Mi amigo y compañero de colegio Santiago García me pidió que le contestase tres preguntas para el libro que estaba preparando junto con Jordi Serrano, titulado “El ocaso del empleo. Cómo sobrevivir en el futuro del trabajo“, editado por Libros de Cabecera, que acaba de salir con prólogo de Gary Swart y epílogo de Pau Garcia-Milà, y que aporta una visión muy interesante y bien documentada sobre el mundo del trabajo y su proyección de cara al futuro.
A continuación, las tres preguntas y respuestas breves que intercambiamos, y que aparecen citadas en el libro:
P. ¿Qué cambios piensas que experimentarán las organizaciones para las que trabajaremos durante la próxima década?
R. Creo que el principal cambio va a ser el de hacerse mucho más “humanistas”, el de ser capaces de gestionar la relación laboral con un criterio basado en la persona y sus especificidades, no en función de una plantilla o un contrato entendido de una manera rígida. Lo que un trabajador quiere, cada día más, es tener un trabajo que le motive, que le llene en lo personal, que se lo crea, y poder dedicarse a él de una manera óptima, sin corsés que le eviten ser productivo. En determinados momentos, el desarrollo de ese trabajo implicará llevarlo a cabo desde un lugar común donde se maximice la comunicación y la interacción, en otros será preferible (u óptimo) desarrollarlo desde casa, en otras ocasiones conllevará viajes, etc. y la persona debe poder gestionar ese entorno de una manera madura, teniendo una contraparte que entienda el porqué de cada situación y sea capaz de adaptarse, de evaluar el trabajo en condiciones, y de favorecer el desarrollo de una relación laboral satisfactoria para ambas partes, reduciendo en componente de alienación
P. ¿Qué capacidades humanas / competencias crees que “cotizarán al alza” durante la próxima década?
R. Fundamentalmente la empatía y la inteligencia emocional. En una sociedad en la que una gran parte del trabajo va a ser desarrollado por máquinas, surgirá una clase trabajadora que trabajar “porque quiere”, “porque le motiva”, “porque le llena”, porque “cree en ello”. La actual disyuntiva entre los que “viven para trabajar” y los que “trabajan para vivir” tenderá a volverse cada vez más radical: en un mercado de oferta, los que conseguirán trabajo serán los que de verdad estén motivados para ello, no los que aspiren a “cumplir y ya está”. Por tanto, lo fundamental será, para una empresa, ser capaz de atraer ese talento que exigirá determinadas condiciones para expresarse y que se gestiona con empatía e inteligencia emocional, y para el trabajador, contar con esos mismos factores para encontrar un trabajo que le motive y le permita expresarse.
P. ¿Qué consejo le darías a alguien que se está planteando / replanteando su futuro profesional?
R. Que lo replantee en torno a temas que de verdad le motiven. El perfil motivacional es intrínseco al ser humano, todos somos mucho más brillantes cuando estamos motivados, pero un esquema de relaciones laborales basado todavía en la Revolución Industrial impide que se exprese ese perfil, y nos condena a situaciones de alienación, a jornadas de 9 a 5 (en el mejor de los casos) y a existencias grises y por lo general mucho más improductivas. Lo mejor que le puede pasar a una persona es disfrutar de un trabajo que le resulte motivador, y cada paso en su cualificación debe estar destinado a incrementar los grados de libertad de los que disfrutará a la hora de escogerlo.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.