Una empresa europea, líder en terminales de telefonía móvil con un dominio que alcanza a un tercio del mercado, ciento veintitrés mil empleados en ciento veinte países… sin duda, Nokia parece una empresa para ser tenida en cuenta. Y sin embargo, un líder desenfocado, con muchísima menos influencia que la que le correspondería tener en función de su posición, y una trayectoria claramente descendente.
Podemos matizarlo como queramos, pero los datos son los que son: una caída del 40% en el beneficio en el segundo trimestre de este año, una competencia cada vez más dura por parte de los dispositivos de Apple o con Android, una evolución bursátil preocupante, y una salida del primer ejecutivo de la compañía que evoca claramente a esos equipos de fútbol cuyo único recurso cuando van mal es cambiar de entrenador. Decididamente, y por mucho que nos guste la idea tener una empresa europea situada entre los líderes de la industria tecnológica, las cosas no pintan bien para el gigante finlandés.
Si comparamos la cuota de mercado de Nokia en la categoría de smartphones con la evidencia que muestran las estadísticas de uso en la web móvil, los datos dejan lugar a pocas dudas: Nokia es la empresa líder en venta de terminales de telefonía móvil para las personas que utilizan el móvil solo para hablar por teléfono. Un segmento en lógico decrecimiento a medida que avanzan los tiempos, pero además, un segmento con una muy escasa capacidad de prescripción o de generación de tendencias. Y para las operadoras, un ARPU menor, lo que lleva a que si bien Nokia ha sido tradicionalmente el terminal más presente en las ofertas de las operadoras, la situación podría cambiar a medida que éstas van en busca de clientes más sofisticados y que utilicen un número mayor de servicios facturables en sus teléfonos.
La solución para Nokia pasa, sin duda, por una fuerte reinvención, algo que tampoco es ajeno a su historia. Dotarse de terminales capaces de proporcionar una buena experiencia de usuario en la web en lugar de intentar empaquetar más y más funciones que se utilizan en escasísimas ocasiones y generalmente con malos resultados. Enfocarse, en lugar de desenfocarse con una gama inimaginable de cientos de terminales diferentes apuntando a todos los objetivos a la vez. Mientras la experiencia de uso de Android o de Apple resulta suficientemente buena como para que no dé pereza ninguna recurrir a tu móvil para acceder a datos en la web y ofrecen una amplísima gama de aplicaciones capaces de satisfacer todo tipo de necesidades, los usuarios de Nokia prácticamente no navegan, y la comparación de las exitosas App Store o Android Market con esa cosa que nadie usa llamada Ovi provoca auténticos sonrojos. La propuesta de valor para un programador de aplicaciones de una plataforma o de otra es radicalmente distinta. Desde hace ya unos años, precisamente los que marcan el declive de Nokia, existe toda una nueva iteración del concepto de terminal móvil en el que Nokia, por mucho que digan las estadísticas y a pesar de toda la investigación que desarrolla la compañía, no ha conseguido entrar todavía. ¿Qué lleva a que una empresa con una buena posición de mercado y una inversión elevada en investigación y desarrollo no consiga revertir la evolución descendente? Sin duda, uno de los factores fundamentales es la falta de enfoque.
Ser líder hoy no es garantía de ser líder mañana, ni de serlo en los segmentos que verdaderamente son relevantes. Y en el caso de Nokia, si no se introducen fuertes correcciones estratégicas, la cosa, decididamente, no pinta nada bien.
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.