Hace unos días me llamó Esteban Martínez Murga, de Informativos Telecinco, para hablar de redes sociales y su papel como fuentes de recomendación de sitios, marcas, etc. Hablamos de sitios como Yelp, 11870, Tripadvisor, Yunait, Trivop, y acabamos hablando de redes sociales en general y su uso como herramientas de selección de oferta en base a las opiniones de terceros, y de interacción entre clientes y marcas. Algunos fragmentos de la conversación y algunos pantallazos que usamos en ella aparecen hoy en el informativo de Telecinco y en su página web.
(Enlace a la entrada original - Licencia)30 noviembre 2009
Más sobre los posibles IPO de Facebook y Twitter, en Cinco Días
El pasado viernes hablé un rato con Santiago Millán, de Cinco Días, sobre las rumoreadas salidas a bolsa de Facebook y Twitter, y hoy publica junto con Marimar Jimenez este artículo, “Facebook y Twitter quieren pasar el examen de la Bolsa” (ver en pdf), en el que cita algunas partes de esa conversación. El artículo hace además referencia a los ingresos de Twitter mediante la comercialización de sus resultados de búsqueda a terceras partes como Bing y Google, y los cifra en cuatro millones de dólares en el último trimestre. Sobre el data stream de Twitter y sus resultados de búsqueda me gustó especialmente el mini-vídeo explicativo de Common Craft, “Twitter Search in plain English“ (me suelen gustar los vídeos de Common Craft, los uso habitualmente en clases para explicaciones sencillas), creo que permite entender muy bien porqué los buscadores están dispuestos a pagar por tener acceso a los datos de Twitter.
(Enlace a la entrada original - Licencia)29 noviembre 2009
{Disarmed} Los tiempos están cambiando: una noticia sobre descargas de música bien dada en Antena 3
Tras muchos, muchísimos telediarios repitiendo mentiras, falacias y estupideces de todo tipo sobre este tema, finalmente una televisión, Antena 3, ha recogido en su informativo del fin de semana una noticia bien dada acerca de las descargas musicales, haciéndose eco del estudio de The Times que demuestra que las descargas de música no perjudican a los artistas, sino que les llevan a ganar más dinero. El estudio, que ya hemos comentado anteriormente, viene a demostrar que los verdaderos perjudicados son los intermediarios de la industria, que simplemente, han sido desintermediados, a pesar de sus esfuerzos por seguir reteniendo valor a cambio de no crearlo.
La noticia de The Times fue cubierta anteriormente por La Información, con el título “Lo que la industria musical no quiere que sepas“. Su emisión en un informativo en televisión nacional es un hito importante para la adecuada comprensión y difusión del tema: no hablamos de pobrecitos artistas empobrecidos por las descargas, sino de empresas que pretenden mantener intactos sus márgenes comerciales a pesar de que muchas de las actividades con las que los justificaban ya no tienen sentido ninguno. Empresas que consciente y premeditadamente dificultan el progreso de modelos de distribución alternativos imponiendo precios absurdos que impiden su rentabilidad, y convirtiéndose en el verdadero origen del problema. La excusa de “defender la cultura” se rompe: persiguiendo las descargas no se defiende la cultura ni a los creadores, se defienden las actividades de una serie de intermediarios acostumbrados a controlar férreamente la totalidad de la cadena de valor, e incapaces de adaptarse a un mundo digital.
(Enlace a la entrada original - Licencia)28 noviembre 2009
En La Información, sobre las posibles salidas a bolsa de Facebook y Twitter
Hace unos días estuve hablando por teléfono con Ana P. Alarcos, de La Información, acerca de los posibles planes de salida a bolsa de empresas representativas del mundo de las redes sociales como Facebook y Twitter, y el jueves pasado apareció esté artículo, “La bolsa, el nuevo tablero de juego de las redes sociales“, en el que se recogen algunas partes de la conversación.
Con una Facebook de uso prácticamente generalizado y una Twitter con ingresos procedentes del uso de sus flujos de datos por parte de empresas como Microsoft y Facebook, el fenómeno de las redes sociales simplemente espera a un momento adecuado para incorporarse a la economía real. En el caso de Facebook, la idea parece apuntar a la búsqueda de una estructura segmentada por acciones de dos tipos y una valoración relativamente conservadora que permita un comienzo al alza, que permitiría visualizar sensaciones de tangibilidad alejadas de la simple “euforia”. En el caso de Twitter, el trabajo de explicación es algo más complejo: las métricas de éxito de Twitter no son simplemente número de usuarios o páginas vistas, sino más bien número de usuarios activos, que permanecen conectados bien a través de aplicaciones o mediante una pestaña de su navegador, y que realmente contribuyen a alimentar ese flujo de datos que responde a la pregunta de “¿Qué está pasando?” por la que los buscadores están dispuestos a pagar. Al mismo tiempo, se apunta una búsqueda de modelos de publicidad no convencional para el año que viene, que muy posiblemente se apuntalarán sobre ideas de segmentación geográfica o conductual en función de los datos expresados por los usuarios.
En ambos casos hablamos de compañías que, por así decirlo, “saben lo que tienen”: posiciones enormemente sólidas en una web social que se está definiendo como el gran fenómeno del final de la década, capaz de cambiar la forma en que nos relacionamos con el mundo, con las noticias, con empresas o con otras personas. Un fenómeno que ya ha superado claramente todo asomo de duda sobre su expansión y viabilidad, pero al que aún le quedan algunas otras cosas por probar. Resultan interesantes a estas alturas las comparaciones con otros IPO anteriores: cuando Google salió a bolsa en Agosto de 2004, era ya una empresa consolidada y con ingresos. Salió a $85, cerró el primer día por encima de los $105, y llegó a estar en $715 en unos tres años. Ahora cotiza en torno a los $580. ¿Cuántos habrían invertido en Google de haber tenido entonces la oportunidad? ¿Cuántos invertirían en Facebook o en Twitter en caso de producirse en breve su salto a los mercados financieros?
(Enlace a la entrada original - Licencia)27 noviembre 2009
?Objetos sociales?, en mi columna de Expansión
Mi columna de Expansión de esta semana está dedicada a los llamados “Objetos sociales“, y es un intento por situar o definir en cierta medida un concepto que está cobrando una actualidad cada vez mayor en el contexto actual y del que sin duda vamos a oír hablar cada vez más.
(Enlace a la entrada original - Licencia)26 noviembre 2009
Adiós, Technorati
Estamos de despedidas. Si el otro día decía adiós a Bloglines, un servicio con el que llevaba un montón de años, ahora el que se cae del blog es otro con el que llevaba todavía más tiempo: Technorati.
¿La razón? Simplemente, su inutilidad. Technorati estaba presente en dos sitios: en el lateral del blog como vínculo a mi perfil, y debajo de cada entrada como etiquetas. Mi impresión era que Technorati era una buena herramienta para que mis lectores pudiesen, tras haber terminado la lectura de una entrada, irse a Technorati a buscar entradas relacionadas sobre ese tema, razón por la cual las etiquetas de mis entradas estaban en inglés: si la gran mayoría de mis fuentes son habitualmente en ese idioma, lo que me parecía razonable era proporcionar a mis lectores más fuentes adicionales a las que ya había vinculado. Pero esa prestación, que en tiempos llegó a tener un discreto pero constante nivel de uso, había dejado de utilizarse. La razón, me temo, puede ser la misma que ha hecho que yo mismo, en mis clases, haya ido apartando Technorati como herramienta para la monitorización de conversaciones y de watchlists: simplemente no funciona. Lo que hace algunos años era un motor de búsqueda insuperable en lo referente a blogs, a día de hoy es una caricatura que ofrece resultados verdaderamente pobres, que prácticamente no vale la pena consultar. En realidad, la despedida de Technorati comenzó allá por julio de 2007 con esta entrada. Desde aquel entonces, la razón por la que Technorati seguía integrado en el blog era más por dejadez que por otra cosa.
El adiós a Technorati, como el de Bloglines, no esta exento de su punto nostálgico: es una herramienta que he usado muchísimo, y tengo a David Sifry, su fundador, en alta estima, aunque mi impresión es que desde hace ya bastante tiempo está con la cabeza más puesta en otras cosas y su implicación en Technorati es más bien escasa.
Las etiquetas que aparecen bajo cada entrada pasan ahora a funcionar internamente: un clic en una etiqueta reenvía a una búsqueda de todas las entradas del blog etiquetadas con ella. Además, intentando facilitar la búsqueda en las ya más de cuatro mil entradas del blog, he incrementado drásticamente el número de etiquetas que aparecen en la página de Temas, que resulta ahora en una nube alfabética de un tamaño brutal, pero razonablemente operativa a la hora de proporcionar resultados de búsqueda. Además de la tarea de traducción de las etiquetas, con la que dudo mucho que me ponga, me falta la tarea de “limpieza”, de depuración de etiquetas inconsistentes con escrituras alternativas (que son unas cuantas), con la que sí que me pondré aprovechando algún hueco que me quede libre.
