Hoy se cumplen siete años – que se dice pronto – desde que el 21 de febrero de 2003 aproveché el final de una mañana tranquila para escribir aquellas dos entradas, un saludo y un comentario sobre la adquisición de Blogger por parte de Google.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. En el 2003, yo era el único en toda mi empresa que tenía un blog. Ahora, hay un buen montón de ellos, y muchos de ellos muy buenos. Ahora tengo más visitas, más comentarios y más canas también. Pero otras muchas cosas siguen igual: me lo sigo pasando esplendorosamente bien haciendo lo que hago. Sigo disfrutando de cada clase, de cada conferencia, de cada columna y de cada entrada en el blog, y eso es lo que ha hecho que desde que empecé a tomármelo en serio al año siguiente de haberlo empezado, en 2004, no haya dejado de escribir en él ni un solo día, fuese laborable o fin de semana, festivo o vacaciones, estuviese animado, triste, ocupado o tranquilo. Mucho tiempo dedicado a una actividad, el blog, que fue capaz de integrarse perfectamente con el resto de mis responsabilidades y, en muchos casos, de potenciarlas notablemente.
Nuevos tiempos, nuevos diseños, nuevas metas… pero lo fundamental permanece. Cada día, me sigo levantando con ganas de proponer temas, de lanzar ideas y entradas encima de la mesa para que reciban vuestros comentarios. Siete años son muchos años, y sin embargo mi dedicación al blog, lejos de hacerse monótona, repetitiva o aburrida, me divierte más cada día que pasa. Sigo dedicando mucho más tiempo a leer que a escribir – algo normal en un profesor en un área como la tecnología y que, en cualquier caso, sería necesario para mí aunque no tuviese blog – y sigo beneficiándome de tener un sitio en la red que recoge toda mi actividad de manera ordenada y me alimenta constantemente con nuevas ideas.
Son ahora mismo 89.614 comentarios sobre un total de 4.283 entradas, una media muy razonable de veintiún comentarios por entrada, cantidad que permite un nivel de conversación habitualmente interesante, manejable y enriquecedor. La moderación de comentarios no ha restado al blog ni un ápice de frescura: el tiempo máximo que un comentario suele permanecer sin moderar es normalmente de menos de treinta minutos (mis clases en IE Business School duran hora y media), muchos de los comentaristas habituales están en lista blanca (no pasan por moderación), los hilos de conversación se desarrollan con normalidad, y únicamente me veo obligado a enviar a la papelera unos dos o tres comentarios por semana, comentarios que, podéis creerme, están mucho mejor ahí. Los comentarios del blog son una fuente de satisfacciones y de inspiración permanente, que agradezco con muchísima sinceridad. Lo mejor del blog sigue estando en los comentarios.
Muchas gracias a todos por seguir ahí.
(Enlace a la entrada original - Licencia)
jojojojo, menudo ego y autobombo descarado de vergüenza ajena, no se lame el cipote porque no llega.
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