31 agosto 2008

La muerte del captcha (o ?de donde salía tanto spam?)

El hecho de que el volumen de spam siguiese siendo creciente a pesar de la popularización de modelos destinados a evitar su funcionamiento automatizado dejaba clara una cosa: algo no estaba funcionando. Y efectivamente: los viejos sistemas basados en los llamados captchas (Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart), esa serie de caracteres deformados y mostrados sobre fondos confusos para evitar su reconocimiento automático, pueden considerarse ya completamente superados.

Tres son, como mínimo, los sistemas utilizados por los spammers para superar el obstáculo que plantea un captcha: el primero, el más simple de todos, consistente en pagar a un humano para que lo resuelva. Un artículo en ZDNet, Inside India's CAPTCHA solving economy, pone de manifiesto el complejo entramado desarrollado en países como India destinado a subcontratar personas para resolver captchas a razón de dos dólares por cada mil. Un sistema que llega incluso a utilizar en ocasiones sistemas como el Amazon Mechanical Turk para reclutar uuarios que apoyen el posicionamiento de sitios de spam en sitios sociales como Digg, Del.icio.us y muchos otros.

En segundo lugar, un método algo más sutil, más de tipo ingeniería social: ofrecer algún incentivo no económico a cambio de la resolución de captchas. Por ejemplo, una página web en la que los usuarios acceden a fotografías de una modelo con una prenda menos de ropa cada vez si en cada etapa resuelven el captcha solicitado, que resulta provenir precisamente del sitio en el que el spammer pretende entrar.

En tercero, el empleo de algoritmos automatizados de reconocimiento de caracteres, convenientemente mejorados para llegar a reconocer incluso las caprichosas deformaciones habituales en los captchas. En este caso es preciso tener en cuenta que no es necesaria una gran exactitud: la perversa matemática utilizada en el mundo spammer, capaz de lanzar cien mil intentos por día, hace que un simple 15% de eficiencia en la resolución de un sistema de captchas determinado ya resulte suficientemente productivo como para que compense invertir en su desarrollo.

Mucho me temo que a estas alturas y visto el panorama, ya no podemos esperar mucha más defensa del viejo captcha. Como siempre, la mejor defensa sigue siendo la de siempre: la paciencia, los filtros sociales tipo Akismet y similares para la detección colectiva y, sobre todo, la educación de los usuarios para que jamás respondan a ese tipo de ofertas. Para un usuario con un nivel de uso de la red razonable, el spam hoy en día ya no tiene porqué suponer un gran problema. Sí lo es, sin embargo, para los administradores de los sistemas utilizados por los spammers: imaginemos cuánta carga de recursos supone, por ejemplo, en un sitio de e-mail, de foros o de blogs, atender las decenas de miles de peticiones entrando a los servidores simultáneamente y en todo momento, como hace tiempo nos recordaba Rogelio Bernal en un comentario

Y sí, sin duda, tendremos spam para rato…

(Enlace a la entrada original - Licencia)

30 agosto 2008

¿Vuelve el taxímetro a la red?

Es la última tendencia en los proveedores de acceso a Internet norteamericanos: tras el aviso a Comcast acerca de la ilegalidad de sus prácticas de recorte de ancho de banda en función del protocolo empleado o de los patrones de tráfico generados por el usuario, la siguiente táctica de la compañía va a ser la implantación de un bandwidth cap (límite de descarga mensual por usuario), con el fin de controlar a ese porcentaje pequeño de usuarios, los llamados bandwidth hogs, que desarrollan un uso presuntamente abusivo y que son responsables, según la compañía, de la baja calidad del servicio en determinados momentos.

La práctica, en este caso, no supone ninguna afrenta a la neutralidad de la red: cada uno es libre de contratar la cantidad de ancho de banda que desee y pagarla al precio que el mercado le demande. Sin embargo, supone un fortísimo contrasentido que, tras años de haber estado prometiendo anchos de banda que nunca entregaron a los usuarios, las empresas de telecomunicaciones vengan ahora a controlar las cantidades consumidas por éstos y a retrotraer la red, tras años de “sensación de ilimitada abundancia”, a un mundo de escasez y de control para evitar llegar al límite marcado e incurrir en costes más elevados o en descensos de velocidad. Por supuesto, las leyes de mercado pueden actuar aquí: si todas las empresas de telecomunicaciones se organizan para imponer bandwidth caps, será un claro caso de colusión de precios. Si no lo hacen, cabe esperar una fuga de clientes desde los proveedores de acceso que lo hagan hacia los que no lo hagan, a no ser que la magnitud del límite establecido sea verdaderamente elevada y la mayoría de los usuarios no lleguen nunca razonablemente a él.

La discusión acerca de la magnitud del límite y su medición está siendo muy interesante en el mercado norteamericano: el límite presuntamente establecido por Comcast, 250 GB al mes, puede parecer razonablemente prudente con el tipo de uso que hacemos de la red hoy en día (según las declaraciones de la compañía, hablamos de  cincuenta millones de correos electrónicos a 0.05 KB por mensaje, 62.500 canciones a 4 MB cada una, 125 películas en calidad estándar a 2 GB cada una, o 25.000 fotos en alta resolución a razón de 10 MB/foto), pero ¿qué ocurre con las tendencias actuales de consumo, cada vez más exigentes en cuanto al consumo de vídeo y de materiales en alta definición? Cada dos horas de película en HD son 8 GB, un evento deportivo en directo pueden ser 13 GB, y además, no estamos solos en casa, compartimos nuestra conexión con otros miembros de la familia… ¿Cómo se define un uso abusivo?

Del mismo modo que Internet no despegó de verdad hasta que tuvimos tarifas planas, la aplicación de bandwidth caps puede suponer un freno total al desarrollo de la sociedad de la información y a la innovación en su conjunto, algo que cualquier país acabará pagando en términos de generación de PIB si se acaba convirtiendo en norma. Y tristemente, se trata de una discusión que sin lugar a dudas tendremos aquí más pronto que tarde y que, dada la peculiar estructura del mercado español, resultará como mínimo de delicado manejo. ¿Estamos preparados como clientes para afrontar ese cambio en el mercado? ¿Aceptaríais ese cambio? ¿Os cambiaríais de proveedor si el vuestro implantase un límite de descarga? ¿Qué patrones de vuestro consumo de Internet modificaríais si vuestro contrato tuviera un techo determinado?

(Enlace a la entrada original - Licencia)

29 agosto 2008

¿Están anticuadas las tarjetas de visita?

Una entrada en TechCrunch, We need to kill the business card once and for all, plantea hasta qué punto están anticuadas las tarjetas de visita, y porqué no ha aparecido un formato verdaderamente estándar vinculado a la ubicuidad de la telefonía móvil que facilite el intercambio de información de contacto de una manera que facilite el que quede directamente archivada en formato digital.

Las tarjetas de visita provienen del siglo XV en China y del XVII en Europa, donde eran usadas por miembros de la aristocracia para anunciar su visita. Aún a día de hoy, su uso se considera rodeado de convencionalismos y rituales notablemente arraigados, que alcanzan su máximo exponente en Japón, con el ritual de intercambio de las meishi. En países como China, el uso de tarjetas de visita resulta fundamental para moverse por la ciudad si no hablas el idioma: es en muchos casos la única manera de indicar al conductor de un taxi el sitio al que quieres ir, dado que no suelen habitualmente hablar otros idiomas ni tampoco entender las indicaciones sobre mapas.

Los inconvenientes de la tarjeta de visita resultan claros y evidentes: en un mundo cada día más digital, seguir confiando en pedazos de papel de alto gramaje que pueden perderse fácilmente, que no se ordenan de manera sencilla y que nos hacen depender de un exiguo almacén situado en un bolsillo parece un contrasentido. En muchas ocasiones, las tarjetas de visita acaban acumuladas en un cajón sin más orden que el gravitatorio, y ante la imposibilidad de ponerse a rebuscar entre tantas tarjetas buscando una específica, pierden toda su utilidad. Sin embargo, la idea de eliminar las tarjetas de visita tiene sus elementos de reflexión: diseñadas como almacén a corto plazo, suponen también un elemento de filtro. Si todas las tarjetas que recibimos fuesen digitales, seguramente acabaríamos teniendo unas libretas de direcciones tan descomunales, que resultarían profundamente incómodas de manejar. El comportamiento habitual, por tanto, es regresar a tu casa o tu despacho con un puñado de tarjetas de visita, y decidir en ese momento cuáles digitalizar, aunque el proceso de introducir los datos manualmente es tan incómodo, que en muchas ocasiones se acumula y se pierde la información (a pesar de haberse diseñado multitud de escáneres especiales para tarjetas de visita que incluso intentan identificar los campos y los pasan a una base de datos).

