30 noviembre 2011

Sobre mi presencia en LinkedIn

Algunas personas me habían comentado que mi compartición de información en LinkedIn podía llegar a ser excesiva o molesta, así que acabo de aprovechar un recordatorio de la función de encuestas de la propia red para preguntarlo. Si estás en mi red en LinkedIn, agradecería tu opinión para poder tomar decisiones informadas al respecto. Si no estás en mi red pero tienes opinión sobre el tema, también te agradezco tus comentarios.

Desde hace mucho tiempo tengo automatizado en Linkedin tanto la autopublicación de las entradas del blog como la de las entradas de Twitter, concretamente desde que LinkedIn ofreció dichas posibilidades. En ambos casos recibo habitualmente bastantes comentarios y reenvíos, pero obviamente, nada más lejos de mi intención que resultar molesto. En el caso del blog, la publicación suele restringirse a una o dos entradas diarias a lo sumo, pero en el de Twitter, la intensidad puede ser muy superior, y muy posiblemente, de escasa relevancia contextual.

Linkedin es para mí una red sumamente importante, porque es la que tiene un nivel de solape más elevado con mi ocupación principal como profesor de escuela de negocios, porque supone una llegada directa a unos cinco mil quinientos contactos, y porque es habitualmente un referente de tráfico importante para mis contenidos. En la mayoría de las redes sociales hace tiempo que tomé la decisión de interrumpir los procesos de compartición automática, pero en LinkedIn los mantenía aún, y no sé hasta qué punto resulta recomendable. Lo mejor en estos casos es preguntar…

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Entrevista en el suplemento de El Correo

Gloria Marzo me entrevistó en profundidad en mi despacho para el suplemento dominical de El Correo, y lo ha titulado como “Cuando una obra se descarga gratuitamente, genera más dinero” (pdf). Una entrevista muy agradable en la que hablamos de un montón de cosas: de cómo llegué a la red, de tendencias en cuestiones habitualmente polémicas como la política o la propiedad intelectual, de los medios… la redacción final tiene algún error que otro, pero en general está bastante bien.

Salió el domingo, pero fui incapaz de localizarla en la red hasta hoy. Tenéis el suplemento completo en la página de Elements Comunicación.

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29 noviembre 2011

La evolución y el futuro de la búsqueda según Google

 

Me ha gustado mucho este vídeo de Google, The evolution of search in six minutes, en el que se puede seguir la evolución de las prestaciones del motor de búsqueda, la incorporación sucesiva de funciones derivada de distintas ideas y acontecimientos, y las tendencias que tienen en la cabeza de cara al futuro.

La idea de “búsqueda social”, de valoración de los resultados en función del comportamiento de los distintos actores o nodos de la red, está en el principio, en la esencia del algoritmo. Y por el momento, parece haberse revelado como el mejor método para establecer un criterio de relevancia, hasta el punto de que quienes intentan competir con Google lo han adoptado también. Mientras la dinámica competitiva sea así, la cosa se reduce a intentar jugar el juego de Google en el mismo terreno que Google ha creado, una misión imposible, como viene demostrándose desde hace ya bastantes años. ¿Pero es el criterio social el único posible, el único existente? Detrás de ese juego de contar y ponderar los enlaces entrantes, hoy enormemente pulido y mejorado, se esconde un sistema que no ha sido todavía superado, pero que tiene, en mi opinión, algunos indudables agujeros. ¿No hay más cosas, más juegos a los que jugar en búsqueda de ese santo grial llamado relevancia? Para mí, esa es la pregunta verdaderamente interesante.

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28 noviembre 2011

Entender el futuro: la evolución de las bases de datos

Es sin duda uno de los temas más provocativos y que más me está llamando la atención del análisis de la tendencia que está suponiendo el fenómeno Big data en los estamentos empresariales: la enorme dificultad para entenderlo sin bajar hasta la sistemática que lo sustenta. Un tema sin duda relevante: mientras se intente explicar Big data ”recetando” como fórmulas mágicas los informes de analistas como Forrester, McKinsey, Gartner, etc. o recurriendo a casos de aplicación, el directivo medio no será capaz de entender lo que realmente subyace detrás de este mundo, y mucho menos, sus posibilidades.

¿De qué hablamos realmente? Para mí, la mayor dificultad inherente a entender la diferencia que supone Big data es hacerse a la idea de lo que supone pasar del esquema de base de datos que todos conocemos a distintos niveles, a la idea de bases de datos no relacionales o NoSQL. Un mundo que suele definirse en negativo, por “lo que no es”, lo que añade todavía más dificultad conceptual.

Suena intimidatorio, pero espera, no desconectes todavía :-) Vamos a intentar aproximarnos al concepto: las bases de datos basadas en SQL (Structured Query Language, o lenguaje de consulta estructurado) es lo que la gran mayoría de los usuarios conocen. Lo pueden conocer a muy diferentes niveles: desde quien opera con ellas, maneja el lenguaje como tal, entiende las reglas de normalización de una base de datos convencional o es capaz de analizar sus limitaciones; hasta quienes simplemente se las imaginan como un gran sistema electrónico de archivos a modo de cajones y carpetas de un archivador. Una base de datos relacional basada en SQL, típicamente gestionadas con sistemas como Oracle, MySQL, DB2, Informix, Microsoft SQL Server, Sybase, PostgreSQL, etc, supone una operativa que nos resulta, por así decirlo, “natural”: sigue las reglas ACID (AtomicityConsistencyIsolationDurability, o Atomicidad, Consistencia, Aislamiento y Durabilidad), lo que permite que las instrucciones puedan ser consideradas una transacción, y responden a una visión sencilla, en la que un dato se almacena de una manera inequívoca y con unas relaciones definidas. La visión de tablas con filas y columnas en las que una consulta siempre devuelve los mismos campos.

¿Qué pasa si extendemos el concepto para dar cabida a otro tipo de realidades cada vez más frecuentes en la operativa habitual en nuestros días? ¿Acaso todo dato tiene claras estas estructuras? ¿O simplemente estamos dejando fuera de nuestros análisis todo aquello que nuestra operativa de bases de datos no es capaz de recoger? Las bases de datos NoSQL (Not Only SQL, no supone que SQL esté muerto o no deba usarse, sino que hay soluciones mejores) suponen relajar muchas de las limitaciones inherentes a las bases de datos convencionales y a la forma de trabajar con ellas. Colecciones de documentos con campos definidos de manera laxa, en lugar de tablas con filas y columnas, que permiten análisis mucho más rápidos y eficientes y, sobre todo, no limitados a la estructura convencional. La idea es almacenar datos de manera masiva, lo que responde muy bien a la enorme riqueza de datos que genera el mundo actual, y analizarlos sin seguir necesariamente unos estándares que no necesariamente se adaptan a ellos. Donde las bases de datos relacionales resultan costosas y lentas, la alternativa NoSQL resulta mucho más eficiente y barata para manipular datos sin tener necesariamente que  adaptarlos a una estructura rígida. En puridad, un sistema de este tipo no es siquiera una base de datos entendida como tal, sino un sistema de almacenamiento distribuido para gestionar datos dotados de una cierta estructura, estructura que además puede ser enormemente flexible.

¿El problema? Para la mayoría de la gente, la dificultad de “pensar” en un sistema así. Nuestros esquemas mentales se adaptan a un sistema rígido, con normas claras y estructuras marcadas. Los paralelismos con los almacenes divididos en estanterías, archivadores y carpetas son algo que nos funciona mentalmente. Sin embargo, ¿cómo gestionar con un sistema de este tipo, por ejemplo, búsquedas enormes en bases de datos que contienen referencias completamente heterogéneas entre sí y con relaciones de todo tipo, no necesariamente únicas? En muchos casos, hablamos de sistemas que han sido precisamente desarrollados por empresas como Google, Yahoo!, Facebook y similares para gestionar sus propias operativas, usando casi siempre código abierto, con el fin de obtener una estructura que, con un coste y un rendimiento razonables, les permita tratar enormes cantidades de datos con muchísimas relaciones muy complejas entre sí.

