No suelo comentar apps específicas, pero esta la verdad es que me llamó la atención por la simplicidad de su planteamiento: conocí a Moritz Heck, de Stocard, cuando estuvo recientemente en Madrid para la final del Venture Day de IE Business School, donde consiguieron el segundo puesto – algo que ya de por sí no es una mala carta de presentación.
Dos de los cofundadores son ex-alumnos del IE, aunque no tengo más relación con ellos que la de una breve reunión: ninguno de los dos coincidió conmigo en su paso por el IE, lo que quiere decir que les dio clase algún profesor que con seguridad era mucho más brillante que yo. Los otros dos confundadores vienen del lado tecnológico, lo que da lugar, al menos a priori, a un equipo bien equilibrado. Habían lanzado una app para los mercados alemán y austríaco que permitía introducir tarjetas de fidelización en un smartphone iOS o Android mediante métodos tan simples como encontrar la tarjeta en una base de datos, fotografiarla o suministrar la numeración de la misma, y a partir de ese momento, poder dejar la tarjeta en casa y ofrecer a la persona de la tienda simplemente un código de barras para escanear. Ni NFC, ni necesidad de despliegue de terminales o de lectores, ni complicaciones de ningún tipo: una idea sencilla. Además, consiguieron levantar 850.000 euros en financiación, y estaban planificando su lanzamiento ya en otros países, entre ellos España.
Miré el tema con cierta curiosidad. Primero, porque me pareció una idea sencilla, y en la que había pensado muchas veces. Sí, Apple hace algo parecido con su Passbook, pero eso es precisamente lo que convierte a Stocard en interesante: la participación de mercado de iOS en nuestro país está en el 10% y decreciendo, lo que implica que la multiplataforma puede convertirse en una ventaja muy interesante, porque Passbook, lógicamente, no se va a ofrecer fuera de su ecosistema natural. Segundo, porque la mayoría de mis tarjetas de fidelización se suelen quedar abandonadas en mi vaciabolsillos, porque uso una cartera más bien pequeña. Solo llevo encima las de uso verdaderamente habitual. Y tercero, porque me hizo gracia imaginarme la cara de la persona de una tienda, gasolinera, supermercado, etc. cuando en lugar de enseñarle la esperada tarjeta, le mostrase la pantalla de mi smartphone con un código de barras en él, y ese tipo de cosas me encanta probarlas. Y claro, lo probé. Tras introducir sin ningún tipo de complicación algunas tarjetas de fidelización (cinco de los programas aparecían en la base de datos de la versión española, mientras que en otro, tuve que hacer una foto de la tarjeta), me fui a un supermercado, y me encontré con que, tras una explicación sencilla, la dependienta no tuvo ningún tipo de problema en escanear el código de barras de mi pantalla para obtener los datos de mi programa de fidelización. En una gasolinera, en cambio, tuvieron que teclear el número, pero igualmente, ninguna resistencia. Interesante. Parece que a medida que la tecnología va evolucionando a cada vez más velocidad, algunas de las resistencias que habría sido habitual esperar pueden hacerse algo más flexibles.
Stocard no habla ni establece negociación alguna con los gestores de los programas de fidelización: se queda entre tú, tus tarjetas, y tu smartphone, sin solicitar la colaboración de las tiendas, y confía en que serán los usuarios los que empujarán el uso. Lógicamente, las posibilidades de explotación de los datos generados son bastante interesantes, e incluyen desde gestión de cupones, ofertas y descuentos, hasta avisos al usuario, estadísticas de redención, etc.
¿Problemas? Obviamente no son los únicos en este área. Hay desde otras apps, como la francesa FidMe, hasta monstruos como la ya citada Apple con Passbook, o Google con Wallet. Stocard, como startup que es, podría estar viviendo la ventana de oportunidad que se crea entre la popularización del smartphone y la de este tipo de apps con bolsillos profundos. Pero en términos de adopción, es interesante pensar que para muchas personas, meter la tarjeta de crédito o débito en una app es un proceso que puede generar algo de resistencia, mientras que hacerlo con una tarjeta de fidelización es algo prácticamente indoloro, con una percepción de riesgo sensiblemente inferior.
Es pronto para saber cómo les irá y si lograrán establecer un nivel de uso razonable antes del desembarco de Google Wallet, pero me ha parecido interesante, sobre todo por su simplicidad. Un hueco complicado, afrontado con un proceso sencillo. Veremos cómo les va.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.