Hace ya bastante tiempo que los desarrollos en monitorización de parámetros relacionados con el ejercicio, la nutrición o la salud entendidos de un modo amplio empezaron a apuntarse como tendencia en segmentos demográficos caracterizados por la afinidad a la tecnología y a lo social.
El fenómeno del quantified self como medición de parámetros de actividad relacionados con el bienestar personal, incluyendo aspectos que van desde el mero autocontrol hasta esquemas de gamificación social para procurar incentivos a la consecución de determinados objetivos no son ya novedad: los primeros activity trackers como Fitbit datan del año 2009, y en torno a ellos han surgido toda una amplísima panoplia de dispositivos de diferentes tipos dentro de la categoría que se ha dado en llamar wearables, en la que actualmente compiten, además de Fitbit, marcas como Nike, Jawbone, Misfit, Bowflex, Withings, y muchas más, y se combinan o confunden en sus funciones con dispositivos como smartwatches o aplicaciones de smartphone. Además, existe todo un amplio ecosistema de medidores de parámetros como peso, porcentaje de grasa, ritmo cardíaco, presión arterial, sueño, etc. de estas y otras marcas, que pretenden complementar una imagen de nuestro estado general o incluso funcionar como auténticos dispositivos de diagnóstico clínico, y que están generando un enorme interés: Scanadu, del que hablamos no hace mucho, ha sido capaz no solo de multiplicar por dieciséis su objetivo inicial de $100.000 en su campaña de crowdfunding en Indiegogo, sino también de levantar diez millones y medio de dólares de inversores privados para continuar con su desarrollo.
Según una reciente encuesta de Pew Internet and American Life Project, se calcula que en torno a un 70% de norteamericanos llevan un cierto registro de parámetros de su salud, aunque la mayoría lo hacen mediante dispositivos convencionales no conectados y soluciones de baja tecnología, como la memoria o una libreta. Alrededor de una quinta parte de esos utiliza aplicaciones específicas para ello, un porcentaje que tiende a crecer a medida que dichas aplicaciones se hacen más sencillas y accesibles.
¿Hacia dónde va todo esto? El crecimiento de la base de personas que llevan a cabo una sistematización de métricas relacionadas con su salud va en paralelo con el desarrollo progresivo de una cultura basada en la actividad física saludable: nunca hemos visto tanta gente corriendo, caminando o practicando deporte de una manera habitual. Las empresas dedicadas al desarrollo de este tipo de dispositivos están captando cada vez más inversión, dando forma a un ecosistema en evidente rumbo de colisión con el mundo de la salud. Las inversiones en el campo de digital health se han triplicado tan solo a lo largo del último año. Las posibilidades que un entorno de constante generación de datos puede aportar a la medicina son enormes, de cara por un lado a la transición de sistemas de salud enfocados a la solución de problemas hacia la prevención de los mismos, y por el otro hacia la investigación. Estamos aproximándonos progresivamente hacia mecanismos que permitan una monitorización prácticamente constante, frente a pruebas diagnósticas que simplemente ofrecen una imagen fija de un momento determinado: un rediseño de todo lo relacionado con la salud que va a conllevar fuertes cambios y redimensionamientos en muchas empresas relacionadas con ello.
Estoy convencido de que en breve empezaremos a ver los primeros sistemas comercialmente enfocados hacia una monitorización preventiva de la salud. Seguramente aparecerán sistemas de medicina personalizada que, combinados con el auge del personal genomics, estarán enfocados a segmentos sociales que puedan económicamente permitírselo – el coste de los dispositivos no es barato, y el de los sistemas que hay que desplegar para llevar a cabo una interpretación constante de la lectura de los mismos lo es menos aún – pero dados los incentivos, estamos hablando de algo que no es más que cuestión de tiempo, y que sin duda va a cambiar la percepción de muchas cosas.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.