Las aclaraciones de Google ante el fortísimo aluvión de críticas por la presentación de su acuerdo con Verizon no hacen más que empeorar las cosas todavía más: además de pretenciosas (¿quién es Google para calificar de mitos o realidades las opiniones de los usuarios?), permiten ver todavía más clara la realidad: que Google ha vendido su apoyo a una neutralidad de la red sin condiciones, que ha hipotecado el futuro de la red precisamente allí donde la red se está desarrollando de una manera más activa, y que ha comprado la dialéctica que las empresas de telecomunicaciones utilizan para ir en contra de los intereses de sus usuarios.
Google ha cometido un terrible error. Primero, porque ha negociado con lo que no es suyo. No se puede negociar con la neutralidad de la red, porque la neutralidad de la red no es de Google ni de nadie. Es de todos los usuarios. La neutralidad de la red la ha llevado a ser lo que es hoy: ha posibilitado su desarrollo, la ha convertido en un poderosísimo entorno de innovación en el que no hay que pedir permiso ni pagar peajes para crear valor, ha cambiado la ecuación de poder comunicativo, ha igualado el terreno de juego para todos, ha dado voz a quienes no la tenían, ha dinamizado la economía… LA NEUTRALIDAD DE LA RED NO ADMITE COMPROMISOS. O se está por la neutralidad de la red, o no se está. Es una variable estrictamente binaria, un uno o un cero. Es como la virginidad: no se puede ser “un poco virgen”, o se es virgen, o no se es.
Segundo, porque compromete el desarrollo futuro y la innovación en un área tan necesitada de ella como las redes móviles. ¿Se imaginan un futuro en los entornos de movilidad condicionado a lo que las operadoras quieran permitir que corra por sus redes? ¿Una red en la que hay que pedir permiso u otorgar una participación a la operadora de turno para poder crear alguna iniciativa innovadora? ¿Una obligación de dar parte del pastel a quien no ha hecho nada para merecerlo? ¿Un futuro parcelado en el que determinadas iniciativas solo están accesibles para los abonados de una o de otra operadora? ¿Un mundo artificial con fronteras para los datos y estratosféricos costes de roaming? No, gracias. Las redes del futuro, fijas o móviles, han de ser neutrales. O no ser.
Con la idea de “negociar para que podamos seguir conversando” o “negociar para evitar supuestos males mayores”, Google ha cometido un enorme error, uno que la hace completamente merecedora de las manifestaciones de activistas que hoy comienzan a verse a las puertas de su sede principal en Mountain View: ha vendido los intereses de sus usuarios. Y eso es algo que Google nunca se puede permitir hacer, porque una gran mayoría de sus productos están construidos precisamente sobre sus usuarios: somos nosotros, usuarios de Google, los que con nuestros enlaces y nuestros clics construimos el catálogo de su buscador y damos valor y carta de naturaleza a su algoritmo. Somos nosotros, usuarios, lo que hacemos clic en su publicidad. Somos nosotros, usuarios, los que creamos contenido para que sea indexado. Google no es nada sin sus usuarios. Por tanto, se equivoca de parte a parte si cree que puede erigirse en embajador plenipotenciario y negociar con nuestros intereses.
Google ha caído en la trampa de su propia naturaleza: en lugar de seguir viéndose como una empresa que debe todo a sus usuarios y que debe por tanto defender sus intereses, ha preferido verse como una gran empresa, como un gran actor en una negociación que no le corresponde: durante años ha ido creando departamentos de lobbying y de Public Policy sin darse cuenta de que estaba fichando trabajadores de la industria, políticos y expertos en negociación. Estaba, en realidad, metiendo al enemigo dentro de casa. El mandamiento principal de quien se dedica a este tipo de tareas es claro y sencillo: en política no hay verdades, hay consenso. Y Google, mal aconsejado por quienes no entienden la naturaleza de la compañía y lo importante de sus relaciones con los usuarios, ha caído en la trampa y ha intentado negociar, ha querido buscar el consenso como mal menor, aceptando lo inaceptable. Ha intentado negociar con lo que no es suyo.
Algunos de los amigos que tengo en la compañía me lo han dejado claro: no se encuentran en absoluto cómodos con la evolución de este tema. Lo ven como “algo de los de Public Policy”, una decisión con la que no se sienten identificados. La neutralidad de la red en Google no era simplemente una postura, sino algo próximo a la religión, algo imbricado en el ADN de muchos de los trabajadores de la compañía. Algo que hay que defender a ultranza y donde no caben medias tintas, porque hasta la propia creación y éxito de Google están vinculadas a la existencia de una red neutral.
Me están llegando ya notas de prensa de las agencias de PR de Google pretendiendo explicarme lo inexplicable, y enviándome vínculos a textos que ya he leído hace horas tanto en inglés como en español. No, las explicaciones de Google no arreglan las cosas. Es más, las empeoran más aún. Google se ha equivocado de parte a parte. Y ahora, le toca aprender del error, salir de este lío y rectificar.
Otras entradas interesantes que he leído en este mismo sentido:
- “If Verizon and Google win, we lose“, PCWorld
- “Google, just cut the BS and give the Gordon Gekko speech already“, TechCrunch
- “Why Net Neutrality is critical to startups & innovation“, ReadWriteWeb
- “Google's lame defense of its Net Neutrality pact“, GigaOM
- “A review of Verizon and Google’s Net Neutrality proposal“, EFF
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.