Muchas de las actuales discusiones, como las patentes de software o la neutralidad de la red, obedecen precisamente a esa disyuntiva: las grandes corporaciones las reclaman con toda la fuerza de sus lobbies como absolutamente imprescindibles para el desarrollo y la viabilidad de sus negocios, mientras el tejido de startups florece justamente debido a lo contrario, a un entorno que permite igualar el terreno de juego y desarrollarse sin injerencias y abusos de poder. El fin de la neutralidad de la red perjudicaría precisamente a los emprendedores, a la misma base de la innovación en la red. Las patentes, caras y complicadas de obtener, permiten a las grandes corporaciones precisamente acotar espacios, impedir y ahogar toda posible innovación en ellos. La apuesta es clara. Pero las fuerzas, como estamos pudiendo ver en estos últimos tiempos, están cualquier cosa menos equilibradas.

La pregunta, desde el punto de vista de un español, viene con sesgo y trampa: en España, las startups tecnológicas innovadoras tienen una magnitud ridícula en número total, en creación de empleo y en volumen de facturación, de manera que la imagen del sector en su conjunto está completamente distorsionada. Seguramente ese es uno de los factores importantes detrás del retraso tecnológico español y de gran parte del fracaso de nuestro modelo económico. España es un país de PYMES, éstas contribuyen a la gran mayoría del PIB y de la creación de empleo, pero el porcentaje de esas PYMES que exploran áreas innovadoras es, desgraciadamente, muy pequeño.

En los Estados Unidos, sin embargo, la fotografía es completamente diferente: la mayor parte del empleo neto se debe a las startups, hasta el punto de que sin ellas, durante las últimas tres décadas, no habría creación de empleo neto, sino destrucción del mismo. Las grandes corporaciones han venido destruyendo empleo a razón de un millón de puestos por año desde 1977, mientras las nuevas empresas en su primer año de desarrollo han creado una media de tres millones de puestos anuales en el mismo período. Si una región quiere de verdad impulsar su desarrollo económico, no debería dedicarse a ofrecer incentivos a grandes corporaciones para que se asienten en su territorio, sino intentar promover la creación y desarrollo de muchas pequeñas startups mediante incentivos fiscales, acceso a capital, infraestructuras y facilidades de todo tipo: suponen, paradójicamente, una apuesta mucho más segura. Las cosas son, evidentemente, mucho más complicadas en su análisis, pero la evidencia de los datos llama sin duda a una reflexión.

Las startups generan un tejido económico dinámico, adaptable en su conjunto. Muchas fracasan (la mitad de ellas no llegan a cumplir cinco años), pero el total resultante permite una gran flexibilidad y un aprovechamiento muy superior de todos los resquicios de generación de valor, mucho mejor que lo que las grandes compañías, con sus rigideces e ineficiencias, son capaces de hacer. Desde el punto de vista de innovación y tecnología, el panorama es todavía más claro: dejando aparte algunas excepciones, las grandes corporaciones no innovan, la innovación se da en pequeñas startups que las grandes empresas se limitan a comprar e incorporar (o a veces, destruir). No, para buscar generación de empleo e innovación no podemos mirar hacia arriba ni esperar gran cosa de las grandes corporaciones: debemos mirar hacia abajo.

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Freakonomics: the movie

Si te gustaron “Freakonomics” o “Superfreakonomics“, de Steven Levitt y Stephen Dubner, seguramente te gustará el tráiler de la película-documental. Se estrena el 3 de septiembre en iTunes y el 1 de octubre en salas de cine, y tiene muy buena pinta.

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14 agosto 2010

Alzheimer y propiedad intelectual

Dos de mis fuentes habituales, Slashdot y Techdirt, referencian este artículo del New York Times, Sharing of data leads to progress on Alzheimer's, en el que se detalla cómo la eliminación de todos los temas relacionados con patentes y propiedad intelectual ha facilitado progresos sustantivos en la investigación de uno de los males más temidos de nuestro tiempo, el Alzheimer.