En cierto sentido, para entender el tema es preciso “desaprender”. Pero la necesidad de hacerlo es evidente, dada la adaptación de este tipo de estructuras a las problemáticas de operar en el mundo en que vivimos actualmente. Pero no es sencillo: durante algún tiempo, muchas empresas seguirán o bien torturando sus sistemas de bases de datos relacionales hasta el infinito y más allá con costes y rendimientos sencillamente absurdos, o directamente perdiéndose un mundo analítico que no son capaces ni de plantearse cómo recoger. Un mundo del que van a surgir muchas de las ventajas competitivas que veremos en el futuro.

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27 noviembre 2011

Datacenters: demasiado mantenimiento es malo

Suena contraintuitivo, pero puede que no lo sea tanto: un estudio demuestra que un plan de mantenimiento preventivo demasiado habitual convierte los datacenters no en más fiables como cabría esperar, sino en menos (vía Slashdot).

Parece ser que una cantidad no despreciable de los problemas de caídas en datacenters tienen que ver con errores humanos surgidos durante las operaciones de mantenimiento. Procesos supuestamente preventivos, conflictos entre procesos manuales y automáticos, y superposiciones de agendas de mantenimiento recomendadas por fabricantes de componentes. son, aparentemente, las mayores causas de caídas en este tipo de instalaciones. Los planes de mantenimiento son un negocio muy importante para muchos vendedores de equipos, lo que podría llevarlos a intentar imponer agendas excesivas que en ocasiones llegan a comprometer la estabilidad del datacenter. En muchos casos, las máquinas funcionan mejor si las dejamos solas, sin demasiados humanos cerca susceptibles de olvidarse cosas. Más mantenimiento no es siempre mejor: como en todo, la virtud está en el término medio.

Un estudio que tiene mucho sentido para mí precisamente hoy: esta página estuvo caída durante casi toda la noche de ayer, parece ser que debido a un problema derivado de un proceso de mantenimiento. Durante el último mes han sido tres caídas, una estadística mucho peor de lo habitual. Mis disculpas a los que hayan intentado entrar en la página y la hayan encontrado caída, especialmente a mis lectores de Latinoamérica, los más numerosos a las horas en que tuvieron lugar las dos caídas más prolongadas. Espero que los porcentajes de uptime vuelvan a sus niveles habituales próximamente.

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26 noviembre 2011

Big data e información de salud

El origen que habitualmente se cita para el análisis de Big data como tendencia es la intersección entre las tecnologías CRM, que permiten almacenar toda la información operativa con respecto a un cliente (marketing, transaccional, administración, post-venta, etc.), y el mundo de la web social, que da lugar a un entorno mucho más rico en información.

Esto suele dotar a los proyectos de Big data de un trasfondo de tipo “gran hermano”, en el que las empresas “acechan” las redes sociales para capturar tendencias, opiniones, etc. e introducirlas en su marketing. Sin embargo, Big data es mucho más que eso: una gran cantidad de los datos que se procesan en este tipo de proyectos ni siquiera son de tipo personal o tienen nada que ver con las redes sociales, sino que proceden de otra de las grandes tendencias de la época: el desarrollo de sensores de captación de información de todo tipo, desde medioambientales hasta de tráfico, pasando por mediciones continuas de todo tipo de parámetros.

Una de las tendencias que me ha llamado la atención revisando proyectos es la aplicación de Big data al mundo de la salud: los hospitales, a pesar de la creciente sofisticación de sus sistemas, suelen vivir en lo que Seth Godin llama “la fase pre-digital”, a pesar de que la incorporación de inteligencia analítica en este sentido puede ser de importancia crítica. El entorno médico-hospitalario está cada día más invadido por máquinas de todo tipo que generan torrentes de datos acerca de los pacientes a los que están conectadas. Datos que, sin embargo, suelen simplemente no almacenarse – son usados para análisis coyuntural y asociado a un momento específico – o ser impresos y recogidos de manera rudimentaria en una carpeta. En el plano personal, Google Health, uno de los proyectos recientemente clausurados de Google, intentaba dar un soporte a la información de salud y facilitar que fuese compartida con terceros: introduce los resultados de tus análisis, tus prescripciones, tus medicaciones, etc. en un archivo y compártelo con tu médico o con hospitales, facilitando incluso el que éstos puedan acceder a tu archivo para la inclusión de más información. Una idea con posibilidades, pero cuyo bajo nivel de adopción no permitió su supervivencia.

Se calcula que un paciente medio genera alrededor de dos gigas de información, que crecen rápidamente en el caso de determinados tratamientos. ¿De qué tipo de información hablamos? De todo un poco: desde información perfectamente tabulada, como en el caso de resultados de analíticas, hasta datos no estructurados, como imágenes de todo tipo o lecturas de parámetros variados. Toda ella es información digitalizable, pero en muy pocos casos se digitaliza y almacena adecuadamente. Sin duda, un campo perfecto para la aplicación de técnicas de Big data, no solo por una cuestión de aplicación al paciente, sino también – y con grandes posibilidades – al tratamiento de la información agregada.

Los primeros proyectos están centrándose en cuestiones relacionadas con el ahorro y la gestión hospitalaria, en los que es posible llevar a cabo una estimación de impacto económico objetiva o una mejor asignación de recursos. Pero sin duda, hay un enorme potencial para eso que empieza a resultar cada vez más paradójico que en un entorno como el que vivimos no esté disponible aún: el almacenamiento de los datos de una persona de tal manera que permita un tratamiento y análisis centralizado en los momentos que realmente hace falta.

¿Hacia dónde vamos? Ya he escuchado visiones de personas que hablan de servicios voluntarios de monitorización permanente de salud mediante sensores no intrusivos que envían datos en tiempo real, seguramente un tema para el que faltan todavía algunos años, no tanto por la falta de madurez de la tecnología como por las posibilidades de llevar a cabo un desarrollo que económicamente tenga sentido. Pero por el momento, seguro que pensar en la aplicación de tecnología a este tipo de temas permite que vayamos pensando en el tema Big data con una óptica algo diferente.

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25 noviembre 2011

Sin decoro, mi columna en Expansión

Mi columna en Expansión de esta semana se titula “Sin decoro” (pdf), y alude, lógicamente, al empeño desesperado de la ministra de Cultura por conseguir aprobar el reglamento de su ley en alguno de los últimos consejos de ministros de un gobierno en funciones, en plenos “minutos de la basura”, para así poder empezar a cerrar páginas. Una ministra que ha conseguido un récord que será difícil de batir: ser completamente impresentable desde su nombramiento – por una elemental cuestión de incompatibilidades nunca debió sr nombrada – hasta su salida del ministerio. Llegó aupada por una industria en busca de prebendas, incrementó la cuantía de las subvenciones en tiempo de crisis, y no se quiere ir sin terminar la tarea que le encomendaron: conseguir una ley que permita cerrar páginas cueste lo que cueste.

A continuación, el texto completo de la columna:

 

Sin decoro

En el momento en que escribo esta columna es aún demasiado pronto para saber si el rumor que circula acerca de la posible aprobación del reglamento de la ley Sinde en el último Consejo de Ministros de la legislatura es cierto o no, pero la posibilidad de que lo sea hace que a una cantidad muy elevada de españoles entre los que me incluyo les hierva la sangre de pura indignación.
La maniobra supera toda capacidad de asombro: una ley Sinde que nació cuando los lobbies de la propiedad intelectual la colaron subrepticiamente en un paquete de medidas que nada tenía que ver con el tema, una celebración con champán en restaurante caro, y ahora, una aprobación en el último consejo de ministros de un gobierno en funciones. Los adjetivos se agolpan: antidemocrático, indignante, impresentable, vergonzoso, insultante, bananero, cobarde… ponga usted el suyo. Es la mayor tomadura de pelo a la ciudadanía que los políticos de un país podrían plantearse: digno de una película de serie B.

