Un artículo en Business Week, “Go ahead, use Facebook: Unilever tries bridging the tech divide“, me llama la atención sobre uno de los temas que comento habitualmente en clases y conferencias: la amenaza que supone para las compañías que su entorno tecnológico corporativo se convierta en algo que recuerda a la Edad de Piedra con respecto, sobre todo, a las percepciones que tienen colectivos como empleados, posibles nuevas incorporaciones, clientes, socios, etc.
El artículo comenta lo ocurrido en Unilever, una empresa que notaba el efecto de la desactualización de su informática corporativa de una manera tan brutal, que empezaba a tener problemas de disciplina interna, sobre todo entre las nuevas incorporaciones: personas acostumbradas a mantener toda una vida digital en redes sociales, mensajería instantánea, movilidad, etc. y que de repente se veían atados a una serie de prácticas profundamente restrictivas. En algunos casos, la reputación de una compañía en este sentido puede convertirse en una verdadera rémora a la hora de atraer talento, o simplemente en una fuente de mala imagen, efecto que Unilever ha pretendido evitar nombrando a una persona responsable de “evangelizar” a la compañía, sobre todo a aquellos nacidos antes de 1985.
El efecto de las nuevas tecnologías lleva a la creación de colectivos claramente diferenciados: mientras para unos la red resulta un complemento prácticamente indispensable en sus vidas, otros lo ven como un conjunto de extravagancias peligrosas y dignas de personas que sufren algún tipo de trastorno en sus prioridades y escalas de valores. El problema, claro está, es que mientras los primeros están en su gran mayoría iniciando su vida laboral y resultan además indispensables para entender a una parte cada vez más significativa del mercado, los segundos están en muchos casos en fases de madurez o, cada vez más próximos a la jubilación: la pura y simple evolución demográfica favorece la progresiva implantación de los avances tecnológicos implantados en los colectivos más jóvenes.
En muchos casos, las restricciones provienen de visiones del propio Departamento de Sistemas: personas a las que en muchos casos se mide por parámetros casi únicamente relacionados con la estabilidad de los sistemas son, lógicamente, conservadores por naturaleza, porque toda novedad es susceptible de perjudicar a la misma. Visiones estrechas de las tecnologías de la información, muchas veces impulsadas por una alta dirección convertida en “generación perdida”, que entienden la tecnología como un recurso que solo puede ser utilizado para la labor productiva, negando la evidencia de que el trabajador es una persona que se informa, que se relaciona y que no se limita a pensar exclusivamente en el trabajo las ocho horas que se le supone dedicado a él. Directivos anclados en los oscuros tiempos del más ferviente taylorismo. Empresas que, como en esta noticia de anteayer en El Ideal de Granada, limitan el acceso a Internet de sus empleados “para que no pierdan el tiempo navegando”, censuran páginas concretas, o monitorizan las actividades de sus empleados en la red haciendo pagar a justos por pecadores, y dando lugar a un negativo clima de desconfianza que en nada ayuda a las relaciones laborales, a la captación de talento o a la imagen de la empresa en general. La dirección de las empresas se justifica diciendo que combate los abusos, que los hay como en todo, pero… ¿justifican esos abusos el establecimiento de esa especie de “ley marcial”, de un clima de restricción generalizado?
¿Está tu empresa en la edad de piedra digital? ¿Te censuran, te vigilan o te sancionan de manera injustificada en función de tu relación con la tecnología? ¿Puede un “nativo digital” aspirar a sentirse cómodo en tu empresa, o se vería como si lo hubiesen soltado de golpe en medio del Paleolítico? ¿Qué elementos percibes en la política tecnológica de tu empresa que te llevan a pensar que está diseñada por trogloditas tecnológicos?
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.