(Enlace a la entrada original - Licencia)25 noviembre 2009
Actualizando?
Es un tema que me llama la atención como supongo que lo hará a cualquiera que lleve un cierto tiempo en contacto con la tecnología: las actualizaciones de todo lo que usamos. Hubo un tiempo en que un sistema operativo, un programa o un dispositivo eran como eran, como habían salido de la fábrica: lo adquirías, lo sacabas de la caja, y lo usabas, sin más. En el caso de un sistema operativo o un programa, la actualización venía generalmente cuando lo sustituías por otra caja a la que le quitabas el celofán, y procedías de nuevo al proceso de instalación. La cuestión otorgaba a los fabricantes un buen nivel de control sobre el mercado: la decisión de lanzar la nueva versión no dependía habitualmente de la disponibilidad de la misma, sino de factores de mercado tales como la evolución de las ventas o las acciones de la competencia.
Hace mucho tiempo que las cosas ya no son así. A estas alturas, las empresas tecnológicas compiten en tiempo real: si tienes una actualización, tienes que sacarla lo antes posible. Puedes hacerlo obligado por problemas de seguridad, para diferenciarte con nuevas prestaciones, para hacer frente a movimientos competitivos o por otros factores, pero lo que es indudable es que todo producto tecnológico precisa de un ritmo de actualización constante para mantener el ritmo de progreso que sus usuarios se han acostumbrado a demandar.
En el sistema que utilizo la mayor parte del tiempo, Apple OS X, las actualizaciones simplemente “aparecen”. Emerge una ventanita, y te dice que las actualizaciones se han descargado, y que cuando quieras, lances el proceso, que en algunas ocasiones conlleva el reinicio de la máquina y en otras no. Realmente, ha llegado un momento en que mi máquina únicamente se reinicia cuando alguna actualización lo demanda: nunca reinicio de motu propio… ¿para qué iba a hacerlo? Cierro la tapa, y hasta que la vuelvo a abrir: par de segundos, y trabajando de nuevo. Los diferentes programas, en este sentido, varían en su comportamiento: los hay que se comportan como el sistema operativo, lanzando una ventana emergente que te invita a actualizar. Algunos se autochequean en cada ejecución, otros simplemente poseen una opción en un menú que permite que el usuario lance la comprobación por sí mismo cuando se entera, habitualmente a través de blogs y otros medios sociales, de que existe una nueva actualización disponible. En general, los programas y dispositivos suelen informar de sus actualizaciones, aunque en algunos casos ya ni siquiera es así: ayer me enteré de que existía una nueva actualización para mi Kindle, y me interesé por ella inútilmente: a la hora que la busqué, las diez de la noche, no estaba todavía disponible para mí. Hoy por la mañana recibí un correo de Amazon informándome de que la nueva actualización estaba ya disponible, y que podía hacerla de manera manual descargando un fichero y copiándolo en el dispositivo, o simplemente esperar a que la actualización se hiciese automáticamente. Cuando fui a conectar el dispositivo para actualizar de manera manual, comprobé que a lo largo de la noche, el Kindle había decidido que, dado que estaba conectado (otro dispositivo que no apago jamás) y tenía conexión 3G disponible, se iba a actualizar él solito. Y allá fue, se actualizó, y desde entonces, tengo disponibles opciones en algunos de los menús que antes, simplemente, no estaban ahí.
Aparatos que cambian su funcionamiento o se actualizan sin intervención del usuario: para quien se incorpora hoy al mundo tecnológico, me imagino que será ya algo natural. Pero para quien lleva cierto tiempo en la tecnología, no deja de ser una sensación rara y ambivalente, y que requiere un cierto nivel de confianza en quien la hace. ¿Qué pasaría si la actualización no fuese de mi agrado? ¿Si plantease un comportamiento diferente que no me convence? ¿Si recortase de alguna manera derechos que tenía antes de la misma? ¿Nos dirigimos hacia un mundo en el que, de repente, la lavadora actualiza su firmware y pasa a ofrecer programas de lavado a medida para determinados tejidos, y el coche de repente se autochequea y se niega a arrancar si el GPS no detecta que estás yendo al concesionario para que le cambien el aceite? El balance entre conveniencia y confianza es delicado, y su gestión de cara al cliente puede que se convierta en un factor competitivo muy interesante en los próximos tiempos.
(Enlace a la entrada original - Licencia)24 noviembre 2009
Microsoft y Murdoch contra Internet: un análisis de escenarios
La red arde en comentarios sobre el movimiento – o mejor, la “movida” – que dos gigantes del pasado, Murdoch y Microsoft, quieren perpetrar contra la naturaleza de la red, de la que ya hablamos hace cosa de una semana. No, no nos equivoquemos: el movimiento de Murdoch y Microsoft no va contra Google, ni mucho menos debemos caer en el error de identificar a Internet con Google. El acuerdo exclusivo para que el contenido de Murdoch solo pueda buscarse en Bing y no en otros buscadores es el recurso de dos gigantes que nunca se han encontrado cómodos en la red, que odian Internet y todo lo que Internet representa, y que lo que buscan es ni más ni menos que destruir su naturaleza, asemejarlo a algo que conocen muy bien: la televisión. Frente a la naturaleza abierta de la red, volvemos a un “¿no pagas por mis canales? Lo siento, no puedes ver mis contenidos”. Un esquema caduco, anticuado, que únicamente interesa a quienes, incapaces de jugar con las reglas de la red, pretenden reinventarla de acuerdo a las que ellos proponen. Son, simplemente, dos viejas glorias del siglo pasado que se han encontrado: dios los da, y ellos se juntan.
Cualquier proveedor de contenidos es libre de decidir hacer, dentro de un orden, lo que quiera con sus contenidos. Si Murdoch quiere excluirse de Google porque no le paga por indexar sus contenidos, y encuentra además a un tonto que sí le paga por ello llamado Microsoft, adelante. Si Microsoft cree que su buscador va a alcanzar una gran popularidad por ser “el único sitio donde puedes encontrar los contenidos de Murdoch”, igualmente, adelante. A mí, personalmente, todo lo que me produce ésto son unas enormes ganas de ignorar completamente los contenidos que produzca el señor Murdoch (allá va mi suscripción al WSJ, la más antigua de las que tenía, y adiós al vínculo en mi lista de lecturas diarias) y de mantenerme mucho más alejado de Bing de lo que ya lo hacía habitualmente. Allá ellos con su torva visión de Internet. No coincide con la mía, y me provoca rechazo.
La naturaleza del pacto es la siguiente: Murdoch, a pesar de contar con numerosos sitios agregadores de noticias ajenas y con un MySpace que ha sido mantenido por Google en los últimos años, pasa a bloquear al motor de búsqueda en todos sus sitios, y vende a Microsoft el derecho exclusivo a indexar y mostrar sus contenidos en Bing, además de intentar convencer a otros medios para que hagan lo mismo. ¿Cuáles son los escenarios posibles que viviremos tras este pacto?
- En principio, el acuerdo significará una importante caída en visitas para todos los sitios que se excluyan de Google: a cambio, estos sitios recibirán algo de dinero de Microsoft. Estos sitios pasarán a perder relevancia y visibilidad de manera rápida: pactar con quien tiene como máximo una cuota de mercado inferior al 9% en su mercado más importante y que, tras la subida debida al impacto de la campaña de lanzamiento, ya ha empezado a retroceder, es algo como mínimo arriesgado. Por otro lado, la idea de una web dividida en porciones en lugar de universal es algo que va en contra de los usuarios. Tener que pensar en qué buscador tratar de encontrar qué contenidos es simplemente incómodo y contra natura.
- Dudo seriamente que la reacción de Google sea jugar a ese mismo juego. No veo a Google cerrando acuerdos de exclusividad, ni pagando por el derecho a indexar nada. Va completamente en contra de su filosofía. Lo que sí podría ocurrir sería la actitud contraria: que invocando la aplicación de leyes de fair use, decidiese, a pesar de los bloqueos, seguir indexando los contenidos. Después de todo, un informativo puede informar de cualquier noticia: ¿no debería un buscador tener derecho a indexar cualquier cambio en la web? Sin duda, una decisión como esa forzaría una enorme discusión en lo tocante a la aplicación de las leyes de fair use al entorno de la red. Por otro lado, no olvidemos un elemento más de complejidad en el escenario: la infinidad de sitios que copian titulares y noticias de medios de Murdoch, sitios que sin duda no van a impedir que Google les indexe bajo ningún concepto.
- Una Internet dividida en parcelas abriría la posibilidad para otro tipo de actor: el metabuscador. Un viejo conocido de la web, que intentaría presentar en una sola pantalla los resultados de los diferentes buscadores combinados, para evitar el engorro de tener que buscar en varios de ellos. Indudablemente, otro tema que plantearía problemas legales de ardua discusión, pero cuyo desarrollo iría en la dirección de anular la supuesta ventaja obtenida por Bing al poder tener acceso exclusivo a unos determinados contenidos.
