02 agosto 2010

El dilema de ser demasiado seguro

La reciente decisión de algunos países árabes de suspender determinados servicios de la plataforma BlackBerry pone a RIM en una situación sumamente compleja. La prohibición se debe fundamentalmente a la imposibilidad de ejercer un control gubernamental sobre la información que circula a través del sistema, un sistema que fue diseñado y certificado, no lo olvidemos, para ofrecer a sus clientes corporativos una seguridad a prueba de bomba.

RIM es una empresa muy peculiar: nacida y crecida para ofrecer productos y servicios a clientes corporativos, la compañía mantiene todavía una fortísima cultura de orientación hacia las necesidades de las empresas y de sus responsables de IT, a pesar de su gran desarrollo dentro del mercado de consumo. Los principales clientes de RIM son grandes empresas y corporaciones que valoran enormemente cuestiones como la seguridad, y esta seguridad se mantiene, entre otras cosas, gracias a un sistema que cifra todo el tráfico y lo canaliza a servidores específicos situados fuera del alcance de los gobiernos, a través de un sistema de cifrado de 256 bits controlado por la propia RIM que, según afirma la compañía, impide la monitorización de cualquier entidad externa o incluso por parte de la propia RIM. Desde China, por ejemplo, resulta perfectamente posible acceder a cualquier página web, incluyendo aquellas que transgreden claramente las normas de la censura gubernamental, si se hace a través de un terminal Blackberry.

¿Qué pretenden los países protagonistas de la prohibición? Eufemísticamente, afirman pretender “una solución compatible con las leyes locales”. Es decir, el establecimiento de un servidor proxy dentro del país, abierto a la monitorización gubernamental. La excusa es la de siempre: el supuesto temor a un uso de la red para la transmisión de mensajes vinculados al terrorismo o al desarrollo de movimientos insurgentes. En el fondo, hablamos de la clara violación de uno de los derechos humanos, la confidencialidad de las comunicaciones, en países en los que tradicionalmente el respeto a esos derechos humanos pocas veces ha recibido una prioridad demasiado elevada.

RIM cuenta con medio millón de usuarios en los Emiratos Árabes y unos cuatrocientos mil en Arabia Saudí, pero la decisión que tome con respecto a este tema va, en realidad, mucho más allá. Además de determinar las futuras relaciones de la empresa con otros estados con políticas similares, determina, por ejemplo, el nivel de seguridad al que estarían sujetas las comunicaciones corporativas cuando un usuario se desplaza a estos países. La seguridad de la plataforma fue determinante, por ejemplo, a la hora de decidir que el Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, pudiese mantener su BlackBerry en funcionamiento tras ser elegido: ¿imaginamos un escenario en el que sus comunicaciones a través de la plataforma estuviesen comprometidas cuando viaja a determinados países? Las empresas no solo pagan por un terminal: pagan por un nivel de cifrado determinado y una seguridad que supera las pruebas más rigurosas. Empezar a abrir la plataforma a las ansias de control de gobiernos poco respetuosos con los derechos humanos supone, a todas luces, un problema de seguridad. Pero renunciar al desarrollo en esos países, muchos de ellos importantes o emergentes, también supone un problema de viabilidad para una empresa como RIM, a la que muchos dan consejos para mantener su actual relevancia dentro del mercado. Y por supuesto, plantea dudas que van más allá: ¿está realmente la plataforma completamente a salvo de la monitorización gubernamental en países como los Estados Unidos, que han desarrollado importantes esfuerzos por la monitorización de las actividades de sus ciudadanos para evitar la amenaza del terrorismo? ¿Que ha pasado en India, donde los problemas de este tipo provienen originalmente del año 2008? ¿Y qué pasa si se utilizan otros terminales y servicios de otras compañías?

Una vez más, el viejo dilema de la privacidad frente a la seguridad. ¿Es razonable un mundo en el que todo lo que transmitimos a través de nuestras comunicaciones está sujeto a monitorización gubernamental por si acaso somos malos?

(Enlace a la entrada original - Licencia)

1 comentario:

  1. Primero va el post con comida de polla a una de sus empresas "favoritas" (vamos, de las que recive dinero y regalitos) y en breve caera una reseña del ultimo telefonillo de BB que le han regalado, que sera el Torch, vamos, como si lo viera...

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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.