23 diciembre 2013

Empresas tecnológicas y gentrificación

Get the fuck out of Oakland (IMAGE: Craig Frost, on Twitter)Las empresas tecnológicas, pero fundamentalmente Google como iniciadora de la tendencia y ejemplo de todas ellas, están comenzando a tener un serio problema en la ciudad de San Francisco y alrededores: una ola cada vez más intensa de manifestaciones contra la presencia de sus trabajadores, debido fundamentalmente al fortísimo proceso de elevación del coste de la vivienda provocado por sus elevados sueldos y condiciones laborales.

Lo que comenzó con los buses de Google como simbólicas piñatas molidas a palos el mayo pasado ha escalado ya a tamaño real para convertirse en protestas en la calle con piquetes que obligan a los buses de Google o de Apple a detenerse, o incluso llegan a atacarlos.

Llamamos gentrificación al proceso por el cual algunos barrios experimentan una rápida ocupación por parte de personas de renta más elevada que la media preexistente, lo que da lugar a una marcada elevación de los costes de la vivienda y a un perjuicio para los residentes tradicionales o más desfavorecidos. El fenómeno es bastante habitual en ciudades de todo el mundo cada vez que un barrio, típicamente céntrico, es “descubierto” por personas de cierto nivel económico que consideran que tiene una buena relación calidad/precio y deciden instalarse en él.

Pero en los últimos tiempos, San Francisco se ha convertido en toda una “tormenta perfecta” a la hora de ilustrar el término: siguiendo las prácticas marcadas por Google, miles de trabajadores de empresas tecnológicas recorren los barrios de la ciudad en busca de vivienda, ofrecen precios muy superiores a la media, o superan incluso las pretensiones de los propietarios adelantando a los propietarios un año completo de alquiler. La propia pertenencia a esas recién definidas “élites” supone un atractivo imparable para esos propietarios: personas centradas en su trabajo, habitualmente de vida y hábitos tranquilos, con buenos sueldos y numerosos beneficios adicionales que incluyen el acceso a crédito en condiciones ventajosas.

Trata de imaginarlo por un momento: en la ciudad en la que has vivido toda tu vida aparece una nueva élite de trabajadores con sueldos elevados y beneficios extra-salariales nunca vistos, que son recogidos en sus domicilios por lujosos autobuses con asientos de cuero y con WiFi, y que dan lugar a una elevación generalizada del coste de la vida. Los restaurantes que te gustaban, ahora son demasiado caros. Las tiendas elevan sus precios para ajustarse al poder adquisitivo de los nuevos residentes. Los alquileres se van haciendo más y más caros, y empiezas a temer el momento en que toque renegociar el tuyo. En no mucho tiempo, empiezas a ver oleadas de desahucios de los residentes tradicionales que ya no pueden afrontar el pago de rentas cada vez más elevadas, y que se ven obligados a irse a vivir a otros sitios. El texto del manifiesto que reproduzco en la ilustración, entregado por los manifestantes a los trabajadores de Google que viajaban en uno de los autobuses que fueron obligados a detenerse, deja lugar a muy pocas dudas acerca de sus sentimientos.

Las empresas tecnológicas necesitan ofrecer sueldos elevados y beneficios extra-salariales significativos para conseguir atraer talento en un mercado sometido a una fuerte competencia. Y ese proceso está comenzando a dividir la sociedad en una nueva línea entre los “to have” y los “have-not” que redefine muchas reglas. El precio de los alquileres en algunas zonas de San Francisco se ha elevado en porcentajes que oscilan entre el 10% y el 135% solo a lo largo del pasado año, en un proceso que dura ya varios años. Directivos y empleados de las empresas tecnológicas se quedan con los pisos y locales que los residentes de toda la vida ya no pueden afrontar. Tras los barrios más evidentes y tradicionales, han seguido muchas otras zonas: cuando tu empresa te pone un autobús lujoso que te recoge cada poco tiempo, en el que puedes ir adelantando trabajo porque vas conectado, y que utiliza además las paradas de la red pública, puedes vivir donde buenamente quieras. Para los trabajadores tecnológicos, convertidos en nueva élite que despierta envidias, buenas noticias: están tomando la ciudad por asalto. Pero para los residentes de toda la vida, un verdadero problema.




(Enlace a la entrada original - Licencia)

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