- Una posibilidad adicional, de control prácticamente imposible: el desarrollo de aplicaciones y plugins que permitiesen hacer eso mismo, buscar a la vez en varios buscadores y presentar los resultados combinados de una manera razonablemente cómoda para el usuario. Algo sencillo de desarrollar, que no precisa un modelo de negocio detrás, y que de nuevo atentaría contra esa supuesta ventaja de Bing, en esta ocasión con un “enemigo invisible” detrás contra el que no se puede luchar (los propios usuarios).
En todos los escenarios planteados se tiende a una erosión gradual o repentina de la ventaja que Bing adquiriría a Murdoch: o bien los contenidos de Murdoch van pasando a ser cada vez más irrelevantes, o bien pueden ser indexados de todas formas, erosionando dicha ventaja. Un hipotético escenario en el que millones de usuarios deciden de golpe cambiar de buscador, abandonar Google y correr hacia un Bing convertido en una especie de “gran esperanza blanca” me parece simplemente absurdo, le asigno una probabilidad prácticamente nula.
¿Conclusión? Luchar contra la naturaleza abierta de Internet es un mal negocio.
(Enlace a la entrada original - Licencia)23 noviembre 2009
Hablando sobre imagen y reputación en la red, en El País
María Antonia Sánchez-Vallejo, de El País, me llamó hace unos días para hablar de temas relacionados con la imagen y la reputación en Internet, y ayer domingo publicó un artículo titulado “Dime cómo eres y te devolveré tu imagen” en el que cita algunas de las ideas que comentamos.
La presencia de las personas en una web cada día más social se incrementa día a día: es imposible permanecer al margen de la web, y nuestra imagen lógicamente tampoco lo está. Lo importante es enfocar el tema como un trabajo a largo plazo, en el que no van a faltar las críticas – en la red tiende a predominar con gran facilidad el comentario negativo, y existen factores incluso neurofisiológicos que hacen que en ocasiones, la conversación degenere en andanadas de insultos – pero en el que dichas críticas o bien pasan a tener poca importancia en un contexto general de comentarios positivos, o bien revelan puntos de mejora real que es necesario acometer. Soy enormemente escéptico acerca de esos servicios que prometen “limpiar la reputación” de las personas o empresas “enterrando” los resultados de los buscadores bajo una capa de páginas recién creadas a tal efecto: lo mejor que se puede hacer para tener buena reputación e imagen en la red es tener buena reputación e imagen fuera de ella, y facilitar que ésta se desarrolle también en la red.
(Enlace a la entrada original - Licencia)22 noviembre 2009
Subtítulos y sincronización automáticos en YouTube
Una de esas nuevas prestaciones presentadas por Google que me llaman especialmente la atención: YouTube Automatic Captions permite, utilizando tecnología de reconocimiento del habla, insertar subtítulos generados automáticamente a partir del sonido de un vídeo. Lógicamente, no son perfectos, pero pueden servir de guía aproximada para personas con problemas de audición o para quienes no dominan el idioma del vídeo. Además, los subtítulos pueden insertarse directamente traducidos a otros idiomas, lo que convierte en accesibles una gran cantidad de vídeos del inmenso repositorio de la herramienta.
La otra herramienta, YouTube Automatic Timing, permite subir un archivo de subtítulos en un vídeo, y que la herramienta inserte, también utilizando tecnología de reconocimiento del habla, cada frase en su lugar correspondiente, evitando tener que hacerlo manualmente.
Las dos tecnologías aparecen presentadas en este vídeo. La reconstrucción de la torre de Babel, un poquito más cerca. El vídeo es un formato de contenido que está cambiando la fisionomía de la red, y su principal exponente, YouTube, es una empresa que, de acuerdo con uno de sus principales inversores históricos, podría haber alcanzado ya la rentabilidad.
(Enlace a la entrada original - Licencia)21 noviembre 2009
La importancia de la web social
Llevaba una buena temporada dándole vueltas a esta entrada, y la evolución de los últimos acontecimientos en varias de las redes o aplicaciones sociales en las que participo me ha terminado de convencer: la web social está tomando una importancia cada vez mayor, hasta el punto de redefinir la importancia de los actores “tradicionales” en la web que conocemos.
La conclusión va muy al hilo del titular que escribí en el blog oficial del EBE acerca de la presentación de Koro Castellano, Directora General de Tuenti: “adiós a la era de los buscadores”. Desde hace un cierto tiempo, vengo detectando que una parte cada vez más significativa de mi tráfico en el blog proviene de eso que podríamos llamar “la web social”. El fenómeno no es en absoluto nuevo; basta con acudir a cualquier blog de popularidad media que haya aparecido recientemente en portada del Menéame, por ejemplo, para tener a una persona diciendo que, al menos ese día, su fuente de tráfico mayoritaria ha sido la web social. Pero unido a ese tipo de “deflagraciones puntuales” características de filtros sociales como Digg o Menéame, empezamos a ver cómo cada día más, sitios como Facebook o Twitter escalan en las estadísticas de referrals, hasta el punto de superar en mi caso en muchas ocasiones a la mismísima Google.
No tengo ninguna queja de la indexación de mi página en motores de búsqueda: habitualmente, un buen porcentaje de mi tráfico proviene de éstos, y entre éstos, alrededor de un 90% en concreto proviene de Google. Visitas que llegan buscando todo tipo de términos, desde cuestiones relacionadas a otras que a veces no lo están tanto, y provienen de la alquimia de varias palabras descontextualizadas en una entrada o en su titular (la reciente entrada titulada “De tiempo, dinero, culos y cabezas“, por ejemplo, se ha convertido seguramente en motivo de frustración para personas que buscaban, digamos… una sola de las palabras de su titular :-) Se trata de un tráfico cuya importancia ha desencadenado la aparición de todo un segmento, el del Search Engine Optimization, o SEO, con sus diferentes interpretaciones, con el fin de intentar hacerse con la mayor cantidad posible. El SEO es un factor importante en todo proyecto en la web. Es, sin duda, uno de los principales determinantes de la web que conocemos.
¿Qué ocurre cuando, en algunos casos, una URL acortada y puesta en Twitter o en Facebook puede hacer llegar más tráfico a una página que el enviado por un motor de búsqueda? ¿Cómo evoluciona la economía de la atención ante la aparición y consolidación de una nueva y muy importante fuente de tráfico en la web? Los flujos de tráfico desencadenados por la web social responden a pautas completamente diferentes a las que gobiernan el tráfico de buscadores: son mucho más “en tiempo real”, más instantáneos, con picos muy elevados seguidos por una cola de distribución larga que tampoco suele prolongarse más allá de un par de días a lo sumo. Tienen sus dinámicas propias: es tráfico generalmente poco fiel, y penaliza, por ejemplo, el “autobombo”, alguien que constantemente se apalanque en la web social para destacar lo que él mismo ha escrito: yo no subo a Twitter todas aquellas cosas que escribo, sino únicamente aquellas que considero relevantes, y las alterno con otras cosas que leo o con aquello que creo que puede ser de interés para quien sigue a una persona como yo. En mi caso, llevo experimentando con ese tipo de cuestiones ya bastante tiempo, y me llaman mucho la atención los factores que aparentemente gobiernan la respuesta en tráfico a un enlace en sitios como Twitter o Facebook, algo sobre lo que sin duda escribiré más en breve.
Estamos ante una de las evoluciones más importantes en la web que conocemos. Entender esas dinámicas empieza a ser, cada día más, algo fundamental para todo aquel que quiera desenvolverse dentro de ese ecosistema llamado web.
(Enlace a la entrada original - Licencia)20 noviembre 2009
Filmotech y su premio: una tomadura de pelo
Filmotech, un desarrollo de EGEDA, recibe el Premio FICOD a la Innovación en la Distribución de Contenidos Digitales, que según la organización, se supone un reconocimiento a “casos de éxito en las diferentes áreas que integran este sector emergente de la economía nacional”.
Veamos algunos detalles de este “impresionante caso de éxito”:
Filmotech es un proyecto que contó para su desarrollo con subvenciones públicas por valor de dos millones y medio de euros. Su propietaria, EGEDA, es la entidad de gestión que representa y defiende en España los intereses de los productores audiovisuales, y está presidida por Enrique Cerezo. El proyecto fue puesto en marcha hace dos años y medio, y la gráfica de Google Trends de la izquierda muestra su nivel de actividad en visitantes únicos diarios: prácticamente nula exceptuando el pequeño pico de unas ocho mil visitas derivado de la intensidad mediática que rodeó su puesta en marcha. El pico es único, como vino, se fue: exceptuándolo, el número de visitantes que Filmotech recibe es inapreciable, inferior al recibido por muchas páginas personales que conozco. Google AdPlanner estima que Filmotech.com recibe unos 5.900 visitantes únicos al mes. A todos los efectos, la actividad de Filmotech es prácticamente nula.
