Buen artículo en GigaOM, “Why Apple should end its fight against iPhone jailbreaking“, en torno al tema de la aparente paranoia de Apple contra los usos no autorizados de sus terminales. Sin duda, Apple es una empresa con vocación prácticamente dictatorial y dirigida por un completo control freak, y en el tema del jailbreaking podría estar llevando – o al menos, transmitiendo – una estrategia claramente equivocada.
Es importante tener en cuenta que el jailbreaking, en primer lugar, no es más que una reacción del mercado ante el excesivo control ejercido por Apple. Entre la libertad total para que el usuario instale lo que quiera, que plantea obviamente problemas de seguridad y de otros tipos, y el control rígido y absoluto rayano en la paranoia que deja a los usuarios con ganas de probar muchas cosas que no pueden tener disponibles en su plataforma, existen diversas gamas de grises. Y Apple, en este sentido, lleva en el pecado incluida su penitencia.
Por otro lado, es evidente que, como en muchos otros casos similares, hablamos de una batalla imposible de ganar: ante la inteligencia distribuida de muchos programadores y la visibilidad que ofrece ser quien consigue un procedimiento que libere el terminal o reviente la enésima versión de la protección, toda barrera tiene una duración muy limitada. Pero además, en este caso, como en tantos otros, el jailbreaking tiene efectos positivos, pues permite una flexibilización en el uso del dispositivo que puede hacerlo atractivo a un segmento de clientes que de otra manera no optarían por el mismo.
Un cierto nivel de lucha contra el jailbreaking resulta a todas luces necesario: en primer lugar, porque los procedimientos empleados, que suelen comunicarse profusamente, señalan vulnerabilidades que pueden ser explotadas para otros usos potencialmente peligrosos; y en segundo, porque es fundamental para la compañía proporcionar un adecuado nivel de protección a su ecosistema de desarrolladores de aplicaciones. Para éstos, el entorno ideal es uno con un adecuado nivel de control, que impida usos irregulares. Pero de ahí a perseguir a los usuarios y desactivar sus terminales, como se ha pretendido implicar que la empresa pretende, va un mundo.
De hecho, es bastante posible que la patente solicitada por la compañía para dotarse de un kill switch capaz de desactivar un terminal remotamente cuando es usado de forma irregular haya sido ampliamente malinterpretada, y que la compañía no pretenda en ningún caso hacer tal cosa – tras la sentencia que declara legal el jailbreaking, desactivar el dispositivo de un usuario “rebelde” podría traer consecuencias graves para la compañía – sino simplemente complementar procedimientos defensivos para el usuario en caso de robo del dispositivo, como existen desde el principio de los tiempos en plataformas como BlackBerry.
Sin duda, es un equilibrio complejo, tanto en su desarrollo, como en su comunicación. Pero ante una compañía que no comunica nada por vías regulares y con la que es preciso aplicar prácticamente artes adivinatorias, todo se reduce a la interpretación y a la especulación.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.