Te levantas por la mañana en un país extranjero, te vas a leer tu periódico español como todas las mañanas… y te encuentras el contenido restringido: los vídeos no pueden verse desde donde estás, y en su lugar, solo obtienes un incómodo recuadro rojo que te dice que “el vídeo actual está restringido en su localización geográfica” (gracias, Cristóbal).
Sin entrar en si la situación se debe a una cuestión de derechos (los dos vídeos que veo restringidos en la captura de pantalla pertenecen a noticias de deportes, concretamente liga española de fútbol y Fórmula 1) o a algún tipo de decisión tomada desde el propio medio y debida a algún otro criterio, conviene hacer una reflexión acerca del futuro de este tipo de restricciones geográficas en Internet: en un medio definido como global por su propia esencia y naturaleza, las restricciones en función de la geografía aparecen como algo anacrónico, absurdo, que puede ser fácilmente superado utilizando un simple proxy o VPN, y que choca además con la percepción marcadamente universal del medio. Sin embargo, paradójicamente, el uso de este tipo de restricciones no ha hecho más que crecer en los últimos años, a medida que los conglomerados mediáticos internacionales han ido volcando su actividad en Internet.
La razón para este tipo de sistemas de restricción geográfica es simple: son la herencia de los viejos sistemas de ventanas de explotación y de gestión de derechos que existían antes de la llegada de la red, en su último intento por adaptarse al nuevo medio. Pero lógicamente, la pregunta es: ¿qué cabe esperar en un futuro? ¿Una red cada vez más sujeta a este tipo de sistemas, que investiga por medios cada vez más precisos quién está al otro lado del clic y entrega únicamente aquellos contenidos que según la industria, ese usuario “debe” ver, o sistemas cada vez más abiertos y carentes de estas restricciones que respondan de manera natural a la naturaleza de un medio sin fronteras? ¿Iremos hacia una red cada vez más cifrada y anónima en la que estas restricciones carezcan completamente de sentido, o recobrarán estas empresas la cordura y dejarán de intentar imponer reglas y sistemas del pasado sobre los soportes y medios del futuro?
La respuesta sigue el ya conocido patrón de “lo viejo contra lo nuevo” habitual en esta página: prescindir del rentable negocio de “vender lo mismo en muchos sitios” supone a los ojos de la industria una dolorosa renuncia a ingresos a corto. Pero mantener el sistema hace que, en un mundo progresivamente globalizado, un número creciente de personas adopten sistemas tecnológicos para escapar al control y poder operar en cada momento según les interese, enmascarando su procedencia geográfica. La evolución de este tipo de sistemas es bien sabida: una especie de “carrera armamentística” entre los comercializadores de los derechos, que intentan crear mejores restricciones y someter a listas negras a los que utilizan sistemas destinados a saltárselos, y unos hackers que desarrollan sistemas resistentes a la ofuscación, generalmente además a mayor velocidad que la industria.
En el fondo, los intentos por hacer que Internet, un medio en esencia global y neutral, se convierta de alguna manera en lo que era la televisión en su momento, fracasan por una mera cuestión de principios: nunca en la historia de la Humanidad el avance de la tecnología se ha presentado con vueltas atrás que fuesen mínimamente sostenibles. Como ya hemos comentado en muchas ocasiones: si tu negocio consiste en impedir el acceso de los usuarios a tus bits, vete buscándote otro negocio…
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.