Ante las dificultades para desarrollar investigación en este área de manera eficiente mediante el método habitual, con múltiples equipos trabajando en diferentes lugares con distintas muestras de tamaño insuficiente y llegando a conclusiones muchas veces incoherentes entre sí, un grupo de médicos decidió crear una iniciativa común, la Alzheimer’s Disease Neuroimaging Initiative (ADNI) para generar un único conjunto de datos sobre los que trabajar, con la condición de que fuese obligatorio para los participantes compartir de manera inmediata todos los datos obtenidos. Nadie sería dueño de los datos, nadie podría patentar nada relacionado con el tema, pero las compañías tendrían total libertad para beneficiarse de cualquier desarrollo de medicamentos o pruebas diagnósticas que se generasen a partir de la investigación.

Cinco años después del comienzo de la iniciativa, los resultados saltan a la vista: múltiples compañías e instituciones han contribuido con sesenta millones en fondos al proyecto, ha sido más sencillo obtener pacientes con los que desarrollar pruebas, se ha generado un conjunto de más de ochocientos pacientes y controles, el archivo de datos ha sido descargado más de tres mil doscientas veces, y la base de datos con imágenes de los escáneres cerebrales, en casi un millón de ocasiones. El esfuerzo ha dado lugar a una gran cantidad de papers de investigación, y a más de cien estudios en progreso sobre fármacos que podrían ralentizar o detener la evolución de la enfermedad.

¿Dónde queda esa teoría que afirma que las patentes son necesarias para incentivar la investigación? En el caso del Alzheimer – y pronto, dados los resultados, en el del Parkinson – existen incentivos suficientes, a pesar del libre acceso a los datos y de la ausencia de patentes, para las compañías que quieran desarrollar tratamientos o pruebas diagnósticas, y la aplicación de transparencia, apertura y compartición de datos ha desencadenado un progreso más rápido de la ciencia médica.

A lo mejor es que todo este tema de las patentes y la propiedad intelectual es algo que como sociedad tenemos que repensar…

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13 agosto 2010

Google ? Verizon: con disculpas, todavía peor

Las aclaraciones de Google ante el fortísimo aluvión de críticas por la presentación de su acuerdo con Verizon no hacen más que empeorar las cosas todavía más: además de pretenciosas (¿quién es Google para calificar de mitos o realidades las opiniones de los usuarios?), permiten ver todavía más clara la realidad: que Google ha vendido su apoyo a una neutralidad de la red sin condiciones, que ha hipotecado el futuro de la red precisamente allí donde la red se está desarrollando de una manera más activa, y que ha comprado la dialéctica que las empresas de telecomunicaciones utilizan para ir en contra de los intereses de sus usuarios.

Google ha cometido un terrible error. Primero, porque ha negociado con lo que no es suyo. No se puede negociar con la neutralidad de la red, porque la neutralidad de la red no es de Google ni de nadie. Es de todos los usuarios. La neutralidad de la red la ha llevado a ser lo que es hoy: ha posibilitado su desarrollo, la ha convertido en un poderosísimo entorno de innovación en el que no hay que pedir permiso ni pagar peajes para crear valor, ha cambiado la ecuación de poder comunicativo, ha igualado el terreno de juego para todos, ha dado voz a quienes no la tenían, ha dinamizado la economía… LA NEUTRALIDAD DE LA RED NO ADMITE COMPROMISOS. O se está por la neutralidad de la red, o no se está. Es una variable estrictamente binaria, un uno o un cero. Es como la virginidad: no se puede ser “un poco virgen”, o se es virgen, o no se es.

Segundo, porque compromete el desarrollo futuro y la innovación en un área tan necesitada de ella como las redes móviles. ¿Se imaginan un futuro en los entornos de movilidad condicionado a lo que las operadoras quieran permitir que corra por sus redes? ¿Una red en la que hay que pedir permiso u otorgar una participación a la operadora de turno para poder crear alguna iniciativa innovadora? ¿Una obligación de dar parte del pastel a quien no ha hecho nada para merecerlo? ¿Un futuro parcelado en el que determinadas iniciativas solo están accesibles para los abonados de una o de otra operadora? ¿Un mundo artificial con fronteras para los datos y estratosféricos costes de roaming? No, gracias. Las redes del futuro, fijas o móviles, han de ser neutrales. O no ser.