Por otro lado, la perspectiva de estar en una reunión con cinco o seis personas y dedicarse, en lugar de hacer un rápido “intercambio de cromos”, a dispararse haces de señales electromagnéticas entre dispositivos como si fuera un episodio de “La guerra de las galaxias” no parece un escenario demasiado conveniente. Los procesos utilizados ahora entre dispositivos móviles destacan por su incomodidad e incompatibilidades, y los esfuerzos desarrollados en el desarrollo de estándares como vCard parecen no gozar de demasiada aceptación en su uso. Por el momento, yo lo que sé es que cada vez pido más, no menos, cajas de tarjetas de visita, y que el único esfuerzo que he hecho en su digitalización es la página de contacto de mi blog, muy útil cuando se me acaban las tarjetas que llevo en el bolsillo.

¿Tiene sentido hacer una cruzada contra las tarjetas de visita para sustituirlas por algún tipo de medio electrónico, o la situación está bien como está y la tarjeta de visita es un elemento para quedarse? ¿Usas ahora más tarjetas que antes, o las has reemplazado de alguna manera? ¿Resistirá la vieja tarjeta de visita el paso del tiempo y la progresiva digitalización de su entorno?

(Enlace a la entrada original - Licencia)

28 agosto 2008

IO Group contra Veoh y las similitudes con el caso Telecinco contra YouTube

En la legislación norteamericana ya tenemos un precedente claro con respecto al caso Telecinco contra YouTube, es decir, un productor de contenidos procediendo contra un sitio de vídeo online: en este caso, se trata de IO Group, una empresa de contenidos para adultos, que lleva a juicio a Veoh por haber hallado contenido suyo sujeto a derechos de autor y disponible libremente en el sitio, a pesar de que las takedown notices que emitió sobre sus contenidos correctamente identificados fueron atendidas con prontitud. El caso lo comenta TechCrunch en Transcoding is not a crime, says court in Veoh porn case, además de facilitar acceso a la sentencia completa del mismo, con enormes parecidos con la que yo poseo del caso en el que participo.

El veredicto, emitido por el juez Howard Lloyd, deja meridianamente claro que Veoh simplemente establece un sistema mediante el cual un software procesa de manera automática contenidos suministrados por los usuarios y le proporciona un nuevo formato en el que resulta fácilmente accesible para éstos, pero que no tiene nada que ver ni con los contenidos, ni con la supervisión de éstos, ni con nada que vaya más allá de la ejecución de un proceso automático iniciado por los usuarios. Concretamente, el texto de la sentencia dice:

“Here, Veoh has simply established a system whereby software automatically processes user-submitted content and recasts it in a format that is readily accessible to its users. Veoh preselects the software parameters for the process from a range of default values set by the thirdparty software…ButVeoh does not itself actively participate or supervise the uploading of files. Nor does it preview or select the files before the upload is completed. Instead, video files are uploaded through an automated process which is initiated entirely at the volition of Veoh's users.”

En el caso Telecinco contra YouTube, uno de los principales argumentos de la parte acusatoria era precisamente que YouTube desarrollaba un papel editorial y de supervisión de los contenidos, aportando supuestas pruebas como el incluir vídeos en listas de “Lo más visto”, “Lo más comentado”, extracción de thumbnails o utilización como soporte publicitario, funciones que, obviamente y como cualquiera que haya manejado aplicaciones en Internet conoce, se crean y desarrollan de manera completamente automatizada. Igualmente, pretendían hacer a YouTube responsable de la eliminación de sus contenidos sin siquiera identificarlos adecuadamente y arguyendo que la empresa eliminaba, por ejemplo, otros contenidos considerados inadecuados, una función que YouTube desarrolla gracias a la participación de la comunidad de usuarios que marcan dicho contenido de manera participativa.

Veredicto claro y contundente: el sitio de vídeo no es responsable de los contenidos que sus usuarios suministran, no está obligado a soportar la carga de su supervisión, y tiene simplemente que facilitar la eliminación de aquellos contenidos cuyos derechos de autor sean reclamados por terceros tras una identificación correcta y efectiva de los mismos.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

27 agosto 2008

Ubiquity: visualizando tendencias en el uso de la web

Si el navegador es ya el programa que más utilizas en tu ordenador, Ubiquity te va a encantar. Completamente experimental y en las primeras etapas de su desarrollo, se trata de un intento de ese laboratorio de tendencias llamado Mozilla Foundation de conectar la web y las tareas que hacemos en ella con el lenguaje natural que un usuario utilizaría para definirlas, de manera que resulten muy sencillas e inmediatas.

El vídeo lo explica muy bien: imaginemos que queremos, por ejemplo, proponerle a un amigo que nos veamos en un bar determinado que ninguno de los dos conocemos: podemos, con comandos simples, generar un mensaje, obtener un mapa, embeberlo, localizar opiniones sobre dicho bar y añadirlas al mensaje, pero no como simples vínculos, sino como componentes activos. Se trata de dar al usuario la posibilidad de generar, en cierta medida, sus propios mash-ups a partir de elementos de la web, para que resulte completamente natural e intuitivo manejarlos, y hacerlo además de una manera social, para que estos comandos puedan ser compartidos, utilizados en páginas, etc.

Vale la pena echarle un ojo detallado.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

26 agosto 2008

Impresoras mentirosas

La cosa llevaba ya tiempo dando que hablar: un mercado basado en casi regalar las impresoras para luego vender el suministro de tinta podría dar lugar a conflictos de intereses importantes, algunos de ellos llegando a vulnerar las más elementales normas del sentido común. Se habló de impresoras de inyección que desperdiciaban intencionadamente tinta y la vertían en un papel absorbente en su base, de forzar a los usuarios a gastar tinta en inútiles páginas de prueba cada vez que se cambiaba el cartucho, y de infinidad de trucos más. Pero la última técnica, descubierta y documentada por Farhad Manjoo y publicada posteriormente en Take That, Stupid Printer! va mucho más allá, hasta el punto de poder calificarse de puro fraude, y ha sido recogido ya por sitios como Boing Boing o Digg: cartuchos de toner o de tinta programados para un número determinado de usos, y que posteriormente envían al ordenador la señal de “tinta agotada”, obligando al usuario a insertar uno nuevo y a tirar un cartucho todavía parcialmente lleno de tóner o tinta.

El tema viene de lejos, había sido documentado ya en foros de usuarios y hasta objeto de demandas colectivas contra empresas como Epson, pero es ahora cuando pasa a adquirir su verdadera trascendencia. La impresora que ilustra el caso, una Brother HL 2040, es un modelo relativamente barato en blanco y negro: tras dejar de imprimir de manera súbita y pedir el cambio de cartucho, su propietario googleó el modelo en busca de soluciones, y se encontró un sitio, Fixyourownprinter.com, en el que otro usuario, OpressedPrinterUser, proponía bloquear con cinta adhesiva un sensor situado en el cartucho para solucionar el problema, al hacer pensar a la impresora que se había insertado un nuevo cartucho. En algunos casos, el truco podía hacer que el usuario continuase utilizando su impresora durante varios miles de páginas más, demostrando un efecto perverso de mercado: una empresa engañando directamente a sus usuarios sin ningún tipo de justificación más allá de obtener un beneficio mayor. Por mucho que pueda existir una cierta posibilidad de daño al mecanismo de la impresora al intentar utilizarla cuando la tinta se ha agotado del todo, el usuario puede detectarlo por la falta de calidad en las copias, y el margen de seguridad nunca debería ser tan exorbitante. En el caso de impresoras de uso corporativo, la diferencia en costes de mantenimiento puede ser, sin duda, más que notable.

La noticia ilustra los efectos de la difusión de la información en los mercados: antes de Internet, este tipo de trucos podían pasar de un usuario a otro a manera más o menos discreta; en un mercado tan fragmentado como el de las impresoras, posiblemente ni eso. Ahora, una cuestión de este tipo lleva a una rápida difusión de la noticia, a sitios dedicados a informar a los usuarios, a un clima de sospecha permanente cada vez que tu impresora, sea de la marca que sea, se queda sin tinta, y posiblemente hasta a denuncias colectivas de usuarios que más que demandar una restitución económica, protestan por una afrenta a su dignidad e inteligencia. Un consumidor más informado es, simplemente, un consumidor más difícil de engañar.

Por el momento, y aunque sea solo por una cuestión de higiene, puede ser recomendable meterse en foros como Fixyourownprinter o en un buscador, y echar un ojo a lo que cuentan sobre tu modelo de impresora. Por eso del qué dirán…

(Enlace a la entrada original - Licencia)

25 agosto 2008

La persistencia de la memoria

En Nueva Zelanda, un juez ha tomado la decisión de prohibir específicamente la divulgación de los nombres de los acusados de un asesinato a través de Internet, mientras permite, por contra, su publicación a través de radio, televisión o medios impresos (vía Slashdot, noticia completa en NZ Herald). La razón aducida por el magistrado es su preocupación con respecto a la posibilidad de que alguien en el futuro encuentre, al googlear los nombres de esas personas, información con respecto a un crimen del que podrían ser inocentes, así como los posibles efectos de difusión viral habitualmente vinculados a la red.

