El pasado jueves y ayer viernes estuve en Pamplona, en el encuentro Saviálogos, en una mesa titulada “La democracia. Ciudadanía de alta intensidad. Crisis y transformación de la democracia representativa.”
Saviálogos es uno de esos encuentros que esperas con ganas todos los años: diálogos completamente libres y sin condicionamientos de ningún tipo con personas que suelen tener muchísimo que aportar. En mi mesa, por ejemplo, había desde un magistrado del Constitucional hasta un ex-ministro, pasando por comunicadores, investigadores, académicos, catedráticos de Economía, de Filosofía y de Sociología… y como no, algún político, necesarios en un debate que trataba fundamentalmente sobre ellos, su función, y su relación con la ciudadanía. Ambiente relajado, diálogos recogidos y transcritos que se editarán y presentarán en breve en un libro (el próximo 22 de noviembre), política de transparencia total, y mucho, mucho food for thought.
En la mesa revisamos la evolución de la democracia al hilo de temas tan recientes como la primavera árabe o el 15M: análisis serio y alejado de los tópicos habituales, que me tranquilizó bastante. Me preocupaba ver una frivolización del análisis hacia lo que en ocasiones escuchas en la calle, una banalización de un movimiento con características claras para reducirlo a otra cosa en función de cuestiones como su estética, su evolución desde valores iniciales más metodológicos que ideológicos, o su posible manipulación, pero la verdad es que no fue así en ningún momento. La discusión permitió, además, separar con mucho cuidado cuestiones como la defensa de la democracia participativa frente a la directa frente a su patente necesidad de adaptación y mejora metodológica, el peligro del populismo, el problema de la falta de vínculos entre representantes y representados,la necesidad de herramientas de control ciudadano sobre la labor de los políticos, la crisis de las ideologías, el descrédito de la “clase política” en partidos con un funcionamiento no democrático y con claros síntomas de “culto al líder”, o la pérdida de legitimidad de un sistema planteado de manera “paternalista” sobre una ciudadanía “menor de edad”.
Las conclusiones principales a muy grandes rasgos las fui poniendo en Twitter durante la presentación: no cuestionamiento de la democracia frente a una clara reivindicación de la mejora de su funcionamiento, un sistema político que no es capaz de asimilar que la tecnología ha cambiado su relación con la sociedad, y la necesidad perentoria de reabrir el debate sobre la representatividad y unas listas cerradas y bloqueadas que ya pertenecen conceptualmente a otros tiempos. Por ahora, solo resúmenes de ciento cuarenta caracteres. Pero pronto, con la presentación del libro, la transcripción directa de la conversación.
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