Sin embargo, a pesar de haberse gastado dos millones y medio de euros de dinero público para construir una basura que nadie visita ni de casualidad, en FICOD se le otorga un premio como “caso de éxito”, premio que pomposamente entrega Francisco Ros y recoge Enrique Cerezo. Encantados de haberse conocido. ¿Caso de éxito? ¿Pero es que esta gente no sabe que se puede conocer la actividad de una web con herramientas al alcance de cualquiera? ¿Se creen que nos pueden engañar a todos entregándose premios como si realmente hubieran hecho algo bueno además de dilapidar el dinero público? Más que “caso de éxito”, Filmotech es una auténtica tomadura de pelo. A todos.
(Enlace a la entrada original - Licencia)?Olcese y sus mutantes?, columna en Expansión
Mi columna de esta semana en Expansión se titula “Olcese y sus mutantes“. La escribí al escuchar las “amenazantes” declaraciones de Aldo Olcese, Presidente de la Coalición de Intermediarios en una de las mesas redondas del FICOD, en las que afirmaba que “serían implacables con doscientas páginas web de enlaces y con todos los mutantes que apareciesen“. Mientras Olcese amenazaba con catástrofes de bíblicas proporciones a los que llama “concentradores de descargas” (y mientras los jueces le contradicen abiertamente), The Pirate Bay anunciaba la adopción de dos protocolos, Peer Exchange (PEX) y Distributed Hash Table (DHT), que permiten el intercambio de archivos en una red P2P sin necesidad de trackers, mediante un sistema completamente descentralizado en el que los “concentradores de descargas” son simplemente innecesarios, porque se sustituyen con su integración en los clientes que cada usuario tiene en su ordenador.
Mientras el mundo avanza y los artistas ganan cada vez más dinero, la industria de la música sigue empeñada en perseguir fantasmas…
(Enlace a la entrada original - Licencia)19 noviembre 2009
Promusicae y el uso del dinero público
Promusicae aprovechó FICOD para presentar una de esas iniciativas que nos hacen pensar, como anteriormente hizo con otras: se llama elportaldemusica.es, y ha sido subvencionado con €737.000 en subvenciones, según consta en la memoria de actuaciones del Plan Avanza. La creación resultante de ese proyecto, que supuestamente ha costado ni más ni menos que un millón setenta y cinco mil euros, es algo que permite bajarse música gratis a cualquiera con que simplemente inspeccione con cierto cuidado su funcionamiento.
Anteriormente,por dar un simple ejemplo, hemos tenido casos como el de EGEDA con el desarrollo de Filmotech, un portal que nadie utiliza, pero que fue financiado con casi dos millones y medio de euros por todos los españoles a golpe de BOE. En la misma convocatoria que aparece vinculada en el párrafo anterior, Promusicae recibe €207.ooo por algo llamado “RitmoGESTIÓN – Soluciones de Negocio Electrónico para la Gestión del Repertorio, los Derechos y la Producción Musical”. En general, este tipo de sociedades son auténticas asiduas del dinero público: una interesante cantidad de sus presupuestos anuales provienen directamente de las arcas del Estado.
¿Quién es Promusicae? Según dicen en su propia página, “representan y defienden los intereses de los productores de música españoles”. Es decir, son las compañías discográficas, esas que tanto despotrican contra los españoles porque somos malvados, obsequian a sus clientes con el calificativo de “piratas” y se dedican a presionar a la IFPI para que hagan que España figure en los listados de países que hay que vigilar y se la amenace con absurdas sanciones. No, no se trata de una asociación en favor de los artistas o de la cultura, sino precisamente de los que pretenden defender su derecho a seguir editando y distribuyendo música en pleno siglo XXI entregando al artista porcentajes de un solo dígito con respecto al precio total que cobran al cliente. Los que provocan el fracaso de iniciativas de distribución de música en la red porque imponen a éstas sus pretensiones de seguir ganando con ellas lo mismo que ganaban cuando vendían pedacitos de plástico que había que manufacturar y distribuir. Sí, esos.
Pues bien, a la hora de intentar desarrollar una alternativa para la descarga de sus productos, ¿qué hacen? Se van a Papá Estado, ponen la mano, les sueltan un dinero que habría que ver si entregan a una start-up con ganas e ilusión que podría generar un producto infinitamente más competitivo (y sin duda mucho mejor recibido por el público), y montan una página que simplemente recoge la lista de cincuenta éxitos (de sus éxitos, de lo que ellos de manera interesada deciden que son éxitos) y proporciona vínculos para obtener esas canciones en iTunes, YouTube, Spotify, YesFM, MySpace y NokiaMusic. Eso es todo. Cincuenta canciones. Y unos vínculos. Y eso, en el marco de unos presupuestos duramente restringidos y recortados debido a la crisis que dejan de lado cuestiones que sin duda sí era importante subvencionar, viene a costar, según la página en la que se entrega la subvención, más de un millón de euros, y entre todos pagamos casi ochocientos mil. Total, como decía cierta ex-ministra, “el dinero público no es de nadie”…
Brillante.
(Enlace a la entrada original - Licencia)18 noviembre 2009
The Pirate Bay cierra su tracker? y la industria vuelve a perder
The Pirate Bay anuncia el cierre de su tracker. Pero no nos confundamos, no se trata de la culminación de la persecución a las descargas, sino de una mejora tecnológica: el tracker era el ordenador central que, sin almacenar en ningún momento ningún tipo de material sujeto a derechos de autor, coordinaba la distribución entre los distintos pares con el fin de agilizar la misma, y su cierre se debe, simplemente, a que ya no es necesario, a que su existencia ya no se justifica.
Resulta muy indicativo darse cuenta de que mientras en España la ministra de cultura y sus amiguitos de la “Coalición de intermediarios” se dedican a anunciar persecuciones apocalípticas contra páginas de descargas (eso que llaman pomposamente “concentradores”) a las que los jueces sistemáticamente siguen exculpando, la tecnología les adelanta por la derecha y demuestra que dichas páginas, simplemente, ya no son necesarias. Dos desarrollos tecnológicos, Peer Exchange (PEX) y Distributed Hash Table (DHT) permiten el intercambio de archivos en una red P2P sin necesidad de trackers, mediante un sistema completamente descentralizado. La página de The Pirate Bay explica perfectamente el funcionamiento del nuevo sistema, y los detalles sobre su uso: al incorporarse directamente en la mayoría de los clientes de descarga, su uso no incorpora complejidad alguna.
El cierre del tracker de The Pirate Bay no es una victoria de los intermediarios de la industria del copyright. Es una victoria de la tecnología. Es un auténtico dedo corazón erguido en la cara de la industria, de sus abogados y de quienes defienden el sostenimiento de modelos de negocio que ya no aportan ningún tipo de valor. Las descargas están a salvo y con tan buena salud como siempre.
(Enlace a la entrada original - Licencia)17 noviembre 2009
Twitter eliminará la lista de usuarios recomendados
Evan Williams anuncia que Twitter eliminará definitivamente la lista de usuarios recomendados que los nuevos suscriptores recibían al abrir sus cuentas, y que se traducía en enormes incrementos de popularidad para los que eran incluidos en dicha lista.
Mi inclusión en dicha lista en la edición en español de Twitter el pasado 4 de noviembre ha significado por el momento un incremento de alrededor de veintitrés mil usuarios. Todo indica que la inclusión se produjo por un criterio meramente cuantitativo: aparentemente, quien toma dicha decisión intenta reunir una combinación de medios de comunicación y usuarios famosos de diversos tipos (deportistas, artistas, etc.) junto con cuentas de otros usuarios no necesariamente famosos en el sentido convencional de la palabra, pero en las que detectan un número elevado de seguidores. En mi caso, contaba con 9.291 seguidores el 3 de noviembre y estoy ya claramente por encima de los treinta y dos mil (también puedes verlo en vivo) lo que supone un crecimiento aproximado de unos mil setecientos seguidores diarios, con una pendiente prácticamente constante a lo largo de dicho período. A todos los efectos, una locura, sobre la que ya escribí en su momento. Una locura divertida, sin duda, pero una locura al fin y al cabo: en realidad, que muchos nuevos usuarios de Twitter reciban esas sugerencias cuando llegan y decidan aceptarlas todas de manera genérica da lugar a un perfil extraño. Por un lado, te sientes un poco como hablando de repente ante un gran pabellón de deportes repleto de gente hasta los topes. Por otro, no notas demasiadas diferencias en los parámetros que habitualmente mides: el clickthrough de los enlaces, por ejemplo, no se ha incrementado en absoluto a pesar del incremento de usuarios que teóricamente los reciben, ni tampoco el número de respuestas o de retweets, lo que indica que esos usuarios recién llegados mantienen, al menos al principio, un nivel de actividad relativamente bajo.