A otro nivel, por supuesto, la cuestión me sugiere una reflexión habitual mía con respecto a lo que yo denomino “la persistencia de la información” o, parafraseando a Dalí, “la persistencia de la memoria“, y que tiene que ver con mi manera de relacionarme con los medios: una entrevista en televisión o en radio aporta, por supuesto, un fuerte efecto en el momento de ser emitida. Personas que habitualmente no contactan contigo lo hacen al escucharte o verte, con un efecto de llegada a nuevo público muy interesante. Sin embargo, la trascendencia de lo que hayas dicho hacia el futuro es prácticamente nula. En prensa, casi lo mismo: pocas personas se molestan en volver atrás, en consultar las hemerotecas para ver lo que una persona dijo en un momento determinado. Sin embargo, Internet es completamente diferente. En Internet, la repercusión inmediata puede ser escasa según dónde lo publiques, pero el efecto hacia el futuro permanece vinculado a determinadas búsquedas. La diferencia se percibe claramente, por ejemplo, en aquellos periódicos con edición digital moderna, es decir, aquellos que almacenan de manera persistente en un archivo de libre acceso y con los correspondientes permalinks la información publicada en sus ediciones anteriores: si bien el papel puede ser interesante por llegar a determinado público, lo verdaderamente interesante suele ser la publicación en la web, que permanecerá ahí vinculada a tu nombre o a lo que en su momento pudiste decir.

Ese fue el tipo de reflexiones que me llevaron, en su momento, a apostar fuerte por el fenómeno blog en la esfera de lo personal, o a procurar reseñar siempre de manera cumplida en el blog aquellas apariciones que pueda tener en otros medios: incrementar su visibilidad de cara a futuro, evitar la pérdida del esfuerzo realizado: en lugar de - o además de - un efecto instantáneo de llegada a un público determinado, obtener también “la cola del cometa”, las búsquedas, citas o apariciones futuras derivadas de su reseña en mi propio sitio (aparte de que, como ya he comentado en otras ocasiones, me resulte cómodo para el proceso de revisión anual de mi actividad como profesor): cada entrada en el blog genera no sólo el efecto derivado de su publicación y su (muchas veces más interesante todavía) discusión en los comentarios, sino también todo ese valiosísimo proceso posterior de apariciones en motores de búsqueda o vínculos desde otras páginas. Si añadimos a ésto la posibilidad de complementar o incluso de mantener un mayor control sobre lo que los medios deciden extractar o destacar, el resultado es todavía más positivo.

Ese razonamiento es, curiosamente, el mismo que hoy en día me lleva a recomendar a aquellas empresas a las que aconsejo que opten por un blog corporativo: no sólo tus apariciones multiplican su rentabilidad y la prolongan en el tiempo, sino que, además, construyes un repositorio de vínculos entrantes valiosísimos a la hora de posicionar tu marca, y obtienes un mayor control sobre la información de cara al futuro.

Ahora, un juez se ha parado a pensar en el tema y ha llegado a la conclusión de que debe nada menos que intentar impedir la publicación de algo en Internet por miedo a su trascendencia futura, algo que, de no ser por la evidente contaminación entre canales e impracticalidad de su decisión, relegaría a los medios tradicionales casi a un concepto de “lo que dicen se lo lleva el viento” frente a una Internet mucho más trascendente en el futuro. Lo que dice la radio, la televisión o la prensa no es importante, porque sólo Internet resiste el paso del tiempo. Sin duda, una idea para una reflexión más que interesante.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

24 agosto 2008

Amazon y el mercado del libro de texto

La entrada de Amazon en el mercado del libro de texto promete ser un movimiento estratégicamente muy interesante: se trata de un mercado importante, - en España son 736 millones de euros en 2006, en Estados Unidos, 5.500 millones de dólares - con unas características de periodicidad anual, criticidad percibida de la compra y ventajas posibles de nuevos soportes difícil de encontrar en otros segmentos: la imagen de los alumnos cargando con varios kilos de libros es cada vez más dificil de entender en un mundo como el que vivimos.

Sin duda, es un área de desarrollo muy interesante para Amazon, que acaba de confirmar una nueva versión de su Kindle para estudiantes, seguramente dotado de una pantalla mayor, más adecuada al tamaño de los libros de texto. La industria, a nivel norteamericano, no se ha quedado quieta: McGraw&Hill, por ejemplo, ofrece versiones electrónicas en un 95% de los libros de su catálogo, y seguramente vería con buenos ojos la posibilidad de ponerlos en un dispositivo como éste, por mucho que la posibilidad de romper sus sistemas de DRM no sea, como todos sabemos, una cuestión de cómo, sino de cuándo. Pero la posibilidad de educar a toda una nueva generación de estudiantes acostumbrados al formato de libro electrónico y a la idea de “biblioteca ilimitada al alcance de un botón” es suficientemente interesante como para meterse en ella, y pocos discuten que el lanzamiento de ese Kindle para estudiantes es sólo una pieza en una incursión más fuerte en el mercado educacional para Amazon. Un mercado complejo, en el que con seguridad veremos muchas cosas interesantes muy pronto, y en el que no sólo los estudiantes (que son, en el fondo los que lo tienen más fácil generacionalmente hablando) se van a tener que adaptar.

¿Qué pasaría en el sector editorial en España si Amazon hiciese una entrada fuerte y enfocada al segmento del libro de texto, en el que los precios están moderadamente más liberalizados que en el resto? ¿Para cuándo Amazon.es?

(Enlace a la entrada original - Licencia)

23 agosto 2008

Redes sociales: la guerra, en El País

José Isaac Mercader me cita en su artículo de El País de ayer, “La guerra de las redes sociales” (pdf), en el que intenta retratar la competencia por los usuarios entre las diferentes redes sociales. Una competencia muy interesante, porque se juntan en ella factores de todo tipo que van desde el “efecto pionero” al “efecto sustitución”, pasando por temas relacionados con la viralidad o incluso métodos que rozan el spam puro y duro y las tácticas de engaño para que envíes invitaciones a tus amigos, en muchos casos sin desearlo.

El artículo menciona Facebook, Tuenti, Hi5, MySpace y Wamba. De éstas, Hi5 ha conseguido el dudoso honor de ser la única cuyas invitaciones envío directa a mi carpeta de spam, tras comprobar la cantidad de veces que los usuarios las habían enviado sin pretenderlo o que se disculpaban tras haberlo hecho, indicativo claro de una práctica que considero predatoria y que tuve la oportunidad de comentar en el artículo. Los fenómenos por los cuales un usuario opta por una u otra red social me resultan muy llamativos: algunas redes disfrutan de un acusado “efecto pionero” que dificulta la entrada de otros competidores, pero en muchos casos, en este tipo de redes basadas en la comunicación en un ámbito genérico con otros usuarios, se trata de un tema de masa crítica: optas por esa red cuando un número significativo de tus amigos, o aquellos que consideras como referencia, lo han hecho, de manera que la siguiente red tiene que ofrecer no sólo algo diferencial, sino ser capaz además de atraer a un número suficiente de esos usuarios. Funciones como la anotación de fotos resultan bastante atractivas en este sentido, para también puede serlo un posicionamiento bien orientado o la creación de una cierta sensación de exclusividad mediante la difusión por invitación, que puede generar además redes con mejor calidad de contacto. Sin duda, un tema en el que veremos cosas muy interesantes.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

Redes sociales: la guerra

José Isaac Mercader me cita en su artículo de El País de ayer, “La guerra de las redes sociales” (pdf), en el que intenta retratar la competencia por los usuarios entre las diferentes redes sociales. Una competencia muy interesante, porque se juntan en ella factores de todo tipo que van desde el “efecto pionero” al “efecto sustitución”, pasando por temas relacionados con la viralidad o incluso métodos que rozan el spam puro y duro y las tácticas de engaño para que envíes invitaciones a tus amigos, en muchos casos sin desearlo.

El artículo menciona Facebook, Tuenti, Hi5, MySpace y Wamba. De éstas, Hi5 ha conseguido el dudoso honor de ser la única cuyas invitaciones envío directa a mi carpeta de spam, tras comprobar la cantidad de veces que los usuarios las habían enviado sin pretenderlo o que se disculpaban tras haberlo hecho, indicativo claro de una práctica que considero predatoria y que tuve la oportunidad de comentar en el artículo. Los fenómenos por los cuales un usuario opta por una u otra red social me resultan muy llamativos: algunas redes disfrutan de un acusado “efecto pionero” que dificulta la entrada de otros competidores, pero en muchos casos, en este tipo de redes basadas en la comunicación en un ámbito genérico con otros usuarios, se trata de un tema de masa crítica: optas por esa red cuando un número significativo de tus amigos, o aquellos que consideras como referencia, lo han hecho, de manera que la siguiente red tiene que ofrecer no sólo algo diferencial, sino ser capaz además de atraer a un número suficiente de esos usuarios. Funciones como la anotación de fotos resultan bastante atractivas en este sentido, para también puede serlo un posicionamiento bien orientado o la creación de una cierta sensación de exclusividad mediante la difusión por invitación, que puede generar además redes con mejor calidad de contacto. Sin duda, un tema en el que veremos cosas muy interesantes.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

22 agosto 2008

Cuidado con ese gatillo fácil?