La ley Sinde representa una manera de hacer política: de espaldas a los ciudadanos, y favoreciendo los intereses de una panda de delincuentes que han demostrado sobradamente que para ellos, el fin justifica los medios. Si para imponer su enfermiza y trasnochada visión del copyright como herramienta de castigo y restricción – frase no mía, sino de la Vicepresidenta y Comisaria de Agenda Digital de la Comisión Europea, Neelie Kroes – necesitan arrastrar por el barro los principios más básicos de la democracia, no les importa lo más mínimo hacerlo.

¿Y al final impera la lógica y ese último consejo de ministros pasa sin más? En ese caso, el gobierno entrante deberá demostrar lo que ya han expresado muchos miembros del partido popular, y sus juventudes de manera masiva: que aprobar la ley Sinde fue un error, y que debe ser derogada. Sinde, de "sin decoro". De "sin democracia". Un tiempo para olvidar.

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24 noviembre 2011

La red y los límites de la indecencia política

Una exclusiva de El Economista titulada “El Gobierno aprobará el cierre de webs de descargas antes de disolverse” destapa lo que se parece más a una trama mafiosa que a la acción de un gobierno: todo indica que un asunto que se inició metiendo con calzador una disposición final en un paquete de medidas que nada tenía que ver con el tema, podría terminar con una aprobación de su reglamento nada menos que en el último consejo de ministros de un gobierno en funciones, rizando completamente el rizo de la desvergüenza política.

La ley Sinde simboliza toda una forma de hacer política: de espaldas a los ciudadanos, y favoreciendo los intereses de una panda de delincuentes implicados en escándalos y episodios de intensa corrupción que han demostrado sobradamente que para ellos, el fin justifica los medios. Esto es lo que la política española, en un ejercicio que agota la capacidad de sorpresa de los ciudadanos, nos deja: políticos capaces de hacer lo que sea para pasar una ley a la que la inmensa mayoría de los ciudadanos se opone, y que simboliza además la visión más rancia, trasnochada y restrictiva de una herramienta, el copyright, como bien ha definido la propia Vicepresidenta y Comisaria de Agenda Digital de la Comisión Europea, Neelie Kroes.

La ley Sinde logró su aprobación tras un ejercicio inverosímil de chalaneo político hasta el límite entre PSOE, PP y CiU. Si la exclusiva de El Economista termina siendo cierta y la aprobación de su reglamento tiene lugar ahora, en el último consejo de ministros de un gobierno en funciones, supondrá mucho más de lo que los ciudadanos están dispuestos a aguantar: será la prueba evidente de que estamos gobernados por sinvergüenzas, por personas sin escrúpulos a los que no les importa hacer lo que sea para imponer normas restrictivas a unos ciudadanos que de manera masiva y evidente se oponen a ellas. Un gobierno en funciones no firma cosas porque sí: si lo hace, supondrá de nuevo una connivencia entre el gobierno saliente y el entrante, una despedida de los que se van, pero también una carta de presentación de los que llegan. Una constatación evidente de que los gritos que en la calle dicen eso de “¡PSOE,  PP, la misma mierda es!” estarían  completamente en lo cierto. Terminadas las elecciones, cerrado el plazo de promesas vacías, empezamos a hacer política con una patada en toda la boca de la sociedad española, aprobando de manera increíble el reglamento de una de las leyes que más alarma social han generado en los últimos tiempos.

No, las cosas no son así. La política no puede ser la lucha por aprobar medidas en contra de los ciudadanos utilizando todos los ardides y añagazas posibles. ¿Leyes escondidas en paquetes de medidas? ¿Aprobaciones in extremis por parte de un gobierno en las últimas? ¿Hablamos de políticos, o de la mafia? ¿Estamos definiendo una sociedad en la que los ciudadanos necesitan estar en guardia permanente para que los políticos que eligieron no se la claven por la espalda? ¿Gobiernan para nosotros, o para los presuntos delincuentes de la SGAE y compañía? La ley Sinde es mucho, muchísimo más de lo que parece: es el símbolo de toda una manera indecente de hacer política. Debemos reaccionar.

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La censura en nombre del copyright supone una violación de los derechos fundamentales

Mientras una filtración aparentemente ya desmentida aseguraba que en España intentaban aprovechar los “minutos de la basura” del gobierno en funciones para darle el último empujón a una ley Sinde absurda que nunca debió llegar a iniciar su tramitación, desde Europa al menos nos llegan buenas noticias: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (ECJ) ha determinado en resolución final que forzar a los proveedores de servicios de internet a monitorizar y censurar las comunicaciones de sus usuarios viola las leyes de la Unión Europea, y en particular el derecho a la libertad de comunicación.

La sentencia supone un paso fundamental en la defensa de las libertades de los ciudadanos: censurar en nombre del copyright es abiertamente ilegal, y por tanto, la legislación dictada en ese sentido deberá ser revisada. La resolución en firme proviene de una apelación de Scarlet, un proveedor de servicios belga, que había sido denunciada por Sabam, una de las sociedades de gestión de derechos de autor de Bélgica.

El País ha publicado una traducción de los fragmentos más significativos de la sentencia en “Europa prohíbe que las operadoras filtren Internet para evitar descargas ilegales“. El análisis de la sentencia deja consecuencias importantísimas no solo para los países que han desarrollado sistemas basado en dicho filtrado y vigilancia de los usuarios por parte de los proveedores de servicio, sino también de cara a las próximas discusiones sobre ACTA y otras visiones restrictivas afines.

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23 noviembre 2011

Flash: llevando el tema al límite

Flash Player is dead. Its time has passed. It’s buggy. It crashes a lot. It requires constant security updates. It doesn’t work on most mobile devices. It’s a fossil, left over from the era of closed standards and unilateral corporate control of web technology. Websites that rely on Flash present a completely inconsistent (and often unusable) experience for fast-growing percentage of the users who don’t use a desktop browser. It introduces some scary security and privacy issues by way of Flash cookies.

Flash makes the web less accessible. At this point, it’s holding back the web.

 

Que sí, que vale, que no nos gusta Flash y que, como bien dice Jakob Nielsen, con esa tecnología se han creado muchas de las grandes aberraciones de usabilidad de la web que tanto nos molestan. Pero de ahí a organizar un movimiento con estética guerrillera utilizando los lemas de OccupyWallStreet, y con un manifiesto que pide a los usuarios que desinstalen el plugin de Flash de sus navegadores porque “la única manera de que la web avance es es invalidar las tecnologías viejas que aún persisten en ella”… ya va un trecho, ¿no?

(Visto en Device Magazine, y reproducido con todo el cariño para esos comentaristas que se rasgan las vestiduras cada vez que hablo de Flash… para que vean que los hay “incluso” más radikales que yo :-)

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22 noviembre 2011

iPad: la clave del liderazgo de mercado

Si eso que ves a la izquierda son ordenadores, entonces Apple es el segundo fabricante por cuota de mercado, y preparado para convertirse en líder en algún momento del año 2012.

La clave la anticipa Canalys, uno de los analistas de mercado más conocidos, que ha sido el primero en considerar como PCs todo aquello que sea un desktop, netbook, notebook o pad. Según esa consideración, Apple sería el segundo fabricante de PCs en este momento con una cuota de mercado del 13.6%, frente al 15.7% del líder histórico, HP, y al 11.1% de Dell.

¿Es correcto considerar las tabletas como ordenadores? Por un lado, las razones de mercado son claras: las tabletas suponen en este momento el 14% del mercado total, ya el doble de lo que representan los netbooks, y marcan además un crecimiento interanual vertiginoso de más del 300%, obviamente no sostenible, pero sumamente vistoso a la hora de animar la coyuntura. Sin tabletas, el mercado de PCs muestra un crecimiento mínimo del 1% en Norteamérica y una contracción del 6% en EMEA, resultado de la caída de los netbooks. Con las tabletas en la ecuación, en un mercado mucho más dinámico e interesante que vende un total de cuatrocientos quince millones de dispositivos al año, el resultado es un sano crecimiento anual del 15%.

