El Boston Tea Party, o Motín del té, es uno de esos momentos importantes de la historia de los Estados Unidos: respondiendo a un creciente malestar popular debido a las injusticias impositivas exigidas de manera arbitraria por la corona británica, un grupo de colonos americanos vestidos de indios asaltó varios barcos en el puerto de Boston y arrojó al mar parte de su cargamento de té.
El Departamento de Justicia de los Estados Unidos ha emitido un veredicto en el que afirma que la condena de 1,92 millones de dólares impuesta a Jammie Thomas-Rasset por descargarse veinticuatro canciones de Internet es perfectamente justa y constitucional, y que obtiene precisamente el efecto disuasorio que pretendía buscar. Unido al reciente caso de Joel Tenenbaum, cerrado finalmente con una multa de 675.000 dólares por la descarga de treinta y una canciones, y al hecho de que la descarga de obras con derechos de autor sigue siendo una práctica absolutamente normal e implantada entre los usuarios de Internet, la situación empieza a recordar claramente otra etapa negra y exactamente igual de absurda de la historia del país: la de la Prohibition o Ley Seca.
Ninguna actitud abiertamente contraria al sentido común puede persistir demasiado tiempo. Los abusos de la propiedad intelectual están generando en cada vez más países reacciones como la aparición de partidos que intentan defender a los ciudadanos, algo que en el sistema electoral norteamericano no tiene cabida ni tradición. La actitud de un Departamento de Justicia rellenado hasta los topes por ex-abogados de la RIAA pide cada día más a gritos la aparición de un equivalente moderno del Boston Tea Party.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.