Atención a la importante noticia de Wired, Judge: Copyright Owners Must Consider ‘Fair Use’ Before Sending Takedown Notice: un juez norteamericano, Jeremy Fogel, en una decisión pionera en su género, ha sentenciado que en lo sucesivo, los propietarios de copyright estarán obligados a considerar la posibilidad de que la utilización de sus materiales esté teniendo lugar con arreglo al llamado fair use (uso legítimo o uso razonable) antes de enviar una demanda de retirada de contenidos (takedown notice) a páginas de alojamiento y compartición de vídeos en Internet.

La sentencia, que autoriza a las víctimas de falsas demandas de retirada de contenidos a buscar las correspondientes compensaciones, intentará detener las oleadas de abusos que los gestores de derechos de autor estaban protagonizando mediante el procedimiento de enviar takedown notices a diestro y siniestro contra todo contenido que les resultase molesto, incluidos casos de parodia, crítica, uso educativo o periodístico, convirtiéndose así en una patente amenaza contra la libertad de expresión. En lo sucesivo, en lugar de recurrir al “gatillo fácil”, tendrán que estimar cada caso, pensar si entra dentro de los supuestos de fair use - que liberan al usuario de la obligación de pedir permiso al propietario de los derechos - y proceder a solicitar la retirada únicamente en los casos que no lo sea. Algunos abusos recientes incluían el caso de Stephanie Lenz, una madre norteamericana que vio como un vídeo de su bebé bailando fue eliminado de YouTube porque contenía treinta casi inaudibles segundos de la canción “Let’s go crazy”, de Prince, o la retirada de los vídeos en los que Beyoncé aparecía cayéndose en un concierto con la excusa de que podía escucharse de fondo la canción que estaba interpretando (comentadas anteriormente aquí).

Para determinar si un uso es legítimo se utilizan variables como la cantidad de obra original utilizada, el posible daño al mercado del contenido original, o si el nuevo material generado constituye una parodia. La mejor forma que he visto hasta el momento de explicar el concepto de fair use está en este vídeo de Eric Faden, profesor de Bucknell University, en el que utiliza precisamente fragmentos de películas de Disney, una de las compañías que defienden el copyright de un modo más intimidatorio.

En España, el paralelismo sería claro: en el caso Telecinco contra YouTube, ya comentado aquí anteriormente en esta página y hoy por Daniel Rodríguez Herrera en Libertad Digital, la petición por parte de Telecinco de que YouTube retire la totalidad de los materiales que aparezcan en el buscador al introducir palabras como “Telecinco” o cualquiera de sus programas (incluyendo partículas tan genéricas como “Está pasando”, “Diario de”, “Caiga quien caiga” y muchas más, como nombres de actores o incluso programas que no son comercializados en exclusiva por dicha cadena) sería una demanda claramente abusiva, al no tener en cuenta dichas posibilidades de uso legítimo o, en este caso, incluso usos no relacionados de los términos mencionados. El uso abusivo de estas demandas de retirada de contenidos, incluyendo de forma evidente contenidos sujetos a fair use, debería ser considerada como un caso de “matonismo judicial”, como un intento de perjudicar de manera injusta al demandado, una situación que debería ser adecuadamente corregida: si quieres ejercer tus derechos sobre tu propiedad intelectual, cuestión completamente legítima, identifica claramente el material sobre el que quieres reclamarlos, y comprueba que quien los usa no se está acogiendo a un uso legítimo de los mismos. Y si te equivocas, ojo: tendrás que indemnizar adecuadamente.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

21 agosto 2008

¿Está tu empresa en la edad de piedra digital?

Un artículo en Business Week, Go ahead, use Facebook: Unilever tries bridging the tech divide, me llama la atención sobre uno de los temas que comento habitualmente en clases y conferencias: la amenaza que supone para las compañías que su entorno tecnológico corporativo se convierta en algo que recuerda a la Edad de Piedra con respecto, sobre todo, a las percepciones que tienen colectivos como empleados, posibles nuevas incorporaciones, clientes, socios, etc.

El artículo comenta lo ocurrido en Unilever, una empresa que notaba el efecto de la desactualización de su informática corporativa de una manera tan brutal, que empezaba a tener problemas de disciplina interna, sobre todo entre las nuevas incorporaciones: personas acostumbradas a mantener toda una vida digital en redes sociales, mensajería instantánea, movilidad, etc. y que de repente se veían atados a una serie de prácticas profundamente restrictivas. En algunos casos, la reputación de una compañía en este sentido puede convertirse en una verdadera rémora a la hora de atraer talento, o simplemente en una fuente de mala imagen, efecto que Unilever ha pretendido evitar nombrando a una persona responsable de “evangelizar” a la compañía, sobre todo a aquellos nacidos antes de 1985.

El efecto de las nuevas tecnologías lleva a la creación de colectivos claramente diferenciados: mientras para unos la red resulta un complemento prácticamente indispensable en sus vidas, otros lo ven como un conjunto de extravagancias peligrosas y dignas de personas que sufren algún tipo de trastorno en sus prioridades y escalas de valores. El problema, claro está, es que mientras los primeros están en su gran mayoría iniciando su vida laboral y resultan además indispensables para entender a una parte cada vez más significativa del mercado, los segundos están en muchos casos en fases de madurez o, cada vez más próximos a la jubilación: la pura y simple evolución demográfica favorece la progresiva implantación de los avances tecnológicos implantados en los colectivos más jóvenes.

En muchos casos, las restricciones provienen de visiones del propio Departamento de Sistemas: personas a las que en muchos casos se mide por parámetros casi únicamente relacionados con la estabilidad de los sistemas son, lógicamente, conservadores por naturaleza, porque toda novedad es susceptible de perjudicar a la misma. Visiones estrechas de las tecnologías de la información, muchas veces impulsadas por una alta dirección convertida en “generación perdida”, que entienden la tecnología como un recurso que solo puede ser utilizado para la labor productiva, negando la evidencia de que el trabajador es una persona que se informa, que se relaciona y que no se limita a pensar exclusivamente en el trabajo las ocho horas que se le supone dedicado a él. Directivos anclados en los oscuros tiempos del más ferviente taylorismo.  Empresas que, como en esta noticia de anteayer en El Ideal de Granada, limitan el acceso a Internet de sus empleados “para que no pierdan el tiempo navegando”, censuran páginas concretas, o monitorizan las actividades de sus empleados en la red haciendo pagar a justos por pecadores, y dando lugar a un negativo clima de desconfianza que en nada ayuda a las relaciones laborales, a la captación de talento o a la imagen de la empresa en general. La dirección de las empresas se justifica diciendo que combate los abusos, que los hay como en todo, pero… ¿justifican esos abusos el establecimiento de esa especie de “ley marcial”, de un clima de restricción generalizado?

¿Está tu empresa en la edad de piedra digital? ¿Te censuran, te vigilan o te sancionan de manera injustificada en función de tu relación con la tecnología? ¿Puede un “nativo digital” aspirar a sentirse cómodo en tu empresa, o se vería como si lo hubiesen soltado de golpe en medio del Paleolítico? ¿Qué elementos percibes en la política tecnológica de tu empresa que te llevan a pensar que está diseñada por trogloditas tecnológicos?

(Enlace a la entrada original - Licencia)

20 agosto 2008

Cerco al spam telefónico: ahora las llamadas automatizadas

Si hace unos días hablábamos de las intenciones del Ministerio de Sanidad y Consumo español de limitar el telemarketing y el spam telefónico, ahora es otro mercado, el norteamericano, el que se propone limitar otra práctica relacionada: la de las llamadas automatizadas o pregrabadas, también conocidas como robocalls. Tras oleadas de críticas con respecto a la creciente invasividad de este tipo de llamadas, la FTC ha decidido prohibirlas y exigir un consentimiento escrito del cliente para recibirlas. En el caso de las llamadas de organizaciones de caridad, en principio exentas de cumplir esta medida, deberán ofrecer al usuario una posibilidad de hacer opt-out. Igualmente estarán exentas las llamadas automatizadas de alerta, como las utilizadas para recordar una cita en el médico o para notificar una cancelación de un vuelo.

