05 octubre 2010

Android: la venganza de Linux

Un panel de Nielsen revela que los dispositivos basados en Android se han convertido ya en la primera opción entre los compradores de smartphones durante los últimos seis meses, superando así al resto de plataformas.

Según un muy buen gráfico de Billshrink recopilado de múltiples fuentes, Android tiene una participación de mercado actual en el segmento de smartphones de un 13% frente al 35% de RIM y el 28% de iPhone, pero los crecimientos respectivos cuentan una historia diferente: mientras la plataforma de RIM ha decrecido 2% desde 2009 y la de Apple ha crecido un 7%, los terminales basados en Android han experimentado un incremento del 11%. Un 71% de los compradores de un terminal Android afirma que su siguiente teléfono será de nuevo un modelo basado en Android.

El hecho de ser una plataforma abierta, multifabricante, que cuenta con el fuerte apoyo de Google y sometida a una business-friendly licencia Apache que permite a cada competidor generar sus propias innovaciones sin la obligación de revertirlas a la comunidad juega sin duda un papel clave en el crecimiento de Android, que obtienen un marcado dinamismo de mercado, una muy buena distribución, el apoyo de las empresas de telecomunicaciones y una muy amplia variedad de modelos. El mercado de aplicaciones se configura como el gran reto para la plataforma: aunque ha logrado generar un ecosistema con más de setenta mil aplicaciones, todo parece indicar que los desarrolladores no consiguen apalancar su actividad en ese mercado para obtener rendimientos apreciables: una aplastante mayoría de las aplicaciones descargadas, más del 99%, corresponden a iPhone.

Si creías que Linux tenía su techo de cuota de mercado en un solo dígito, piénsalo de nuevo. En el entorno móvil, la plataforma de computación más prometedora y de mayor crecimiento, el sistema operativo líder estará basado en el kernel de Linux: es la venganza del código abierto.

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?Microblogging, blog hijo?, en El Correo Gallego

El Correo Gallego publica un artículo titulado “Microbloging, blog hijo” (ver en pdf), en el que me cita brevemente.

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04 octubre 2010

?The Social Network?: historia novelada de anteayer

Acabo de salir de ver “The Social Network“, y la verdad es que como película, vale la pena. Está muy bien hecha, se hace corta, es intensa, tiene ritmo y una buena banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross. Si además tienes algo que ver o te interesa el mundo de la red hoy en día, es sin duda una película que debes ver: pocas veces vemos una crónica novelada de unos hechos contada en forma de acontecimiento histórico que pase a la gran pantalla en forma de superproducción en un lapso de tan solo seis años o menos desde que esos hechos tuvieron lugar. Si además hubiesen seleccionado para hacer el guión o para rodar la película a personas que realmente entendiesen la esencia de Internet y su funcionamiento, se evitasen ciertos clichés y se eliminase la dosis tonta de moralina pro-derechos de autor, la película estaría todavía mejor. Pero no se puede pedir todo.

La película, que está siendo un éxito en los Estados Unidos, cuenta la historia de Mark Zuckerberg y de la creación de Facebook de manera un tanto novelada y construye con esos ingredientes una trama bien llevada y entretenida, pero falla a la hora de explicar qué es lo que realmente hay detrás de la misma: en lugar de usar la historia como una demostración del valor de la red, de lo que la red significa para los emprendedores o de la grandeza de poder construir cosas de la noche a la mañana mediante la transformación de ideas en código, la película se dedica a recrear las escasas habilidades sociales del protagonista, el ambiente de “sexo, drogas y rock’n roll” que rodea a la trama, mientras cuenta una historia de presunta apropiación indebida de propiedad intelectual que resuelve con los hechos consumados. La demonización y trivialización del personaje de Sean Parker es ya la guinda, el gramo de “venganza” que Hollywood para ser Hollywood tenía que dejar caer sobre uno de los creadores de Napster.

