02 agosto 2013

Ollas a presión, mochilas y terroristas: una sociedad paranoica

Olla FagorUna periodista neoyorquina, Michelle Catalano, recibe la visita de seis policías que hacen a su marido preguntas de todo tipo sobre bombas y ollas a presión. Según parece, el origen del problema está en una serie de búsquedas hechas, según afirma la policía, desde un ordenador de una empresa en la que éste había trabajado. En su relato de los hechos, la periodista relaciona algunas de las preguntas de la policía con el hecho de haber hecho búsquedas sobre ollas a presión, mientras su marido había buscado información sobre una mochila, y probablemente su hijo había, en algún momento, hecho clic en alguno de los vínculos de las noticias del maratón de Boston en el que se hablaba de cómo construir una bomba con una olla a presión. Una olla a presión ya no es un recipiente para cocinar, una mochila ya no es simplemente una forma de lleva tus cosas encima, y buscarlas en la web o hacer clic en según qué enlace puede convertirte en un sospechoso de terrorismo.

En paralelo, The Wall Street Journal da cuenta de un documento de doce páginas escrito por Al-Minbar Jihadi, una organización musulmana radical, en el que da consejos sobre cómo mantener la actividad en la red a salvo de la vigilancia de la NSA o de otras instituciones gubernamentales, y algunos medios lo titulan como “Por qué todos debemos leer este manual yihadista sobre la seguridad en la web“. Atención al tema: una publicación occidental aconsejando a sus lectores que sigan las recomendaciones que una organización radical da a sus activistas para mantenerse a salvo de la vigilancia del gobierno.

Estamos acercándonos a la idea de una sociedad paranoica. Lo importante ya no es lo que buscas, sino lo que otros podrían creer que estás buscando. No es lo que eres, sino lo que podrías llegar a parecer. Nadie, sea bueno o malo, está a salvo de algo así. Las normas básicas de la convivencia, las leyes, las enmiendas constitucionales ya no valen, porque surge un poder que se sitúa por encima de ellas, que las reinterpreta a su antojo, sin control alguno, sin asumir responsabilidades, y mintiendo abiertamente sobre ello. Han roto el contrato social, y al hacerlo, han matado nuestra confianza. Esto es insostenible.



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