30 enero 2013

BlackBerry Z10: un gran terminal. ¿Será suficiente?

BlackBerry acaba de presentar su nuevo sistema operativo, BlackBerry 10, y sus dos nuevos terminales, Q10 y Z10, con y sin teclado físico. El momento es importantísimo y crítico para la compañía: la fortísima caída en ventas de los últimos años y el extremo duopolio en el que se ha convertido el mercado smartphone ponen a la compañía en una situación prácticamente de “último cartucho”. La compañía tira en todos los sentidos la casa por la ventana: evento simultáneo de presentación a nivel mundial en Nueva York, Toronto, Londres, París, Dubai y Johannesburgo, primer anuncio en la Super Bowl, y una completa redefinición tanto de sistema operativo, construido ya completamente en torno a QNX, como de terminales. Una redefinición que se anuncia con el cambio de nombre de la compañía, que deja de llamarse RIM y pasa a llamarse directamente BlackBerry.

Por gentileza de BlackBerry España llevo unos días torturando hasta el límite un Z10 (en la foto, he subido alguna más en mi cuenta de Flickr), y lo que puedo decir es que el terminal es muy bueno. Muy bueno es lo que se dice de un aparato muy estable, muy cómodo, con un teclado virtual verdaderamente avanzado (impresionante si trabajas de forma habitual en varios idiomas), y una multitarea verdaderamente potente e impresionante. El desarrollo que BlackBerry ha dado a QNX hace que las distintas capas en ejecución literalmente vuelen. Pero lo mejor, desde mi punto de vista, es el brutal cambio que han conseguido darle a la navegación web: de ser una experiencia decididamente subóptima, a ser sin duda lo mejor que he visto en un móvil. Hablamos de una puntuación de 485 en html5test.com, superior a la de muchos navegadores de escritorio y ampliamente superior a lo que obtengo en iPhone o en Android: en el navegador del Z10 se ve todo, todo, todo, y todo en su sitio. Si añadimos una pantalla grande, luminosa y con buena definición, la experiencia pasa a ser otra cosa, ni la más mínima evocación de lo que suponía navegar con las BlackBerries anteriores.

Nueva máquina, nuevo sistema operativo, y algunas nuevas ideas interesantes. Timeshift, por ejemplo, permite tomar fotografías que mantienen el obturador abierto durante algunos segundos, de manera que una vez tomadas, puede por ejemplo señalarse una cara y optar por cualquiera de las expresiones que la cámara ha recogido: ver cómo la cara cambia en una foto y cómo podemos escoger las expresiones de cada persona en una foto de grupo para obtener un resultado razonable es algo que lleva la idea de edición un punto más allá. El teclado, predictivo y con un impresionante reconocimiento automático de idioma, es casi magia: tecleas, ves la palabra sugerida sobre cada una de las teclas cuyo uso anticipa, y con un movimiento del dedo hacia arriba, la envías al sitio correspondiente. Aplicaciones, la otra gran asignatura pendiente: de una compañía que afirmaba no creer en los grandes números, a una capaz de lanzar una plataforma nueva con 70.000 apps ya funcionando. La compañía ha tomado todas las listas de top apps en términos de popularidad, y ha trabajado con ellas para atraerlas a la plataforma: algunas han sido desarrolladas por la propia BlackBerry, como es el caso de Facebook o Twitter, otras han sido portadas. El uso de QNX y de una máquina virtual Android permite una portabilidad desde Android sumamente simple: el esfuerzo para el desarrollador de aplicaciones es bajo, y la compañía ha incluso incentivado económicamente a algunos de ellos para que portasen sus aplicaciones, dando como resultado un número de apps sorprendentemente elevado, un factor importantísmo de cara a la eventual popularidad de la plataforma.

Vamos con la parte complicada: el Z10 es un buen terminal. Pero ¿es suficiente un buen terminal para volver a poner a BlackBerry en el mercado? De entrada, las perspectivas no son sencillas. A la concentración del mercado en torno a Android y iOS se une un pasado reciente que llegó al extremo de proclamar la BlackBerry shame, el aparato que se veía como anticuado, que ya no estaba a la altura, que avergonzaba a sus usuarios. ¿Puede un buen terminal revertir esa caída? Las encuestas, decididamente, no parecen estar a favor. El mercado actual es muy duro: hemos visto pasar terminales y sistemas razonablemente buenos que se han quedado aparentemente muy lejos de triunfar: desde el primer momento me pareció, por ejemplo, que la última versión de Windows y su desarrollo sobre aparatos de diversos fabricantes daba lugar a una muy buena experiencia, pero el mercado le ha dado claramente la espalda como alternativa. ¿Puede un fabricante canadiense que había caído en desgracia hacer frente ahora al fortísimo empuje de iOS y Android, y a fabricantes como Apple, Samsung, LG, ZTE y otros? La apuesta no es ni mucho menos sencilla, y no resulta nada fácil decir si va a funcionar o no.

Pero de entrada, hay una cosa clara: BlackBerry ha presentado su alternativa, y es decididamente competitiva. Por nivel tecnológico, por experiencia de uso y por novedades, es un gran terminal. Por número de apps parece que no va a quedar, tampoco. Y por enfoque de mercado, veremos. La base de usuarios fieles de BlackBerry que ha sobrevivido se divide entre usuarios corporativos sujetos a la imposición de sus compañías, que presumiblemente podrían migrar sus BES a la nueva plataforma, y un heterogéneo conjunto de usuarios a los que llegó básicamente por precio, que veremos cómo reaccionan. El teclado físico, uno de los valores fundamentales de la marca, no está aún en el mercado, y aunque la experiencia con el teclado virtual de la Z10 podría animar a muchos de ellos, habrá que ver si realmente es así. Muchos interrogantes, en un mercado que dista mucho de ser sencillo, y en el que la diversidad de plataformas sería una muy buena cosa para todos en términos de competencia. Pero la situación es la que es: BlackBerry estaba en muy mala situación antes del lanzamiento de hoy, y ahora, con BlackBerry 10 en el mercado, está en una situación decididamente mejor. Como dice MIT Tech Review, RIM is down, but not out. Que sea suficiente o no para reconquistar al menos a una parte de su mercado y convertirse en una alternativa real, ya lo veremos.



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