Aprovechando mi estancia en Nueva York tuve la oportunidad de pasarme por Zuccotti Park, en pleno distrito financiero de Manhattan y a escasos trescientos metros de la entrada del NYSE en Wall Street, que se hallaba prácticamente tomada por la Policía para evitar su ocupación. Zuccotti Park se ha convertido, por su especial estatus de espacio privado, en el lugar de concentración de la acampada OccupyWallStreet, un movimiento que guarda enormes similaridades con lo que vivimos en Sol y en otras plazas españolas entre los pasados meses de mayo y agosto. En breve subiré algunas fotos.
Además, he podido presenciar también la evolución del movimiento y del tratamiento que los medios hacen del mismo: a la derecha, la portada de Metro del pasado día 10, diario en el que destacan cuestiones y lugares comunes que nos sonarán profundamente de la experiencia española: la presencia de sexo y drogas en la plaza. Un editorial del mismo medio habla de malos olores y basura, algo que pude constatar que era completamente falso. En otros artículos se habla del componente supuestamente marxista de los concentrados o de la conveniencia de enviarles trajes y corbatas, “because to them we look like a bunch of dirty hippies”.
Tácticas mediáticas de descrédito de un movimiento que, como en el caso de España, tiene un fondo que va mucho más allá de lo estético. Historias fáciles de comprar, aunque no hayas estado cerca de una acampada en toda tu vida. Intoxicación interesada destinada a descartar el todo por las partes, porque el todo es, simplemente, algo a lo que no son capaces de enfrentarse. Y en medio de todo ello, algunas voces más centradas como la de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, que en su columna en New York Times titulada “Panic of the plutocrats“ habla precisamente de lo contrario: de unos acampados que simplemente intentan que se oiga su voz, a unos oligarcas antiamericanos que pretenden acallar toda crítica acerca de la manera en la que llegaron a enriquecerse.
” … the extremists threatening American values are what Franklin D. Roosevelt called ‘economic royalists’, not the people camping in Zuccotti Park.” (…) So who's really being un-American here? Not the protesters, who are simply trying to get their voices heard. No, the real extremists here are America's oligarchs, who want to suppress any criticism of the sources of their wealth.”
No, no tienes que acampar en una plaza. Hay personas que acampan en plazas, y personas que apoyan de otras maneras. Seguramente es necesario que haya de todo: quienes fuercen la presión social y mantengan la vela encendida en la calle, y quienes únicamente salgan a manifestarse de manera puntual, junto con personas que simplemente presten su apoyo cuando el tema sale en una conversación. O que, sin ir más lejos, sepan lo que quieren.
Lo que se discute es la NECESIDAD imperiosa de cambiar las cosas. De eso si sería bueno que te fueses convenciendo. De la imposibilidad de que las cosas cambien si seguimos haciendo exactamente lo mismo. De la necesidad de cambiar un sistema que no funciona, que es injusto e insostenible. Con o sin acampadas, la evidencia no va a desaparecer: ahora las personas hablan, discuten, circulan ideas en la red, en asambleas, en todas partes. Se organizan. Las protestas no van a diluirse, por mucha intoxicación mediática que se les aplique. Las acampadas son solo la punta del iceberg, el filtro que determina quiénes tienen la determinación de irse a ocupar una plaza para defender unas ideas. Detrás de ellos, con ideas no necesariamente idénticas – si esperas a que todas tus reivindicaciones coincidan exactamente con las de aquellos que están en la calle, no saldrás jamás a la misma – hay mucha, mucha gente, en cada vez más lugares del mundo. Muchos, desde muy diferentes análisis, que opinamos que es completamente necesario que las cosas cambien. No te quedes en la anécdota, no caigas en la intoxicación, y céntrate en lo que nos une: la necesidad de cambiar las cosas.
Ya sabes lo que tienes que hacer. Nos vemos el sábado en la calle.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
Ahí está el gran Enrique escupiendo basura por la boca ante cualquiera que no opine como él. ¡Si es que es un amor!
ResponderEliminarEfectivamente, si no opinas como él eres un ignorante. Sus opiniones son verdades absolutas. Cada dia me defraudan más sus respuestas por la falta de consideracción a los que no piensan como el. No le cabe en la cabeza que hay mucha gente que sin titulos del iese ni condecoraciones de universidades elitistas de Estados Unidos tienen un nivel cultural y bagaje social superior al suyo. Lamentable. Lo malo es que sus ideas son transmitidas a sus alumnos, y estos son los que pretenden ser los empresarios bien formados del futuro (algunos ya lo son, empresarios, aunque bien formados, a tenor de lo mal que va la economia del pais, queda en entredicho) .
ResponderEliminar