No va en mi carácter hacer enmiendas a la totalidad ni caer en el tremendismo, pero desde hace un cierto tiempo, ya demasiado, se diría que el papel del Parlamento Europeo es el de conseguir que toda legislación que contradice abiertamente la voluntad de sus ciudadanos pero favorece los intereses de quienes financian los todopoderosos lobbies de Bruselas pase y sea aprobada sin problemas. La gran virtud del Parlamento Europeo está siendo la de multiplicar por veintisiete las corruptelas y las influencias generalizadas en los Parlamentos nacionales, y llevárselas más lejos, a Bruselas, donde por la distancia se notan aparentemente menos.
La última hazaña del Parlamento Europeo es la de pretender cambiar la definición de estándares abiertos: en lugar de la actual definición de estándar abierto, expresada como “The standard is adopted and will be maintained by a not-for-profit organisation, and its ongoing development occurs on the basis of an open decision-making procedure available to all interested parties” (no traduzco porque este tipo de cosas requieren una traducción extremadamente cuidadosa), la nueva propuesta pretende adoptar esta otra: “Openness is the willingness of persons, organisations or other members of a community of interest to share knowledge and to stimulate debate within that community of interest, having as ultimate goal the advancement of knowledge and the use thereof to solve relevant problems”. Que viene a traducirse como “ser abierto es como ser bueno: tener buenas intenciones y ayudar a las viejecitas a cruzar la calle”. Simplemente alucinante.
El interés de la industria en este tema resulta asquerosamente evidente: ante el apoyo de la UE a los estándares abiertos, y dada la claridad de declaraciones como las de Neelie Kroes del pasado 2008 (“I know a smart business decision when I see one – choosing open standards is a very smart business decision indeed. No citizen or company should be forced or encouraged to choose a closed technology over an open one.”), lo que se impone es, simplemente, degradar el significado del término “estándares abiertos” para convertirlo en algo sin sentido, que todo el mundo puede cumplir sin necesidad de compromiso alguno. Profundamente sucio, bajo, rastrero, y una vez más, revelador del tipo de cosas que ocurren constantemente en los pasillos de Bruselas: puedes votar a quien quieras, que harán lo que les dé la gana. Bruselas es el gobierno del pueblo, sin el pueblo.
Mañana miércoles 4, otra más: el paquete Telecom, ante cuyos abusos se ha expresado ya en numerosas ocasiones la voluntad popular, vuelve por sus fueros. Aquí, poco importa que se rechace algo: la mecánica parlamentaria lleva a que, habiendo el interés y el dinero suficiente, existan infinitos caminos para volver a pasar la legislación todas las veces que haga falta, hasta que, aunque sea por puro agotamiento, caiga en la dirección adecuada. De la sesión de mañana puede emerger el “pensamiento Sarkozy”, que afirma que es perfectamente lícito cortar el acceso de todo aquel que, según sus absurdos razonamientos, “se porte mal”. Como si cuando escribes algo que no le gusta a alguien, te fuesen por ello a prohibir el acceso a bolígrafos y papel. Verdaderamente impresionante.
Lo que acabas teniendo es la asquerosa sensación de que la voluntad popular es lo de menos. Que simplemente no se puede luchar contra lo que quieren algunos, porque mientras éstos usan poderosísimas armas de destrucción masiva en forma de lobbies carísimos y enormes despachos de abogados profesionales, los ciudadanos solo podemos oponer las minúsculas acciones llevadas a cabo mediante nuestros ciclos ociosos, en nuestro tiempo libre. Una lucha completamente desigual, que lleva a que aquellos que supuestamente elegiste para que te representasen, acaben representando en realidad los intereses de otros, en muchas ocasiones contrapuestos a los tuyos, en algo que se convierte en la pantomima de una democracia. Vaya por delante que soy un europeísta y un demócrata convencido. Pero cada día que pasa, lo que veo en relación a estos temas me produce un asco mayor. Esta no es la democracia que nos prometieron.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.