Mi columna en Expansión de esta semana se titula “Red, censura y estupidez” (pdf), y pretende servir de aviso a navegantes ante esa epidemia de la política por “regular” una red que ven con mentalidad “perversa” o “mirada sucia” y de la que nos quieren “proteger” tanto.
No, la red no debe ser regulada más allá de la regulación que suponen las leyes vigentes. Esto no es una postura “ciber-anarquista”, “ciber-utópica”, “ciber-libertaria” o ninguna de esas etiquetas que se pretende asignar: es pura lógica y sentido común apoyado en la experiencia con la que ya contamos. La mejor aproximación es regular la red con las mismas leyes que rigen la convivencia y el consenso social fuera de internet sometiéndolas simplemente a una interpretación adecuada, porque internet no es, como muchos pretenden presentarlo, un “lugar sin ley”, sino una parte integrante de un todo, de una realidad social que se rige por unas leyes determinadas. El desarrollo de legislación “para internet” no está trayendo, por lo general, nada bueno más allá de otorgar armas a los políticos para intentar controlar cosas que si se planteasen fuera de internet, serían directamente ridículas. Si un político habla de todo eso y sostiene sobre la red una “mirada sucia” en el sentido que sea, desconfía de él. Lo más posible es que pretenda otras cosas, y pocas buenas.
A continuación, el texto completo de la columna:
Red, censura y estupidez
Cada día más, la red genera en los políticos una obsesión por el control que, siguiendo una peligrosa deriva, está pasando de afectar a regímenes dictatoriales o teocráticos como China o Irán, a extenderse a otros que solíamos considerar democracias consolidadas.
Un estudio reciente realizado en Northeastern University demuestra que bloquear una página web es una medida que, en el mejor de los casos, carece de eficiencia. La dinámica de la red hace que quienes quieran acceder al contenido puedan seguir haciéndolo saltándose el bloqueo o mediante otros métodos.
Bloquear el acceso a la fuente de un problema equivale a esconder dicho problema bajo la alfombra. Por un lado, no se soluciona, sino que se marginaliza y se dificulta su posiblemente legítima persecución. Pero además, se demuestra que la censura y el control, para quien gobierna, es como aquellas patatas fritas de las que no se podía comer solo una. Y así, cuestiones como la protección de la infancia, los derechos de autor o la defensa de los consumidores terminan por convertirse en medidas que justifican medidas de control, censura y vigilancia de los ciudadanos.
La censura en la red, sea llevada a cabo por un juez, un gobierno, una comisión o por el mismísimo papa de Roma, no sirve para nada. Si algo en la red es ilegal, ocultar sus fuentes solo hace que el delito sea más difícil de perseguir. Lo que hay que hacer con el delito, en la red y fuera de ella, es perseguirlo con las leyes ya existentes y las debidas garantías judiciales, no simplemente "evitar que se hable de ello".
Si escucha a un político hablar del "uso perverso de internet" y de la necesidad de bloquear páginas o de dictar nuevas leyes específicas para la red, tiemble: en el mejor de los casos, será un ignorante o un estúpido. Pero con casi total seguridad tendrá otra razón peor.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.