26 febrero 2014

Clicktivismo: diseñando respuestas en un panorama diferente

Clicktivismo - El Mundo (pdf, haz clic para leer al tamaño que quieras)Jose Andrés Gómez, del diario El Mundo, me llamó para hablar sobre clicktivismo, y hoy me cita brevemente en su artículo a doble página con ese mismo título (pdf). Es un tema sobre el que hablé también hace algunos meses con Xantal Llavina para ElPeriódico.com, posteriormente en este programa de RTVE, y que he tocado en muchas ocasiones.

En la conversación, hablamos del auge del clicktivismo como una adaptación de los mecanismos de reivindicación y protesta al nuevo escenario definido por el entorno digital: el clicktivismo, en ese sentido, representa una disminución de las barreras de entrada que supone la fricción del mundo físico, desde simplemente el tener que desplazarse para bajar a la calle, hasta otro tipo de factores que an desde lo climatológico hasta la más pura demanda de seguridad.

¿Desvirtúa el clicktivismo las protestas y nos convierte en cómodos “activistas de ratón” o “de sofá”? No necesariamente. Mi impresión es que el clicktivismo lleva a que un mayor número de personas conozcan una causa, entren en contacto con ella, adquieran más información al respecto, y eventualmente, terminen por participar en ella incluso a nivel de manifestación física. En ese sentido existe toda una gradación en la que apoyar una causa mediante una firma virtual en una plataforma como Change.org o Avaaz suele llevar a la adquisición de un nivel superior de información sobre ella, que en muchos casos, sobre todo cuando se recibe información con posterioridad y se comienza a vislumbrar el posible éxito de la misma – entendido como “no he apoyado una causa yo solo, sino que hay muchos más como yo” – suele llevar a una demanda de contraste de la información.

Mi impresión es que el proceso que lleva a la firma es tan libre de fricción y tan sencillo, que el apoyo más “serio” o meditado suele en muchos casos tener lugar tras la misma, después – y no en todos los casos – de un proceso de comprobación. Pero el resultado final es una tangibilización de la protesta o de la causa, una visualización del apoyo a la misma que, aunque pueda estar levemente mediado por problemas de fiabilidad como el uso de múltiples votos por persona – bien por tratar equivocadamente de “ayudar” más, o al revés, por intentar “desacreditar” los métodos utilizados para la consecución del apoyo.

Tras la obtención de más información, surge una fase de identificación, que en muchos casos termina en un apoyo presencial, en el activismo de calle de toda la vida. Por supuesto, existe, como ha existido siempre, un embudo de conversión: no todo el que apoya una causa firma a favor de la misma o llega a manifestarse por ella, pero todos los estudios indican que la conversión final en acción de calle es superior entre quienes firmaron, lo que sitúa al clicktivismo en un factor fundamental en la mejora de ese proceso.

¿Puede el clicktivismo llegar a suponer un deterioro del activismo en su conjunto? Mi impresión es que no. Que como mucho puede llegar a suponer una cierta trivialización de algunas causas, una entrega de apoyo en forma de firma a cuestiones que no lo habrían recibido de no ser por mediar una fricción tan escasa, pero que es una cuestión que se corrige a lo largo de ese citado embudo de conversión. El clicktivismo nos convierte en ciudadanos más reactivos y más conscientes, y permite en no pocos casos anticipar o facilitar acciones de corrección. En muchos sentidos, el clicktivismo permite visualizar un cierto “termómetro social”, una demostración de apoyo o de sensibilización ante un tema que creo que va a ser cada vez más tenido en cuenta.

Asimismo, es importante poner de manifiesto que las acciones que, asociadas o no a campañas de este tipo, proponen el boicot como forma de protesta son completa y perfectamente legítimas. La idea de que un boicot es de alguna manera “antidemocrático” es completamente absurda: lo que un boicot supone es que un cierto número de ciudadanos voten con sus acciones o, en algunos casos, con su bolsillo, y supone una manifestación perfectamente democrática. Los proponentes de un boicot, siempre que no utilicen métodos antidemocráticos para tratar de imponerlo, están pidiendo apoyo a una manera de exteriorizar un apoyo o una protesta: pocas cosas hay más democráticas que esa. Tratar de desacreditar el clicktivismo (en lugar de intentar mejorarlo proponiendo su mejora desde un punto de vista técnico) o de supuestamente criminalizar el boicot son simplemente los métodos que las estructuras tradicionales buscan para tratar de resistirse a su impacto.

El clicktivismo, los boicots y las acciones afines son, como tales, métodos adecuados a los tiempos que nos ha tocado vivir: una manera de adaptar los mecanismos de respuesta de la sociedad a un entorno bidireccional, en el que todos podemos difundir nuestra opinión gracias a herramientas sencillas y al alcance de todo el mundo. Tras el fin de un mundo en el que solo aquellos que tenían llegada a los medios de comunicación masiva o al control de una organización establecida como tal podían pensar en hacerlo, estos métodos son, sin duda, algo muy a tener en cuenta.

 

(This post is also available in English in my Medium page, "Clicktivism: an empowering response to changing times“)




(Enlace a la entrada original - Licencia)

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