No contaré mucho más, fundamentalmente por evitar spoilers antes de que la película se estrene y porque no soy crítico de cine. Si estás leyendo esta página, procura ir a ver la película. Es una buena película, y sobre todo, vale la pena ver cómo la narración novelada de cómo se creó una herramienta que quinientos cincuenta millones de personas utilizan todos los días se divulga entre el gran público y se convierte en un pedazo de la historia contemporánea. Pero disfrutarás más de la película si antes la contextualizas un poco, y si echas un vistazo a la historia de Sean Parker o a la de los litigios de Facebook. Y quédate con una frase de la película que no sé cómo sobrevivirá la traducción:

Does a guy who make a very good chair owe money to anyone who’s ever made a chair?”

Por lo que se cuenta hasta el momento en función de las reacciones de los que la han visto, la película no está provocando un sentimiento negativo hacia Mark Zuckerberg o Facebook, y sin duda contribuirá a la popularidad de la red social. Pero lo importante de la historia no son las especulaciones noveladas sobre la habilidad social de Mark Zuckerberg, la calidad moral de Sean Parker o las juergas que se corrieron en sus años mozos. Lo importante es cómo alguien que sabe convertir ideas en código y entiende las necesidades de  sus usuarios puede, gracias a Internet, crear algo como Facebook, hacerlo crecer y ganar legítimamente gracias a ello un buen montón de dinero. Entender ese “componente especial”, ese “ingrediente secreto” de Internet que está ahí desde su creación seguramente nos pueda ayudar a impedir que algunos lo pongan en peligro.

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03 octubre 2010

iPad y el futuro del tablet

Con las previsiones de ventas del iPad para 2011 recién actualizadas a veintiún millones de unidades frente a los catorce millones y medio anteriores (estimaciones de Piper Jaffray), parece ya bastante irracional dudar a estas alturas del descomunal éxito que ha supuesto el dispositivo de Apple. A estas alturas, los comentarios iniciales que pretendían reducir su mercado al de los fanboys o que llegaban incluso a calificarlo como de “fiasco” ya han sido convenientemente puestos en su sitio por la tozuda realidad. Como en ocasiones anteriores, y ya con autentico sabor a déjà vu, vemos cómo muchos otros fabricantes lanzan sus supuestos “iPad killers”, todos ellos “mejores”, “más baratos” o “libres de las limitaciones” del modelo de Apple, para terminar ocupando una posición meramente residual en las cifras de ventas. Se discute sobre si el éxito del iPad ha supuesto o no una caída de las cifras de ventas de otros dispositivos, o hasta qué punto el futuro de los dispositivos tiene forma de tablet.

Mi experiencia tras el uso de un iPad 3G desde el momento en que estuvo disponible en España se describe de manera muy sencilla: seguramente es uno de los gadgets a los que más rendimiento he extraído desde que el mundo es mundo y los gadgets son gadgets, y claramente no soy el único: el iPad mantiene unas cifras notablemente elevadas en cuanto a satisfacción de sus usuarios. Sin embargo, no ha canibalizado el tiempo de uso de mis otros dispositivos, ni por encima, ni por debajo: el tiempo que paso delante de un ordenador sigue prácticamente constante, y el uso de terminales de telefonía móvil para acceder a datos, también. El iPad es, en mi caso, un dispositivo decididamente incremental. Hace más fácil muchas cosas, como leer en la cama, echar un ojo a algo desde un sofá o tomar notas en una reunión, pero no sustituye realmente a nada, salvo tal vez a unos netbooks que nunca llegaron a significar un porcentaje importante de mi tiempo de uso. Lo he utilizado para hacer presentaciones, he probado a sustituir mi MacBoook Pro por él en múltiples ocasiones, he debido contribuir a vender algunos dispositivos a quienes me han visto utilizándolo, pero la conclusión acaba siempre siendo la misma: salvo situaciones muy excepcionales, mejor usar cada cosa para lo que es.

