Cuatro artículos en el Business Week de esta semana (“How cloud computing is changing the world“, “Cloud computing: small companies take flight“, “Enter the cloud with caution“ y “It’s 2018: who owns the cloud?“) hablan del cloud computing, tras un primer artículo de introducción publicado el pasado Abril, “Cloud computing: eyes on the skies“. Y cuando un término llega al Business Week, biblia de cabecera de muchísimos directivos, de la manera en la que lo ha hecho éste, se trata de una señal inequívoca: te vas a hartar de oír hablar de cloud computing. Hasta tal punto se ve el término como trascendente de cara al futuro, que algunos han intentado incluso patentarlo…
Sin duda, el tema tiene una trascendencia importante: como bien comenta Hugh Macleod, el cloud computing es la verdadera batalla importante en este momento en la escena tecnológica: las compañías que dominen “la nube” serán los verdaderos actores del futuro, con esquemas de concentración muy importantes debido a la misma naturaleza de la actividad. A quienes llevamos tiempo poniendo nuestros datos, nuestros pensamientos, nuestras imágenes, nuestras relaciones sociales y nuestra vida entera en la red, el cloud computing nos resulta cualquier cosa menos sorprendente, prácticamente una opción lógica derivada del hecho de trabajar desde muchos sitios o muchas máquinas. Pero para las compañías, la cosa va mucho más allá: viniendo de un pasado construido en torno a aplicaciones instaladas en ordenadores de sobremesa, brutalmente sobredimensionadas y capaces de hacer muchísimas más cosas de las que ningún empleado de la compañía podría llegar a querer hacer jamás, pensar en un futuro de aplicaciones minimalistas residentes en la red y accesibles desde cualquier sitio resulta casi un anatema. Hasta que se empieza a probar: ¿qué sentido tiene poner en manos de cada empleado una licencia con un coste de varios cientos de dólares para que pueda maquetar documentos de la manera más sofisticada posible, cuando lo único que necesitamos es que escriba y comparta fácilmente lo que escribe con quienes trabajan con él? Así, las empresas que prueban aplicaciones de este tipo se encuentran de repente con niveles de productividad y satisfacción sorprendentes, y con esquemas de trabajo que pasan a tener mucha más lógica cuanto más se utilizan.
La idea de compañías utilizando infraestructuras de aplicaciones, procesamiento y almacenamiento en manos de especialistas no es nueva, proviene de la idea del utility computing de los sesenta, cuando un ordenador era un recurso enormemente caro que había que compartir. Aunque la razón ha cambiado, el concepto sigue siendo el mismo, y a la luz de los avances en arquitecturas de virtualización, comunicaciones, seguridad y escalabilidad, pasa a tener muchísmo más sentido. Sin duda, el cloud computing va a ser la gran discusión en la informática corporativa durante los próximos tiempos.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.