Parece ser que la idea de Twitter es sustituir la lista de usuarios recomendados con algún sistema de recomendación más personalizado. En ese sentido, creo que lo más positivo sería optar por un sistema del tipo “si sigues a Fulanito, deberías seguir a Menganito y Zutanito”, intentando cualificar las relaciones mediante, por ejemplo, el uso de replies (@username), de DM (mensajes directos) entre ellos, o alguna métrica similar. Mi impresión en función de la experiencia vivida hasta el momento es que lo más importante en Twitter es seguir a personas con las que uno tiene contacto previo fuera de Twitter: amigos, conocidos, relaciones de cualquier tipo… Seguir a “famosos” puede proporcionar una sensación de proximidad agradable o incluso de cierto “morbo” para algunos, pero que me parece insuficiente para generar un uso habitual. Creo que se empieza a hablar de “usuario” en Twitter cuando una persona no se limita a entrar de vez en cuando, sino que mantiene abierto el canal y lo refresca cada poco tiempo o de manera automática, sea en el ordenador o en el móvil. Y bajo mi impresión, pocos mantienen abierta una pestaña en su navegador o una aplicación desplegándose cada pocos minutos para ver qué hace un famoso: si no es por tus relaciones reales – físicas o virtuales, pero reales – resulta complicado justificar un patrón de consulta constante o habitual.
Veremos como sigue evolucionando la cosa.
(Enlace a la entrada original - Licencia)16 noviembre 2009
?Los que tienen más amigos en Facebook?, artículo en El Mundo Magazine
El Magazine de El Mundo publica este artículo de Eva Dallo, “Los que tienen más amigos en Facebook“, sobre el que mantuvimos algunas conversaciones telefónicas largas hace un tiempo. La verdad, jamás me planteé Facebook como “coleccionismo de amigos”: como en muchas otras ocasiones, Facebook es para mí un experimento y una exploración de un medio, algo que utilizo para comunicarme y que me resulta muy eficiente. Durante mucho tiempo mantuve una política relativamente restrictiva: aceptaba solo a personas que conocía, después solo a personas (mientras que rechazaba a empresas o instituciones porque no me acababa de entrar en la cabeza eso de “ser amigo de una entidad”), y finalmente, decidí que me llevaba más tiempo y esfuerzo tener que estar pensando “si sí, si no, si será una rosa o será un clavel” y arriesgarme a que a alguien le pareciese mal que le dijese que no, frente al trabajo de aceptar siempre y clasificar en grupos en función de variables sencillas.
Tengo grupos de diversos tipos, desde mi familia hasta el de mis ex-compañeros en Jesuítas de La Coruña, y una cierta cantidad de personas con las que Facebook es el medio de comunicación habitual y predominante. En Facebook suelo publicar todo lo que publico en Twitter que no es específico de ese canal (si contesto a alguien por algo que me dijo en Twitter, no lo envío a Facebook porque no tendría sentido, y viceversa: las conversaciones que surgen en Facebook las contesto únicamente allí). Como en Twitter, únicamente excluyo o bloqueo a aquellas personas que insultan, descalifican, son maleducadas, hacen spam o me resultan desagradables.
En el fondo, pura y dura exploración, que es a lo que me dedico.
(Enlace a la entrada original - Licencia)15 noviembre 2009
Gracias, Berta
Berta Briales, blogger, entrevistada por Antonio Castro. Gracias, Berta. Has hecho que me sintiese importante.
(Enlace a la entrada original - Licencia)14 noviembre 2009
El hombre que quiere romper Internet
Rupert Murdoch es uno de los hombres más poderosos del mundo: billonario, y sentado en la cima de News Corp., el segundo imperio mediático más grande del mundo después de Disney, con propiedades tan importantes como el Wall Street Journal, Fox y una larga lista de medios, editoras, páginas web, productoras, redes de satélites, etc. en todo el mundo. Y decididamente, no le gusta Internet tal y como lo conocemos. Para alguien del mundo de los medios convencionales, unidireccionales y regidos por unos pocos actores con la capacidad de llegar a acuerdos exclusivos y vender lo mismo muchas veces en muchos sitios, la naturaleza democrática y plana de Internet es claramente una amenaza.
En las últimas semanas, Murdoch ha ido generando declaraciones cada vez más fuertes acerca de sus intenciones futuras. Una de ellas ha sido especialmente polémica: en ella, tacha a Google de parásito y de ladrón de contenidos, y afirma que se dispone a retirar sus sitios de noticias del alcance del motor de búsqueda. Las opiniones al respecto oscilan entre los que opinan que “allá él, que intente sobrevivir sin el tráfico que Google lleva a sus sitios” o que “mejor para sus competidores”, y los que se escandalizan demostrando que, en realidad, muchos de los sitios que el propio Murdoch posee en la red llevan a cabo la misma tarea de organización y consolidación de contenidos de terceros que Google hace (”robo”, según él) y que tanto parece escandalizar al magnate australiano. Pero en realidad, el análisis debe ir un par de pasos más allá:
¿Cuál es la maniobra que realmente está preparando Murdoch? Simplemente, la de acabar con la Internet que conocemos. Pocos tienen una posición como la suya para hacerlo: lo que hay no le gusta, y quiere allgo diferente, algo sobre lo que poder aplicar sus reglas. Para ello, el aliado perfecto, otra empresa que no se encuentra a gusto en Internet, y que también ha intentado “redefinirla a su gusto” en varias ocasiones: Microsoft. En el plan aparece una interesante comunión de intereses: por un lado, Murdoch toma la totalidad de su contenido, y lo retira del índice de Google. Es algo sencillo, que puede hacerse con simplemente introducir un comando ‘disallow’ en el fichero robots.txt de sus sitios web. Por otro, firma un acuerdo de distribución de contenido exclusivo con “el otro” buscador, Bing: un acuerdo parecido a lo que Murdoch lleva toda la vida haciendo en los medios convencionales. El acuerdo permite a Bing diferenciarse siendo el único buscador que indexa el vasto contenido de News Corp., y obtener una clara ventaja competitiva: los artículos de sus periódicos y revistas, el vídeo de sus productoras, los contenidos de sus páginas web. Pero sobre todo, el movimiento consigue lo que Murdoch quiere: revertir la ecuación de poder.
El problema, a mi entender, no está en la lucha de Murdoch con Google. Luchas entre imperios empresariales las ha habido siempre, y bienvenidas sean. El problema está en la naturaleza de la Internet que conocemos. Hasta ahora, Internet es un entorno en el que los contenidos se mueven con libertad: uno puede usar un buscador, y saber que la información a la que accede como resultado de una búsqueda es, en general, la mas relevante. El paso de excluirse de la red, de bloquear la búsqueda, ha sido dado por pocos, y generalmente con resultados muy negativos. Pero Murdoch no es “cualquier” proveedor de contenidos, y además, pretende arrastrar con él a muchos de los que previamente han manifestado su descontento con el dominio de Google: en España, por ejemplo, los diarios de la AEDE se apuntarían encantados al tema, y han mantenido ya reuniones para coordinarlo. Imaginemos, en España, una Google que no indexa los principales periódicos… El resultado, desde muchos puntos de vista, deja de ser Internet, y pasa a ser algo mucho más parecido a la televisión: solo puedes acceder a determinados contenidos si tienes determinados canales en tu suscripción. Decididamente, algo muy alejado de la libertad y la falta de límites de la Internet que conocemos hoy en día. ¿Pierde Google? Indudablemente, la maniobra va dispuesta y dirigida a minar su dominio y cambiar los pesos de los coeficientes en la ecuación de poder. Pero… ¿pierde solo Google? ¿O perdemos todos?
(Enlace a la entrada original - Licencia)13 noviembre 2009
Charla inaugural de Koro Castellano en EBE09
Mi crónica sobre la charla inaugural del EBE09 a cargo de Koro Castellano, Directora General de Tuenti, está ya publicada en el blog oficial. Se titula “Koro Castellano: adiós a la era de los buscadores“.
(Enlace a la entrada original - Licencia)?La disrupción?, mi columna de esta semana en Expansión
Mi columna de esta semana en Expansión se titula “La disrupción” (versión en pdf), e intenta especular sobre la reciente bajada de precios de almacenamiento publicada por Google como “el doble de espacio por una cuarta parte del precio” comparándola con, por ejemplo, lo que significaría si la aplicásemos al mercado inmobiliario o a una barra de pan, e intentando especular sobre los servicios en la red que esto va a generar y los posibles prestadores de los mismos.
(Enlace a la entrada original - Licencia)Hace unos añitos?
DaveMD, de “Fotos de tiempos pasados“, me pidió alguna foto de cuando yo era pequeño, así que le escaneé y le envié una que me hizo mi tío, Jose María P. Santoro en su estudio un verano en Cangas. Calculo que tendré unos tres y cuatro años, o sea, 1968 ó 1969.
