Sin embargo, tampoco querría que llegase la reanudación de las comparecencias en Septiembre sin haber tenido la oportunidad de exponer públicamente algunas partes de lo que ya tuve la ocasión de comentar en la sala de vistas ante el juez. Por tanto, aquí va mi opinión al respecto:
En el siglo pasado, para crear una televisión había que pasar por una serie de procesos complejos: obtener una licencia de emisión, invertir en costosos equipos y locales, contratar profesionales de muchos tipos, instalar infraestructuras… en aquellos tiempos pasados, solo unos pocos, muy pocos podían crear una televisión, obtener el privilegio de emitir contenidos hacia una audiencia pasiva. Hoy, los tiempos han cambiado: cualquiera puede hacerse con una cámara de alta definición, echarse a la calle, crear un contenido más o menos sofisticado, editarlo con un simple ordenador personal, y subirlo a YouTube. Si el contenido vale la pena o, simplemente, merece algún tipo de atención, es más que posible y hasta probable que en YouTube pueda llegar a obtenerla.
Para quien dirige una televisión, aprender a vivir en un entorno en el que casi cualquiera puede obtener una atención antes prácticamente reservada a quien tenía una televisión es algo bastante complejo, seguramente difícil de entender. Las dificultades para entenderlo, además, suelen crecer en modo directamente proporcional al número de canas que peinas. Cuando llevas tiempo viviendo en un entorno determinado en el que además las cosas no te han ido del todo mal, tiendes a odiar todo aquello que amenace el equilibrio del sistema, el status-quo: del mismo modo que hacían las civilizaciones primitivas, tiendes a intentar destruir todo aquello que no alcanzas a entender. La demanda de Telecinco contra YouTube iniciada el mes pasado es precisamente eso: la lucha de los protagonistas de los medios del siglo pasado contra todos los que creamos los medios de este siglo, unos medios participativos, bidireccionales y vivos. A Paolo Vasile, el hombre que, según sus propias palabras, pretende "cerrar YouTube", la idea de que usted y yo podamos subir un contenido audiovisual a YouTube y lo puedan ver automáticamente varios miles de personas es algo que le molesta. Profundamente. Si añadimos que, además de verlo, esas personas pueden interactuar con él, puntuarlo, evaluarlo, recomendarlo, comentarlo y hasta contestarlo con otros vídeos, mientras él tiene que conformarse con la retroalimentación de los incompletos y poco exactos datos de un muestreo de su silenciosa audiencia, la cosa le molesta mucho más. Y si además se da cuenta de que esa misma silenciosa audiencia es la que se levanta al baño, zapea o aprovecha para meterse en Internet cada vez que él interrumpe sus contenidos con pausas publicitarias, dejando a sus anunciantes en plena sesión de monólogo con un conjunto de sofás vacíos, ya no es que simplemente le moleste: es que le hierve la sangre. Paolo Vasile sabe que antes de YouTube, los que emitían, los que realmente contaban, eran él y cuatro más como él. Pero que después de YouTube, cualquiera puede hacerlo, incluyéndole a usted o a mí. Y eso, esa sensación de pérdida de la exclusividad y las prebendas, casi de "príncipe destronado", es algo que lleva muy, pero que muy mal.
En realidad, el problema de Telecinco no es con YouTube, sino con usted y conmigo. El problema de Telecinco es que denuncia a YouTube, porque no puede pillar a los miles de personas que han subido contenidos suyos a YouTube, porque si pudiera hacerlo, gustoso los enviaría a la más negra de las cárceles. Lo que molesta a Telecinco es que un montón de los que siente "sus" telespectadores, antes simples “couch potatoes” atontados e inermes ante la pantalla, han tomado el mando, y ante la falta de una serie de servicios que creen que Telecinco debería darles, como la posibilidad de ver sus programas favoritos a otras horas, la de calificarlos o la de comentarlos con sus amigos, han decidido subir esos contenidos a YouTube y crear esas funciones ellos mismos. En realidad, a quien odia Telecinco no es a YouTube, sino a todos nosotros: a los que suben contenidos suyos a YouTube, y a los que los vemos. De hecho, lo que Telecinco pide a YouTube ante la presencia de un juez es tan demencial, tan alucinante para cualquiera que entienda la tecnología o la sociedad de la información, como el que sea la propia YouTube la que elimine los contenidos de Telecinco, ¡sin que Telecinco los identifique adecuadamente! En la solicitud de medidas cautelares de Telecinco, la cadena reclama como suyos todos los vídeos que puedan obtenerse en una búsqueda en YouTube con la palabra "Telecinco", además de todos los que resulten de buscar todos los nombres de sus programas o incluso de muchos actores… ¿Se imaginan el resultado? Si yo, simplemente, me grabo a mí mismo con la webcam de mi ordenador leyendo este artículo, ¡Telecinco afirmará que el vídeo resultante no puede estar en YouTube, porque contiene la palabra “Telecinco” en título, logotipo, texto y etiquetas! Con estos ojitos he tenido la oportunidad de ver como un abogado reclamaba, sin ningún tipo de rubor, que todo contenido que contuviese el logotipo, o nombre de Telecinco debía ser retirado de YouTube. Amén de afirmar, por ejemplo, que una serie como CSI le pertenece, independientemente de que sea un producto internacional que ha sido emitido por decenas de cadenas en el mundo que tal vez sí hayan autorizado a YouTube a hospedar sus contenidos. O que haya programas que ahora pertenezcan a otras cadenas, o que sean nombres genéricos (¡¡pretenden eliminar toda referencia a frases comunes como "está pasando", "allá tú" o "diario de"!!) o que simplemente alguien quiera hacer una parodia, una obra derivada, o grabarse a sí mismo opinando acerca de un programa de Telecinco, algo completamente lícito. Y además, cuando YouTube llega y ofrece a Telecinco la tecnología adecuada para que se puedan identificar correcta e inequívocamente sus materiales para que puedan ser retirados o se pueda impedir eficientemente su subida, una tecnología que utilizan con probado éxito televisiones de todo el mundo, ¡¡va Telecinco, y la rechaza alegremente!! ¿Hablamos de intentar solucionar el problema? ¿O hablamos, simplemente, de querer provocarlo? ¿O de querer provocar?
El problema de Telecinco, me temo, se llama Telecinco. Se llama Paolo Vasile. Se llama no saber entender y no querer entender la sociedad de la información. El problema de Telecinco no es con YouTube, sino con todos nosotros. La amenazada aquí no es YouTube. Los amenazados somos todos: si Telecinco gana, lo siguiente que hará es ir a por los que, en nuestros espacios en la red, en nuestros blogs y páginas personales, queremos citar sus programas, criticarlos, parodiarlos, comentarlos u opinar sobre ellos: en la mentalidad de Telecinco, sólo ellos pueden hacerlo, y nosotros debemos limitarnos a mirar hipnotizados desde nuestro sofá, como hacíamos antes de que existiese YouTube.
Ya ve, señor Vasile: el mundo ha cambiado. Hoy, los que eran antes simples “televidentes” quieren hacer cosas, ser activos, interactuar con los contenidos, y entre ellos mismos al hilo de esos contenidos. Tienen un gran interés en que exista ese mismo YouTube que a usted le gustaría cerrar. Y además, otras televisiones y competidores suyos más avispados como TVE o Antena 3 han aprendido a vivir en un entorno en el que existe YouTube: a utilizarlo, a extraerle beneficios de imagen y económicos, a controlarlo… Su demanda, señor Vasile, no es "Telecinco contra YouTube". Es "Telecinco contra todos".