Lo habitual es dar a los dispositivos la consideración equivalente a aquellos a los que sustituyen: en este sentido, dado que las tabletas han prácticamente aniquilado y sustituido la categoría de los netbooks, la idea de homologarlos en funcionalidad con estos y, por tanto, considerarlos dentro del mercado podría ser razonable. Obviamente, hablamos de otro tipo de metáforas de uso y funcionalidades, pero es igualmente cierto que muchas de las funciones para las que antes usábamos un ordenador convencional pueden ser desarrolladas de manera razonablemente ortodoxa y satisfactoria con un navegador o con una serie de aplicaciones ad hoc. En el mundo corporativo, en cambio, este proceso de sustitución lleva, como es habitual, algo más de tiempo, además de consideraciones de usabilidad y seguridad.

Si el iPad es un PC, y ante la introducción el año que viene del iPad 3, la previsión es que Apple, a pesar de la competencia de otras tabletas de precio más bajo como Nook o Kindle Fire, pase a ostentar el primer puesto del ranking de fabricantes de PCs. Sin tabletas, su participación estaría en torno al 9%, lo que en un mercado fragmentado como este, en el que el líder posee un 15%, tampoco resulta poca cosa. Lo importante ahora es entender en perspectiva lo ambicioso de la jugada de Apple con el iPad: ante un mercado en recesión, ser capaz con un solo dispositivo de redefinir una categoría, liderarla de manera natural gracias a la ventaja del pionero, y convertirse en líder de la categoría agregada resultante, con un margen bruto por dispositivo, además, notoriamente superior al de sus competidores. Si todavía piensas en Apple como en un fabricante minoritario, elitista o, como se decía hace muchos años, como un ordenador “para diseñadores gráficos y creativos”, ya puedes ir cambiando tu consideración.

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EXOdesk, ampliando la interacción

 

No es un concepto, es ya un producto en fase de lanzamiento, previsto para su presentación en el próximo CES de Las Vegas, el próximo enero. Se llama EXOdesk, lo fabrica EXOPC, una compañía canadiense que vende tablets con Windows 7, y se anticipa un precio de $1299 (la Surface de Microsoft está en torno a los $8.900). Una idea del tipo de interacción hombre-máquina en modo “más allá del PC” que posiblemente veamos generalizarse en no demasiado tiempo: me llama la atención la tangibilización del widget, que se convierte en algo que arrastras por tu mesa y colocas donde quieres, y la presencia para mí anacrónica del ratón, que dejé de usar hace ya varios años en beneficio del trackpad, y que no echo de menos en absoluto.

Visto en Mashable.

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21 noviembre 2011

Los retos tecnológicos de un nuevo gobierno

El gráfico de la imagen es el Congreso que sale de las elecciones de ayer 20 de noviembre. Unos resultados que son fruto de un sistema absurdo e injusto que condiciona gravemente la legitimidad de lo que de ellas emerge, pero que a la espera de una profunda y muy necesaria revisión de la ley electoral, son lo que hay.

Con todo lo absurdo que nos pueda parecer un sistema que entrega una clarísima mayoría absoluta a quien obtiene solo medio millón de votos más que en las elecciones anteriores (que perdió), o que niega el pan, la sal y hasta el grupo parlamentario a quien consigue convencer a más de un millón ciento cuarenta mil españoles, el sistema está vigente en la actualidad, y aunque demandemos su reforma con toda la fuerza que nos dan la evidencias de los datos, hay que acatarlo, aunque exijamos que sea la última vez. La necesidad de una adaptación metodológica de la democracia a una sociedad bidireccional es clara y evidente, y ahí queda para su necesario desarrollo. Pero el resultado ahora mismo es el que es: un Congreso en el que el Partido Popular tiene mayoría absoluta.

Ni que decir tiene que con un gran poder viene una gran responsabilidad. Y en la parte referente al análisis habitual que se hace en esta página, que es la tecnología y su gestión, ¿cuáles son los retos a los que se enfrenta el gobierno que surge de las elecciones de ayer?

El primer reto proviene del propio programa electoral del Partido Popular: un programa que presenta internet como algo “que da miedo”: de las menciones del término “internet” en el programa, la mayoría son para temas en los que se reflejan connotaciones negativas. ¿Qué esperar de un partido cuya imagen de la red es la de un sitio en el que hay que “reforzar la seguridad, proteger la privacidad y fortalecer la lucha contra los delitos”? ¿Organizaciones terroristas, nueva delincuencia? ¿Hablamos de la red o de una zona de guerra? La seguridad, siendo importante, no debe ser lo que condicione la evolución de internet desde el punto de vista de un gobierno: si ves la red como un lugar oscuro e inseguro en el que campan malhechores, la solución no es hacer más leyes… la solución es que aprendas a usar mejor la red. La privacidad es, en efecto, un valor que debe ser respetado, pero por favor, mantén las manos del ejecutivo lejos de ahí, porque su actuación, por presuntas buenas intenciones que tenga, es muy probable que haga más daño que bien. ¿Protección de la infancia? Por supuesto, en la red y en todas partes… pero la primera premisa es que los niños deben estar en la red, porque mantenerlos alejados de la misma es una irresponsabilidad enorme e imperdonable, y toda política en ese sentido debe evitar a toda costa la creación de una sensación de alarma e inseguridad. Francamente, la política con respecto a la red que pueda venir de quienes solo ven en ella delitos, terroristas, pederastas y amenazas de todo tipo me da verdadero miedo. De actitudes temerosas y tremendistas como esa surgió la Inquisición española.

Segundo gran reto: sin duda, la propiedad intelectual. El Partido Popular pactó in extremis y de manera vergonzosa la aprobación de la ley Sinde, debido fundamentalmente a la actuación de una persona, Jose María Lassalle. Muchos miembros del partido en diferentes foros se han mostrado en contra de dicha ley, cuya retirada fue reclamada incluso por el pleno del congreso de Nuevas Generaciones el pasado abril. Toca, de manera rápida y urgente, reconocer el error que se cometió y derogar una ley que jamás debió ser aprobada. Además, toca “suprimir el canon digital y sustituirlo por nuevos modelos de gestión y retribución de la propiedad intelectual más justos y equitativos, basados en el uso efectivo de las obras”, como reza el programa. De hecho, lo que habría de verdad que hacer, aprovechando la profundísima crisis de legitimidad de las sociedades gestoras de los derechos de autor, es replantear el sistema en su conjunto, siguiendo el dictamen emitido en su momento por la Comisión Nacional de la Competencia, y buscando un sistema que en lugar de restringir los usos, convierta a España en un lugar al que quieran venir todos aquellos que quieran ofrecer la comercialización de obras en todos sus formatos posibles. El copyright debe cambiar y adaptarse.

En este sentido, es fundamental un cambio de actitud. El Partido Popular se ha dejado influenciar notoriamente por quien no debía: por Génova han campado desde presuntos delincuentes encausados en la Operación Saga hasta turbios gestores de lobbies dedicados en cuerpo y alma a engañar al mundo con la idea de que España era una cueva de ladrones y que todos los españoles teníamos pata de palo y loro en el hombro. Esa idea, además de irresponsable, es mentira. Completamente falso. Que España tenga esa imagen internacional es algo gravísimo contra lo que este gobierno debe luchar. Si el gobierno que surge de las elecciones de ayer quiere entender la relación entre la red y la propiedad intelectual, que evite las malas compañías y se junte con quienes quieren construir, no con quienes pretenden dificultar y actuar como si internet fuese únicamente un mal sueño que nunca existió.

