Estuve en Alicante, en el Alicante Smart Cities Meeting 2011, hablando fundamentalmente de cómo una smart city es aquella que es capaz de cobijar y hacer que estén a gusto los smart citizens, y de cómo los usos y costumbres que trae consigo el desarrollo de la web social y la profusión de dispositivos de todo tipo tienen una evidente implicación tanto en la calidad de vida de los ciudadanos como en el marketing de las ciudades de cara al turismo. Me entrevistaron en el diario La Información, y lo han publicado hoy con el título “Un comentario en Facebook tiene un efecto que no logra un folleto“.
Además de hablar de la idea de instituciones públicas como plataforma y de cuestiones tan importantes como la liberación de datos públicos, traté tanto en la entrevista como en mi charla posterior el tema de la conectividad de una manera bastante cruda. Algo que para mí está en la base del concepto de smart city: en una smart city, los datos y las interacciones fluyen de manera líquida para todos, ciudadanos y visitantes, pero las infraestructuras actuales de conectividad de las ciudades están condicionadas por unas operadoras que secuestran las posibilidades de todo aquel que esté alejado de su país mediante un atavismo tan injustificable y tecnológicamente insostenible como el roaming.
Mal vamos a poder apalancarnos en las posibilidades de la web social para promocionar el turismo y potenciar la imagen de nuestras ciudades, si conminamos a todo visitante a apagar los datos de su smartphone en cuanto pisa el aeropuerto so pena de un estacazo de precio inenarrable: un visitante que podría estar compartiendo en tiempo real su experiencia como turista en nuestra ciudad, se convierte en muchos casos en una persona molesta porque se ve obligado a abandonar sus hábitos sociales, a no subir fotos, a no comentar en redes sociales o, simplemente, a no poder consultar un mapa o una aplicación social que le permita identificar sitios, tiendas, bares, recibir promociones, etc. La actitud restrictiva de las operadoras, que conozco bien ya desde el año 2005, supone una hipoteca sobre el potencial de desarrollo de las smart cities y de la sociedad de información en su conjunto. Si queremos smart cities, habrá que empezar por exigir que tengan smart communications para todos.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.