23 junio 2014

No (solo) es una cuestión de precio

ebookpaidforMe llama la atención un tweet de Juan Gómez-Jurado, sin duda uno de los escritores más activos en Twitter y más participativos en la discusión sobre el futuro de la industria editorial, en el que comenta su satisfacción por un mensaje que ha recibido de un chico de diecinueve años en el que le dice que ha comprado su libro, que es el primer libro electrónico por el que paga pudiendo haberlo obtenido gratis, y que el mérito es fundamentalmente suyo.

El contexto es claro: algunas de las grandes editoriales españolas están siendo enormemente activas en el lobbying al gobierno reclamando leyes más duras para perseguir las descargas de libros a través de la red, cuando resulta ya completamente evidente desde hace años que el problema de las descargas es, sencillamente, una cuestión de oferta disponible. Quien quiera reducir la incidencia de las descargas tiene clarísimo lo que tiene que hacer: rebajar los precios hasta adaptarlos a las estructuras de costes del entorno electrónico, y sobre todo, cuidar la relación con el cliente.

El mensaje que el joven de 19 años envía a Juan Gómez-Jurado es clarísimo: estoy dispuesto a pagar un precio razonable, me interesa invertir en que un creador tenga incentivos para seguir creando, no soy un descerebrado que lo quiere “todo gratis”. La dialéctica que nos pretenden vender en la que nos hablan de usuarios irresponsables es y siempre ha sido falsa, solo lleva al enfrentamiento absurdo y a situaciones insostenibles. Como cliente, no voy a contribuir al sostenimiento de una industria que no solo pretende sostener márgenes irracionalmente elevados y estructuras de costes absurdas, sino que además se dedica a insultarme y a reclamar medidas más duras para perseguirme.

Cuando bajamos al nivel del autor, las cosas se vuelven mucho más sencillas. Los autores que invierten en recursos y comunicación para acercar sus obras a sus usuarios a precios razonables y con la actitud adecuada terminan por obtener condiciones de sostenibilidad de su negocio mucho mejores, aunque ello tenga que suponer, en muchos casos, renunciar a los canales tradicionales.

No, la discusión no se limita al precio. Por supuesto, un ebook a diez u once euros es tan patéticamente insostenible como una canción a un euro: precios calculados en función de la estructura de márgenes que la industria tenía el siglo pasado, antes de que apareciese internet, y no supone más que una invitación a obtener el producto a través de otros canales. Pero además de un precio razonable, es precisa una actitud enfocada a la sostenibilidad, al diálogo, a la transparencia, nunca al insulto, al victimismo ni a la persecución. Nada que no hayamos comentado anteriormente en unos cuantos cientos de ocasiones.

Con el precio y las actitudes adecuadas, con la muy necesaria “limpieza étnica” de toda una generación de directivos patéticamente equivocados, es posible que se pueda aspirar a reconstruir la muy dañada relación entre clientes e industria. Pero aun así, seguiremos viendo descargas, porque son inherentes a la naturaleza del mundo en que vivimos: dado un interés suficiente, siempre habrá formas de acceder gratuitamente a un conjunto de bits. Otra cosa es que la industria se enfoque a disminuir el incentivo para obtener esos bits gratis en lugar de recurrir a su canal, y que finalmente, las descargas irregulares se conviertan en un canal marginal, limitado en su impacto, y que acoge únicamente a aquellos que en modo alguno iban a ser clientes de la industria – y que, con la descarga, al menos se convertirán en parte del fenómeno de difusión de la obra. No, se pongan como se pongan, insulten lo que insulten y legislen lo que legislen, descargar una obra gratuitamente nunca será imposible, como nunca lo fue obtenerla antes de que existiese la red. Pero sí puede que, dadas las opciones ofrecidas por la industria, llegue a resultar marginalmente absurdo.




(Enlace a la entrada original - Licencia)

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