Infraestructuras, un capítulo fundamental. Nuestro país se las ha arreglado para construir un sistema que no incentiva a la inversión a ninguno de sus participantes; ni al incumbente, ni a los que le rodean. Como resultado, tenemos unas infraestructuras en las que sigue predominando el cobre, exprimido hasta sus límites, y una patológica falta de fibra. Las infraestructuras son clave fundamental en el emprendimiento y en el desarrollo de mercados, no solo en los referentes a la red, sino en todo el conjunto de la economía. Un país con infraestructuras avanzadas se convierte en un polo de dinamización, en un entorno atractivo para los emprendedores, en un mercado interesante y en un generador de tendencias. Una privatización del operador incumbente muy mal hecha y una mala gestión del entorno de las operadoras son factores que se han convertido en una gran hipoteca que lastra la competitividad de nuestro país. No hay más que ver las comparaciones.

Es fundamental fortalecer el emprendimiento en la red. Las promesas están ahí, queda materializarlas y hacer que se conviertan en generadores de dinamización. De los emprendedores dependen muchas cosas, y la red es fundamental en muchas nuevas ideas, no solo planteadas en la red, sino con la red. Apóyalo en una política educativa adecuada en temas relacionados con la tecnología, que haga que los emprendedores puedan encontrar en el mercado de trabajo los perfiles que necesitan, y habrás dado un paso muy importante.

¿Quieres más? Pues pregunta. Pregunta a la red. Plantea transparencia, comunicación, bidireccionalidad. Usa las herramientas tecnológicas para comunicarte con los ciudadanos, no solo para enviarles spam durante la campaña. Para convertir tu gestión en lo más transparente posible. Para comunicarlo todo y para liberar los datos de la administración, que son de todos. Open Government. La tecnología cambia la manera de hacer política: esta mañana ya te ha llegado una invitación a visitar Bruselas… a través del Twitter del Presidente. ¿Te suena eso a una manera diferente de hacer política? ¿Podemos tener en España un presidente de papel y bolígrafo, que no maneja jamás un ordenador o que solo maneja las redes mediante personas interpuestas? El inglés es muy importante, pero la tecnología también lo es, y sus barreras de entrada son sensiblemente inferiores. Solo una persona que maneje mínimamente la tecnología en su día a día puede entender lo que ésta puede aportar al desarrollo de su país. Que es mucho.

Ahí estaremos. Una mayoría absoluta no es un cheque en blanco. Y en gestión de la tecnología, hay mucho, mucho por hacer.

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20 noviembre 2011

Neelie Kroes y el copyright

Is the current copyright system the right and only tool to achieve our objectives? Not really. Citizens increasingly hear the word copyright and hate what is behind it (…) Sadly, many see the current system as a tool to punish and withhold, not a tool to recognise and reward”.

 

 

Neelie Kroes, Vicepresidenta y Comisaria de Agenda Digital de la Comisión Europea.

Fuente: Copyright isn’t working, says European Commission, ZDNet

[Traducción libre: "¿Es el actual sistema de copyright la única herramienta para conseguir nuestros objetivos? Realmente no. Cada vez más, los ciudadanos escuchan la palabra 'copyright' y odian lo que está tras ella (...) Desgraciadamente, muchos ven el sistema actual como una herramienta para castigar y restringir, no como una herramienta para reconocer y premiar."]

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19 noviembre 2011

Implicaciones éticas del big data

A medida que vas entrando más y leyendo más sobre el desarrollo de la gran tendencia que representa Big data, más fuerza van tomando las consideraciones acerca de las implicaciones éticas de una tendencia absolutamente imparable.

A esas alturas, resulta evidente ya que Big data es ya una tendencia en clara consolidación que protagonizará el panorama tecnológico de los próximos años. Hablamos de algo que va a diferenciar claramente a las empresas capaces de extraer información del ecosistema de aquellas incapaces de hacerlo, de un conjunto de aplicaciones de gran potencia analítica que actúan sobre una información que, de manera creciente, los usuarios depositan en el espacio público o entregan directamente en aplicaciones de todo tipo.

Descartando visiones paranoides al respecto, pero intentando anticipar el uso que los diferentes actores implicados pueden hacer de Big data como tecnología, deberíamos empezar por considerar que un estudio detallado de los datos generados por un usuario en todos los formatos posibles estructurados o no, unidos a una cantidad similar o mayor de los llamados shadow data (accesos, búsquedas y datos no explícitos de todo tipo que también quedan almacenados), son susceptibles de ofrecer una visión de la persona que supera con mucho el conocimiento que la persona tiene de sí misma. ¿Piensas que te conoces? Pues no tiene nada que ver con las conclusiones que podrías intentar extraer de un análisis de toda tu actividad, consciente y no consciente, en una red que lo retiene todo. Y menos todavía con las que puedes derivar de un análisis comparativo con otros miles de personas. Tendencias, comportamientos, influencias, secuencias… originadas en nuestro propio comportamiento y en el creciente flujo de información que decidimos compartir. Recuérdalo: hablamos de todo, desde los sitios que frecuentas (geolocalización) hasta la semantización de tus comentarios, pasando por cualquier dato que generes en una aplicación determinada a la que una empresa pueda tener acceso: un nivel de analítica inimaginable.

¿Qué información suministramos de manera completamente voluntaria y sin presión alguna? Millones de personas hacen pública voluntariamente su geolocalización en determinados momentos (Foursquare, Twitter, Instagram, etc.), su estado de ánimo, sus intereses, sus opiniones, lo que están viendo en la televisión (Miso, GetGlue…), lo que les llama la atención, las personas con las que dialogan o intercambian opiniones, su mapa de influencias y relaciones… todo un mundo de información con estructuras diversas o sin estructurar, en múltiples formatos, entrelazado por relaciones de todo tipo, y condicionado únicamente por un “quién tiene acceso a qué”. Un dato público es un dato público. Suministrado voluntariamente a cambio de una propuesta de valor determinada (comunicarte, compartir, aprender, socializar de alguna manera) y vinculado a un perfil. Semantizable, con capacidad muchas veces de asociar un sentimiento positivo, negativo o neutro a una palabra, a una marca, a una idea. Estamos únicamente rascando la superficie de todo esto.

¿Es posible de alguna manera limitar el uso que las compañías hacen de estos datos? Mi impresión es que no. Que estamos evolucionando lentamente a vivir en un mundo en el que, de manera inevitable, las compañías pasan a saber qué compras, cuándo compras, con qué frecuencia, cuándo consumes, con que actitud, con quién… y no porque te estén “espiando”, sino porque tú mismo se lo cuentas. Estamos experimentando ya procesos de comunicación bidireccionales que, por novedosos, nos resultan sorprendentes: empresas que auditan constantemente la conversación y reaccionan ante menciones de productos, de marcas, de opiniones. ¿A dónde nos lleva un uso mucho más exhaustivo de los datos, analizados en su conjunto? Nuestra información, segmentada por las posibilidades que cada uno tiene de tener acceso a ella: si en la época del CRM aprendimos a medir los negocios en términos de “intensidad informativa” y “nivel de permiso” para utilizar esa información, ahora este tipo de variables cobran todo su sentido: el mejor competidor en una industria determinada será el que sea capaz de extraer una intensidad mayor de información y sepa tratarla de manera respetuosa, que no redunde en una sensación de “invasión” o de pérdida de privacidad de sus usuarios. Todo ello, además, en un contexto en el que la propia idea de privacidad se encuentra en profunda revisión y evolución generacional.

¿Qué pasa el primer día en que una empresa empieza a saber el tipo de argumentos a los que eres más sensible, y es capaz de dirigirte un mensaje publicitario adaptado a determinados rasgos de tu personalidad y a la expresión de tus preferencias en función de la información pública que has estado generando? ¿Y si en vez de hablar de una empresa hablamos, por ejemplo, de un partido político? ¿O de la Administración, del Estado? ¿Puede un Ministerio de Hacienda utilizar la información que los ciudadanos generan públicamente para, sin ir más lejos, revisar sus declaraciones de impuestos o localizar indicadores que hagan saltar las alarmas oportunas? Si le estás contando al mundo qué haces, qué te compras, qué te gusta, dónde estás, qué ves y mil cosas más… ¿puedes evitar o de alguna manera influir en que toda esa información sea analizada? ¿Hasta qué punto puede o debe cambiar el marco normativo y, sobre todo, el código ético con el que nos enfrentamos al procesamiento de información?