Con la idea de “negociar para que podamos seguir conversando” o “negociar para evitar supuestos males mayores”, Google ha cometido un enorme error, uno que la hace completamente merecedora de las manifestaciones de activistas que hoy comienzan a verse a las puertas de su sede principal en Mountain View: ha vendido los intereses de sus usuarios. Y eso es algo que Google nunca se puede permitir hacer, porque una gran mayoría de sus productos están construidos precisamente sobre sus usuarios: somos nosotros, usuarios de Google, los que con nuestros enlaces y nuestros clics construimos el catálogo de su buscador y damos valor y carta de naturaleza a su algoritmo. Somos nosotros, usuarios, lo que hacemos clic en su publicidad. Somos nosotros, usuarios, los que creamos contenido para que sea indexado. Google no es nada sin sus usuarios. Por tanto, se equivoca de parte a parte si cree que puede erigirse en embajador plenipotenciario y negociar con nuestros intereses.

Google ha caído en la trampa de su propia naturaleza: en lugar de seguir viéndose como una empresa que debe todo a sus usuarios y que debe por tanto defender sus intereses, ha preferido verse como una gran empresa, como un gran actor en una negociación que no le corresponde: durante años ha ido creando departamentos de lobbying y de Public Policy sin darse cuenta de que estaba fichando trabajadores de la industria, políticos y expertos en negociación. Estaba, en realidad, metiendo al enemigo dentro de casa. El mandamiento principal de quien se dedica a este tipo de tareas es claro y sencillo: en política no hay verdades, hay consenso. Y Google, mal aconsejado por quienes no entienden la naturaleza de la compañía y lo importante de sus relaciones con los usuarios, ha caído en la trampa y ha intentado negociar, ha querido buscar el consenso como mal menor, aceptando lo inaceptable. Ha intentado negociar con lo que no es suyo.

Algunos de los amigos que tengo en la compañía me lo han dejado claro: no se encuentran en absoluto cómodos con la evolución de este tema. Lo ven como “algo de los de Public Policy”, una decisión con la que no se sienten identificados. La neutralidad de la red en Google no era simplemente una postura, sino algo próximo a la religión, algo imbricado en el ADN de muchos de los trabajadores de la compañía. Algo que hay que defender a ultranza y donde no caben medias tintas, porque hasta la propia creación y éxito de Google están vinculadas a la existencia de una red neutral.

Me están llegando ya notas de prensa de las agencias de PR de Google pretendiendo explicarme lo inexplicable, y enviándome vínculos a textos que ya he leído hace horas tanto en inglés como en español. No, las explicaciones de Google no arreglan las cosas. Es más, las empeoran más aún. Google se ha equivocado de parte a parte. Y ahora, le toca aprender del error, salir de este lío y rectificar.

Otras entradas interesantes que he leído en este mismo sentido:

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12 agosto 2010

Entrevista en Applesfera

Fernando Doutel me envió unas preguntas, y hoy publica esta entrevista en Applesfera, hablando sobre mi experiencia como usuario de Mac y algunos otros temas relacionados.

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11 agosto 2010

La oposición al acuerdo Google-Verizon, en Cinco Días

Guillermo Sánchez Vega recoge en un artículo en Cinco Días algunas de las posturas de oposición al acuerdo recientemente publicado entre Google y Verizon, y cita algunas de mis frases en esta entrada de ayer. El artículo se titula “Los internautas critican la propuesta de Google y Verizon para la red” (ver en pdf).

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10 agosto 2010

Neutralidad de la red: los usuarios tendremos que defendernos solos

El acuerdo entre Google y Verizon presentado ayer pone las cosas claras: Google no es para nada un “abogado defensor” de los usuarios ni defiende en modo alguno una Internet abierta y neutral. Es simplemente una empresa dispuesta a lo que haga falta por incrementar sus beneficios.

