Hablemos con propiedad y tratando de poner las cosas en su sitio: eso de la “tasa Google” es una patraña. Se trata, en realidad, de una mera maniobra de intoxicación informativa, de un intento de plantear un canon como si fuera una maniobra contra una empresa en concreto, disfrazándolo como “vamos a atacar a una empresa poderosa”, queriendo hacer ver que quien está en contra del movimiento en cuestión, lo está porque “defiende a Google”. No hay más que echar un vistazo a los medios de AEDE: no verás ni las más mínima mención a un canon, pero sí podrás comprobar de qué manera se afanan por introducir a toda costa a Google en sus titulares.
Nada más lejos de la realidad. En primer lugar, Google News no es, ni mucho menos, el único agregador de noticias existente. Es popular, sí, pero muchos usuarios se informan a través de Yahoo! News, de Bing News, de Menéame o de muchos otros. Por no citar los infinitos medios y plataformas sociales, como Feedly, Pinterest, Flipboard, Zite, Scoop.it, etc. o redes como Facebook, Twitter y afines que de manera habitual son utilizados para consumir y compartir titulares y noticias de los medios, con su total beneplácito y anuencia, en una actividad que incluso estimulan visiblemente. El ecosistema es enorme, creciente y variado, y pretender supuestamente “tasarlo” es algo calificable únicamente como ilusorio, algo que solo cabe en la mentalidad de alguien incapaz de comprender su funcionamiento.
Plantear una hipotética “tasa Google” y pretender contraponerla a cuestiones como que “Google gana mucho dinero” o “Google no declara impuestos en España” es una falacia brutal. No seré yo quien salga a defender a Google, bastantes artículos he escrito ya recientemente criticando muchas de sus acciones, y además, bastante bien se defiende ella solita. Pero a la afirmación de que “gana mucho dinero”, solo cabe decir que lo gana adaptándose al entorno, algo que los medios de la AEDE que tanto protestan no han sabido hacer, y que ofrece a esos periódicos la posibilidad de no participar en sus esquemas si no lo desean. Y a la de que “no declara impuestos en España”… me remito a lo mismo que he dicho en otras ocasiones: Google cumple estricta y escrupulosamente la ley, y lo hace igual que muchas otras empresas y sociedades que igualmente aprovechan sus recovecos para pagar los menos impuestos posibles. Si no nos gusta, no cabe censurar sus prácticas, lo que cabe (y por la vía rápida) es cambiar las leyes que las permiten. Invocar una “moralidad” en ese sentido es absurdo: las cuentas de resultados no entienden de moralidad, entienden de marcos legislativos y de métricas empresariales.
En segundo lugar, el mecanismo escogido. Como en el canon de la SGAE, se trata de imponer un canon a una actividad inabarcable. En el caso de la SGAE, se reconocía la imposibilidad de conocer con exactitud cuántas veces había sido reproducida una canción de un autor determinado en todas las radios, bares, cafeterías… o incluso, ya en un derroche supremo de imaginación, peluquerías. Debido a esa imposibilidad, se buscaba un mecanismo basado en una estimación de algo, de una métrica que pudiesen supuestamente comprobar, un “índice de popularidad”. Eso permitía a la SGAE, básicamente, repartir como le viniese en gana, con total opacidad, o reclamando una supuesta correlación con unas “listas de éxitos” que muchos afirman que estaban producidas o manipuladas por la propia industria.
¿A qué se imponía el canon? A todo lo imaginable. A soportes físicos, a aparatos que permitiesen – aunque fuese de manera completamente marginal o secundaria – un supuesto uso. Desde CDs y DVDs hasta memorias USB, discos duros… lo que se te pase por la imaginación. La cuestión era establecer un punto de control, la venta de un bien, para cobrar un canon, para otorgar una prebenda a una industria que disfrutaba de una proximidad muy grande al poder político y de un lobby potente, y permitir además que se la repartiese como le viniese en gana. Corrupción en estado puro.
La oposición del Partido Popular al canon de la SGAE nunca fue una posición ideológica, sino simplemente electoralista. Y ahora, el mismo Partido Popular vuelve a insistir en exactamente el mismo corrupto mecanismo para otorgar una nueva prebenda a otra industria caduca e inadaptada: como supuestamente no se puede establecer con exactitud cuántas veces es citada una noticia, tomemos a otra entidad de gestión, en este caso CEDRO (o VEGAP en el caso de las imágenes), y desarrollemos un baremo de cobro completamente arbitrario, que posteriormente repartiremos con un criterio tan alucinante como (y aquí viene lo mejor)… ¡¡LAS PÉRDIDAS DE CADA MEDIO!!