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18 noviembre 2011

La tecnología como diferencial, en Expansión

Mi artículo en Expansión de esta semana se titula “La tecnología como diferencial” (pdf), y compara la economía española con otro país no especialmente afín por proximidad geográfica o por cultura, pero sí comparable en términos de número de habitantes, PIB o renta per cápita: Corea del Sur, y plantea hasta qué punto puede ser diferencial aposta por el desarrollo de infraestructuras tecnológicas como motores del desarrollo. Hoy, Corea del Sur es una de las potencias exportadoras del mundo.

A continuación, el texto completo del artículo:

 

La tecnología como diferencial

Desde el punto de vista económico, resulta un ejercicio muy interesante comparar a España con Corea del Sur. Hablamos de países con un número de habitantes similar y con PIB y rentas per capita razonablemente comparables, pero con unos resultados económicos sensiblemente diferentes: mientras España está envuelta en la fortísima crisis que todos conocemos, con un desempleo brutal e insostenible y un crecimiento negativo, Corea del Sur es uno de los pocos países que siguió creciendo durante la última crisis, mantiene un desempleo bajo, es el sexto mayor exportador del mundo y uno de los países desarrollados con más fuerte crecimiento.

Las explicaciones no son unívocas ni simples. Sin embargo, un factor destaca claramente: mientras la economía española basó su crecimiento, cuando lo tuvo, en el turismo y la construcción, la surcoreana impulsó especialmente las industrias relacionadas con la tecnología. Hablamos del quinto país en inversión en I+D y del que alberga la llamada "capital tecnológica del mundo", Seúl, o algunas de las empresas tecnológicas más pujantes. Récord absoluto en nivel de conectividad tanto por extensión como por velocidad.

Comparativamente, España es un país que ha sido incapaz de crear un entorno que estimulase a las operadoras a invertir. Conectividad cara y mala. Pero además, nuestro futuro presidente es una persona que no utiliza jamás un ordenador ni la red, y que firma un programa electoral en el que se menciona la palabra "internet" únicamente siete veces, cuatro de ellas con connotaciones abiertamente negativas.

El valor fundamental de la tecnología es el de servir como plataforma de desarrollo para muchas cosas positivas más. Una visita a Seúl nos deja la impresión de estar en un laboratorio de tendencias, en un sitio donde los hábitos, los usos y las costumbres relacionadas con el uso de tecnología se adelantan al resto del mundo. Un estímulo para todo.

¿Quieres respuestas? Búscalas en la red.

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17 noviembre 2011

En GQ, hablando sobre tecnología y campaña electoral

Néstor Parrondo, de la revista GQ, me envió algunas preguntas acerca del desarrollo de la campaña electoral y del uso que los políticos están haciendo de las herramientas tecnológicas en ella, un tema que se está haciendo bastante recurrente en estos días a medida que se acerca la cita electoral. Lo ha publicado hoy junto con opiniones de @kurioso, Jose Antonio Gallego Vazquez y Enrique González Pascual-Babé, bajo el título “La campaña electoral 2.0 valorada por cuatro expertos“.

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Candidatos de papel y bolígrafo, en Faro de Vigo

Me llamaron ayer desde el Faro de Vigo para pedirme mi opinión sobre el uso que los candidatos están haciendo de las herramientas tecnológicas durante la campaña, y hoy han publicado algunas de mis opiniones bajo el título “Candidatos de papel y bolígrafo“.

Mis respuestas fueron del estilo de “¿Tecnología? ¿Qué tecnología?” Las preguntas se centraron fundamentalmente en el uso de Twitter, que viene a ser para los políticos como “la moda de la temporada”: si hace dos convocatorias lo suyo era tener un blog (para abandonarlo, por supuesto, nada más terminar la campaña), las siguientes fue competir absurdamente por ser quien tiene más amiguitos en Facebook… en esta campaña, toca Twitter. Menos de un 5% de los mensajes escritos en las cuentas de los candidatos están firmados por ellos, y el tono general de ambas cuentas es prácticamente de mitin.

Frente a un uso posible de Twitter para generar transparencia y cercanía, nos encontramos un uso meramente de campaña, que sin lugar a dudas desaparecerá cuando ésta finalice, y que proviene de candidatos completamente analógicos en su forma de trabajar, de informarse, de comunicarse, de vivir. Un modelo de uso que cambia y mejora algo en algunos de los partidos más minoritarios, en los que sí se ve algo más de diálogo y bidireccionalidad, pero que no anticipa un uso proactivo de la tecnología para dotar de transparencia la gestión pública, para intentar fortalecer los vínculos entre representantes y representados, o para mantener la conexión entre ciudadanos y administración. De hecho, el programa electoral del partido que gobernará España menciona la palabra “internet” en únicamente siete ocasiones, y en cuatro de ellas se hace con una connotación abiertamente negativa.

Así vamos.

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En La Vanguardia, hablando de online outlets y gestores de promociones

Raquel Quelart, de La Vanguardia, me llamó por teléfono para hablar de sitios como Vente-Privee, Privalia, BuyVip, LetsBonus, Groupon, etc., y ayer publicó su artículo bajo el título “Los descuentos de hasta el 70% de los grupos de compra, un atractivo cebo“.

Mi conversación con Raquel estuvo encaminada a marcar las claras diferencias existentes entre los modelos de tipo online outlet, en los que el cliente es una marca que obtiene un canal adecuado para colocar una demanda secundaria de productos de fuera de temporada, de temporadas anteriores, etc. que ya no tenía salida a través del canal regular – básicamente como en un outlet convencional, pero en la red – y los gestores de demanda como Groupon, que lo que hacen es generar un canal segmentado para ofrecer promociones. Mientras en el primer caso  (Vente-Privee, Privalia, BuyVip, o  incluso eBay) hablamos de la posibilidad de llenar más espacios por debajo de la línea de equilibrio entre oferta y demanda modificando el precio y discriminando entre canales, en el segundo, que tiene como representante habitual a Groupon, nos referimos a un modelo en el que se ofrece a los comerciantes un escaparate en la red para dar visibilidad a sus promociones y poder calcular cuál será su coste de adquisición de clientes.

Los comerciantes utilizan generalmente el primer caso para administrar puntas de stock, restos de colecciones de temporadas anteriores, etc. buscando una demanda secundaria adicional, mientras que usan el segundo modelo para dar a sus promociones una visibilidad que no tenían y que permite que cualquiera, incluso aunque no tenga una presencia en la red, pueda lanzar una promoción y captar clientes de manera eficiente a un coste establecido. Modelos muy diferentes, pero en ambos casos con un fuerte crecimiento.

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16 noviembre 2011

Dos entrevistas

Dos entrevistas cortitas y en tono personal: una que me hizo María Sierra para el blog de eDreams hablando de viajes, titulada “El perfil del viajero: Enrique Dans“, y otra de Daniel Fernández para Tablets Spanish.

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Avances en privacidad: ?Do Not Track?

Un grupo de trabajo del consorcio W3C ha comenzado la especificación de dos estándares para permitir que los usuarios puedan tener la opción de no ser objeto de tracking en los sitios que visitan en la red. Hablamos del desarrollo y normalización de Do Not Track, una idea que comenzó a fraguarse en la Universidad de Stanford, que está siendo estudiada por el Congreso de los Estados Unidos y por la Federal Trade Commission (FTC), y que ha sido impulsada por desarrollos realizados en versiones recientes de navegadores como Firefox, Safari o Explorer para aceptar el establecimiento de dicha preferencia por los usuarios.