El iPad es decididamente delicioso para consultar información. La limitación de no poder consultar páginas con Flash, ni la noto, auqnue también es verdad que nunca he sido yo especialmente amigo de Flash (navego sistemáticamente con Flashblock activado en todos mis ordenadores). Para la dirección opuesta, subir información, está bien, pero tan solo eso: “bien”. Tras meses de uso, teclear algo de un tamaño razonable en el teclado virtual del iPad sigue dándome una pereza importante. Escribir en el blog desde el iPad es algo que ni me planteo: podría hacerlo, sí, pero estaría mucho más incómodo. Moderar un comentario, bien. Escribirlo, no gracias. El iPad ha extendido el tiempo que paso conectado y me ha dado facilidades para muchas cosas, pero no me ha hecho usar menos ninguno de los dispositivos que ya tenía anteriormente.

¿Hacia dónde van este tipo de dispositivos? Mi impresión es que veremos tablets por todas partes. Que algunas de ellas, como la que recientemente anunció RIM, puedan tal vez llegar a alcanzar un cierto nivel de penetración en el mercado corporativo, con un esquema de uso en modo “extensión” básicamente similar. Los dispositivos basados en Android tendrán indudablemente su mercado. Posiblemente 2011 sea el año del tablet, en el sentido en que la categoría crecerá enormemente y disfrutará de unas ventas obviamente nunca vistas en ese tipo de dispositivos. Pero el hecho de que los tablet como categoría crezcan en ventas, aunque signifique un crecimiento del tiempo de conexión, será un factor generalmente más complementario que sustitutivo, y muy pocos usuarios comprarán un tablet “en lugar de” un ordenador, para usarlo como dispositivo principal. Lo cual, por otro lado, tampoco es poca cosa. Para Apple, el iPad supone haber reinventado con enorme éxito un concepto que nunca había triunfado, haber generado un nicho muy rentable donde no había nada, y exponer la marca a nuevos usuarios sobre los que abrir un efecto paraguas que se ha demostrado sumamente eficiente en otras ocasiones. Sin duda, todo un éxito indiscutible.

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02 octubre 2010

De vuelta de Saviálogos

De vuelta de la quinta edición de Saviálogos, tras dos días en Pamplona en la que se ha convertido sin duda en una de las citas más agradables y mentalmente estimulantes del año. Una gran parte de la conversación en mi mesa este año (con Julián Inza, Sebastián Muriel, Alberto Ortiz de Zárate y Juan Soto) giró en torno al entorno condicionado por el desarrollo de la web social, y a la interacción de empresas e instituciones con las personas.

En parte debido a los acontecimientos que evidencian la cada vez más evidente desconexión entre políticos y ciudadanía, hablamos de cómo los ciudadanos utilizaban cada vez más de una manera las redes sociales para expresarse, para manifestar sus intereses e inquietudes, y de qué manera eso podía condicionar escenarios futuros: la idea de aproximación a la llamada “democracia electrónica” resulta obviamente una tentación interesante, más aún en el contexto de uno de los países del mundo que ha desarrollado un despliegue más rápido de un documento acreditativo de la personalidad como es el DNI electrónico.

Más de veinte millones de españoles provistos de DNIe constituyen una plataforma muy interesante para hacer muchas cosas, aun a pesar de la todavía baja implantación de los lectores de chip y del uso real del mismo. Aumentar ese nivel de uso es un asunto no trivial, pero sobre el que sin duda se puede incidir mediante tutoriales cada vez mejores y, sobre todo, estímulos adecuados al uso. La reciente iniciativa popular presentada en el Parlament de Catalunya que tuvo como resultado la prohibición de los toros fue, sin entrar a valorar en modo alguno algo que no sería objeto de la presente entrada, una especie de revelación para muchos: que un grupo de ciudadanos pueda, mediante el uso de la llamada iniciativa popular o ciudadana, provocar que un tema sea discutido en el Parlamento de su país es algo que sin duda puede ser un primer paso interesante, y que obligaría a los políticos a tomar conciencia de la voluntad de los ciudadanos más allá de hacerlo únicamente una vez cada cuatro años. A pesar de sus limitaciones, parece claro que añadir el uso de la red mediante el DNIe para dar cuerpo y verosimilitud al concepto de la iniciativa popular podría tener un potencial interesante. Y no hace falta mucha imaginación para plantearse que eso pueda ser tan solo un principio.

