20 marzo 2009

La cara lo dice todo

carasUn artículo breve de The Economist, About face, reseña un experimento llevado a cabo utilizando fotografías de personas que solicitaban créditos en Prosper.com y un grupo de evaluadores en Amazon’s Mechanical Turk: se pidió a un grupo de veinticinco evaluadores que juzgasen, en una escala de uno a cinco, la confianza que les ofrecían 6.821 fotografías de personas que habían solicitado un crédito (733 de las cuales lo habían obtenido) y la probabilidad que tenían de devolver un crédito de cien dólares. Todo ello sin aportar ningún otro tipo de dato adicional. En Prosper.com, las personas publican una foto y piden dinero para un proyecto determinado sobre el que ofrecen información, y otras personas les ofrecen dicho dinero o parte del mismo a un tipo de interes que se acuerda en cada caso.

El resultado resulta cuando menos sorprendente: las dos variables evaluadas, confianza y probabilidad de repago de la deuda, tenían una muy elevada correlación entre sí, pero también o tenían con sus evaluaciones crediticias basadas en su historial personal. Cuando se controlaba estadísticamente la posible incidencia de factores como obesidad, raza o belleza, la correlación se mantenía consistente, demostrando que este tipo de factores no afectaban a la percepción. Además, las evaluaciones se demostraron consistentes con las efectuadas por usuarios de la propia Prosper.com: aquellas personas evaluadas como poco fiables en función de su cara, acababan teniendo que pagar un diferencial medio de 1.82 puntos porcentuales más que los que parecían fiables para obtener una cantidad de dinero similar.

La fisiognomía, considerada habitualmente una ciencia folklorica, parece que tiene algo de base científica. De aquí al intento de aislamiento de factores específicos (prominencia del mentón, forma de los ojos, etc.) y a la aplicación de cirugía estética destinada a moderar su efecto nos separa únicamente el tiempo. Hace años, se contaba la anécdota de determinado banquero español que recibía a los solicitantes de crédito acompañado por su perro, y que concedía o denegaba los créditos en función de las reacciones del animal. Dentro de poco, entraremos en un banco, y de un vistazo se nos contestará directamente “uy, ¿con esa cara?… váyase por donde ha venido”. Sin duda, este tipo de cosas me van a ahorrar mucho tiempo del que utilizaba para poner notas en mis cursos :-)

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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