ATENCIÓN AL TEMA: como los medios de AEDE dan pérdidas, vamos a legislar que tienen un “derecho irrenunciable” a cobrar por el posible uso de los titulares y minúsculos fragmentos de sus noticias, se lo cobramos a todo aquel que tenga una actividad relacionada con ello, y que se lo repartan en función de sus pérdidas. Que el supuesto “derecho irrenunciable” sea algo a lo que muchos ya renunciamos mediante una licencia de contenidos abierta les da lo mismo: de hecho, si no estás en esas sociedades, el que tu derecho sea “irrenunciable” les permite cobrar por un hipotético uso, y devengarlo adecuadamente… ¡sin tu participación! Un esquema genial, sin duda… pero completamente injusto.
Injusto, porque el funcionamiento de internet se desarrolla en base a actividades como el enlace y la cita. Cualquiera puede enlazar a donde buenamente quiera, no es preciso pedir permiso para enlazar nada, un enlace a algo ya publicado no puede suponer una acción punible, como tampoco lo es el hecho de compartir una cita breve. El esquema propuesto da lugar a la construcción de un “coto privado” en la red, donde enlazar o citar ya no es libre, sino que está sujeto a un canon. Como bien afirma Antonio Delgado en un reciente artículo publicado en ElDiario.es, o en la versión más completa en su página,
Esta ley no está limitada a un problema mercantil entre Google y los editores de AEDE, sino que afecta a todo Internet como proyectos basados en la colaboración. A la propia naturaleza de la red, que siempre ha sido libre tanto para enlazar como usar fragmentos; al propio comportamiento humano en sus acciones culturales de compartir y difundir información.
En definitiva, es una apropiación del procomún que afecta a derechos fundamentales. Esta ley pone en peligro toda la cultura libre, de la que España es uno de sus principales impulsores. España es desde hace años uno de los líderes mundiales en la adopción de Licencias Creative Commons para contenidos en Internet. En 2010, había cerca de 10 millones de obras en España con este tipo de licencias.
Por otro lado, y desde un punto de vista ya puramente de gestión empresarial: ¿qué significa hacer un reparto en base a las pérdidas en que cada medio incurre? Ni más ni menos que PREMIAR la incompetencia. Como no eres capaz de adaptarte al nuevo entorno, viene el gobierno de turno y te premia con el cobro de un canon. Así da gusto ser incompetente, ¿no? Si alguien cree que un país va a llegar a algo premiando la incompetencia, seguramente es porque milita en un partido político, que llevan años haciéndolo. Y así les va.
¿Estamos dispuestos a permitir un nuevo canon de la SGAE, ahora en versión medios de comunicación? ¿Un canon de la AEDE con idéntica estructura y funcionamiento, con la participación de los mismos esquemas de sociedades de gestión de derechos en régimen de monopolio, y similar sistema de incentivo a la incompetencia, a la inadaptación?
Pero la cuestión no acaba aquí: ¿estamos dispuestos además a que un gobierno utilice ese canon, unido a la turbia gestión y reparto de la publicidad institucional, para construirse un panorama de medios de comunicación a su medida, que no critique sus actuaciones y se dedique a ofrecer un panorama idílico de nuestro país para el consumo de sus ingenuos ciudadanos? Las dictaduras, las teocracias y los regímenes basados en el populismo se asientan en un control férreo de los medios de comunicación: en España, el gobierno ya ha logrado cesar en rápida sucesión a los directores de La Vanguardia, El Mundo y El País, medios que estaban desarrollando líneas informativas críticas con su gestión. No, el canon de la AEDE no es un movimiento aislado: es una parte del secuestro informativo de todo un país. Enhorabuena al presidente de la AEDE, al que pudimos ver recientemente haciéndose la foto a la derecha del ministro de Cultura en el acto de presentación de este anteproyecto: ha conseguido algo que debería perseguirle y avergonzarle durante toda su vida, una acción que debería repugnar a todo aquel que aprecie y valore la libertad de prensa.
Ya están apareciendo movimientos, reacciones y páginas que se oponen a este canon, y es razonable que así sea. El canon de la AEDE es idéntico al odiado canon de la SGAE, pero con un componente adicional que lo hace aún más peligroso y repugnante: el carácter ideológico. Aquí ya no solo se trata de premiar la incompetencia y la presión de un lobby… además, se trata de hacerlo participar en una maniobra de censura informativa, en la construcción de un panorama de medios afín al gobierno. Ese es el foco completo de la maniobra. Y por eso es importante oponerse a ella.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.