La reciente revelación de la identidad de la escritora británica más vendida de todos los tiempos, J. K. Rowling, en su publicación con seudónimo de una novela policíaca, “The cuckoo’s calling“, me ha llevado a leer algunas cosas sobre la estilometría, la aplicación de los elementos del estilo lingüístico en muchos casos a la atribución de autoría de textos. Aunque el caso de J. K. Rowling, saldado finalmente con una indemnización convertida en pago a una entidad benéfica, fue iniciado en realidad por una indiscreción en Twitter de su bufete de abogados, la estilometría fue la tecnología que The Sunday Times utilizó para verificar la información que finalmente decidió publicar.
El anonimato es percibido por muchos como un derecho, e incluso recibe protección legal en muchos contextos por su papel a la hora de proteger derechos como la libertad de expresión sin estar sujeto a presiones, acoso, intolerancia o represalias. En el caso de la autoría de una obra, el anonimato o el uso de seudónimo permite una libertad creativa y una posibilidad de presentar una obra sin estar sujeta a los sesgos provocados por contextos anteriores, y es un recurso utilizado habitualmente por muchos autores.
La estilometría utiliza una variedad de técnicas analíticas para lograr la caracterización de un texto. El uso de determinados patrones gramaticales de un texto (artículos, pronombres, conjunciones, verbos auxiliares, interjecciones, etc.) permite, mediante análisis de componentes principales, obtener una huella característica de un autor, que puede ser utilizada con propósito de atribución. Otras técnicas utilizadas son las redes neuronales, los algoritmos genéticos o el análisis de asociación de palabras, en búsqueda de pautas reconocibles.
En un entorno como la red, la estilometría puede suponer un arma fundamental en el arsenal analítico de los gobiernos. Poder caracterizar a un posible activista en función de sus escritos, poder atribuir determinados textos, almacenar las huellas estilísticas de todos los ciudadanos a partir de lo que escriben en la red o ser capaz, incluso, de utilizar estas técnicas como prueba procesal supone una presión añadida al clima de vigilancia en el que estamos viviendo. De ahí el desarrollo de JStylo-Anonymouth, una herramienta diseñada por estudiantes del Privacy, Security and Automation Lab (PSAL) de Drexel University, que permite analizar un texto y sugerir los cambios necesarios para evitar la caracterización del mismo mediante el uso de técnicas de estilometría (descritas en más profundidad en este estudio). Una especie de “estilometría inversa” al servicio de aquellos que consideran importante resguardar su anonimato.
El tema me ha llamado la atención, al tiempo que me ha despertado interrogantes. Me imagino que las pautas estilísticas se perderán en un cambio de idioma, por ejemplo, o incluso que se generarán otras posiblemente diferentes. O me pregunto qué ocurrirá en el caso de documentos de autoría compartida, en los que múltiples autores se reúnen, por ejemplo, en un documento en el que se dan procesos de escritura, enmienda y reflexión colectiva - la gran mayoría de los procesos de activismo en los que he participado han tenido lugar en torno a herramientas de este tipo. La idea de que lo que escribes lleva, en cierto sentido, “tu huella” y que esta puede ser utilizada para caracterizarte con un nivel de precisión significativo es, como mínimo, intrigante, como lo es el posible uso por parte de determinadas agencias gubernamentales que operan al margen de todo control. Un tema en el que, sin duda, es necesaria muchísima reflexión.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.