Puedes ver si tu navegador soporta ‘Do Not Track’ y si lo tienes activado en esta página, en la columna de la derecha, bajo el epígrafe “For users”. La idea es permitir que un usuario pueda, mediante una opción fácilmente accesible en su navegador, establecer su preferencia de no ser objeto de seguimiento a lo largo de su navegación, fundamentalmente de cara al uso del llamado behavioral targeting o publicidad comportamental: esa que te ofrece anuncios relacionados en un sitio en función de comportamientos desarrollados en otro diferente, como cuando te pasas una larga temporada siendo recibido con ofertas de hoteles en una ciudad determinada solo porque hiciste una búsqueda relacionada en un sitio de reservas (y en muchos casos después de haber reservado ya). Para las páginas web supone una posibilidad de revender una información obtenida en función de la actividad de los usuarios en su sitio. Para las marcas, la capacidad de contratar publicidad con agencias que manejan múltiples sitios para gestionar campañas de un modo integrado. Un tipo de publicidad que puede elevar la eficiencia de las campañas al incidir con productos o servicios a clientes que ya han expresado una preferencia o interés por éstos, pero que resulta a la vez potencialmente intrusiva. Mientras fuera de la red puedes tomar hasta cierto punto la decisión de no ser objeto de determinados tipos de marketing mediante el recurso a listas Robinson o Do-not-call que han contado con un fuerte interés de los usuarios (el National Do-Not-Call Registry de los Estados Unidos incluye ya más de 150 millones de teléfonos fijos y unos 285 millones de teléfonos móviles, lo que supone, sobre 309 millones de personas, el 91% de la población), el mundo online no nos daba una posibilidad de manejar estas preferencias de una manera razonablemente cómoda y eficiente.

El desarrollo normativo de dos estándares, Tracking Preference Expression (de qué manera el navegador comunica a una página web que el usuario exige privacidad) y  Tracking Compliance and Scope Specification (cómo las páginas web respetan y cumplen esa preferencia establecida) podría reunir las iniciativas dispersas desarrolladas al respecto por distintos protagonistas, y convertirse en un elemento central a la hora de cambiar las reglas para adaptarlas a las preferencias expresadas por los usuarios. Un tema sobre el que, tanto desde la perspectiva de usuario como desde la de marketer, te conviene tener información.

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15 noviembre 2011

Otra vez a vueltas con el pajarito

Atención a este tipo de temas, porque nos los vamos a encontrar en algún momento en el mundo corporativo a medida que Twitter va incrementando su relevancia como canal de comunicación y representación: a finales del pasado julio nos planteábamos una pregunta clara, “¿De quién es una cuenta de Twitter?“, a raíz del cambio de trabajo de una periodista británica de la BBC, Laura Kuenssberg, que teniendo más de sesenta mil seguidores en su cuenta de Twitter identificada con el nombre de la cadena, @BBCLauraK, es fichada por la cadena rival, ITV, y simplemente decide cambiar el nombre de su cuenta de Twitter a @ITVLauraK y llevarse consigo su audiencia.

El caso no era sencillo: aunque la periodista mantenía personalmente su cuenta y ésta llevaba su nombre, la utilizaba para difundir y comentar noticias que obtenía en función de su trabajo en BBC, y era presumible que debiese al hecho de tener acceso a dichas noticias una parte importante de su popularidad. El caso, sin embargo, siguió su curso natural: a día de hoy, la periodista cuenta con unos diez mil seguidores más en la cuenta asociada con su nueva cadena. El intento de acceder a su cuenta antigua, @BBCLauraK , devuelve una página de error. Posteriormente ha habido otros casos, como el de Rick Sánchez, presentador de CNN que, tras ser despedido, cambió igualmente de nombre su cuenta con más de trescientos mil seguidores.

En esta ocasión, el caso es levemente diferente, y ya tiene curso judicial: hablamos de Phonedog, una página web de noticias y crítica de productos de telefonía móvil, que cuenta con su propia cuenta de Twitter con casi catorce mil seguidores que utiliza para notificar la publicación de sus artículos, y del conflicto con uno de sus empleados, que utilizando la cuenta @Phonedog_Noah llegó a tener unos diecisiete mil. Pero llega el momento del cambio: la empresa reclama la cuenta al empleado, y este, que hacía un uso fundamentalmente personal de la misma, decide simplemente prescindir del nombre de su compañía, cambiar el nombre de la cuenta a @noahkravitz, fichar por otra página web también relacionada con los gadgets, la movilidad y la electrónica de consumo, TechnoBuffalo, y seguir con su vida.

La empresa denuncia a Noah alegando tres causas: apropiación de secretos comerciales, interferencia con ventaja económica, y conversión, y reclama haber sufrido $340.000 en daños; $2.50 por follower y por mes siguiendo lo que denominan “una práctica común en la industria”, multiplicados por los meses que Noah lleva utilizando la cuenta, según ellos, indebidamente.

¿El resultado? Todavía en juicio. ¿Puede ser considerado un “secreto comercial” una lista de seguidores en Twitter de un empleado que, entre otras cosas, es pública? ¿Puede hablarse de “interferencias comerciales con resultados económicos” cuando el uso de la cuenta era fundamentalmente personal, aún llevando en ella el nombre de la compañía? ¿Podemos atribuir unos supuestos daños basados en valoraciones de clientes? Parecen cuestiones extremadamente resbaladizas, y sin duda, muy dependientes de los argumentos que los abogados puedan construir y de las interpretaciones del juez. Pero lo que tengo pocas dudas es que, dada la actual corriente de desarrollar labores de gestión de comunidad en muchas compañías y ante un mercado en rápida evolución en el que se puede prever una rotación natural razonable, veremos casos como estos más pronto que tarde…

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14 noviembre 2011

Neutralidad de la red y lógica académica

Los papers académicos que emplean teoría de juegos como metodología de investigación dejan siempre un regusto interesante, como de lógica palmaria. En este caso han sido tres profesores, Hsing Cheng y Shubho Bandyopadhyay, de la Universidad de Florida, y Hong Guo, de la de Notre Dame, los que en un estudio titulado The debate on net neutrality: a policy perspective de próxima publicación en uno de los mejores journals del área, Information Systems Research, dejan meridianamente claras las que serían las posibles implicaciones de no proteger con el marco normativo adecuado la neutralidad de la red: permitir que las empresas de telecomunicaciones pongan un precio a la priorización del contenido conlleva necesariamente que pasen a carecer de incentivos para mejorar la infraestructura, convirtiéndose por tanto en un freno al desarrollo.

La conclusión resulta, además de demostrable científicamente, bastante evidente: en un escenario en el que las empresas de telecomunicaciones pretenden exigir tarifas preferentes a quienes quieran que sus contenidos circulen a velocidad más rápida que el resto, el incentivo que tienen para invertir en infraestructura es nulo. Invertir en infraestructura llevaría necesariamente a que la totalidad de la red funcionase mejor, y una red homogéneamente rápida disminuiría automáticamente la propensión a pagar extra de sus clientes. La hipótesis defendida por las empresas de telecomunicaciones, que la neutralidad de la red les llevaría a no tener incentivos para invertir, es completamente falsa. Simplemente falaz.

… the incentive for the broadband service provider to expand under net neutrality is unambiguously higher than under the no net neutrality regime in the context of our framework. This goes against the assertion of the broadband service providers that under net neutrality, they have limited incentive to expand. The experience in broadband markets around the world support our conclusions.

Recordemos, y esto es sumamente importante entenderlo, que nos referimos a discriminación de contenidos: la neutralidad de la red NO IMPLICA bajo ningún concepto que todos recibamos bits a la misma velocidad, eso es una de las falacias de primer nivel a las que pretende agarrarse el lobby de las telecomunicaciones para intoxicar el debate. Yo puedo, por supuesto, tener una conexión más rápida o más lenta en mi casa según lo que decida pagar, y esto no tiene nada que ver con la neutralidad de la red. Lo que implica una red neutral es que el tráfico que recibo por mi conexión no sea discriminado en función de origen, destino, protocolo o contenido, de manera que una empresa no pueda pagar a un proveedor de telecomunicaciones para que su tráfico disfrute de una autopista de tres carriles mientras el de otra empresa que no paga tenga que conformarse con un camino de cabras. La neutralidad de la red implica que las empresas de telecomunicaciones ponen las infraestructuras y las explotan, pero se desvinculan completamente de la posibilidad de controlar lo que pasa por ellas. Como debe ser. El político que no defienda esto, o no se entera, o tiene algún tipo de incentivo para favorecer al lobby de las telecomunicaciones. Además, por supuesto, de hipotecar el progreso y ser un irresponsable. Así de claro.

