Marimar Jiménez y Santiago Millán citan la entrada diagnóstica que escribí hace dos días a cuenta de la caída de servicio de BlackBerry en su artículo titulado “Las interrupciones del servicio golpean el futuro de BlackBerry” (ver en pdf).
Acabo de bajarme del avión de vuelta de una estancia en Nueva York, y lo primero que he hecho al llegar a casa ha sido cancelar el contrato de BlackBerry en mi línea principal. En realidad, llevaba desde antes del verano utilizando otra línea a la que redireccionaba las llamadas de ésta: la razón por la que había vuelto a sacar la BlackBerry del cajón durante unos días eran sus tarifas de roaming, sensiblemente más ventajosas que las de datos abiertas. Mi relación con la compañía ha sido siempre fantástica, pero la debacle de estos últimos días, simplemente, ha precipitado el adiós.
La decisión que motivó mi abandono de BlackBerry a principios del verano pasado fue puramente tecnológica: en RIM llevaba ya tiempo encontrándome incómodo debido sobre todo a la inestabilidad creciente y progresiva del sistema operativo, y a la enorme carencia de aplicaciones o de actualizaciones de las mismas. Básicamente, veía que mi terminal pasaba más tiempo con un desesperante reloj en la pantalla que sin él, y que muchas aplicaciones que quería probar no estaban disponibles en su AppWorld. Varios programadores con los que mantengo contacto habitual me habían comentado que o bien no desarrollaban para BlackBerry, o que habían dejado de actualizar sus versiones en esa plataforma. El futuro previsto, que habla de la posibilidad de correr aplicaciones Android sobre QNX, tampoco me parecía una opción estratégicamente sostenible. Al final, tenía la sensación de estar en una plataforma que iba prácticamente a remolque de tendencias e incapaz de adaptarse a los tiempos que corren, en los que lo fundamental es poder atraer a una comunidad que genere un ecosistema de aplicaciones lo más dinámico y vibrante posible. Una guerra que RIM, claramente, ha perdido. Si añadimos a eso su errática estrategia, y su evolución tanto en bolsa como en participación de mercado, las evidencias parecían cada vez más claras.
¿Mi experiencia con Android? Por el momento, razonablemente buena. Durante el verano, utilicé dos terminales de Motorola: un Defy que me pareció una maravilla para salir a correr o para la playa (lo aguanta todo: agua, arena y lo que se tercie) y, en la gama alta, un Atrix del que hablé en su momento. La experiencia de adaptación a teclados táctiles no fue mal del todo: sigo pensando que soy menos productivo que con un teclado físico, pero es razonable. Y sobre todo, hablamos de un ecosistema de terminales con múltiples factores-forma, con teclado o sin él, con un parque de aplicaciones enorme y en muy dinamico crecimiento, y con una innovación propulsada por la competencia entre fabricantes. Además, un factor muy a tener en cuenta: los posibles fallos, caídas o interrupciones de servicio no dependen de un fabricante que añade un punto más de vulnerabilidad. Un teléfono puede fallar por problemas de la operadora, pero RIM acaba de demostrar que añadir a ese posible fallo el de su propia plataforma, viendo además lo fuertemente centralizada y mal redundada que está, no resulta para nada recomendable. Para mí, BlackBerry ha pasado de ser el terminal que siempre funcionaba y que basaba precisamente su gran argumento de venta en su fiabilidad a toda prueba, a ser la empresa que me dejó completamente colgado y sin conectividad en el medio de un viaje.
Android, obviamente, no es perfecto. Pero al igual que hacía en BlackBerry, puedo llevarme una batería en el bolsillo y cambiarla cuando se agota, y sobre todo, descubro nuevos usos para mi teléfono cada dos por tres. No es completamente estable, transmite cierta sensación casi de producto en beta, pero nunca ha sido ese un tipo de cosas que me asusten salvo que la inestabilidad se vuelva desesperante, cosa que por el momento no ha ocurrido. Y en cualquier caso, en tecnología, como bien sabemos… la vida es un cambio permanente.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
0 comentarios:
Publicar un comentario
ATENCIÓN: Google ha metido en Blogger un sistema antispam automático que clasifica como spam casi lo que le da la gana y que no se puede desactivar.
Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.