La agenda era muy ambiciosa, y discutimos muchas más cuestiones en la mesa, algunas de las cuales irán seguramente aflorando en próximas entradas.

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01 octubre 2010

Las mentiras de la SGAE sobre el canon

La SGAE envía un boletín a sus asociados que evidencia que vive instalada en la mentira y que lo que digan instituciones como el Tribunal de Justicia de la Unión Europea le trae completamente sin cuidado: por lo que se desprende de la misiva, ellos están completamente al margen de la ley y tienen derecho a todo aquello que estimen oportuno, independientemente de lo que pueda decir ésta.

El boletín es una constante sucesión de mentiras:

  • Nadie cuestiona que los autores vivan de su trabajo, lo que cuestionan es que vivan a costa de terceros mediante un pseudoimpuesto arbitrario e ilegal.
  • Nadie falsea las listas de artículos indebidamente sujetos al canon ni las cifras del canon: son las que son y están perfectamente disponibles para su consulta.
  • Bajo ningún concepto los artículos indebidamente gravados se usan de manera mayoritaria para nada que tenga que ver con las actividades de sus asociados: no hay más que ver la profunda e injusta arbitrariedad de gravar una memoria USB, un disco duro o un teléfono móvil. Y aunque así fuera, el que se utilizasen no te daría derecho a aplicar por ello un impuesto arbitrario a toda la cadena causal: es completamente absurdo.
  • ¿Sin contenidos no habría industria tecnológica? No me hagas reír.
  • ¿Que la copia privada la pagan distribuidores y fabricantes? Enorme mentira. Vete a una tienda de teléfonos móviles, y verás como te piden que pagues en concepto de canon. Compra un ordenador, y lo verás desglosado en la factura que pagas. Saliendo del bolsillo del cliente, como no podía ser de otra manera, sin disimular lo más mínimo. Es una mano que se introduce en tu bolsillo en el momento del pago y que te roba arbitrariamente una cantidad de dinero para subvencionar una actividad que nada tiene que ver contigo ni con lo que estás comprando. Es indiscriminado, e incompatible con la normativa comunitaria.
  • Que las empresas tecnológicas tengan beneficios no justifica que tú tengas derecho a parte de esos beneficios. Si tu actividad no es rentable, hazla rentable por los cauces adecuados, no robando a un tercero.

El canon no es un derecho de nadie. El canon es un ROBO, con mayúsculas, por muchos boletines que quieran enviar o por muchos vídeos ridículos que quieran hacer. Lo dijo la Abogada General del Tribunal de Justicia de la Unión Europea el pasado 11 de mayo, y aquí, aunque han pasado varios meses, nadie ha movido un músculo: claro, se está mejor sosteniendo al que roba durante más tiempo, porque es amiguete y nos hace favores políticos. Y lo que dijo la Abogada General lo sabíamos perfectamente antes de que lo dijera, porque es de puro sentido común. Puedes poner en tu boletín lo que quieras: aunque repitas una mentira cien veces, siguen siendo mentira, la reiteración no la convierte en verdad.

El canon es ilegal. Hay que aplicar la ley, detener su aplicación y devolver lo indebidamente cobrado. Todos contra el canon.

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?La huelga como anacronismo?, mi columna en Expansión

Mi columna en Expansión de esta semana, que tenía ya escrita y entregada cuando me pidieron opinión sobre el tema en La Información, se titula “La huelga como anacronismo“, y habla precisamente de la visión anticuada que supone intentar paralizar un país cortando calles y cerrando comercios, cuando una gran parte de la actividad económica e informativa ya no tiene lugar en la calle, sino que se desarrolla en la red. Como contraposición, comento las medidas de protesta organizada que vimos la semana pasada lanzadas desde 4chan en forma de ataques de denegación de servicio contra páginas como las de la MPAA o la RIAA: sin que yo obviamente me dedique a promover o recomendar este tipo de métodos de “protesta postmoderna”, creo que el contraste entre ambos métodos resulta suficientemente elocuente por sí mismo…

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