25 marzo 2014

Estupideces fronterizas

IMAGE: Nuno Andre - 123RFQue en el mundo actual existan los aranceles y las tasas aduaneras puede entrar dentro de lo razonable, aunque sea discutible que se apliquen a determinadas cuestiones. Que esos aranceles estuviesen ahí, y fuesen algo inapelable podría tener una cierta argumentación, sea la que sea, desde el punto de vista de política fiscal. Que alguien estableciese que todo envío de comercio electrónico procedente de fuera de las fronteras comunitarias estuviese sujeto a un arancel de un porcentaje determinado y que previamente supieses qué cantidad adicional te iban a cobrar por ello haría que te planteases la decisión de pedir el producto o no, con todos los criterios a la vista.

Pero que el cobro de esos aranceles dependan únicamente de la alineación de los astros en el cielo, que su cantidad sea tan arbitraria como si estuviese calculada por un mono loco o que dependa del canal utilizado para el envío es, sencillamente, una estupidez insostenible. En los tiempos que corren, el cobro de aranceles no puede ser algo completamente arbitrario que unas veces te toca y otras veces no, en función de vete tú a saber qué criterios.

El envío de un reloj Pebble Steel con un precio de $229 a través de DHL es detenido en la frontera, y DHL me envía un mensaje en el que se me reclama el pago de 110€ en concepto de “IVA, arancel y gestión aduanera”. Lo cual, obviamente, lleva a que el envío sea rechazado y devuelto al remitente. Adquiero todo tipo de productos a través de comercio electrónico, y esto solo ocurre en contadas ocasiones, sujeto a una total y absoluta arbitrariedad.

Diga lo que diga la legislación correspondiente, esta situación es completamente absurda. Nadie, ni quien envía ni quien recibe, parece saber si van a cobrar algo, en qué casos lo cobran, de qué importe se trata, o de qué depende. Pero sobre todo: nadie te dice “va a ser tanto” para que puedas tomar tu decisión. Lo único que se puede hacer es pedir el objeto, arriesgarse, y si pasa, bien, y si no pasa, lo devuelves. Es completamente estúpido, una situación inaceptable, algo que es preciso corregir. O sí, o no. O se pagan aranceles, o no se pagan. Pero eso de que “unas veces te toca pagarlos y otras veces no”, en función del humor del funcionario de turno, del volumen de envíos de ese día o de vete tú a saber qué criterios imposibles de anticipar es sencillamente absurdo. Se siente uno como si en la frontera hubiese unos salteadores de caminos que unas veces te tocan y otras no, en función de algo que resulta imposible de anticipar. Ese funcionamiento no soporta ninguna lógica.

Escribí sobre esto exactamente en los mismos términos en el año 2008. No me había vuelto a pasar desde entonces. Es triste que una situación tan sumamente absurda sea capaz de superar el paso del tiempo tan bien…




(Enlace a la entrada original - Licencia)

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