05 octubre 2011

El (repetitivo y triste) error de los libreros

La apertura de Liber, la Feria Internacional del Libro, que tuvo lugar ayer en IFEMA escenificó claramente hasta qué punto están los libreros dispuestos a repetir los errores de otros gremios de la producción cultural.

En la foto, Antoni Comas, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), que se dedicó a subrayar los tópicos de un sector al que el progreso le ha pasado claramente de largo. Atención a las perlas: ”estamos en guerra contra la piratería, no librando una batalla”, “si no queremos que nos rompan la columna vertebral, habrá que entrar en guerra con la piratería”, ”el libro digital se va implantando muy despacio y hasta que la demanda no demuestre su interés de un modo definitivo, la facturación seguirá siendo muy pequeña”, o reproches al retraso de la tramitación de la llamada ley Sinde.

Se equivoca, señor Comas. Es usted muy dueño de declarar la guerra a lo que quiera, y si la declara “a la piratería” debería estar usted, imagino, en las costas de Somalia o de Togo, que es donde dicen las noticias que la hay. Pero si lo que pretende es declarar la guerra a quienes intentamos consumir libros y no los encontramos porque ustedes no nos los ofrecen, me temo que lo que está haciendo es insultar a sus clientes, en una maniobra que va frontalmente en contra del más elemental instinto de conservación.

Señor Comas, la “piratería” en los libros no existe. No hay “piratería”, hay mercados desabastecidos. Mientras sigan ustedes metidos en un razonamiento tautológico que les lleva a “no hacemos libros digitales porque no hay demanda para ellos”, seguirán cometiendo un error de libro (nunca mejor dicho). La realidad es otra: la demanda existe, existe además por parte de los que seguramente somos los mayores consumidores de libros. En Estados Unidos, la librería más importante ya vende más ejemplares en formato electrónico que en tapa dura. Y como ustedes no la quieren satisfacer, no nos queda otra que buscar los libros en la versión digital en donde buenamente podemos. Muchos de los que nos descargamos libros digitales y a los que usted insulta y califica de “piratas” (a pesar de que la ley dice que no lo somos en absoluto y de que podríamos – y deberíamos – denunciarlo a usted por difamación) estaríamos perfectamente dispuestos a pagar un precio razonable por un libro digital. Un precio que tuviese en cuenta los ahorros en los que se incurre al no tener que imprimir, ni almacenar, ni distribuir ese libro, no un par de eurillos menos para cumplir el expediente. A cambio de un precio y una experiencia de compra razonable, la gran mayoría de los clientes estamos dispuestos a pagar, entre otras cosas porque preferimos que aquellos que crean la cultura se vean remunerados por ello. Pero con su actitud de mantener un mercado patéticamente desabastecido porque según ustedes “no hay demanda” (cuando la demanda no la contabilizan porque nos está obligando a irnos a canales que escapan a su control), está usted creando el problema, y acostumbrando a toda una generación de lectores a que el sitio para encontrar los libros no es una librería, sino una búsqueda en Google con el título del libro y el formato deseado.

Siempre habrá un porcentaje de clientes que acudan a un mercado paralelo, y ese mercado paralelo siempre existirá, se ponga usted como se ponga y declare la guerra a lo que la quiera declarar. Invocar la ley Sinde para intentar evitarlo es, sencillamente, una estupidez, como bien demostró recientemente David Bravo en su conferencia en San Sebastián generando la creación de veinte páginas de descargas en menos de una hora. ¿Quiere cerrar páginas usando la absurda ley Sinde? No se preocupe, que se abrirán más. Muchas más. Es una lucha sin sentido, que no le va a llevar a ningún sitio más que a enconar las posturas y a convertirlo en el enemigo de sus clientes. Más le vale que, siguiendo el dictado del sentido común, el reglamento de la ley Sinde no se apruebe nunca y termine sus días siendo derogada, porque con la ley Sinde no va a llegar usted a ningún puerto al que de verdad quiera llegar. Se lo garantizo.

Su tan deseada ley Sinde, señor Comas, no va a ser puesta en funcionamiento antes de las elecciones, por razones evidentes: es tan profunda y merecidamente impopular, que supondría un desgaste que nadie quiere asumir. Tras las elecciones, el partido que según todos los pronósticos gobernará este país se encuentra con que el iluminado que desde sus filas defendió la postura de aprobar la ley Sinde está expuesto a un nivel de contestación popular próximo al de la alarma social, y con que las juventudes del partido han demandado públicamente  en su reciente congreso en Zaragoza la eliminación de dicha ley. Culminar su tramitación en contra de la opinión de la mayoría de la sociedad, de un amplio sector relevante del partido y de las juventudes que se supone son el futuro del mismo sería, sencillamente, una estupidez política.

En lugar de perseguir e insultar a sus clientes, ocúpese usted de hacer su trabajo: ponga en el mercado una buena oferta, y haga que esté disponible en todos los formatos posibles, sin obstáculos absurdos como el DRM que castigan a los clientes que pagan, con precios que puedan ser entendidos como razonables, y con una experiencia de compra agradable, que tenga en cuenta factores como la recomendación, que destile la información recogida en las redes sociales, que no busque perpetuar intermediarios innecesarios, y que no nos haga sentir como clientes de segunda. Si la experiencia que ustedes ofrezcan es suficientemente buena, el mercado paralelo irá disminuyendo su actividad, y quedará al final como un recurso que utilizarán aquellos que, en realidad, nunca fueron ni serán clientes suyos, porque nunca se habrían gastado ni se gastarán dinero en sus libros. Hay personas así, afróntelo. Pero la gran mayoría de los clientes lo que queremos es pagar cantidades razonables por obras a las que queremos acceder en buenas condiciones, cómodamente y con un buen surtido disponible. Esos a los que usted está “declarando la guerra”.

En la música han tenido que pasar varios años para empezar a ver algunos atisbos de sentido común, tras un desgaste horrible que, por supuesto, no ha generado nada positivo. Declare usted la guerra a lo que quiera, genere usted los titulares absurdos y grandilocuentes que quiera, pero se está equivocando. Con mayúsculas, E-QUI-VO-CAN-DO. Ese camino no le va a llevar, ni a usted ni a su industria, a ningún sitio.

(Enlace a la entrada original - Licencia)

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