Las llamadas automatizadas se habían convertido en una de las formas más baratas de llegar a clientes, pero también en una de las más intrusivas, hasta el punto de generar oleadas de quejas ante la FTC. Su uso era especialmente intenso en épocas de campaña electoral. En España, su uso resulta todavía bastante incipiente, aunque se empezaban a ver con una profusión cada vez mayor. Entre la medida norteamericana, el imparable auge del do-not-call registry (que en breve se completará para incluir también a los partidos políticos, inicialmente exentos), la prohibición de los junk fax y, ahora, la prohibición de las llamadas automatizadas, parece que finalmente vivimos un auténtico cerco a este tipo de prácticas, incluso en un mercado tradicionalmente permisivo con ellas como el norteamericano. Esperemos que la tendencia se siga extendiendo.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

19 agosto 2008

Todos somos criminales

Aquí estoy, con aspecto patibulario, tras el cartelito que proclama mi condición. Soy un criminal del copyright. Así exactamente me siento al ver cómo esa tétrica burla llamada “Coalición de Creadores” que no defiende más que a los fantasmas del pasado en un mundo en el que ahora todos somos creadores aprovecha Agosto para lanzar su globo sonda, en el que anuncian que todos somos criminales y que pagaremos por ello. Que se dispone a aplicar su tremenda fuerza de lobby turbio, la misma que utilizó para imponernos su absurdo canon, para que nuestros proveedores de servicios de Internet pasen a convertirse en policías que vigilan lo que pasa por nuestra línea, que nos advierten cuando lo que pasa por ella no es del gusto de estos siniestros personajes, y que nos desconecta finalmente, pretendiendo condenarnos al ostracismo digital, cuando superamos los tres avisos. Tres avisos de que el futuro, según ellos y su deformada lógica, no será como debería ser ni explotará todas las posibilidades que la tecnología le ofrece. Que deberá regirse por las mismas absurdas normas que tenía en el pasado, cuando esta ilusión, este espejismo de libertad que Internet supuso todavía no estaba ni en la imaginación más calenturienta.

Aquí estoy, con mi cartelito. Me descargo música. Me descargo, en realidad, todo lo que me da la gana. Anuncio mi intención de seguir haciéndolo, de contravenir todo intento de bloqueo, censura o control que me intenten imponer. De divulgar toda cuanta medida tecnológica caiga en mis manos para evitar y saltarse sus esquemas. De violar o ignorar todo esquema restrictivo. Y por supuesto, de animar a otros a que lo hagan también.

Para ellos, en su percepción distorsionada y enfermiza de la realidad, todos somos criminales. Nos odian porque nos bajamos música, porque vemos las series de televisión en el idioma que queremos y a la hora que nos da la gana, porque afirmamos que todos sus caducos esquema son mentira y no sirven para funcionar en el nuevo mundo digital. Y porque animamos, con la fuerza de nuestra lógica, a que otros hagan lo mismo que nosotros. Poco les importa que seamos legión, que no lo hagamos por dinero, que seamos sus clientes, que existan otros modelos de negocio, o que tengamos derechos que hasta hace poco se entendían tan fundamentales como el secreto de las telecomunicaciones. Para ellos, todo es válido con tal de poder seguir aspirando a modelar el futuro con las mismas reglas que el pasado. Si hay que criminalizarnos a todos, si hay que convertirnos en una figurada amenaza para la civilización occidental, se hace. Todo vale. Su esquema nos lleva al más absurdo de los mundos, a policías poniendo contra la pared a adolescentes con auriculares en las orejas para comprobar la procedencia de las canciones que portan en sus reproductores MP3, entrando en nuestras casas para secuestrar discos duros, espiando nuestras acciones en la red… que haya que establecer un estado policial para defender su caduco modelo de negocio es lo de menos. Que todo sea mentira, también lo es.

Porque todo es mentira. No somos criminales. En realidad, al descargarte contenidos para tu propio uso no violas ninguna ley. No amenazas nada ni empobreces a nadie, más que a quienes pretender vivir del aire o del cuento. A quienes aspiran a enriquecerse durante noventa y cinco años porque un día tuvieron un soplo de inspiración que creen que les aúpa a la naturaleza de los dioses. Sus esquemas son tan profundamente incoherentes, tan faltos de lógica, que hasta ellos mismos los violan sin darse cuenta. Simplemente, no tienen sentido, hagan lo que hagan y reescriban las leyes que reescriban. Son absurdos, ridículos e inoperantes. Las nuevas generaciones lo saben, y viven completamente al margen de ellos. Se descargan y comparten las canciones de los cuarenta principales en menos tiempo del que tardan en escuchar la propia canción. Van a conciertos, van al cine, pero también se descargan y todo lo descargable sin el menor atisbo de remordimiento ni culpa. Como debe ser. Y como tarde o temprano acabará siendo.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

18 agosto 2008

Mis impresiones del caso ?Telecinco contra YouTube?

Tenía bastantes ganas de comentar mis impresiones con respecto al caso “Telecinco contra YouTube”, cosa que no había hecho hasta el momento a pesar de ser uno de los casos que habitualmente serían objeto de comentario en esta página. Sin embargo, el hecho de haber sido citado como perito en el juicio, de estar interactuando con abundante información procedente de ambas partes y con los textos íntegros de demanda, petición de medidas cautelares y petición de levantamiento de las mismas hizo que, por una regla de natural prudencia, decidiese esperarme un poco, al menos hasta que los calores de mediados de Agosto relajasen un poco las tensiones del ambiente.

Sin embargo, tampoco querría que llegase la reanudación de las comparecencias en Septiembre sin haber tenido la oportunidad de exponer públicamente algunas partes de lo que ya tuve la ocasión de comentar en la sala de vistas ante el juez. Por tanto, aquí va mi opinión al respecto:

Telecinco contra todos

En el siglo pasado, para crear una televisión había que pasar por una serie de procesos complejos: obtener una licencia de emisión, invertir en costosos equipos y locales, contratar profesionales de muchos tipos, instalar infraestructuras… en aquellos tiempos pasados, solo unos pocos, muy pocos podían crear una televisión, obtener el privilegio de emitir contenidos hacia una audiencia pasiva. Hoy, los tiempos han cambiado: cualquiera puede hacerse con una cámara de alta definición, echarse a la calle, crear un contenido más o menos sofisticado, editarlo con un simple ordenador personal, y subirlo a YouTube. Si el contenido vale la pena o, simplemente, merece algún tipo de atención, es más que posible y hasta probable que en YouTube pueda llegar a obtenerla.

Para quien dirige una televisión, aprender a vivir en un entorno en el que casi cualquiera puede obtener una atención antes prácticamente reservada a quien tenía una televisión es algo bastante complejo, seguramente difícil de entender. Las dificultades para entenderlo, además, suelen crecer en modo directamente proporcional al número de canas que peinas. Cuando llevas tiempo viviendo en un entorno determinado en el que además las cosas no te han ido del todo mal, tiendes a odiar todo aquello que amenace el equilibrio del sistema, el status-quo: del mismo modo que hacían las civilizaciones primitivas, tiendes a intentar destruir todo aquello que no alcanzas a entender. La demanda de Telecinco contra YouTube iniciada el mes pasado es precisamente eso: la lucha de los protagonistas de los medios del siglo pasado contra todos los que creamos los medios de este siglo, unos medios participativos, bidireccionales y vivos. A Paolo Vasile, el hombre que, según sus propias palabras, pretende "cerrar YouTube", la idea de que usted y yo podamos subir un contenido audiovisual a YouTube y lo puedan ver automáticamente varios miles de personas es algo que le molesta. Profundamente. Si añadimos que, además de verlo, esas personas pueden interactuar con él, puntuarlo, evaluarlo, recomendarlo, comentarlo y hasta contestarlo con otros vídeos, mientras él tiene que conformarse con la retroalimentación de los incompletos y poco exactos datos de un muestreo de su silenciosa audiencia, la cosa le molesta mucho más. Y si además se da cuenta de que esa misma silenciosa audiencia es la que se levanta al baño, zapea o aprovecha para meterse en Internet cada vez que él interrumpe sus contenidos con pausas publicitarias, dejando a sus anunciantes en plena sesión de monólogo con un conjunto de sofás vacíos, ya no es que simplemente le moleste: es que le hierve la sangre. Paolo Vasile sabe que antes de YouTube, los que emitían, los que realmente contaban, eran él y cuatro más como él. Pero que después de YouTube, cualquiera puede hacerlo, incluyéndole a usted o a mí. Y eso, esa sensación de pérdida de la exclusividad y las prebendas, casi de "príncipe destronado", es algo que lleva muy, pero que muy mal.

