El camping de Los Alfaques pierde su batalla contra Google y vuelve a traer al escenario la idea del derecho al olvido, ejercitado como una hipotética “goma de borrar digital”: lo que el propietario del camping pretendía era que Google dejase de mostrar las imágenes de la tragedia que ocurrió en Los Alfaques en 1978, porque las consideraba perjudiciales para su establecimiento.
Efectivamente, que aparezcan fotografías de cuerpos calcinados no parece lo más adecuado cuando intentas encontrar un lugar tranquilo donde pasar tus vacaciones. Pero la tragedia ocurrió, murieron más de doscientas personas, y eso no lo cambia nadie. Pedir que Google se arme de goma de borrar y elimine de sus resultados las fotos o las noticias correspondientes porque no constituyen un buen marketing para tu establecimiento me parece sencillamente alucinante. Penalizar a quien indexa la información porque no te gusta como la indexa es algo que carece de toda lógica. Y en ese sentido, que la demanda se haya resuelto diciendo que los resultados provienen de un algoritmo de Google, Inc. y que, por tanto, el demandante debe dirigirse a la empresa en los Estados Unidos y no a su filial española, me parece completamente absurdo. Lo que no es, no es, ni aquí ni en los Estados Unidos.
Las hemerotecas no olvidan. Nadie en su sano juicio se dedicaría a ir pidiendo a los periódicos que eliminasen una noticia determinada porque después se demostró que no era real, caso que ni siquiera tiene nada que ver con el que nos ocupa. Rectificarla, sí. Eliminarla, no. ¿Ir por el mundo arrancando páginas de diarios en las hemerotecas porque la noticia que se publicó “no conviene” a su protagonista? ¿De verdad estamos discutiendo eso con un mínimo de seriedad? En el mundo digital, las hemerotecas están al alcance de un clic de ratón. Pero las cosas deben funcionar igual: el derecho al olvido no puede implicar reescribir la historia, ni lo que se publicó en un momento determinado. Si tienes un camping donde hace muchos años hubo un accidente horrible, podrás considerar cambiar tu nombre comercial, pero no intentar que lo que ocurrió desaparezca de la memoria colectiva o se haga de alguna manera menos visible. Ocurrió, y ya está. Lo contrario es como el infantil pensamiento de pretender apretar el botón Undo después de haber tenido un accidente.
El derecho al olvido conecta con nuestros temores digitales más primarios. Pensamos en los muertos que podemos o que podríamos tener en el armario, en lo que un día dijimos, en lo que alguien dijo de nosotros… hacemos nuestro ego-search, y pensamos en lo bueno que sería poder tomar una goma de borrar y eliminar los resultados que salen en el tercer, octavo y noveno lugar. El problema es que el mundo no funciona, no funcionó y no funcionará así. Ni antes podías arrancar la página de todos los periódicos del mundo, ni ahora puedes eliminar lo que sale en la pantalla. Ni deberías poder, por mucho que te lo parezca en según que casos. Se empieza por la noticia que resultó ser difamatoria, se sigue por las interpretaciones de un titular, y se termina con “en esa foto no salgo bien”, “esos pantalones acampanados ya no se llevan” o “no me interesa la imagen que ese tema proyecta sobre mí o mi negocio”. Es un camino demasiado peligroso. La sociedad digital tiene sus reglas, son para todos, y son como son.
Que los motores de búsqueda pongan la información – toda la información – al alcance de nuestros dedos tiene innumerables consecuencias positivas, pero también alguna negativa. Ponernos a cazar fantasmas y a pensar en la posibilidad de eliminar esto, aquello o lo de más allá por las razones que sean es entrar en un juego que, simplemente, no tiene ningún sentido. Sinceramente, dudo que nos gustase vivir en un mundo en el que las personas y las empresas pueden dedicarse a ir borrando su pasado porque no les gusta o no les deja en buen lugar.
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ATENCIÓN: Google ha metido en Blogger un sistema antispam automático que clasifica como spam casi lo que le da la gana y que no se puede desactivar.
Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.