(Enlace a la entrada original - Licencia)12 noviembre 2009
Wave, tras la prueba del uso
Llegó con unas expectativas altísimas: una preview espectacular en el I/O Conference ante cuatro mil desarrolladores pertrechados con todo tipo de herramientas de comunicación, y una beta por invitación destinada, según algunos, únicamente a generar buzz, según otros, a controlar el funcionamiento del invento en condiciones de crecimiento controlado.
Ahora, tras unas semanas de funcionamiento, ya me veo en condiciones de opinar con criterio sobre Wave, y mi opinión sigue siendo enormemente positiva. Pero vamos por partes:
Google Wave no es una herramienta fácil de entender. De hecho, probarla no resulta nada sencillo. Y no me refiero a que sea difícil de usar, que no lo es en absoluto, sino a que, de entrada, es invariablemente una herramienta en busca de un propósito. Es como si te dieran un martillo por primera vez en tu vida, y no tuvieras nada que hacer con él, ningún clavo que clavar ni ningún objeto que destrozar a martillazos. Te pondrías a jugar con él, al cabo de un rato lo encontrarías un juguete bastante plano y aburrido, y lo arrinconarías.
Así funciona: te llega la invitación, buscas a ver quién tienes como contacto, y creas una Wave con alguno de ellos. ¿Para qué? Para probar, sin más objeto que ese. Si además tienes la suerte de encontrarte a alguien conectado en ese momento, puedes probar a escribir, a juguetear con la herramienta de mapas y la de votaciones, y cuatro chorradillas más. Eso mismo: chorradas. Sin un propósito detrás, Wave es una chorrada divertida: como una mensajería instantánea con esteroides. Entiendo perfectamente que a mi hija le encante: de repente, ve lo que la otra persona está escribiendo en tiempo real, con lo que se incrementa la sensación de proximidad y de “hay vida inteligente al otro lado”, y puede además insertar en la comunicación lo que le dé la gana, sea un vídeo, una imagen o lo que sea. Lo dicho: una mensajería luxury king-size. La herramienta encuentra su objetivo, el de comunicarse, funciona mejor que lo que había, y no hay más complicación. Cuando vuelven al Gtalk o al Messenger, se encuentran como en una regresión a un pasado triste y gris.
El problema es limitar la experiencia de Wave a eso (si no eres un quinceañero cuyo único objetivo para esa herramienta es la comunicación, me refiero). Si entras en Wave, haces cuatro chorradas, y pretendes opinar sobre ello, te perderás la verdadera miga del asunto. La que solo percibes cuando de verdad tienes que hacer algo que justifique el uso de Wave. En mi caso, y dado que mi única obsesión que me consume estos días es mi libro, la oportunidad llegó corrigiendo un capítulo con otra persona a la que había pedido opinión: fue crear el Wave, pegar el texto, y automáticamente empezar a colaborar en tiempo completamente real. Cada uno veía lo que el otro iba editando en un sitio, mientras en otro íbamos intercambiando opiniones sobre las intenciones de cada parte del texto, lo conveniente de sacar un tema u otro, o el nivel de extensión que queríamos en alguno de los temas. Eficiencia absoluta, experiencia galáctica: no existía ninguna herramienta a nuestra disposición anteriormente que nos hubiese permitido trabajar así, y cuando finalmente cerramos aquello tras una sesión muy productiva, sabíamos que habíamos entendido la utilidad de Wave. Y que a partir de ese momento, para muchas tareas que precisan trabajo coordinado y colaborativo, no queríamos otra cosa.
Para entender Wave puedes ver, por ejemplo, las cosas que empiezan a plantearse en las empresas integrando datos del ERP, en herramientas como Gravity. O leer a Dion Hinchcliffe, analista fino donde los haya, hablando de las implicaciones de Wave para la empresa. ESO es Wave, y no la reunión chorras que te has montado con cuatro amiguetes ahí dentro para poner textos en colorines y divertirse cambiando cada uno los textos del otro. Una plataforma completamente abierta, con un juego completo de protocolos de funcionamiento que convierten la interacción en tiempo real y la integración de datos en algo normal, en un “la norma es que funcione así y no quiero que funcione de otra manera”. Después de haber probado Wave con una cierta seriedad, entiendes que: uno, más te vale entenderlo y encontrarte cómodo manejándolo, porque pronto va a ser una pieza importante para el trabajo de mucha gente. Dos, que en breve podrás diferenciar perfectamente las empresas que trabajan así, frente a las empresas que siguen escribiendo documentos y enviándoselos unos a otros como ficheros adjuntos en un correo electrónico, o metidos en un prehistórico sobre de correo interno.
Wave es una plataforma, y hace lo que hacen las plataformas: integra y complementa, no sustituye. Aquí puedes mantener una reunión productiva, compartir todo tipo de datos, hacer unos presupuestos, discutirlos, y todo ello con sensación de “todo está a un clic de distancia”, de “voy tomando herramientas de una caja inmensa en la que hay de todo”. En cuanto las empresas empiecen a probarlo con cierto fundamento, y considerando que las barreras a la adopción son nulas, se convertirá en una herramienta con capacidad de redefinir muchos de los aspectos de nuestra comunicación y nuestro trabajo cotidianos. Tiene la capacidad de redefinir la forma en la que trabajamos. Pero eso, desde la óptica de quien lo analiza como si fuese “una mensajería con esteroides”, es difícil de entender, y lo será durante un cierto tiempo.
(Enlace a la entrada original - Licencia)11 noviembre 2009
Los trabajadores son más productivos si pueden usar Internet con libertad
Un estudio de la Universidad de Melbourne lleva la contraria al análisis extremadamente simplista de Morse sobre la productividad de los trabajadores en relación con el uso de redes sociales: mientras el estudio de Morse se limitaba a multiplicar horas de uso por sueldo medio de un trabajador y a generar una cifra efectista para los titulares, el de la Universidad de Melbourne mide datos de productividad sobre una base de trescientos trabajadores de los que un 70% llevan habitualmente a cabo lo que se denomina WILB (Workplace Internet Leisure Browsing), y concluye que un tiempo de hasta aproximadamente el 20% invertido en utilizar Internet para propósitos ajenos al trabajo mejora la productividad hasta en un 9%.
La razón para esta mejora de productividad es simple y conocida: pequeñas pausas en el trabajo ayudan a mejorar la concentración. Los pequeños descansos mentales resultantes de cuestiones como refrescar la página en tu red social, actualizar Twitter, charlar un rato en mensajería instantánea, leer el periódico, ver un vídeo o hacer una compra permiten al cerebro descansar brevemente de su tarea habitual y volver a ella con concentración renovada. Por supuesto, como decíamos en la entrada anterior dedicada al tema, todo tiene sus límites: una cosa es el uso, y otra el abuso. Y en este caso, es importante advertir un tema interesante: el uso de redes sociales, en la mayoría de los casos, no es exclusivo. Un trabajador abre una ventana en su red social, la deja abierta en segundo plano, y simplemente acude a ella cada cierto tiempo y la refresca para ver si hay algo nuevo, a modo de “ventana al mundo”. Esas pausas, simplemente, le permiten mantenerse enterado de lo que pasa a su alrededor, más conectado con su mundo y sus amigos. Un sistema nervioso digital del que no resulta nada agradable que no tiene porqué impedirte trabajar, y del que te fastidia que te obliguen a salir.
La ubicuidad de las redes sociales y su importancia cada vez mayor en la vida de las personas produce un efecto interesante: las empresas gastan dinero en software y procedimientos para impedir el acceso de sus trabajadores a sitios como Facebook, y lo que consiguen en realidad con ello son trabajadores más desmotivados, que ven como se les impide el acceso a una conexión con personas y acontecimientos razonablemente importante en sus vidas, y que les lleva a relaciones profesionales basadas en la desconfianza y la represión, en las que predomina un escaso compromiso.
¿Quiere crear un clima de desconfianza, persecución y falta de compromiso? ¿Quiere ser considerado un lugar poco atractivo para trabajar? Ya sabe: haga caso de estudios sin fundamento, y dedíquese a perseguir fantasmas por la red corporativa. Nadie le dice que no controle el abuso, pero no restrinja el uso. Es simplemente una estupidez.
(Enlace a la entrada original - Licencia)Hablando sobre Oracle, Sun y la UE en Cinco Días
Ayer tuve la oportunidad de hablar y cruzarme un par de mensajes con Marimar Juménez, de Cinco Días, al hilo de las objeciones formuladas por las autoridades antimonopolio de la Comisión Europea a la adquisición de Sun por parte de Oracle. Hoy publica un artículo titulado “Bruselas pone objeciones a la compra de Sun por Oracle” (versión en pdf) en el que recoge gran parte de lo que comentamos.