En realidad, el problema de Telecinco no es con YouTube, sino con usted y conmigo. El problema de Telecinco es que denuncia a YouTube, porque no puede pillar a los miles de personas que han subido contenidos suyos a YouTube, porque si pudiera hacerlo, gustoso los enviaría a la más negra de las cárceles. Lo que molesta a Telecinco es que un montón de los que siente "sus" telespectadores, antes simples “couch potatoes” atontados e inermes ante la pantalla, han tomado el mando, y ante la falta de una serie de servicios que creen que Telecinco debería darles, como la posibilidad de ver sus programas favoritos a otras horas, la de calificarlos o la de comentarlos con sus amigos, han decidido subir esos contenidos a YouTube y crear esas funciones ellos mismos. En realidad, a quien odia Telecinco no es a YouTube, sino a todos nosotros: a los que suben contenidos suyos a YouTube, y a los que los vemos. De hecho, lo que Telecinco pide a YouTube ante la presencia de un juez es tan demencial, tan alucinante para cualquiera que entienda la tecnología o la sociedad de la información, como el que sea la propia YouTube la que elimine los contenidos de Telecinco, ¡sin que Telecinco los identifique adecuadamente! En la solicitud de medidas cautelares de Telecinco, la cadena reclama como suyos todos los vídeos que puedan obtenerse en una búsqueda en YouTube con la palabra "Telecinco", además de todos los que resulten de buscar todos los nombres de sus programas o incluso de muchos actores… ¿Se imaginan el resultado? Si yo, simplemente, me grabo a mí mismo con la webcam de mi ordenador leyendo este artículo, ¡Telecinco afirmará que el vídeo resultante no puede estar en YouTube, porque contiene la palabra “Telecinco” en título, logotipo, texto y etiquetas! Con estos ojitos he tenido la oportunidad de ver como un abogado reclamaba, sin ningún tipo de rubor, que todo contenido que contuviese el logotipo, o nombre de Telecinco debía ser retirado de YouTube. Amén de afirmar, por ejemplo, que una serie como CSI le pertenece, independientemente de que sea un producto internacional que ha sido emitido por decenas de cadenas en el mundo que tal vez sí hayan autorizado a YouTube a hospedar sus contenidos. O que haya programas que ahora pertenezcan a otras cadenas, o que sean nombres genéricos (¡¡pretenden eliminar toda referencia a frases comunes como "está pasando", "allá tú" o "diario de"!!) o que simplemente alguien quiera hacer una parodia, una obra derivada, o grabarse a sí mismo opinando acerca de un programa de Telecinco, algo completamente lícito. Y además, cuando YouTube llega y ofrece a Telecinco la tecnología adecuada para que se puedan identificar correcta e inequívocamente sus materiales para que puedan ser retirados o se pueda impedir eficientemente su subida, una tecnología que utilizan con probado éxito televisiones de todo el mundo, ¡¡va Telecinco, y la rechaza alegremente!! ¿Hablamos de intentar solucionar el problema? ¿O hablamos, simplemente, de querer provocarlo? ¿O de querer provocar?

El problema de Telecinco, me temo, se llama Telecinco. Se llama Paolo Vasile. Se llama no saber entender y no querer entender la sociedad de la información. El problema de Telecinco no es con YouTube, sino con todos nosotros. La amenazada aquí no es YouTube. Los amenazados somos todos: si Telecinco gana, lo siguiente que hará es ir a por los que, en nuestros espacios en la red, en nuestros blogs y páginas personales, queremos citar sus programas, criticarlos, parodiarlos, comentarlos u opinar sobre ellos: en la mentalidad de Telecinco, sólo ellos pueden hacerlo, y nosotros debemos limitarnos a mirar hipnotizados desde nuestro sofá, como hacíamos antes de que existiese YouTube.

Ya ve, señor Vasile: el mundo ha cambiado. Hoy, los que eran antes simples “televidentes” quieren hacer cosas, ser activos, interactuar con los contenidos, y entre ellos mismos al hilo de esos contenidos. Tienen un gran interés en que exista ese mismo YouTube que a usted le gustaría cerrar. Y además, otras televisiones y competidores suyos más avispados como TVE o Antena 3 han aprendido a vivir en un entorno en el que existe YouTube: a utilizarlo, a extraerle beneficios de imagen y económicos, a controlarlo… Su demanda, señor Vasile, no es "Telecinco contra YouTube". Es "Telecinco contra todos".

(Enlace a la entrada original - Licencia)

17 agosto 2008

Innovaciones que dinamizan mercados

A veces ves innovaciones a las que reconoces de manera casi inmediata la capacidad de dinamizar mercados, de convertirse en factores importantes en procesos de compra, de generalizarse y convertirse en omnipresentes en poco tiempo. Dos ejemplos recientes son los introducidos por Intel con su Remote Access y por Dell con su Latitude-On: en ambos casos, se trata de innovaciones importantes, que aportan mucho al panorama de los PCs, y que se disponen a tener su importancia en la próxima temporada importante de ventas, la mítica “back-to-school” (junto con las Navidades, los dos momentos más importantes del año en el mercdo de particulares).

El Remote Access de Intel permite que un PC sea “despertado” de su estado de suspend o sleep mediante una conexión entrante en forma de llamada mediante teléfono IP. Hasta el momento, a pesar de existir muchos productos capaces de proveer gestión remota de una máquina, éstos debían actuar sobre una máquina encendida, provocando un considerable gasto energético. Ahora, un PC podrá ser tranquilamente dejado en stand-by, pero seguirá pudiendo recibir llamadas entrantes o estando disponible para que su propietario lo despierte y acceda a archivos de cualquier tipo, o empiece a grabar contenidos. Ordenadores más verdes y más capaces, y los socios clave en el desarrollo de estas funciones han sido JaJah, Cyberlink, Orb y Pando.

El Dell Latitude-On es, como innovación, un paso todavía más fuerte: ser capaz de encender tu portátil y acceder de manera inmediata a funciones como el e-mail, navegación web, funciones de organizador personal y lectura de documentos sin tocar para nada el sistema operativo principal, obteniendo así una vida útil de la batería de unas diecinueve horas. El nombre interno de este desarrollo en Dell ha sido BlackTop, combinación de “BlackBerry” y “Laptop”, y se trata precisamente de eso: de poder llevar a cabo las funciones que permite un BlackBerry, pero en la comodidad del teclado completo y pantalla grande de un portátil, sin perjudicar la duración de su batería. Una función verdaderamente disruptiva. ¿Cómo la ha conseguido Dell? Muy sencillo: instalando en sus portátiles un sistema operativo por encima de Windows, concretamente SUSE Linux Enterprise Desktop 10, y poniéndolo a hacer todas esas funciones “sin despertar al monstruo”. Como bien comenta ComputerWorld en un duro artículo, más que Latitude-On, se trata de Windows-Off: montar en un laptop una especie de “segunda máquina” del estilo de un Asus Eee, con un procesador Intel Arm (el mismo que llevan algunas Asus Eee), almacenamiento en memoria flash, un Linux, un Firefox y algunos visores de documentos. Un conjunto de prestaciones que pronto se encontrarán en la mayoría de los portátiles, primero de Dell y luego de otros, pero que se construyen en base a una serie de piezas en las que Microsoft no interviene. Como dicen en InternetNews.com, Dell Latitude ON - big win for Linux, calificado como de un desastre para Microsoft parecido al que sufrió en el mercado de los ultraportátiles: ver como todo un segmento, el de los UMPC, se desarrolla al margen de su producto estrella, opta por Linux, y Microsoft sólo es capaz de afrontarlo con un producto tan antiguo como Windows XP. El artículo de ComputerWorld razona que cuando la industria innova lejos de Redmond, cuando Intel y Dell tienen que irse a buscar socios para innovar en las compañías que realmente innovan, y Microsoft además no reacciona como antes hacía - poniendo su propia maquinaria de innovación a funcionar y presionando a Dell e Intel para que opten por ella - es que la que realmente necesita una llamada para salir del sleep mode es… la propia Microsoft.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

16 agosto 2008

Hablando sobre Android, en El País

En El País de ayer, una colaboración en un artículo de mi amigo Ícaro Moyano titulado “Google quiere ‘poner paz’“, que intenta poner en un contexto estratégico dentro del sector la iniciativa Android de la que hemos hablado ya en otras ocasiones. El texto completo que envié a Ícaro aparece a continuación:

Android es un movimiento interesantísimo desde el punto de vista estratégico: la idea es competir en apertura, ser más abierto que el resto, funcionar como plataforma para que una serie de terceros desarrollen sus sistemas, hacerlo compatible con la capacidad de diferenciación de los fabricantes, y no renunciar a las economías de escala derivadas de la estandarización.