El contenido del acuerdo es claro: accedemos a mantener los principios de la neutralidad de la red en la Internet de hoy, a cambio de vender nuestros principios en la Internet de mañana. Una auténtica hipoteca que permite a las operadoras vulnerar la neutralidad en los cada vez más populares servicios móviles, bloquear lo que deseen bloquear y privilegiar lo que les venga en gana privilegiar, así como desarrollar una “Internet para ricos” en la que este principio regulador y director de lo que ha sido la Red hasta ahora no tenga la menor importancia. Aplicando una cita de Groucho Marx,  “estos son mis principios: si no le gustan, tengo otros“.

Hipotecar la Internet del futuro a cambio de un compromiso de las operadoras es, simplemente, una estupidez. La permanente innovación y las leyes del mercado han asegurado en todo momento que las supuestas capacidades limitadas de las redes móviles y la rentabilidad del negocio de las operadoras no estuviesen en ningún momento en peligro: están amenazando a los gobiernos con argumentos falsos, con faroles de jugador de poker. Que Google colabore en algo así no hace más que dar la razón a sus críticos. La historia dirá hasta qué punto tenía Google que haberse metido en un acuerdo así, y qué beneficios le ha reportado.

¿La buena noticia, si es que puede haberla? Que se trata de un acuerdo entre compañías, que la FCC y los reguladores pueden ignorar completamente a la hora de dictar sus normas. Que si el nivel de protesta de los ciudadanos y organizaciones es suficientemente elevado, es posible que aún podamos defendernos solos. Que buena falta nos va a hacer.

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09 agosto 2010

Bienvenidos al Departamento de Precrimen

Era la propuesta argumental central de la película Minority Report, con guión desarrollado sobre un relato corto de Philip K. Dick: en el año 2054, un Departamento de Precrimen capaz de predecir cuando un asesinato iba a tener lugar, actuaba de manera preventiva personándose en el lugar de los hechos, interrumpiendo el devenir de los acontecimientos, y arrestando al que iba a ser culpable. En la película, las actuaciones se basaban en un sistema completamente acientífico en el que tres supuestos “videntes” podían “ver el futuro” merced a modificaciones en su cerebro provocadas por historiales de uso de drogas durante el embarazo, una historia de pura ciencia-ficción. Pero ¿qué ocurre si aproximamos más el tema a la realidad mediante el uso de la estadística?

Un profesor de la Universidad de Wharton, Richard Berk, ha desarrollado un modelo de estadística predictiva capaz de asesorar a los oficiales encargados de decidir sobre las peticiones de libertad provisional, con el fin de reducir el número de ocasiones en las que los reclusos que acceden a este régimen vuelven a cometer crímenes. El sistema está en uso ya en Philadelphia y en Baltimore.

El sistema tiene implicaciones sumamente complejas: por un lado, aplica un planteamiento puramente estadístico, cuenta con una amplia base de cálculo obtenida a lo largo de series temporales muy amplias, y resulta impecable desde un punto de vista metodológico. Variables tales como ser hombre de menos de treinta años, con amplio historial de crímenes violentos, con uso de armas de fuego, residente en un área de criminalidad elevada y que cometió su primer crimen a los trece años se convierten en factores que indican una elevada probabilidad de volver a delinquir y, por tanto, desaconsejan la concesión del régimen de libertad condicional. Por otro lado, va claramente en contra de la idea de “todos somos iguales ante la Ley” y niega claramente el principio de individualidad o libertad de acción, atribuyendo la conducta criminal más a un conjunto de circunstancias que a la voluntad del ex-delincuente: si cumples con las variables que el sistema señala, poco importaría tu propósito de enmienda o tu voluntad de rehabilitarte.

En el caso de Philadelphia, lo que el sistema ha desencadenado no ha sido una aplicación automática, sino una reasignación de los casos: en lugar de ser repartidos de manera uniforme entre los oficiales, se ha desarrollado un procedimiento que permite que los casos que el sistema designa como de elevado riesgo reciban un mayor nivel de atención por parte de oficiales especialmente designados, que trabajan con un menor número de casos. En cualquier caso, la aplicación del sistema, aunque pueda justificar su eficiencia con descensos en los niveles de criminalidad, no estará exenta de polémica. El Departamento de Precrimen, cuarenta y cuatro años antes de lo previsto.