El texto completo de mi mensaje, a continuación:
(Enlace a la entrada original - Licencia)La mayor parte de las objeciones de la UE parecen centrarse en MySQL, afirmando que existen conflictos en el hecho de que Oracle sea el líder de las bases de datos con código propietario mientras que MySQL lo sea en las de código abierto. En la mente del regulador, resulta poco adecuado que una sola empresa controle ambos mercados. Sin embargo, el análisis parece pecar de simplista: el hecho de que Oracle adquiera Sun, que a su vez había adquirido MySQL no significa que Oracle “controle” MySQL o que de alguna manera pueda “regir sus destinos”. En último término, MySQL es software de código abierto, lo que implica que las decisiones de Oracle se limitan a definir su grado de implicación y compromiso con el desarrollo de MySQL, pero no puede limitar éste, porque pertenece a la comunidad. Oracle no puede “cerrar” MySQL, ni dificultar su desarrollo – y de hecho, lo que ha anunciado es que invertirá para potenciar su desarrollo porque potenciar el mercado de esta base de datos favorece su estrategia de centrarse en la oferta de servicios – y si intentase de alguna manera hacerlo, se encontraría con la respuesta de la comunidad de desarrolladores, que la compañía simplemente no puede controlar. Oracle, por tanto, puede influir positivamente en el desarrollo de MySQL si inyecta fondos en el mismo como de hecho ha anunciado que va a hacer, pero no puede influir negativamente porque chocaría con la comunidad y con los principios básicos del open source.
Por otro lado, el perjuicio para la cartera de clientes y para la fuerza comercial de Sun es claro y evidente: justicia retrasada es justicia negada, y no parece adecuado, en un mercado tan dinámico como éste, mantener a una empresa en unas condiciones de incertidumbre tales que limiten su capacidad de competir. Es en este sentido, la respuesta del regulador debería ser considerada como prioritaria y urgente.
10 noviembre 2009
Adiós, Bloglines?
Sí, ya lo sé: debía ser seguramente el último usuario que quedaba en Bloglines. Era estéticamente una reliquia del pasado, y funcionalmente un desastre total que fallaba más que una escopeta de feria. Pero era el lector de feeds que llevaba utilizando desde que empecé a utilizar lectores de feeds en cliente web, y sobre todo, me retenía allí el que era donde tenía mi blog de fuentes, en el que almacenaba todas las noticias que me llamaban la atención en mi lectura diaria. Allí siguen todas desde el primer mes que empecé a hacerlo, nada menos que Septiembre de 2004.
Tener las noticias que has leído o que te han llamado la atención durante más de cinco años en un solo repositorio es muy cómodo: permite recurrir a ellas para documentar cosas (¿donde leí yo aquello sobre…?), vincularlas fácilmente, reenviarlas a quien te hace preguntas… De hecho, el blog de fuentes era una parte del blog, en la columna de la derecha, que recibía bastantes clics, a pesar del martirio que suponía usarlo: leer una noticia en su fuente original obligaba a pasar por una secuencia absurda de tres clics hasta llegar a ella. El blog de fuentes tenía algunos suscriptores, ciento y pico, pero mucho me temo que a estas alturas, los suscriptores de Bloglines eran en su gran mayoría simplemente cuentas zombies: usuarios que un día decidieron que ya estaba bien de problemas, y se fueron a otro sitio.
Eso es exactamente lo que hice hace unos días. Tenía cuenta en Google Reader desde que salió, pero me limitaba a usarla cuando hablaba de estos temas en clase o cuando fallaba Bloglines. Por un lado, me daba pereza dejar de alimentar el blog de fuentes. Por otro, me daba cierta pereza concentrar tantos servicios en un solo proveedor: en Google leo las noticias, administro mi correo, llevo mi agenda, monitorizo mi salud, las analíticas de mis páginas, y yo que sé cuántas cosas más… Pero finalmente, los fallos de Bloglines se convirtieron en la norma: feeds que dejaban de actualizarse, que se saturaban de golpe hasta el límite de doscientas noticias sin leer, problemas de acceso, o simplemente la evidencia de que el servicio no mejoraba ni incorporaba prestaciones nuevas. Todo el nuevo rango de prestaciones sociales, interesantísimas en un lector de noticias, estaba ausente en Bloglines. Al final, la sensación de que lo que realmente quería IAC, propietario de Bloglines tras su adquisición en Febrero de 2005, era que sus usuarios se fueran y dejasen de dar la lata para cerrar el servicio definitivamente. Un final muy triste que el pasado agosto ya anticipaba Michael Arrington en TechCrunch, y al que debí haber hecho caso mucho antes. En la web, la nostalgia y la inercia no son buenas consejeras.
La sección del blog de fuentes en la columna de la derecha y que recoge las últimas cinco noticias que he compartido en Google Reader ya envía directamente a la fuente original en un solo clic. Además, mi página de compartidos está aquí, y por supuesto te puedes suscribir a ella si eres usuario de Reader o de cualquier otro lector de feeds.
(Enlace a la entrada original - Licencia)09 noviembre 2009
Mis impresiones sobre el Kindle
Diez días de uso intenso de un dispositivo permiten ya una perspectiva suficiente como para escribir sobre él. Desde el día 28 que llegó el Kindle a casa, he estado utilizándolo, llevándomelo para leer en ratos perdidos, comprando algunos, usándolo para mis propios archivos, probando la batería… Diagnóstico: encantado con él.
Comienzo, como en la entrada anterior, con las advertencias: mi decisión de comprar el Kindle estaba vinculada a mi forma de utilizarlo. Soy un feroz usuario de Amazon. A mi despacho llegan habitualmente paquetitos sonrientes con novedades que quiero leer habitualmente rápido. Y de lo que más me gusta de Amazon es, precisamente, lo bueno que es su sistema de recomendación: llevo muchos años alimentándolo no solo con compras, sino cualificando las recomendaciones con puntuaciones o cuando ya tengo el libro que me recomienda. De ahí que encuentre un gran valor en la distribución digital si proviene precisamente de mi librería favorita. Leo fundamentalmente novedades, en inglés, y sobre una temática concreta, razón por la que pensé que decidirme por el Kindle en lugar de otro lector podía ser una buena decisión. Y sinceramente, creo que no me equivoqué.
Tras diez días de uso, lo primero que se me viene a la cabeza es que hablamos de un dispositivo que casi tienes que hacer un ejercicio mental para recordar que es eléctrico. Hice una carga completa del Kindle el día que llegó, aunque venía relativamente cargado, y lo tuve que volver a recargar ayer por la noche, diez días después. La sensación de que el dispositivo en reposo no consume energía es como mínimo curiosa. Cierras la funda de cuero (por cierto, muy recomendable) cuando dejas de leer, y al cabo de un cierto tiempo sustituye tu página por un dibujo o fotografía de algún escritor, que cambia de vez en cuando supongo, pero no lo sé, que para evitar el efecto memoria en la pantalla. Eso es todo. Como el dispositivo únicamente consume en los refrescos de pantalla, el consumo es mínimo. No lo he apagado en ningún momento, en los aviones me he limitado a apagarle la conectividad (que puedes mantener apagada salvo cuando bajas algo, lo cual maximiza aun más la duración de batería).
La experiencia de comprar un libro es buenísima: te conectas, ves la selección, localizas lo que quieres, das un clic, y ya lo tienes. La tienda Kindle aún no tiene de todo, en alguna ocasión me he encontrado libros que quería y no pude adquirir, y por supuesto, el inventario en español es bastante deficiente. El precio de los libros desde España está en torno a los $13, unos €8.7, al que no soy en absoluto sensible: estoy acostumbrado a pagar más por mis libros, y bastante más si les añado los gastos de envío.
La experiencia de lectura, perfecta. La pantalla no cansa nada, es exactamente igual que un papel. Cambias el tamaño de letra sin problemas, marcas las páginas, y lo mejor, tomas notas o marcas partes del libro – algo que yo hago muchísimo en mi esquema de lectura en papel, con frases que quiero reutilizar, recordar, etc. – con absoluta facilidad. El control para marcar un texto es único: haces clic, te desplazas, otro clic para terminar, y listo. Para lo que hago con él, leer libros en los que prácticamente solo hay texto, la pantalla tiene un tamaño perfecto: si usas muchos diagramas o libros ilustrados, puedo entender que te apetezca más su primo mayor, el Kindle DX, que todavía no está en versión internacional, pero a mí, la verdad, me llega perfectamente con este tamaño.
Los controles son cómodos y simples, no tienen pérdida (salvo que los usuarios de iPhone tienden a intentar usar la pantalla como si fuera táctil, cosa que evidentemente no es). Los mandos para pasar página atrás y adelante están ubicados cómodamente, y el teclado no estorba especialmente. El refresco de pantalla es completamente espartano, nada de efectos, simplemente se va una página y viene otra, sin más: hay que ahorrar batería.
Curiosa y futurista la opción de lectura: una voz sintetizada muy bien conseguida, que te va leyendo las páginas y pasándolas solo al ritmo preciso. Es una sintetización de voz a partir el texto escrito, lo que hace que funcione con libros, pero también con cualquier pdf, lógicamente en inglés. Se conecta y desconecta con una simple combinación de teclas. No he intentado acostumbrarme a ello por el momento, pero la posibilidad de usar el Kindle como lector con cascos puede llegar a ser interesante para según qué situaciones.
