26 agosto 2013

Agotando toda capacidad de sorpresa

UN building in NYC (Photo: E. Dans)Algo muy siniestro está pasando en el mundo cuando últimamente nada de lo que salta a los medios tiene trascendencia real ni genera efecto alguno. Si por algo se está caracterizando la era post-Snowden es por haber, aparentemente, acabado con la capacidad de sorpresa de todos: a estas alturas, pensar que todo un Presidente de los Estados Unidos dimitió de su cargo por haberse podido demostrar su implicación en un escándalo de espionaje político ya solo nos lleva a pensar “¡qué pringado!”

En la foto, el edificio de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York. Edificio que ahora, tras las revelaciones publicadas por Der Spiegel, sabemos que era completamente transparente para la NSA norteamericana, que en el verano de 2012 logró el acceso completo a la red de vídeo interna, y se dedicó desde entonces a incrementar sistemáticamente la frecuencia de monitorización. También lo hizo, como supimos el pasado junio, con las oficinas de la Unión Europea, práctica que continuó incluso cuando dichas oficinas cambiaron su domicilio, como una rutina completamente normal consistente en escuchar las comunicaciones de diplomáticos de otros países aliados con los que teóricamente se mantiene una relación perfectamente estable.

Pero espiar las comunicaciones diplomáticas no es lo único para lo que sirve desarrollar la mayor maquinaria de control del mundo. Después de todo, alguien podría alegar que los Estados Unidos no son el primer país ni el único en espiar a otros en tiempo de paz. Pero demos un paso más: ¿qué tal utilizar la maquinaria del espionaje en la red para obtener información sobre alguien que amenaza intereses comerciales de empresas norteamericanas? En efecto, un análisis publicado por un periodista neozelandés demuestra que la NSA utilizó su red para obtener información sobre Kim Dotcom y forzar su detención – ilegal, por cierto –  en Nueva Zelanda. Si piensas en alegar que Kim Dotcom, después de todo, no era posiblemente lo que muchos considerarían un ciudadano ejemplar, párate a pensar que la acción está completamente fuera de la misión establecida para la NSA, que consiste supuestamente en colaborar en la investigación de objetivos militares, de contra-inteligencia o de actividades terroristas. Dado que Kim Dotcom estaba acusado de violación de derechos de autor, el hecho de que la NSA haya excedido claramente sus funciones para investigarlo demuestra claramente que los Estados Unidos hacen uso de su red para cualquier cosa, incluidas actividades económicas. ¿Cuántas empresas de fuera de los Estados Unidos habrán sido espiadas para beneficiar a empresas norteamericanas, por ejemplo, en su dinámica competitiva, o para obtener la licitación de un contrato?

Pero vamos todavía más allá: espionaje de ciudadanos privados utilizando la red y las capacidades de la NSA, por cuestiones relacionadas con lo puramente sentimental. Imagínatelo: un ex-marido vigilando lo que hace su ex-mujer, otro vigilando a su pareja, otro a la persona que le gusta… genial: lo que diríamos “jugar con ventaja”. Y lo mejor: todo con el dinero de los impuestos pagados por las propias víctimas del injustificable espionaje.

Si quieres añadir más leña a un fuego ya de por sí demasiado grande, puedes incluir que todo lo que se contestó en su momento como intento de explicación de dichas actividades fueron mentiras, expuestas posteriormente de manera palmaria en la sucesiva cadena de revelaciones: el presidente Obama no solo montó la mayor maquinaria de espionaje sobre sus propios ciudadanos y sobre todo tipo de actividades en el mundo aunque nada tuviesen que ver con el terrorismo o los objetivos militares, sino que además, mintió de manera descarada y persistente cuando se le preguntó específicamente por ello. ¡Y pensar que al Presidente Clinton llegaron a iniciarle un proceso de destitución o impeachment por haber mentido… en un simple lío de faldas! ¿No es sorprendente hasta qué punto han cambiado los estándares morales desde finales de los años ’90?

¿Qué hacer? Mientras puedas, instalarte una VPN y cifrar todo tu tráfico… pero no te hagas ilusiones, eso también se va a acabar: del mismo modo que la NSA ha tomado posesión de toda la red y lo que sobre ella circula, también es capaz de obligar a cualquier empresa a cooperar con sus fines, o a evitar que puedas utilizar determinados servicios porque, sencillamente, no puedes utilizar ningún medio de pago razonablemente cómodo para ello.

No, las acciones de whistleblowers como Chelsea Manning o Robert Snowden no son un acto absurdo ni injustificado: pocas cosas resultan más importantes que traer a la luz pública las barbaridades que algunos están cometiendo supuestamente en nombre de la seguridad, pero en realidad encubriendo el desarrollo de un auténtico estado de excepción injustificable. Por mucho que podamos justificar que determinadas cosas que un gobierno maneja deben ser necesariamente secretas y no deben ser expuestas, es fundamental una discusión abierta sobre la naturaleza y justificación de esos secretos, sobre su compatibilidad con las reglas de un estado democrático, y sobre la imperiosa necesidad de redefinir todo lo relacionado con la transparencia en la gestión de información.

Realmente, con lo visto hasta ahora, ya podemos afirmar que las cosas ya no se pueden poner peor. Y sin embargo, no pasa nada. Que Barack Obama no haya tenido que hacer frente a ninguna protesta mínimamente preocupante, o no haya sido objeto de ninguna iniciativa de impeachment dice muy poco, poquísimo, en favor de una comunidad internacional y de un pueblo norteamericano cuya capacidad de sorpresa y tolerancia parece haber escalado hasta el infinito… y más allá.








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