Lo contrario daría lugar a un escenario en el que las empresas de telecomunicaciones podrían controlar la innovación, aprovecharse de ella de manera privilegiada, entrar a competir en negocios de contenido con una ventaja completamente injusta y arbitraria, o incluso colaborar con el poder político para todo tipo de fines. Un escenario que tenemos que evitar. Pero además, y ahora lo vemos mucho más claramente, un escenario que desincentiva la inversión y la mejora de las redes, y que hipoteca el futuro de todos por las ganancias a corto de unos pocos.

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13 noviembre 2011

Virtualizando la SIM

Una patente solicitada por Apple en noviembre de 2010 y publicada ahora por la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos revela una estrategia interesante y agresiva de cara a las relaciones entre clientes, operadoras y fabricantes de dispositivos: eliminar la tarjeta SIM como la conocemos en sus formatos físicos de SIM, mini-SIM o micro-SIM, y sustituirla por un elemento seguro incorporado en el teléfono.

La idea no tiene un desarrollo sencillo: la presencia de una tarjeta SIM física y extraíble es un requerimiento del estándar GSM, lo que obligaría a Apple a conseguir un cambio en ese estándar antes de recibir la autorización para vender en Europa un dispositivo capaz de funcionar sin SIM. La SIM contiene las credenciales de seguridad que autentican al cliente con su red, de manera que un cambio en este sentido plantearía cuestiones sin duda delicadas, y objeciones por parte de las operadoras. Sin embargo, los planes son muy interesantes: un dispositivo con credenciales de red válidas de todas las operadoras asociadas, y capaz de cambiar de una a otra mediante iTunes. Las implicaciones pueden ser muy importantes: adquieres tu teléfono, pero cambias de operador cuando quieres simplemente con unos cuantos clics, cuando llegas a un país determinado o cuando, simplemente, te conviene. Para un mercado férreamente controlado por las operadoras, toda una revolución.

La patente de Apple alega dificultades de cara al diseño: la obligatoriedad de incluir un hueco para una SIM física encarece el diseño, obliga a los dispositivos a ser más voluminosos, y plantea dificultades cuando el usuario no puede acceder a una SIM física. Pero en realidad, la clave del tema hay que buscarla en la relación con el cliente: un cliente que pasaría a estar vinculado al fabricante de su dispositivo, y que podría plantearse cambiar de operador como quien cambia de camisa. Una auténtica comoditización del operador. Hoy en día, cambias de terminal, pero mantienes la SIM que te ha entregado el operador: la idea de Apple sería precisamente invertir esa relación, eliminando la capa del operador entre fabricante de terminal y cliente. A día de hoy puedes comprar un terminal libre y puedes incluso tener varias tarjetas SIM, una práctica habitual, por ejemplo, en quienes viajan recurrentemente a otro país, pero la situación no deja de ser sumamente engorrosa. La posibilidad de escoger operadora a golpe de menú plantea un equilibrio de fuerzas en el mercado completamente diferente.

La idea, además, tiene un trasfondo todavía más agresivo: que el cliente maneje esas relaciones con la tarjeta de crédito asociada a su cuenta de iTunes. Algo que ya hemos empezado a ver en los recientes movimientos de innovación de Apple en su distribución, y que podría plantear ideas como el uso de NFC para sistemas ya patentados por la compañía como iPay, iBuy o iCoupons, o la posibilidad del llamado iWallet, o monedero electrónico. Obviamente, que Apple no haya incorporado NFC en si iPhone 4S no quiere necesariamente decir que no tenga planes en ese sentido.

Un movimiento todavía complicado y sobre el que obviamente es muy pronto para sacar conclusiones, pero que podría dar lugar a un auténtico replanteamiento del equilibrio de fuerzas en el mercado de la telefonía móvil.

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Hablando sobre el ?caso La Noria?, en El Periódico

Juan Fernández, de El Periódico de Catalunya, me llamó para hablar del ya muy comentado “caso La Noria” que Pablo Herreros inició el pasado 29 de octubre a raíz de la entrevista a Rosalía García, madre de uno de los delincuentes condenados por el asesinato y desaparición de  Marta del Castillo, por la que la protagonista percibió entre nueve y diez mil euros. El artículo publicado en El Periódico se titula “Usted puede iniciar la nueva revolución” (pdf).

Sobre el caso, que el pasado viernes ya empecé a utilizar en una de mis clases, recomiendo, además de la entrada original, la petición publicada en Actuable, la lectura de la actualización que publicó el propio Pablo al respecto unos días más tarde, “Las vueltas que da La Noria“, o apuntes como éste y este otro de Chicadelatele. Las consecuencias del caso a estas alturas son más que claras: en la última edición del programa, solo se anunciaron cinco marcas. Y tanto la semana anterior como en esta última, marcas como Vodafone o Wilkinson dejaron expresamente claro que la publicidad se había emitido en contra de su voluntad o por error. No se puede ser más claro.

¿Mi opinión? Sencillamente, que es una prueba más de que ya no se puede hacer nada sin contar con la bidireccionalidad. Las progresiva reducción de las barreras de entrada a la publicación posibilita reacciones que van desde la protesta ante un programa televisivo hasta la mismísima primavera árabe o el 15M. Cuando una sociedad se hace bidireccional, se hace bidireccional con todas sus consecuencias, y los que no lo entienden o se niegan a aceptarlo, son apartados mientras musitan absurdas teorias conspiranoicas de todo tipo. Es el caso del presentador de La Noria, Jordi González, que indudablemente contribuyó a empeorar la crisis con varias inoportunas respuestas. En un contexto de irritación generalizada, claramente creciente y perfectamente mesurable, la reacción de las marcas es absolutamente lógica: no solo mostrarse sensibles a la presión popular, sino además, comunicarlo de la manera más eficiente que pueden, a través de los medios y de las propias redes sociales (más detalles, de nuevo, en las sucesivas actualizaciones de la entrada original de Pablo).

Detalles interesantes: las cosas hay que entenderlas como son. “La Noria” es un programa líder de audiencia que representa una forma concreta de hacer televisión y que despierta reacciones fuertes y muy encontradas. Pero este caso, aunque muchos aprovechen para demonizar a “La Noria”, no tiene nada que ver con eso. No se pide la cancelación de un programa, ni la retirada definitiva de la publicidad que lo arropa: se pide, clara y específicamente, que no se pague a criminales o a sus familiares por acudir a un programa de televisión. La reacción de Telecinco debería apuntar a corregir eso, no a hacerse los ofendidos, a buscar conspiraciones, o a disparar al aire con imaginarias causas “contra la libertad de expresión”. O a dejar pasar el tiempo mientras ven como crece el “efecto contagio” y como se ponen en riesgo otros programas de la cadena. Debería consistir, como analiza el propio Pablo – que no en vano es experto en comunicación – en pedir disculpas por el error cometido, anunciar que no volverá a repetirse, y reconducir las relaciones con los anunciantes a los que su presentador absurdamente insultó. Y sobre todo, en extraer lecciones, en aprender. Aprender que en la sociedad actual no se puede, por fuerte que sea la capacidad comunicativa que te da una licencia televisiva, una rotativa o un dineral para hacer campaña durante quince días, llevar la contraria a tus clientes, a tus lectores o a tus votantes. No se puede. Una vez más, y ya llevamos unas cuantas… comunicación 2.0.

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