El cable de alimentación, en un detalle manifiestamente mejorable, viene con enchufe norteamericano de clavijas planas. Afortunadamente, en mi casa no faltan conversores (solo es preciso cambiar la forma de la clavija, el voltaje de 220 funciona perfectamente) pero resulta incómodo. El cable es además desenchufable del adaptador de pared – imagino que pronto estará disponible el adaptador de enchufe español – y termina en una clavija USB, con la que se puede enchufar el Kindle al ordenador. Al enchufarlo, se identifica como una unidad de almacenamiento, y puede también cargarse. Para gestionar archivos en otros formatos – libros descargados de otros sitios o pdf de todo tipo – utilicé Calibre: gratuito, sencillo, y disponible tanto en OS X como en Linux o Windows (gracias, Eduardo). Identificó el dispositivo a la primera, me pidió que configurase mi cuenta de correo para enviar al Kindle (no he usado el envío por correo elecrtónico, me los he pasado siempre a través del cable), y complejidad cero: arrastras los pdf o los libros en el formato que sea a tu estantería virtual, y de ellos, los que quieras al dispositivo. Cuando es necesario, el programa te propone la conversión, y por el momento, lo ha hecho perfectamente bien en todos los casos. ¿Dispositivo cerrado? No me lo ha parecido: yo estoy leyendo en él lo que me da la gana sin ningún problema ni coste adicional.
Una experiencia, en resumen, perfectamente adaptada a lo que esperaba. Nulos problemas de interconectividad o de formatos, todo funciona perfectamente a la primera sin complicaciones, y tengo las novedades de Amazon en la mano en lo que me lleva hacer un clic, sin que me complique llevarme los pdf que quiera o libros en otros formatos. Para mí, prueba más que superada.
(Enlace a la entrada original - Licencia)08 noviembre 2009
Twitter y el efecto recomendación
La gráfica de la izquierda (visión dinámica en TwitterCounter) muestra la evolución de mis seguidores en Twitter a lo largo del último mes: una línea relativamente estable, con un crecimiento suave y sostenido que ha sido así durante muchos meses. Hasta que el día 3 de noviembre se anunció Twitter en español, que incluía una nueva página con una lista de usuarios recomendados entre los cuales estaba yo (la lista es dinámica, solo te ofrece personas que no sigues. Si ya me sigues, no me verás en ella). Desde ese día, el crecimiento se disparó: 2.386 nuevos seguidores el primer día, 828 el segundo, 2.229 el tercero, y 3.014 el cuarto (es decir, ayer). De los nueve mil y pico seguidores que tenía el día 2, he pasado a unos dieciocho mil, y por el momento, sigue subiendo a gran velocidad.
Por el momento, el efecto de tan rápido crecimiento en mi uso de Twitter es más bien escaso: el grueso de los nuevos usuarios son nuevos en la aplicación, tienen por lo general pocos contactos, tienden a hacer clic en mis enlaces mucho menos que los usuarios habituales, y utilizan poco la función de respuesta. Es conveniente saber que mi uso de Twitter en esta temporada es notablemente menos intenso que el que desarrollo normalmente: estoy actualmente en la última fase de escritura de un libro, intento pasar en casa el mayor tiempo posible, y poner en Twitter lo que estoy haciendo sería una sucesión de “Estoy en casa, escribiendo” que no tendría mucho sentido. Por tanto, tiendo a poner en Twitter noticias que leo, cosas que me parecen interesantes o comentarios que me pasan por la cabeza, pero respondo mucho menos a la pregunta de “¿Qué estás haciendo?”. El efecto de este nuevo patrón de uso es muy claro: se incrementa en un factor muy elevado el número de retweets, que puede interpretarse como una medida de relevancia (lógicamente, el que yo haga A o vaya a B carece generalmente de relevancia salvo para mis amigos y conocidos, mientras que el que señale una noticia, un chiste, etc. puede en ocasiones tener una importancia mayor para un colectivo más amplio de personas).
La evolución natural, teniendo en cuenta las sensaciones que provoca Twitter al principio, será que un cierto porcentaje de las nuevas incorporaciones a Twitter simplemente lo utilicen unos días, no encuentren nada que llame especialmente su atención, y lo abandonen. Otros, tras añadir a algunos de los usuarios recomendados, empezarán a seguir a sus amigos y conocidos, momento en el que Twitter comenzará para ellos a dotarse de sentido: mi percepción de Twitter es la de una herramienta completamente bidireccional, que incrementa el grado de proximidad que las personas sienten con aquellos que tienen en su timeline. Usarla para seguir a personas que no conoces puede ser interesante, pero si éstas no aparecen en tu Twitter junto con otras personas que te importen de verdad, acaba aburriendo.
Twitter es una herramienta pensada para un uso casi constante: puedes dejarla en una pestaña de tu navegador y actualizarla a mano, o usar alguna de las muchas aplicaciones que lo monitorizan cada cierto tiempo en el ordenador o en el móvil, pero si tu timeline se reduce a las actualizaciones de personas con las que no te une una relación directa, te acabará resultando aburrido relativamente rápido. Si solo lo ves cuando entras a propósito en Twitter, lees y lo cierras, tampoco te funcionará. Para que Twitter te enganche, tienes, en mi opinión, que seguir a personas que realmente conozcas, cuyas actualizaciones te interesen porque son tus amigos y conocidos, con las que establezcas conversaciones habituales. Hasta hace poco, Twitter era un ecosistema relativamente homogéneo: predominaban personas con interés en la tecnología y con cierta vidilla en la web. Un nuevo usuario, si no cumplía con ese perfil, podía tener complicado encontrar a sus contactos habituales. Ahora, con la versión en español funcionando y un crecimiento muy elevado, las posibilidades de encontrar amigos y conocidos se incrementan notablemente, lo que posiblemente lleve a un porcentaje superior de adopción tras la apertura de la cuenta (o recíprocamente, a un porcentaje de abandono menor).
En cualquier caso, la experiencia está siendo muy interesante, sobre todo para alguien como yo que se dedica a estudiar estas cosas. A mis nuevos seguidores, que mañana ya superarán en número a los que tenía antes del día 3, decirles que mi forma de usar Twitter es la siguiente: sigo a muy pocas personas, normalmente con el requisito de conocerlas personalmente y que mantengan una cierta actividad contando cosas que me resultan interesantes. Me considero incapaz de tener en mi timeline a más de sesenta o setenta personas: a partir de ahí, me saturo y simplemente no veo nada. Suelo contestar a la mayoría de las personas que se dirigen a mí a través de Twitter, a no ser que hayan pasado varias horas y me dé la impresión de que la contestación ya está descontextualizada, pero debido a la fuerte asimetría, contesto normalmente mediante mensaje directo, salvo que considere que la respuesta tiene de algún modo interés general. Esto lleva, en muchos casos, a que la persona a la que contesto no pueda usar la misma vía: si yo no sigo a esa persona, el sistema no le permite enviarme un mensaje directo. Para evitar esa sensación desagradable de “Enrique me envía un mensaje directo pero no me deja que se los envíe yo”, estoy pensando en cambiar la fórmula: posiblemente empiece a seguir recíprocamente a todos mis seguidores para darles la posibilidad de recurrir al mensaje directo, pero agrupe en una lista a aquellos que conforman mi timeline actual, que así seguirían siendo los que vería habitualmente. Pero aún estoy dándole forma a esa alternativa y viendo como funcionaría con los dispositivos y aplicaciones que uso todos los días.
La verdad, no sé si las cosas que cuento en Twitter son suficientemente interesantes como para tener una cantidad de seguidores tan elevada. No soy un “famoso”, sino un simple profesor de una escuela de negocios que estudia los cambios que la tecnología provoca en personas y empresas. Tampoco soy “la alegría de la huerta”: no creo tener una vida especialmente divertida o interesante (soy más bien hogareño, aunque acabe viajando bastante a lo largo del año). De mi Twitter te puedes esperar una frecuencia de actualización media de entre seis y diez veces al día (esta temporada algo menos), en las que cuento las cosas que hago, donde voy, temas de los que escribo, noticias que leo o veo… Lógicamente, un predominio de temas relacionados con la tecnología y sus efectos, y con la actividad de un profesor con cierta exposición en medios. No “colecciono” seguidores, no compito con nadie por el número de seguidores, y no me siento más o menos importante o especial por el hecho de tener muchos o pocos. Soy un experimentador constante: si me sigues, verás que en muchas ocasiones hago pruebas y las monitorizo. Mido qué enlaces reciben más tráfico, intento aislar de qué factores depende, entender el funcionamiento de este tipo de comunidades… Considero Twitter un canal de comunicación, y llevo muchos años estudiando los canales de comunicación. Si decides quedarte y ayudarme a ello, encantado de tenerte por aquí.
(Enlace a la entrada original - Licencia)