Rupert Murdoch es uno de los hombres más poderosos del mundo: billonario, y sentado en la cima de News Corp., el segundo imperio mediático más grande del mundo después de Disney, con propiedades tan importantes como el Wall Street Journal, Fox y una larga lista de medios, editoras, páginas web, productoras, redes de satélites, etc. en todo el mundo. Y decididamente, no le gusta Internet tal y como lo conocemos. Para alguien del mundo de los medios convencionales, unidireccionales y regidos por unos pocos actores con la capacidad de llegar a acuerdos exclusivos y vender lo mismo muchas veces en muchos sitios, la naturaleza democrática y plana de Internet es claramente una amenaza.
En las últimas semanas, Murdoch ha ido generando declaraciones cada vez más fuertes acerca de sus intenciones futuras. Una de ellas ha sido especialmente polémica: en ella, tacha a Google de parásito y de ladrón de contenidos, y afirma que se dispone a retirar sus sitios de noticias del alcance del motor de búsqueda. Las opiniones al respecto oscilan entre los que opinan que “allá él, que intente sobrevivir sin el tráfico que Google lleva a sus sitios” o que “mejor para sus competidores”, y los que se escandalizan demostrando que, en realidad, muchos de los sitios que el propio Murdoch posee en la red llevan a cabo la misma tarea de organización y consolidación de contenidos de terceros que Google hace (”robo”, según él) y que tanto parece escandalizar al magnate australiano. Pero en realidad, el análisis debe ir un par de pasos más allá:
¿Cuál es la maniobra que realmente está preparando Murdoch? Simplemente, la de acabar con la Internet que conocemos. Pocos tienen una posición como la suya para hacerlo: lo que hay no le gusta, y quiere allgo diferente, algo sobre lo que poder aplicar sus reglas. Para ello, el aliado perfecto, otra empresa que no se encuentra a gusto en Internet, y que también ha intentado “redefinirla a su gusto” en varias ocasiones: Microsoft. En el plan aparece una interesante comunión de intereses: por un lado, Murdoch toma la totalidad de su contenido, y lo retira del índice de Google. Es algo sencillo, que puede hacerse con simplemente introducir un comando ‘disallow’ en el fichero robots.txt de sus sitios web. Por otro, firma un acuerdo de distribución de contenido exclusivo con “el otro” buscador, Bing: un acuerdo parecido a lo que Murdoch lleva toda la vida haciendo en los medios convencionales. El acuerdo permite a Bing diferenciarse siendo el único buscador que indexa el vasto contenido de News Corp., y obtener una clara ventaja competitiva: los artículos de sus periódicos y revistas, el vídeo de sus productoras, los contenidos de sus páginas web. Pero sobre todo, el movimiento consigue lo que Murdoch quiere: revertir la ecuación de poder.
El problema, a mi entender, no está en la lucha de Murdoch con Google. Luchas entre imperios empresariales las ha habido siempre, y bienvenidas sean. El problema está en la naturaleza de la Internet que conocemos. Hasta ahora, Internet es un entorno en el que los contenidos se mueven con libertad: uno puede usar un buscador, y saber que la información a la que accede como resultado de una búsqueda es, en general, la mas relevante. El paso de excluirse de la red, de bloquear la búsqueda, ha sido dado por pocos, y generalmente con resultados muy negativos. Pero Murdoch no es “cualquier” proveedor de contenidos, y además, pretende arrastrar con él a muchos de los que previamente han manifestado su descontento con el dominio de Google: en España, por ejemplo, los diarios de la AEDE se apuntarían encantados al tema, y han mantenido ya reuniones para coordinarlo. Imaginemos, en España, una Google que no indexa los principales periódicos… El resultado, desde muchos puntos de vista, deja de ser Internet, y pasa a ser algo mucho más parecido a la televisión: solo puedes acceder a determinados contenidos si tienes determinados canales en tu suscripción. Decididamente, algo muy alejado de la libertad y la falta de límites de la Internet que conocemos hoy en día. ¿Pierde Google? Indudablemente, la maniobra va dispuesta y dirigida a minar su dominio y cambiar los pesos de los coeficientes en la ecuación de poder. Pero… ¿pierde solo Google? ¿O perdemos todos?
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.