Mi artículo en el TechnologIE de Expansión de esta semana se titula “La paradoja del roaming” (pdf), y es una adaptación para medio impreso de la entrada que escribí hace un par de semanas, titulada “Roaming: el robo del siglo“, con algunos aportes más recibidos a través de diversas fuentes.
A continuación, el texto del artículo:
(Enlace a la entrada original - Licencia)La paradoja del roaming
¿Ha viajado recientemente? ¿Ha consultado su correo electrónico, enviado mensajes, actualizado alguna red social, subido alguna foto o escrito algún tweet desde allí? ¿O es de los que apagan la conexión de datos al llegar al aeropuerto? ¿Es de los que se ha llevado ya el susto, o de los que se lo va a llevar?
Hablamos del roaming: una tasa carente de justificación en un mundo en el que los bits no saben de fronteras, pero que eleva el coste de una conexión a cantidades sencillamente absurdas, esotéricas: transmitir los datos que se usan como media en una conexión doméstica en un mes costaría lo mismo que un coche deportivo, un yate o una casa si los demandásemos desde fuera de nuestras fronteras.
A fuerza de convivir con ello, vemos ya el roaming como algo natural. Pero eso no quere decir que lo sea. De hecho, es completamente injustificable. Ver un vídeo de dos minutos en nuestro móvil estando en Alemania cuesta más que desplazarse allí en avión. Es más: si te sientas en un café y usas su WiFi, la misma transmisión te costará prácticamente cero. Es sencillamente absurdo. No responde a nada razonable. Pero ahí sigue.
Mientras la Unión Europea intenta presionar para que el precio del roaming descienda gradualmente, las operadoras se refugian en que es algo que no puede eliminarse de manera unilateral. Todas de acuerdo en cruzarse facturas alucinógenas en las que tratan los bits a precio de cocaína, mientras los usuarios se rascan el bolsillo. Siendo España una potencia turística, resulta curioso que renunciemos a la mejor promoción que un turista podría hacer de nuestro país: usar las redes sociales para compartir sus experiencias, fotos y vivencias con sus amigos. En su lugar, los conminamos a renunciar al uso habitual de sus teléfonos. Mundo sin fronteras, pero datos a precio de droga dura: una paradoja fuera de lugar.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.