La Fiesta del Cine, una promoción realizada en España con patrocinio de tres grandes marcas que ha rebajado el precio de las entradas a 2,90€ durante tres días ha dado lugar a un lleno histórico en las salas, y a colas que hacía muchos años que no se veían ni en los días de estreno de las películas más sonadas. Según datos de Rentrak, el lunes acudieron a las salas 335.000 espectadores, un 550% de incremento calculado sobre el lunes anterior, que generaron un aumento en la recaudación del 330%. Los resultados fueron tan buenos, que el lunes superó en recaudación al domingo, cuando generalmente el domingo suele suponer un 25% de la recaudación semanal y el lunes tan solo un 7%.
Unos resultados, en un entorno prácticamente deprimido que llevaba muchos meses evolucionando a la baja, que deberían llevar a una reflexión de la industria: ¿cómo es posible que tantos espectadores se agolpen en las salas, si todavía les resulta perfectamente posible y sencillo obtener las películas completamente gratis en la red? La respuesta es clara, y es eso que los economistas, en sus cursos más básicos, denominan elasticidad al precio de la demanda: la medida utilizada para mostrar el grado de respuesta, o elasticidad, de la cantidad demandada de un bien o servicio a los cambios en el precio del mismo.
No, no es “la piratería”. Ni siquiera es la subida del IVA. Es que, pura y simplemente, EL CINE ES MUY CARO. Así, con mayúsculas y en negrita. Suficientemente caro como para provocar una retracción de la demanda, y que las salas se queden vacías. La subida del IVA puede haber empeorado la situación, pero en realidad, no nos engañemos, el problema de verdad estaba en la base, no en el porcentaje de incremento. Y ese problema es el de siempre: que alguien pretende ganar más de lo que el mercado está dispuesto a aceptar, y cuando ve que no puede hacerlo, dispara a todo aquello que se encuentre por delante. La “piratería” es un factor que no ha variado en absoluto: si quiero obtener una película en la red, puedo obtenerla hoy con la misma facilidad que antes de que la industria empezase a forzar esa hipertrofia legislativa absurda que no ha servido para nada más que para hacer que hoy vivamos en un país en el que la norma fundamental de la democracia, la separación de poderes, no es más que una entelequia.
La gran verdad aquí es que la industria sigue sin proporcionar a sus clientes medios para que puedan consumir sus productos como ellos quieren. Que las películas que más se descargan, no se descargan porque los consumidores sean intrínsecamente malvados o lleven un parche en el ojo y una pata de palo, sino porque, de nuevo en mayúsculas y negrita, PORQUE NO LAS PUEDEN ENCONTRAR EN LA RED. Sencillamente, no se puede. Las insostenibles y absurdas ventanas de explotación generan una escasez artificial que es lo que, en realidad, origina las descargas. Un problema creado por la propia industria, cuya incidencia ya se ha comprobado en el caso, por ejemplo, de las series de televisión: en España ya empieza a ser posible acceder a series de mercados como el norteamericano prácticamente al mismo tiempo que son emitidos allí, y eso ha redundado en una inmediata disminución de las descargas. Abre las ventanas y mira el paisaje: la industria está generando sus propios problemas, y después intentando generar un entorno legislativo demencial y absurdo para tapar las evidencias de sus malas prácticas.
¿Qué significa trabajar sistemáticamente con un precio que supera la elasticidad de tu demanda? En primer lugar, generar una demanda insatisfecha que se busca por su cuenta la manera de acceder a tus productos, con todo lo que ello conlleva. Pero en segundo, y posiblemente más grave, que tu estructura de costes no sea la adecuada para afrontar el nuevo escenario en el que tiene lugar tu negocio. Si el cine es caro, lo es por una combinación de factores que así lo determinan, factores que dependen de una serie de intermediarios en la cadena que tienen que revisitar su contribución y entonar el necesario mea culpa. En lugar de eso, lo que la industria hace es boicotear a su propio canal de distribución – y mucho más, a las alternativas de consumo en la red – forzando unos márgenes insostenibles que hacen que esas alternativas se conviertan en inviables, en incómodas, o directamente, en absurdas. Si tu precio está claramente fuera de la elasticidad de la demanda, lo que tienes que hacer es adaptar ese precio, y reajustar tus estructuras de costes a lo que el mercado diga. Ese desfase que en la Fiesta del Cine pagan una serie de patrocinadores, tiene necesariamente que consolidarse. Si no eres capaz de hacerlo, no eches la culpa de tus salas vacías a “la piratería”, al IVA, al gobierno o al mal tiempo… échatela a ti mismo.
Por enésima vez: el problema no es “la piratería”. El problema es la propia industria. Y los resultados de la Fiesta del Cine son solo una prueba más.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.