Mi columna de esta semana en el diario Expansión se titula “Eres lo que compartes” (pdf), y es un intento de explicar lo que subyace tras una actividad muy común ente los consumidores habituales de información en la red, pero que no resulta tan natural para quienes simplemente han trasladado sus hábitos desde el mundo analógico: compartir.
Compartir información es una actividad mucho más interesante y con más trasfondo de lo que parece. Mucho más que un simple gesto, supone una manera diferente de gestionar la información, en un entorno en el que precisamente gestionar la información de forma eficiente se ha convertido en un auténtico reto en sí mismo. Un acto sumamente simple, poco menos que instalar un botón en la barra del navegador y acostumbrarse a utilizarlo de manera rutinaria, pero con enormes posibilidades. En primer lugar, define el paso desde una implicación del usuario baja y unidireccional hasta una más elevada, más participativa, e intrínsecamente bidireccional. Pero además, marca una actitud: la de quien decide hacer un uso eficiente de la información, dado que el propio hábito de compartir suele implicar la creación de un repositorio ordenado al que se puede volver para recuperar lo compartido. En muchos casos, la motivación del compartir no está necesariamente en proporcionar una utilidad a los que se encuentran al otro lado de la pantalla, sino a uno mismo: los beneficios que surgen de una retroalimentación y de una gestión ordenada.
Pero más allá de este tipo de beneficios, existe uno más complejo: el hecho de que lo que compartimos, en muchos sentidos, nos define. Alguien que solo comparte noticias de una tendencia determinada, pasa a “heredar” esa tendencia en la consideración que quienes acceden a lo que comparte, a quedar de alguna manera “asociado” a ello. Alguien que de manera persistente comparte chistes, será percibido como un chistoso – o como un pesado, según su nivel de insistencia y la calidad de lo compartido.
Crear un repositorio para compartir información en redes sociales o en herramientas de gestión de información puede, en muchos casos, convertirse en una herramienta de marca personal, asociada a una persona en la que tendemos a pensar cuando evocamos determinadas cuestiones. En el fondo, una herramienta potente, muchas veces incomprendida y relacionada absurdamente con el llamado “postureo”, pero que puede ir mucho más allá.
A continuación, el texto completo de la columna:
Eres lo que compartes
Compartir es un fenómeno inherente a la vida en sociedad. Considerada una función primigenia asociada al desarrollo del lenguaje, compartir nos convierte en entidades activas en nuestro tratamiento de la información: no solo "nos encontramos con ella" pasivamente, sino que podemos decidir conscientemente circularla, o al menos, almacenarla para un eventual uso posterior.
Existen múltiples herramientas, con diferentes matices. Algunas permiten compartir "a gritos", como reafirmación o como aporte directo a terceros. En Twitter, Facebook o LinkedIn, compartir con tus seguidores algo que has leído permite que estos te asocien a esa información, que le otorguen el valor de venir compartida por ti, que actúes a modo de filtro. Pero además, funciona como repositorio personal, para que puedas posteriormente recuperar ese enlace, frase, etc. con facilidad.
Siguiéndote, alguien podría hacerse a la idea de tus intereses en función de lo que tiendes a compartir. El llamado FOMO, Fear Of Missing Out, "miedo a perdértelo" o a "no estar enterado", se convierte en incentivo para seguir a quienes comparten cosas que te interesan, porque además de la información, pasas a obtener algo más, una métrica de interés, de popularidad: reacciones, opiniones, criterio…
Pero hay otras herramientas: Pinterest, con su organización en tablones, Delicious, que lleva desde 2003 ayudando a usuarios a guardar y etiquetar lo que les interesa, pública o privadamente. O Evernote. Un simple botón en tu navegador, y tu uso de la red puede tomar un componente infinitamente más útil.
Ponlo a prueba: algo tan simple como almacenar y compartir lo que te interesa puede convertirse en uno de los primeros pasos para entender y disfrutar el verdadero valor de la web social. Piénsalo, la idea es muy simple, pero muy potente: somos lo que compartimos.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.