Mi columna de esta semana en Expansión se titula “Sustos y facturas“, e intenta tirar del hilo a partir de los intentos de los reguladores de controlar los llamados bill shocks, o sustos en la factura de teléfono que se dan cuando un usuario, por ejemplo, instala aplicaciones que provocan un súbito incremento en el consumo de datos, o sale al extranjero y subestima el coste del roaming. ¿Realmente es necesario que sea el regulador quien se ve forzado a proteger al cliente ante la voracidad de unas operadoras que estructuran alambicadas estructuras de precios y tarifas para evitar que cada usuario pague lo que realmente sería razonable pagar? ¿Por qué no intentar fidelizar al cliente conociéndolo cuanto más, mejor, y proponiéndole planes basados en sus patrones de uso?
(Enlace a la entrada original - Licencia)
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Si después de hacer tu comentario este no aparece, no se trata del espíritu de Dans que anda censurando también aquí, es que se ha quedado en la cola de aceptación. Sacaré tu mensaje de ahí tan pronto como pueda, si bien el supersistema este tampoco me avisa de estas cosas, por lo que tengo que estar entrando cada cierto tiempo a ver si hay alguno esperando. Un inventazo, vaya.