El anuncio de la nueva versión del sistema operativo de Apple, Mountain Lion, ha sentado como un jarro de agua fría a los desarrolladores de Growl, el sistema de notificaciones más popular e implantado en OS X. Un programa de código abierto que, tras años de popularidad y aceptación por parte de los usuarios y de la comunidad de programadores de aplicaciones, se encuentra con que Apple decide crear su propio sistema de notificaciones integrado con todas las aplicaciones que provengan de la Mac App Store, una integración que presuntamente relegará Growl a un papel completamente secundario.
La reacción de Growl deja claro que no abandonan la batalla, pero la realidad suele ser terca: cuando una funcionalidad se ofrece dentro de un paquete (la llamada estrategia de bundling), las alternativas externas suelen pasar a un plano muy marginal y terminar por desaparecer. Growl es una de las aplicaciones de pago más populares en el top de la Mac App Store, pero ¿podrá mantener dicha posición cuando el propio sistema operativo ofrezca una funcionalidad muy similar? Ejemplos de la estrategia de bundling abundan en el mundo del software: Microsoft la practicó con éxito durante muchos años, pero también la hemos visto más recientemente en el caso de Twitter, que bien mediante adquisición o bien mediante desarrollo propio va incorporando todas aquellas funcionalidades e ideas que surgen en la comunidad de satélites que rodea a la aplicación.
Movimientos como este nos llevan a plantearnos las especificidades de la relación entre una aplicación y su comunidad satélite de desarrollo. Tener una comunidad de desarrollo vibrante y activa es algo que suele aparecer correlacionado con el éxito. Pero como en tantas ocasiones en la ciencia, de una correlación no puede deducirse una causalidad, de manera que no se puede saber “si gallina o huevo”, si ese éxito viene generado por las funcionalidades adicionales que dicha comunidad trae consigo, o bien si el desarrollo de la comunidad está en realidad desencadenado por la atracción que genera el éxito arrollador de una aplicación. Lo que sí parece claro es que las relaciones entre el protagonista principal y la comunidad que lo rodea pueden aportar mucho, pero no son para nada un espacio tranquilo: si una aplicación generada alrededor de la principal tiene éxito, lo habitual es que se vea o bien adquirida – que puede no ser un mal desenlace – o bien considerada una propuesta interesante que la aplicación principal adopta o copia descaradamente, relegando al proponente original a un uso marginal.
No son pocos los casos en los que aplicaciones desarrolladas externamente se convierten en alternativas mejores que las oficiales: el éxito del reproductor de vídeo VLC, que acaba de presentar su muy recomendable nueva versión 2.0, o el del sistema de acceso rápido Quicksilver que suele ser de las primeras aplicaciones que instalo en todas mis máquinas, plantean funcionalidades que son o bien mejores que las de sus alternativas oficiales, o simplemente no existen y cubren un interesante hueco en el sistema principal, pero que están sujetas a una dinámica competitiva sin duda compleja. Para el usuario, este tipo de aplicaciones plantean alternativas muchas veces interesantes a las decisiones de la marca principal, que no siempre tienen por qué ser consideradas óptimas. Por un lado, la comunidad satélite juega un importante papel en el aporte de ideas y en la popularidad de la plataforma principal, jugando un papel muy del tipo open innovation. Por otro, si ésta reacciona de manera muy agresiva incorporando dichas ideas sin reconocer de alguna manera dichos aportes, el incentivo a dichos desarrollos se reduce claramente.
Twitter se ha beneficiado en repetidas ocasiones de propuestas de funcionalidades originadas en su comunidad satélite, y aún hoy algunas aplicaciones externas manejan Twitter mejor que el propio cliente oficial, pero ¿es sostenible a medio o largo plazo una relación así? ¿Interesa a la marca favorecer el desarrollo de un ecosistema satélite de aplicaciones mediante APIs y una actitud abierta, o se puede simplemente utilizar como coto de caza para buenas ideas que son incorporadas a la funcionalidad principal? Cada día más, formar parte de este tipo de comunidades satélite se plantea como una actividad de riesgo que cualquier día termina o bien con la lotería de una oferta de adquisición (en la que además existe poca capacidad de negociación porque es difícil o imposible decir que no), o bien con un movimiento del jugador principal que, en un solo anuncio, te relega al olvido. Una gestión de innovación cada día más compleja, con muchos elementos en juego, y que las empresas deben plantearse cómo manejar.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.