Cuando Google diseña Android, lo hace teniendo en cuenta que el segmento smartphone es interesantísimo y que en él se definen gran cantidad de los usos tecnológicos futuros que le interesan, pero que está sujeto a una fortísima batalla en la que participan fabricantes de terminales, desarrolladores de software y operadoras, cada uno intentando arrimar el ascua a su sardina. Los fabricantes de terminales buscan ventas de dispositivos, para lo cual dependen en gran medida de unas operadoras que buscan consumo de determinados servicios y contratos con servicios cada vez más sofisticados, mientras las empresas de software juegan papeles variados con diferentes niveles de compatibilidad y apertura. Si Android se lanza como un sistema operativo más, pasaría automáticamente a ser, pese a la potencia de Google, un competidor más al lado de los Apple, RIM, Symbian, Linux o Microsoft: un segmento en el que ya hay suficiente complejidad. En ese sentido, Android intenta posicionarse como una plataforma abierta sobre la que cualquiera puede desarrollar, y que ni siquiera está obligado a devolver a la comunidad lo que desarrolle (licencia Apache) posibilita la creación de una base común de dispositivos con un gran nivel de compatibilidad y muchas funciones ya asumidas por el sistema operativo, pero sin impedir las posibilidades de individualización de los distintos fabricantes, que pueden programar lo que quieran sobre el núcleo abierto original y considerarlo parte de su diferenciación competitiva.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

15 agosto 2008

Telemarketing: por fin una buena noticia

Finalmente,una buena noticia en el ámbito del telemarketing, ese martirio diario al que muchas compañías sin escrúpulos nos tenían sometidos de manera incesante: el Ministerio de Sanidad y Consumo denunciará a todas aquellas compañías que utilicen el denominado “spam telefónico”, consistente en realizar llamadas no solicitadas a hogares y teléfonos móviles con el fin de anunciar ofertas y servicios. Un conjunto de prácticas consideradas agresivas y desleales, y que finalmente, en virtud de la trasposiciónal ordenamiento interno de la directiva comunitaria 2005/09, pasarán a estar reguladas antes de final de año.

El abuso del telemarketing ha conllevado una auténtica evolución social en el tratamiento de un medio de comunicación como el teléfono: en muchos hogares, las llamadas no identificadas simplemente no se atienden, o el uso de las normas de educación habituales queda indultado, considerándose adecuado colgar el teléfono o replicar con una mala contestación que resultaría inaceptable en cualquier otro contexto.

El telemarketing, por otro lado, es una industria con poderosos intereses: veremos en qué queda la trasposición de la directiva cuando los principales actores implicados - operadoras, banca, aseguradoras, etc. - hayan llevado a cabo sus correspondientes acciones de lobby: en principio, la determinación expresada por el texto de la noticia parece inequívoca, pero una sola excepción puede dar la traste con la efectividad de las medidas propuestas. El año que viene lo sabremos. En caso de desaparecer o reducirse drásticamente el volumen de estas llamadas, marcará además un posible desplazamiento de los presupuestos empleados en estas acciones de comunicación hacia otros medios menos intrusivos, y será sin duda una muy buena noticia para todos.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

El blog y el ?efecto conferencia?

Tras el interés generado por la entrada del pasado 3 de Agosto sobre el “Efecto Menéame”, tenía ganas de escribir sobre otros efectos interesantes en las visitas de un blog: en esta ocasión, se trata de un efecto que se origina no en Internet, sino en el mundo físico, concretamente en un salón de conferencias. Para evaluarlo, escogí el “evento de los eventos” en la blogosfera española: el Evento Blog España, EBE.

Concretamente, aproveché la oportunidad del pasado EBE 2007, en el que tuve la oportunidad de entrevistar a Biz Stone, fundador de Twitter. El efecto se produce cuando, tras una conferencia, algunos de los asistentes, bloggers o periodistas, referencian lo que han visto en sus publicaciones y añaden los correspondientes vínculos: en este caso, aunque el efecto puede advertirse en visitas en función del nivel medio habitual de éstas - no especialmente en mi caso -, lo verdaderamente llamativo es, lógicamente, el incremento del número de referencias, con su consecuencia inmediata sobre aquellos rankings que utilizan dicho criterio. Para la medición, utilicé BlogPulse, un servicio de Nielsen que proporcionaba una medida interesante hasta que hace unos meses, decidió eliminar de su ranking la mayoría de los blogs no norteamericanos. En la gráfica puede verse la evolución de esta página en el ranking de BlogPulse entre Noviembre y Diciembre del pasado año: aunque fue una época personalmente bastante intensa en términos de conferencias (Noviembre habitualmente lo es), el punto central de inflexión a partir del cual se da la mayor subida (unas treinta posiciones) corresponde al día 24 de Noviembre: la cosa tiene, por supuesto, su lógica: una intervención ante un auditorio fundamentalmente de bloggers, participantes activos e interesados en el tema.

El efecto se inscribe dentro de muchos otros habituales en la interacción entre mundo offline y online: en general, cualquier noticia relevante con respecto a una persona que tenga un blog es susceptible de traducirse en un efecto de arrastre similar. Sin embargo, otros efectos, como los procedentes de prensa en papel, son mucho menos relevantes, a no ser que conlleven un vínculo en la edición electrónica de la publicación. Dejando aparte mi caso, en el que la cosa queda englobada dentro del capítulo de anécdotas, el “efecto conferencia” puede tener su interés para aquellos que, como es el caso de muchas empresas, llevan a cabo acciones de comunicación mixtas en las que incluyen acciones online y offline, algo que sin duda veremos en un número cada vez mayor de ocasiones.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

14 agosto 2008

¿Es el iPhone un buen teléfono?

¿Es el tan traído, llevado y sacrosanto iPhone un buen teléfono móvil? Un artículo en el Business Week de esta semana, iPhone: More Fun Than Phone, parece dar la razón a los que, como es mi caso, volvimos a nuestros terminales anteriores tras probar el desarrollo de Apple, o nos dedicamos ahora a utilizarlo como segundo aparato destinado a la navegación, a la música, a leer libros o a cualquiera de sus mil aplicaciones más… pero no tanto a hablar por teléfono.

Pocas dudas caben acerca de la magnitud del éxito de Apple con su iPhone. Millones de unidades vendidas, colas en las tiendas, efecto novedad explotado hasta la saciedad, ventas a través de diferentes canales que ahora incluirán hasta los Best Buy, desarrollo de un impresionante ecosistema de partners y aplicaciones… sin duda, el iPhone conlleva un cambio de hábitos importante vinculado a muchas de sus prestaciones: en muy poco tiempo, comanda las estadísticas de acceso mediante navegadores móviles, por ejemplo. Sin embargo, según comenta el artículo, la cosa no parece tan clara para otras funciones. Para su uso como teléfono o para aquellos que tecleamos mucho, parece que el iPhone no da la talla tan bien, de manera que su uso acaba quedando relegado a otras funciones. Interesante, por supuesto, y más teniendo en cuenta que en una reciente entrada quedó claro que un número creciente de personas usan su teléfono para muchas cosas que no son hablar por teléfono, pero lejos de convertirse en el killer phone que muchos presagiaban. Sin duda, el iPhone está sirviendo para fomentar o desarrollar otros usos de los terminales móviles, algo de lo que en muchos casos acabarán beneficiándose tanto otras marcas de terminales como las propias operadoras. En mi caso, he probado el iPhone, y si llevo traje - por eso de los bolsillos - suelo llevar un iPod Touch, pero ni en broma ha alcanzado la consideración de la posibilidad de sustituir a mi BlackBerry, con su teclado “de verdad”. Y según Business Week, estoy lejos de ser el único…

(Enlace a la entrada original - Licencia)

13 agosto 2008

El futuro del libro pasa por el Kindle de Amazon

Es un dispositivo que me encanta desde la primera vez que lo vi. Mi impresión inmediata fue que el conjunto de prestaciones, la experiencia de usuario y el planteamiento de producto/servicio estaban verdaderamente bien ideados, mucho mejor planteados que en el caso de otros lectores de eBooks del mercado que ya había tenido la oportunidad de probar, como el iRex Iliad o el Sony Reader.

Nada más anunciarse, lo empecé a utilizar como minicaso en algunas de mis clases, sobre todo en las de cursos de alta dirección para los que, generalmente, la idea de leer un libro en un dispositivo electrónico resulta más “contracultural”: provocaba una primera discusión sin datos en la que la amplia mayoría de la clase solía sostener que el mercado no estaba preparado para el libro electrónico, después les enseñaba el vídeo de presentación de seis minutos y medio, y reanudaba la discusión: en la mayor parte de los casos, las actitudes iniciales cambiaban a medida que iban viendo algunos de los planteamientos y funciones. Las características de la pantalla, la idea de descarga inmediata sin depender de redes inalámbricas e incluida en el precio del libro, la capacidad, la duración de la batería, la posibilidad de marcar páginas y pasajes, de buscar en el diccionario, de acceder a Wikipedia gratuitamente desde cualquier sitio… tras el vídeo y un breve turno de preguntas, tan solo una minoría de alumnos permanecía escéptica, y habría jurado que de haber estado disponible para el mercado español, algunos lo habrían incluso adquirido desde allí mismo.