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Entrevistado por Norberto Gallego

Norberto Gallego me entrevistó para La Vanguardia hace algunos meses con motivo de la publicación de “Todo va a cambiar“, pero ahora publica una versión más completa de aquella entrevista, ya sin restricciones de espacio, en su blog personal.

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Hablando sobre neutralidad de la red en El País

Rosa Jiménez Cano dedica un muy buen artículo a la neutralidad de la red en El País, “¿Quién quiere acabar con la neutralidad en la Red?“, en el que me cita brevemente y para cuya preparación me pidió la recopilación de entradas dedicadas al tema en el blog. El artículo de Rosa aparece acompañado por una columna de Jose Alcántara y David de Ugarte titulada “Una pésima idea“, igualmente muy recomendable.

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08 agosto 2010

Homenaje al veraneo de Dans según Forges

Bueno, probablemente (¿o no?) no era Dans a quien tenía en la cabeza Forges a la hora de dibujar esta viñeta, pero desde luego sí es la primera persona en la que he pensado.



Como de costumbre, pongo la fecha de publicación en el futuro para que la entrada no sea enterrada por la replicación automática de la verborrea de Dans, en realidad la entrada ha sido publicada el 4 de agosto a eso de las 10 menos cuarto de la noche.

En La Voz de Asturias, hablando de conectividad y vacaciones

Bernaldo Barrena, de La Voz de Asturias, me llamó para preguntarme por mis hábitos de uso de tecnología y conectividad durante el parón vacacional, y hoy utiliza algunos de mis comentarios como contrapunto a otras opiniones en su artículo titulado “Nunca viajaré sin mi portátil“.

En mi caso, durante las vacaciones mantengo el hábito de la lectura de feeds prácticamente inalterado, tal vez incluso dedicándole algo más de tiempo a la lectura relajada en lugar de la habitual lectura funcional. Mantengo el blog activo, aunque desaparece prácticamente el trabajo de escribir artículos para otros medios, lo que relaja considerablemente la presión de fechas de entrega. Desaparecen también, lógicamente, todas las obligaciones de la vida académica: corregir, mantener las clases online, o actualizar las diversas plataformas de mis cursos. Y con respecto a redes sociales o microblogging, pocos cambios: mantengo mi presencia en Twitter, Facebook o Foursquare, pero no me suponen un drenaje de tiempo, como tampoco lo hacen fuera del período vacacional: suelo actualizarlas desde el móvil, y no me ocupa más que algún minutillo suelto, aunque curiosamente muchas personas con las que hablo piensan que mi presencia ahí supone “estar todo el día colgado del ordenador”… nada más lejos de la realidad.

Mi tesis con respecto a las actitudes de rechazo a la tecnología e el tiempo de ocio es que se deben a la manera en la que los ordenadores se introdujeron en la vida de mucha gente: como una herramienta asociada al trabajo, y que por tanto, rechazan en vacaciones. Conozco muchas personas que mantienen una actitud del tipo “no quiero ordenador en mi casa” o “no me conecto en vacaciones”, cuando en realidad la tecnología y la conectividad sirve para muchísimas más cosas además de trabajar y supone una dedicación perfectamente razonable en tiempo de ocio. Ese reflejo disminuye notablemente en los jóvenes, que por lo general prefieren mantenerse completamente conectados en vacaciones: para ellos, lo normal es estar conectado, y las vacaciones no deben suponer una discontinuidad en ese sentido.

En mi caso, y en el de mi familia, estar desconectados supondría una fuente importante de estrés y de incomodidad. La conectividad es una parte normal de la vida, algo completamente aceptado. Simplemente, no se desconecta nunca, estar desconectado supone una anomalía indeseable, una molestia.

¿Y tú? Si estás leyendo ésto, lógicamente serás de los que tiende a no desconectar, pero… ¿cómo cambia tu uso de tecnología y conectividad durante las vacaciones?

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