30 agosto 2010

¿Quiebra del sistema? Nada más lejos de la realidad?

Las declaraciones del Consejero Delegado de Telefonica, Julio Linares, en la primera sesión del XXIV Encuentro de las Telecomunicaciones celebrado hoy hablan de un futuro muy negro para el negocio de las operadoras, hasta el punto de amenazar con una “quiebra del sistema”. Según el directivo de la compañía, resulta imposible encontrar la rentabilidad en un momento en que las necesidades de conectividad de los usuarios se multiplican a gran velocidad merced al crecimiento registrado por redes sociales, blogs y aplicaciones de todo tipo.

Respeto enormemente a Julio Linares, al que considero uno de los directivos de la compañía con más visión estratégica y conocimiento del entorno. Sin embargo, estas declaraciones están completamente fuera de lugar. En una empresa, que las necesidades de los clientes de utilizar tus servicios crezcan de manera desmesurada nunca es una mala noticia, más bien todo lo contrario. Las empresas de telecomunicaciones venden un servicio, y en los tiempos que vivimos, la demanda de ese servicio crece a gran velocidad: que lo haga es, además, una fantástica noticia para todos, porque demuestra que estamos evolucionando hacia una sociedad más moderna, más democrática, más abierta y más interconectada. La evolución de la tecnología, además, favorece el incremento constante de capacidad de las infraestructuras, en una progresión imparable. En estas condiciones, si ante un crecimiento previsto de la demanda elevado, las empresas que proporcionan ese servicio se ponen la venda y gritan socorro, es que algo va mal, muy mal en la forma en la que estas compañías están siendo gestionadas.

Las empresas de telecomunicaciones están muy, muy lejos de llegar a una quiebra del sistema. Todo lo contrario: la rentabilidad de sus operaciones es excepcionalmente elevada, como demuestran sus resultados año tras año y las opiniones de los analistas. Nada, absolutamente nada presagia una “quiebra del sistema”, más bien todo lo contrario. Financieramente, a las empresas de telecomunicaciones en general y a Telefonica en particular les va de maravilla. Pretender, a estas alturas, amenazar con la “quiebra del sistema” es una irresponsabilidad y una falacia, con propósito intimidatorio y casi diría de chantaje: “dejadme hacer lo que quiero y elevar todavía más mi rentabilidad, o si no, os vais a enterar…”

No, las cosas no son así. Para gestionar su negocio, las empresas de telecomunicaciones pueden hacer muchas cosas, salvo amenazar las características que definen a esa sociedad cada vez más moderna, más democrática, más abierta y más interconectada. Las empresas de telecomunicaciones son eso, empresas de telecomunicaciones. Transmiten cosas de un lugar a otro a través de una infraestructura, que además conviene recordar que en muchos casos, como es el de nuestro país, proviene originalmente de un monopolio y fue sufragada con los impuestos de todos los españoles. Las empresas de telecomunicaciones tienen una gran cantidad de opciones para su gestión dentro de lo que el mercado y el regulador les permite: el optar por ofrecer tarifas planas a sus clientes, por ejemplo, fue algo que decidieron libremente, con el fin de provocar precisamente ese desarrollo del mercado del que ahora aparentemente se quejan. Las tarifas planas provocaron un patente incremento en la popularización de muchos servicios y son obviamente la preferencia de los clientes, pero nada impide a las empresas de telecomunicaciones dejar de ofrecerlas, o recortar sus condiciones, siempre que el mercado y el regulador lo permitan. Las tarifas planas no tienen nada, repito, NADA que ver con la neutralidad de la red. Siempre que la red no haga distinciones en función de la procedencia, tipo, protocolo o contenido de los bits que transporta, el hacer que un cliente tenga todo incluido en su tarifa o solo hasta unos límites determinados es una decisión meramente comercial, que en nada afecta a la neutralidad de la red. Si un operador quiere cambiar las condiciones en las que ofrece sus servicios y, por ejemplo, cobrar más a quien más consume, puede hacerlo perfectamente: tendrá que lidiar con las consecuencias que ello conlleve dentro de un mercado competitivo, deberá evitar la colusión de precios y ofertas con otros competidores so pena de sanciones y, eso sí, no podrá meter sus narices en lo que se transmite por sus cables. Eso es todo.

A día de hoy, hablar de “quiebra del sistema” no es más que una manera de presionar a los poderes públicos para presuntamente obtener una legislación más propicia a la ruptura de la norma fundamental de Internet, la neutralidad de la red. Y eso es un gran, enorme y rotundo NO: lo es ya en Chile, lo será si todo funciona como debe funcionar en la Unión Europea, y lo es – y previsiblemente lo seguirá siendo – en los Estados Unidos, pese a quien pese. La red ha sido neutral desde su creación y definición, y la única diferencia ahora es que, precisamente para protegerla de la voracidad de las operadoras, debemos regular el que lo siga siendo. Más allá de eso, se puede perfectamente gestionar una red neutral siendo rentable y sin llevar al sistema a la quiebra, salvo que, simplemente, se sea brutalmente ineficiente gestionando. En cuyo caso, deberían quebrar por incompetentes y dejar sitio libre para que llegue el siguiente competidor.

Estamos muy lejos de una supuesta “quiebra” del sistema, una supuesta “quiebra” que está siendo utilizada como “el coco”, como ese “hombre del saco” que un día va a venir y se nos va a llevar a todos. Mientras las empresas de telecomunicaciones hablan de “quiebra del sistema” a los políticos, su rentabilidad lleva años yendo al alza, y no tiene visos creíbles para, en un entorno de incremento de la demanda, cambiar su tendencia. Menos cuentos de viejas, menos intentar arrimar el ascua a su sardina, y más gestión eficiente y competitividad, por favor.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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