Desde su lanzamiento, Amazon rodeó de un absoluto secreto todo lo referente a magnitudes: lo único que sabíamos era que se había convertido en muy difícil de conseguir, que estaba agotado, que quienes lo utilizaban hablaban muy bien de él, pero poco más. Hace pocas semanas, a raíz de una filtración a TechCrunch posteriormente confirmada por la empresa, supimos que Amazon había vendido, entre Noviembre de 2007 y Julio de este año, un total de 240.000 unidades, que suponían ventas por un importe entre los ochenta y seis y los noventa y seis millones de dólares (el precio del dispositivo se redujo de $400 a $360 el pasado Mayo), más unos seis mil adicionales calculando unos $25 por usuario. En aquel momento, la información obtenida por TechCrunch contrastaba con la de estimaciones inferiores de analistas como Mark Mahaney, de Citi, que cifraba las ventas del dispositivo en 189.000 unidades en el presente año. Ahora, el mismo Mark ha presentado unas estimaciones revisadas, en las que cifra las ventas de 2008 en 378.000 unidades y en 934.000 para 2009, llegando a los 4.4 millones de unidades en 2010. En ese año, el Kindle supondrá para Amazon un negocio de más de mil millones de dólares anuales, y el dispositivo habrá pasado la fase considerada de adopción masiva en su segmento. Unamos a eso los lanzamientos internacionales, la promoción a la que estará sometida por los carriers con los que llegue a acuerdos, los procesos de difusión en cada país con os diferentes blogs y medios luchando por promocionarse en el dispositivo, y tendremos un proceso de difusión tecnológica muy, muy interesante.

Mucho ojo con el Kindle. Posiblemente estemos, como dice Wired, ante el primer dispositivo que rompe la maldición del libro electrónico y lo convierte en algo que desplazará a la lectura de libros físicos en un segmento significativo de usuarios en los próximos pocos años.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

12 agosto 2008

The Gridlock Economy, un libro con muy buena pinta

Este libro de Michael Heller, The gridlock economy, me encantó nada más verlo, pero después de leer la crítica del mismo que ha hecho James Surowiecki en The New Yorker y el recibimiento de Cory Doctorow en Boing Boing, ha hecho que me fuese inmediatamente a Amazon a pedirlo para convertirlo en lectura vacacional. La tesis del libro es cómo los excesos en la propiedad intelectual y en las patentes perjudican el desarrollo de los mercados, detienen de manera grave la innovación y acaban incluso costando vidas humanas, algo de lo que hablamos con mucha frecuencia en esta página. Hemos pasado de una sociedad en la que los derechos de propiedad intelectual eran la única manera de proteger la innovación, a otra en la que la información fluye de manera completamente libre e incontrolable, y en la que esos mismos derechos se han convertido en un freno salvaje. No hablamos de nacionalizar nada, ni de robar a los innovadores el producto de sus esfuerzos, sino de armonizar de la mejor manera posible los privilegios que un creador o innovador obtiene de su creación con las posibilidades que la sociedad tiene de hacer uso de ellas, de construir sobre ellas, de generar negocios alrededor de ellas.

El libro define “la tragedia de los anticomunes” en contraposición a la conocida “tragedia de los comunes“: mientras la tragedia de los comunes provoca sobreexplotación y destrucción de los recursos, la de los anticomunes lleva a la subutilización, al desperdicio y a la pérdida de valiosas oportunidades. Hasta el momento, se ha optado por el camino fácil: dado que las prebendas otorgadas a quienes supuestamente querían proteger la innovación posibilitaron el desarrollo de enormes emporios económicos con gran proximidad y llegada a los poderes legislativo, administrativo y judicial, éstos tres poderes han optado por mantenimiento del status-quo. Mantener la corriente de pensamiento acorde con la educación que recibiste cuando eras joven es siempre una decisión más sencilla, y más aún si quienes te asesoran tienen además intereses en que ésto sea precisamente así. Pero como ya hemnos comentado en otras ocasiones, reforzar en exceso los derechos de unos redunda siempre en un perjuicio de los derechos de otros, y no cabe duda que en virtud de la magnitud de los cambios que ha vivido nuestra sociedad, la ecuación precisa de muchos, muchos ajustes: hoy en día, sistemas como la propiedad intelectual o las patentes son mucho más conocidas por us excesos, sus abusos y el daño que provocan a la innovación que por los supuestos beneficios de éstas.

En cuanto lo lea, le dedicaré otra entrada…

(Enlace a la entrada original - Licencia)

11 agosto 2008

The Pirate Bay frente a la estupidez italiana

Cuando el presidente de un país resulta ser además el principal empresario audiovisual del mismo, y tiene además una historia detrás de haber sido persistentemente relacionado y hasta encausado en juicios por corrupción, lo mínimo que cabe esperar de él es que subvierta la voluntad del pueblo y pervierta los instrumentos del Estado para llevar a cabo actos en favor de sus intereses. Y si además se trata de un megalómano que se cree capaz de dominar el mundo, cabe esperar que lo que haga sean absolutas estupideces inútiles: porque pretender bloquear el acceso desde Italia a The Pirate Bay no es más que eso, una estupidez inútil.

Tan solo unas cuantas horas después de haber anunciado la iniciativa, The Pirate Bay reacionaba con un agrio comunicado que califica a Italia de estado fascista gobernado por un dictador, cambiaba la dirección IP de su página web para desmontar el bloqueo de los ISP italianos, animaba a los usuarios italianos a instalarse OpenDNS para evitar este bloqueo del gobierno italiano y cualquier otro que pretendan ejercer, y proporcionaba una dirección alternativa, Labaia.org (”The Bay” en italiano), convirtiendo en inútiles los esfuerzos de Berlusconi por manipular las leyes para proteger sus negocios. Ojo a los dos primeros párrafos de la entrada en The Pirate Bay, porque no tienen desperdicio:

We’re quite used to fascist countries not allowing freedom of speech. A lot of smaller nations that have dictators decide to block our site since we can help spread information that could be harmful to the dictators.

This time it’s Italy. They suffer from a really bad background as one of the IFPIs was formed in Italy during the fascist years and now they have a fascist leader in the country, Silvio Berlusconi. Berlusconi is also the most powerful person in Italian media owning a lot of companies that compete with The Pirate Bay and he would like to stay that way - so one of his lackeys, Giancarlo Mancusi, ordered a shutdown of our domain name and IP in Italy to make it hard to not support Berlusconis empire.

Veremos quien gana: si Berlusconi intentando proteger sus negocios, o The Pirate Bay desarrollando nuevos caminos y calificándole de fascista, dictador y corrupto.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

10 agosto 2008

Usos alternativos del móvil

En una entrada de Sacha Fuentes en Xataka veo una afirmación que me sorprende: hablando de un despertador con vibración, Sacha comenta “aunque hoy en día la mayoría usemos el móvil como despertador”, cosa que, como tendencia, no tengo demasiado clara: yo uso el teléfono como despertador cuando estoy de viaje, y eso si la habitación del hotel no tiene su propio despertador encima de la mesilla: en cuanto estás de viaje en zona horaria diferente, usar la alarma del reloj implica sumar o restar además la diferencia horaria con España - no suelo cambiar el reloj del móvil - con lo que me suele resultar más conveniente usar el de la mesilla, que está lógicamente en la zona horaria correcta. En casa, mucho menos: el cargador del móvil está en la entrada de casa (única manera de que no se me olvide), con lo que si lo uso de despertador, me supondría un sprint por todo el pasillo para apagarlo, que no me parece la mejor manera de despertarme :-)

El tema de los usos alternativos del móvil me llama la atención: resulta lógico que un aparato que permanentemente ocupa un lugar de honor en nuestros bolsillos y sin el cual no sales de casa acumule usos adicionales de diversos tipos. Obviamente, un teléfono móvil hace ya mucho tiempo que es mucho más que un teléfono: mi teléfono es más un terminal para e-mail, mensajería instantánea y acceso a la web que un teléfono, es decir, pasa bastante más tiempo de uso en mi mano que en mi oreja, además de ser utilizado habitualmente como GPS (yo es que soy capaz de perderme hasta en el pasillo de mi casa), como bloc de notas o como cámara de fotos. Pero las que me llaman la atención son convergencias más “cotidianas”: he visto, por ejemplo, algunas personas usando el móvil como reloj, sustituyendo al reloj de muñeca. A mí, la verdad, me resulta más cómodo mirar la hora en la muñeca que en el bolsillo, pero me resultaría curioso que el tema se convirtiese en tendencia, algo que podría incluso llegar a convertirse en una preocupación para la industria relojera. ¿Difiere el tema entre “inmigrantes” y “nativos digitales”? ¿Y tú? ¿Te despiertas con el móvil? ¿Miras la hora en él? ¿Has prescindido de algún otro aparato y lo has sustituído por el móvil? ¿Para qué usas el móvil además de para hablar por teléfono?

(Enlace a la entrada original - Licencia)